busca entre mis delirios

viernes, diciembre 03, 2010

acueducto

verbena de planes apetecibles y deseados para un puñado de días festivos y/u ociosos:
un té calentito en taza de loza que apenas se pueda sostener con las manos, no pensar en las navidades, sesión de jazz de fondo con un puñado de versos de anne sexton atravesándome los ojos, mi comida favorita con barra libre de repeticiones pertinentes empapada en una copa de vino, cine surcoreano debajo de una manta roja y peludita, redescubrir madrid por enésima vez con compañía de seres que vienen de lejos, pucheritos de mamá (propia o ajena, que saben igual de ricos), charlas trascendentales e intrascendentes con personas más delirantes (aún) que yo, celebrar el 80 cumpleaños del gran Godard con una cerveza bien tirada, darme una ducha ardiente poniendo a prueba la presión del agua caliente de esta casa, no pensar en las navidades, unas caipirinhas análgesicas con/para personitas aquejadas del virus de la temporada, excepcionales momentos de tensión al otro lado del mando de la consola, mimos que suban la temperatura de esta fría casa que se resiste a recurrir al gas natural...y derretirme a mi manera, escribir con lucidez y eficacia ese par de hojas requeridas, una cena con palillos y pescado crudo, resolver mi eterno puzzle de hojitas rectangulares que no acaba de regalarme una narración sin fisuras, dejarnos caer por alguna de las infinitas exposiciones que anuncian su caducidad, un zumito de naranja recién exprimido en la mañana del domingo, Harry Potter y su antepenúltimo episodio de desventuras ¿por qué no?, un infarto de miocardio al descubrir que por fin, acerté con los números de la primitiva, el primer roscón de reyes del año, no pensar en las navidades...

martes, noviembre 30, 2010

desorden


¿no había admitido ya, hace apenas una semana, que me reconozco innatamente e incorregiblemente nula para todo aquello que se le parezca a un rompecabezas? pues, dada la ineficacia de la contundencia de mis palabras, reitero, una vez más, que soy negada con esto de establecer órdenes y categorías, que no encajo ni de perfil, ni queriéndolo -que no lo quiero- en el puto estructuralismo, que mi manía me puede con esto de las etiquetas reduccionistas y que desde luego, esto que me han pedido, me va a resultar mucho más complicado que resolver cualquier ecuación de segundo grado.

sirva todo esto como excusa previa por la incapacidad a la que me enfrento y el fracaso que será consecuente. y ya de paso, que valga a su vez de llamada de auxilio, desesperada, a aquellos y aquellas sujetos y sujetas de este mundo que tengan algo de habilidad con los puzzles de conceptos.
o con el orden, que me sirve igual.

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actualización post-traumática del miércoles 1 de diciembre a las 13.40 hrs.:



he aquí la vigésimotercera versión de mi intento de orden, después de algo más de tres horas y media de movimientos elípticos alrededor de la mesa.
estoy a punto de cortarme las venas con el filo del papelito que porta a Lacan.

jueves, noviembre 25, 2010

lugares comunes

odio que se haga recurrente este post, este día, en el historial de entradas del mes de noviembre de años anteriores y predeciblemente sucesivos. odio reiterar por si alguien entiende que se debe a una obligación implícita. odio producir compasión en el ojo ajeno. por eso hoy escribo para mí. sin que sirva de precedente, por unos minutos, este espacio es mío.

ya van dos años, acumulados como placas de cemento sobre el suelo. y como todos los 25 de noviembre, en Madrid hace un frío lúgubre. no lograba comprender esta mañana cómo de pronto se me congelaba la punta de la nariz y los lóbulos de las orejas y maldecía la feliz idea mía, ésta de cortarme el pelo. pero es que no me había acordado todavía. que todos los 25 de noviembre el gélido aire de Madrid corta el aliento.
ya van dos años y aún no me he acostumbrado. no sé cuánto se tarda convencionalmente en lograr darse cuenta de verdad de que no vas a volver a ver a una persona. y una vez entendido el plazo, que alguien me explique cómo se consigue que no duela cada cierto tiempo, un poquito el alma. sigo sin poder soportar con una sonrisa la cena de nochebuena en tu ausencia, sigo sin ser capaz de pasar por ciertos lugares comunes entre tú y yo de madrid y que no me tirite el corazón un instante. sigo sin dejar de oir de fondo tu risa tronadora en un bar lleno de gente y chorreando unas gotitas de cerveza de la palma de tu mano. y siguen sin serme indiferentes los ojos húmedos de mi abuela, esa mujer herida cuya yaga nadie podrá sanar. siguen las polaroids que nadie reveló, pero que guardo a mi vera, celosa por que nadie ose a arrebatármelas.
ya van dos años y sólo 7 meses, desde aquel 25 de abril, que te hicimos volar desde lo alto de la puerta de la justicia de la Alhambra. he de reconocerte que un poco sí que sonreimos. es agradable la sensación de libertad de cada partícula de tu ser, fundiéndose con los tres elementos y mezclándose con la gente de esa maravillosa ciudad, su arte, su historia. impertérrito, sempiterno, perenne, perpetúo. como la alhambra, ya ves.

y con eso me quedo, con lo infinito de tu recuerdo en el que guardo sólo cosas bonitas que nos hagan sonreir, la eternidad de este lugar común, no sólo en los marcos de este pequeño texto de letras minúsculas, sino en el espacio simbólico inagotable que queda, y siempre existirá, entre tú y yo.

miércoles, noviembre 24, 2010

epidrama

hay un virus en el aire que está dejando con bajas defensas a muchos pacientes. se trata de una cepa que ataca primeramente al sistema cognitivo, generando altas décimas de incertidumbre y dudas, después mina el sistema inmunológico congestionando relaciones interpersonales, y por último, daña los procesos neuroquímicos provocando abundante mucosidad y lagrimeo ocular. avisados quedáis.

yo, que eso de leer entre líneas nunca se me dio bien, que me cuesta un trabajo enorme descifrar las inferencias interpretativas, que nunca supe ver con claridad los paréntesis explicativos invisibles y que me considero absolutamente torpe con los rompecabezas, me sorprendo todavía viéndome en el papel de la farmacéutica empática del virus en cuestión.

a todo esto, no han sido dos ni tres las veces que han apuntado hacia mi persona la sentencia de que no soy fácil de entender. o que no me dejo conocer. o que no se me llegar a comprender del todo nunca. yo, en cambio, me siento bastante sencilla. simplona, sí, por qué no admitirlo. llana y sin muchas curvas, fácil. claro, que igual es cosa mía, por aquello de verse desde dentro y ver a los demás, y sus problemas y coyunturas drámaticas frente a las tuyas, el abismo que os separa y el vértigo que genera la distancia.
así que, aquí estoy yo. una investigadora precaria y de pacotilla, que pretende dar cuenta de la psicología humana de los individuos y de los modos de comportarse como agentes en sociedad, batiendo en abstracto a toda potencia epistemologías teóricas que intentan ofrecer un sentido a epidemias y males como el que nos acechan, y al mismo tiempo, frustrada por la inutilidad de todo esto.
si no fuera por la ilusión que me empuja cada día y por estas irrefrenables ganas de hacer más, de hacerlo mejor y de revolucionar un poquito todo, qué sería de mí, compañeros...

lo de siempre. los investigadores sociales nunca damos soluciones. sólo planteamos realidades, y si acaso, alternativas. así que lo dicho; si os acecha el virus, klinex, sopitas, mantita y películas (evitando las excesivamente azucaradas o, comúnmente conocidas como pastelosas). y si todo eso, no os funciona, ya sabéis donde tenéis mis grajeas de empatía...

lunes, noviembre 22, 2010

prozac

acabo de superar un momento de confusión emocional. he estado en coma psicológico durante aproximadamente media hora. no sabía si reir o llorar y finalmente, he escogido la opción ganadora y me he descojonado conmigo misma a este lado de la pantalla.
esta materialización en palabras ha sido idea de mi madre, que por lo visto, también ha sabido inducir el filón cómico de la situación.

acabo de volver de una consulta de cinco minutos de la que he salido con una receta de prozac en la mano. desconcertada, anodada, apabullada, estupefacta, boquiabierta, atónita, pasamada, patidifusa, perpleja, confusa y horrorizada, he caminado los mismos minutos que he estado dentro de esa sala, hasta mi casa. en el camino me preguntaba sin dar crédito, cómo un facultativo tiene el poder de evaluar a un paciente en tan escaso acercamiento y deficiente entrevista. evaluaba despacito las contadas tres preguntas que me ha lanzado y mi escueta respuesta a cada una de ellas y trataba de abducir una razón coherente a tamaña falta de profesionalidad, un poco asustada, tengo que reconocerlo.
una vez en casa, me he sentido de pronto como la Ana de la novela de la ñoña de la Etxebarría que se mete cada día sus veinte miligramos diarios de droga para bloquear las conexiones del cerebro entre las ideas y los sentimientos. una yonki perdida de los antidepresivos menopáusicos, la perfect housewive occidental. y éste ha sido el punto en el que la risa ha brotado dentro de mí sin poder evitarlo.

que no, que no. que ni por amor, ni por curiosidad. paso del prozac, sin duda alguna.

lunes, noviembre 15, 2010

escuela invisible

qué bonito es pisotear las hojas caducas de los árboles de otoño en California.
me he mudado intelectualmente a Palo Alto para ver qué me dicen las cabezas bienpensantes del psicoanálisis sobre la comunicación humana. por sacar algo bueno de esta introducción kamikace en el mundo de la investigación: que si ha de servir al menos para dos cosas, que sea para viajar y para que digan, con más razón todavía, que los comunicadores sabemos de todo y no sabemos de nada.
así, me doy de bruces con el maldito doble vínculo y Bateson me lo clava por la espalda. Goffman me introduce su microsociología por el lacrimal sin pedirme permiso y Watzlawick me escupe su pragmática de lo simétrico y lo complementario con residuos de una cualquiera metacomunicación.

ya ves qué cosas, yo que siempre había renegado de la psiquiatría como ciencia útil, hoy me sorprendo tomando chocolate con churros con el pleno del interaccionismo simbólico.
yo, que sodomizaba a Freud con prótesis contra-sexuales, hoy despiezo su aparato psíquico como me da la vergonzante gana.
yo, que escribía en los muros de Paris "à Lacan ses lacunes", me trago sin masticar su "otro" en cada página de cada tomo de sus infinitos y ostentosamente inmensos escritos.

eso sí, amigos, la próxima ronda de matería gris, la pago yo.
faltaría más...

martes, noviembre 09, 2010

alucinánticos

os dibujo la situación: está sonando joanna newsom, se consume a un par de metros de aquí una barra de incienso sobre una tablita de madera, un café sólo con dos cucharitas de azúcar moreno se enfría paciente a mi derecha y a mi izquierda, abierto de tajo, "el ser y la nada", junto a un bolígrafo negro y una libretita que enseña una página en blanco.

hoy no entiendo a Sartre. eso es lo que me pasa, para ahorraros más explicaciones innecesarias. quizá mañana sí que sea capaz de comprender lo que quiere decirme, porque ayer fui perfectamente eficaz en tal propósito, pero hoy, sin la ayuda de su inmanente Beauvoir, no me veo capaz de entender su idioma. y mira que debería, por aquello de avanzar un poco más...

ya sé lo que necesito. embriagarme. y no de alcohol, precisamente. de azúcar. quiero pillarme un pedo brutal a dulces, caramelos, chucherías, golosinas, animalitos de gelatina blandita con sabor a frutas, formas indeterminables cubiertas de pica-pica, bolitas con azúcar glass, bombones, frutos secos cubiertos de cacao... todas esas cosas que no como nunca y con las que hoy me atiborraría hasta que me doliera la tripa y no pudiera ingerir una sóla más. y que, del subidón de azúcar en sangre, se me fuera la cabeza y no fuera capaz de parar de crear. de escribir, pensar, descubrir, entender, cantar, bailar...

bien pensado, fue justo lo que hizo el existencialista francés para inspirarse en su obra filósofica en su última etapa. las drogas ayudan a los más grandes. claro, que sólo una década después de aficionarse a los narcóticos y alucinógenos, murió entre los brazos de su esposa, dejando clavada una espinita en la espalda del gobierno francés y de todos los intelectuales del mundo presente y futuro. ¿qué mejor muerte puede haber?

hoy me voy a pillar un pedo de glucosa, decidido.

domingo, noviembre 07, 2010

your four five words (V)

Hay momentos a los que viertes muy limitadas expectativas. Situaciones en las que sabes que nada te puede salvar, que ni siquiera una invocación al milagro de lo supercalifragilisticoexpialidoso va a conseguir que salgas airosa de la contigencia a la que te enfrentas –por mucho que estés dispuesta a marcarte un bochornoso baile en el más puro estilo Disney-. Esta es una de ellas: entre tus armas, un mantel de lino que tomaste prestado sin pedir permiso de casa de tu abuela, una caja abundante de galletas holandesas que sobraron de la cesta de reyes del año pasado, unos mantecados que compraste en una gasolinera volviendo a Madrid, una cantimplora llena de leche, té de mil tipos diferentes y demás atrezzo ambiental. En mitad de lo que pretendía ser una merienda interesante, descubres, corrijo, recuerdas, que tenía intolerancia al dichoso líquido lácteo y que procuraba evitarlo a toda costa. Mal. Muy mal. Mierda. Blasfemas. Te fustigas en silencio, sin que se note. Lamentas que no exista en esta vida un bendito ctrl+alt+supr para reiniciar toda la operación. Por supuesto, no es el único fallo. Con el bochorno de la leche, van cayendo, como fichas de dominó, todos los demás errores que cometiste. Que nunca le hizo mucha gracia los cuadros de colores, ni siquiera sobre manteles retros. Que no, tampoco le tenía mucha simpatía a lo vintage. Que las galletas están ya vistas. Que la música de fondo no ha sido afortunada. Que odia el té y es fan total de la cafeína. Lo de las galletas lo tratas de remediar, sacando la caja de cereales de avena que te trajeron de Londres. Muy cool. Bien, minipunto. Captas sonrisa. Intuyes un guiño empático. Casi puedes pronosticar un atisbo de victoria.
Por supuesto, quedó empate, que en el fondo es la mejor victoria, o la más satisfactoria derrota. El premio de consolación, unas agujetas felices de tanta risa en lo más profundo del esternocleidomastoideo.



Esternocleidomastoideo · Supercalifragilisticoespialidoso · Ctrl + Alt + Supr · Avena · Cantimplora

sábado, noviembre 06, 2010

your four words (IV)

En un lugar de Turquía, de cuyo nombre no quiso Ovidio acordarse, vivían felices, modestos y tranquilos Filemón y Baucis, dos ancianos y humildes campesinos, que llegada una noche nada cualquiera, se disponían a tomar su merecida cena. De pronto, arrebatándoseles el aliento, un estruendo resonó al otro lado de la puerta roja de su cabaña. Sobresaltados por la inesperada interrupción, allá que nunca ocurría nada fuera de lo común, Filemón, se dispuso a descubrir qué osaba a turbar la noche. Al otro lado del picaporte se encontraban dos señores harapientos que, exhaustos por un viaje que requería una pausa inmediata, buscaban algún lugar de hospitalidad cálida donde pasar la noche. Baucis y su marido recibieron con agrado a sus invitados y pusieron en sus respectivos platos la cena que ellos se disponían a ingerir. Corrió vino a raudales entre las copas de los dos invitados, pero, sorprendentemente, la jarra no bajaba de nivel. Fue entonces cuando Filemón descubrió anonadado, que aquellos dos hombres no eran dos mortales viajeros, sino el mismo Zeus y Hermes sentados en su humilde sillón. Los dos dioses, enfadados con todo el resto del poblado que les había negado la entrada, decidieron darles un escarmiento, inundando toda la población. La cabaña de Filemón y Baucis no sólo fue salvada, sino que Zeus la convirtió en templo y el matrimonio, que quería estar juntos siempre, en roble y tilo.


picaporte · plato · roja · filemón

viernes, noviembre 05, 2010

sigo...

nunca hay una excusa perfecta para nada. que mi ausencia se deba a que me olvidé de la contraseña de este pequeño cuarto, es sólo un ejemplo de cómo la afirmación anterior no puede ser más oportuna.
de pronto, un día como hoy, abro la puerta y contemplo con pasmosa ingravidez, que todo sigue igual. de nuevo, el tiempo, como unidad de medida, es una invención del capitalismo imperante. permanecen inalterables los 3 tramos de 11 escalones -que forman, juntos, un precioso número-, que me suben hasta casa y que, a pesar de ser un primero, cada día parece subir un poco más, como si inflada de helio se elevara por encima de los tejados. la bicleta, aunque algo oxidada por las lluvias, sigue siendo roja y éste, mi color de cada día y el de mis botas preferidas. sigue un tipo totalmente desconocido escuchándome cada semana desde el otro lado del sofá. sigo tratando de remediar uno a uno todos los errores que acumulo en una lista vital de interminable recapitulación. los libros me siguen diciendo lo mismo, aunque hoy los devoro con otro pretexto diferente: que, con la excusa de ser personal investigador, se me permite vomitarlos sin pudor sobre la tesis -ésta, tan sociológicamente subversiva- que con un, quizá excesivo, esfuerzo y paciencia, me pondrá sobre la mesa en años venideros salmón, lubina y vinos de más de 10 euros la botella. sigo resistiéndome a vivir atada al tiempo que marca un reloj. continúo creyendo que debo agregar un defecto más a la lista incoclusa, ya que soy incapaz de escribir cuando estoy mal, o no bien. y que me sigue pareciendo que lo ñoño no gusta. no llegaré a ser nunca una escritora con éxito, obvio. sigo de baja indefinida. siguen las pelotas de tenis enfundadas en un calcetín debajo de mis cervicales. sigo durmiéndome con la mirtazapina. siguen los maullidos de celo de mi gata a cualquier hora del día. siguen las sonrisas recién hechas de desayuno por la mañana. sigo encontrando cálidos los abrazos de mamá. siguen estirándome los días los niños de ríen y juegan en el parque de al lado de casa. sigo bailando al son de los instrumento de viento, fiel al rockabilly y al soul. me sigue emocionando dostoievsky. sigue mi vestido de lunares colgado en una percha preferente en mi armario. sigo enfadándome con mi pelo, aunque ahora corto, luce feliz de nuevo la nuca que tanto tiempo había estado escondida. sigo, sigo, sigo.... sigo aquí, aunque no lo parezca, sigo.

martes, octubre 19, 2010

la incomprensión ultratumba

soñé que era un fantasma. o un espectro, o un espíritu, o un ente invisible pero sensible. y soñé, por tanto, que antes de eso, había fallecido y no era ningún alivio, por cierto, haber pasado por la eterna burocracia de la defunción, porque aún después de muerta, todo era complicadísimo. pasaba un frío inmenso, no sé si por la pérdida de temperatura corporal de mi misma, o por la imposibilidad de meter un no-brazo por una manga de jersey. me moría de hambre -valga la redundancia- al ser incapaz de masticar, tragar e introducir dentro de mi no-boca cualquier tipo de alimento. y no hablemos de beber y del follón que organicé en la cocina al intentarlo... asustaba a todo el mundo al menor ruido que se me ocurría hacer. caminaba por el pasillo y se creían que había alguien haciendo claqué. encendía sin querer una luz y ya había alguien pegando un grito. los gatos me bufaban, ellos que siempre me habían sido fieles. al intentar sacar dinero de un cajero automático, la gente por la calle se paraba a contemplar como la máquina se había vuelto loca. pero sin duda lo peor de todo era que nadie podía abrazarme. no echaba de menos nada más que un abrazo. pero cómo hacerlo a lo invisible, inerte, inexpicable...

al menos me consuela que al soñar que me había muerto, he alargado mi vida supersticiosa....

viernes, agosto 06, 2010

viernes y no más


me gustan las flores de mis vecinas. nunca antes había tenido vecinas tan cerca, ni con flores tan bonitas. con las venecianas bajadas guiñándoles un ojo al sol del mediodía. con las faldas de sus cortinas al vuelo al más puro estilo monroe. no me gustan, en cambio, nada, pero nada de nada, los 3 tramos de 11 escalones, que son número primo, que tengo que subir como una idem, hasta la puerta de mi casa, arrastrando por cada peldaño el carro de casi 20 kilos de lista de la compra. me apasiona el olor de la lubina a la sal que está a punto de derretirme el paladar. me emociona la señora que salió el otro día por la tele. sí, es que después de algo más de un año sin encender la tele, el calambre de la antena en la pantalla de 32 pulgadas, me dejó inmóvil en el sillón con mi contractura en las cervicales. Elena Davies (click), nonagenaría con mucha más energía que una servidora, llegó de los Estados Unidos y se abandonó a las Baleares hace medio siglo y se humedece un poco al contar que ya que nadie quería vivir la vida al cien por cien como ella la concebía, decidió hacerlo sola. de sola pero apasionadamente feliz. me relaja el baño que me voy a dar en cuanto acaben estas letras conmigo, mientras las patatas terminan de hacerse a 200 grados y la ropa se seca en decimosegundos y cuento hacia atrás los días que hacen falta todavía para poder salir de aqui y que empiecen mis vacaciones...

lunes, julio 26, 2010

de rojo y más colores



Me da un poco igual no parar de limpiar. Y el cansancio acumulado. Y la duda con el rotulador rojo en la mano. Siempre se me dio mal poner etiquetas. Ahora, delante de las cajas, y con la casa cada vez un poco más vacía, la misión parece imposible. Rojo, como mi vestido de lunares blancos con el que me disfrazo de gitana al más petardo estilo swing. No sé bailar sevillanas, pero dile al dj que pinche a Django Reinhardt y verás... Hay que echarle un par de ovarios a esto de perder la vergüenza. Hay que bailar mucho. Porque es una pena que sólo pongan a Marisol a las 3 de la mañana cuando están cerrando el local, que si no, sería la reina de la pista. Eso lo sabe todo el mundo. Ovarios. A mi el lobo no me acojona más. Me río en su cara. Que esta caperucita se ha cansado de correr. Ya ni siquiera la segunda palabra más aterradora del lenguaje médico consigue asustarme. Yo he perdido el miedo ya, por prescripción médica. Y hablando de perder...y de encontrar, consecuencia perfecta de lo primero: Poulain encontró ya su Amélie. Y no es que la hubiera perdido, es que no se habían encontrado hasta ahora. Y en verdad no es una historia de ahora, pero es que se me había olvidado contároslo. Poulain encontró a su Amélie probablemente subida a lo más alto de un tejado, mientras ella desconectaba la tele de su vecino y se preguntaba cuántos orgasmos estaba teniendo París en aquel instante. Es bonito verlo desde fuera como si se tratara de una película; si cierro mucho los ojos, casi puedo ver el grano de la saturación de color... Fuera, me quiero ir lejos, pero contigo. Lejos. Vacaciones. Necesito vacaciones. Pero contigo. Abrazos, reencuentros, amigos, vosotros, ellos. Necesito un poco de todo. Un te quiero, media docena de bailes transnochados, un par de kilos de abrazos y todos los mimos del mundo. Sin parar de reir pero sin dejar de moverse. Mudanza. La casa vuelve a parecer un almacén en un escorzo de déja-vu de sus comienzos. Tengo que escribir bien grande “Frágil” en cada uno de los paquetes, para que traten con mucho mimo lo que hay dentro. Inevitablemente frágil: siempre se escapa un poco de tristeza en estos giros de espiral, pero hay una cosa cierta y es que, desde hace un tiempo, todos los cambios son a mejor. Y el vestido de lunares, bien dobladito, para que no se arrugue. Que queda mucho por bailar. Con dos ovarios.

domingo, julio 18, 2010

domingo de amistad

A veces, una separación prolongada, a la vez que amortigua los rencores, despierta la amistad.
Marcel Proust

la amistad está sobrevalorada. y ahora voy a ser lo más cínica que me sea posible.
sí, como las películas, los artistas, la política. está sobrevalorada. y lo malo de cuando idolatras, veneras y riegas con tanta importancia a una cosa, es que se te escapan por los laterales todos sus fallos, que los tiene, claro, como todas las personas humanas que interpretan, personifican y dan sentido al término. y lo malo es que cuando éstos naturalmente aparecen -los fallos, digo-, corremos a por el reproche, llegando demasiado pronto con el rencor y arrastrando con desgarro el dolor. y todo por valorarla mal y en exceso.

a lo mejor es un problema de lenguaje, del engrandecimiento del término, o de la concepción simbólica de su significado, tan inflamada y desproporcionada. igual es el desequilibrio entre demanda y oferta, entre operación y resultado, entre inputs y outputs. quizá sea una variable entre agorafobia y anuptafobia. puede que se trate simplemente de un placebo más para tener excusa para estar mal.

sea como sea, no se pueden perder de vista esos fallos que inherentemente tiene la amistad. no hay que depender demasiado de ella, ni volcar absolutamente tu sino en alguien portador del término. la gente va y viene -libre circulación de personas por ley- y por lo general, la mayor parte del tiempo no están.
yo, por ejemplo, cuento los amigos que tengo en la distancia emocional con una calculadora y recurriendo a la memoria para no dejarme a ninguno, pero cuando necesito a uno sólo cerca, a veces desisto, por imposible, del álgebra.

hay varios tipos de amigos: con los que te vas de cañas, los que te piden favores por trueque, los que sólo acuden a tí en busca de consejo cuando no están bien, los que están lejos y echas de menos cada día un poquito, en los que no confías para nada, los que te llaman para salir de fiesta a partir de las once de la noche, los que en cuanto te descuidas te la clavan por la espalda, los "amigos-muelle" que desaparecen durante años y aún así sabes que están ahí y que si los llamas volverán, los que se mantienen en silencio pero siempre tienen una palabra para tí, con los que envejeces, los que comparten contigo trabajo/ocio/estudios, los de "por interés...", tus ángeles de la guarda, los que te conocen con sólo una mirada, los que toman el brazo y el tronco entero en un descuido, los de la empatía que parece inmortal, los que te defraudan y te hieren, los que fueron antes tu pareja y aunque ha cambiado todo los sigues queriendo con locura, los que siempre te dan plantón, los que están tan ocupados que tienes que quedar quince veces antes de poder verlo...

y otros muchos más, que aún no he conocido.
la moraleja de todo ésto, porque siempre tiene que haber alguna lección moral que anime al desanimado por la crudeza de la vida real, es que hay que saber perdonar a quien hiere, defrauda o traiciona, aprender a respetar la distancia de quien se aleja durante un tiempo, ser prudente con los excesos y saber ponerles freno a tiempo, tener paciencia y tolerancia con los que no están absolutamente siempre no dando importancia a la reciprocidad y sobre todo, lo más importante de todo, no dejar nunca de querer incondicionalmente a los que te quieren bien.
como diría mi madre, ésta es mi frase del día.

viernes, julio 16, 2010

miau

le acabo de meter un dedo por el culo a mi gata y estoy casi segura de que, después de todo, no le ha gustado una mierda, valga la redundancia.
esto me pasa por recoger en mi hogar almas cubiertas de pelo deshauciadas y abandonadas en el crudo mundo real, ese espacio exterior del que ahora sólo conocen los trayectos a/desde el veterinario y siempre a través del maravillo filtro de la rejilla de sus respectivos transportines. así son las cosas, les echas una mano y acabas metiéndosela por el culo. a veces me pregunto cuánto de crueles somos los humanos cuando creemos que hacemos el Bien.
y ahí estaba yo, sodomizando a mi gata que ahora está en plena edad del pavo humana, con el dedo meñique de mi mano derecha enfundada en un guante de látex dentro de su tracto anal. no habría podido imaginar después de comer plan más porno y desagradable al mismo tiempo para mi tarde de viernes.
eso sí, fue en el veterinario y por mandato explícito del licenciado. que, por lo visto, esto es como en ikea; tú te lo guisas, tú te lo comes.
perdonen el tropo repugnante.

miércoles, julio 14, 2010

puntos suspensivos

no sé por qué esta mañana cuando salí a la calle sonó Morrisey. no sé por qué he tenido que hablar de tí frente a un completo desconocido. no sé por qué a veces vuelves a aparecer como el fantasma que tú solita has decidido ser, en mi vida y, por extensión inintencionada, en la de todos los demás. no sé por qué los martes y trece se creen gafados de mala suerte. y tampoco sé el por qué de este dolor de estómago que me indigesta la cena.

no sé por qué me he acordado justo ahora, que acaba el 13 de julio, que hoy era tu cumpleaños, o que lo fue al menos durante 26 años y que, cosas de la vida y la muerte, a partir de este mismo, ya no lo cumplirás más, ni habrá quien lo celebre con alegría.

"¿tiene sentido para tí?", me sugerían desde el otro lado del sillón.
yo, le miraba con cara de circunstancias, asintiendo desde dentro, como sólo me sale hacer, tragando otro poco de mi vaso de agua fresquita.
sí, mañana será otro día. es de las cosas que sé con certeza absoluta.

martes, junio 29, 2010

sin saber

tengo dos pelotas de tenis enfundadas en un calcetín debajo de las primeras vértebras cervicales, 50 miligramos de tetrazepam en vena y una gata acostada en mi entrepierna. pero sigo sin entender por qué los tres primeros discos de marlango sólo sonaban en días grises y mojados y el último brilla con el sol. leo rápida la teoría en inglés sin saber bien ni cuándo ni cómo me instalé la actualización del firmware de las traducciones. es verdad que tengo una libreta abandonada por la no continuidad de las cosas bonitas que me alegran cada día, pero en mi defensa alego que, aún sin escribir en ella, las anoto mentalmente. por ejemplo, la de antes de ayer fue esa chica de vestido blanco y bicicleta negra que en mitad de un atasco en la glorieta de Colón, se giró y cómplice del mismo apuro que compartíamos al borde del manillar, me guiñó un ojo. yo la adelanté con una sonrisa y salí victoriosa de la batalla entre el vehículo chico y singular contra el grande y super plural. la de ayer se dividió entre una flor de plástico, una llamada al mediodía y una atmósfera con esencia de romero. la de hoy aún no sé si ha llegado o tengo que esperar una hora más. me cuesta decidir si me gusta más la cerveza o prefiero el tinto de verano. creo que aún no tengo claro si los gatos tienen ombligo y como esa, hay muchas otras cosas que sigo sin comprender; como el funcionamiento de un fax, la razón por la que es posible que caiga granizo como pelotas de pin-pon con 30 grados atmosféricos, o por qué se corta internet si hay lluvias de por medio. mañana me hacen un tac y creo que eso lo entiendo mucho mejor que las resonancias magnéticas. y eso por no hablar de por qué el nesquick se disuelve mejor que el colacao, ni de la unidad de medida "a ojo" tan propia -como dudosa- de las madres, ni de en qué consiste exactamente un deja-vu, mucho menos las sacudidas hipnagógicas, ni de cómo sé que la pasta está hecha sólo por su olor. sólo sé a ciencia cierta que el tetrazepam va haciendo su efecto y que, sin darme cuenta, las pelotas de tenis han llegado ya a las torácicas por su cuenta y que la gata ha saltado sobre mi tripa para atrapar, exitosamente, un mosquito con su boca y que se relame con placer mientras yo voy cerrando esto y espero que llegue mi razón feliz para apuntar en mi libreta invisible.

y tantas otras muchas más

Ni flores de plástico, ni cartas escritas por el envés encima del portátil, ni letras despedazas por diferentes rincones de la casa, ni cuatro palabras escritas en un muro virtual, ni una barbacoa pasada por agua, ni todos los partidos del mundial interrumpidos por problemas en la red, ni un vipsclub en 5 minutos atragantados, ni que te tengas que bajar abajo, ni los brownies de mi prima, ni las paellas que se hacen a fuego lento en un camping-gas, ni las tormentas de verano debajo de los árboles, ni la cabaña más perdida de la mano de Dios, ni las ratas que se oían de noche, ni el precipicio más vertiginoso, ni cada parpadeo almacenado en un álbum, ni mis compañeras de piso las amigas cucarachas, ni todos los cafés descafeinados entre policías a las nueve menos diez de la mañana, ni el tío de la guitarra de la línea 5, ni el color de tu pintalabios, ni todas las lumbalgias del mundo en noches de verano.
Nada me electrocuta tanto como ese gesto tuyo en el que, al sonreir, elevas ligeramente el labio superior, arrugando la nariz, como si no te dieras cuenta de que sólo con eso y el brillo inmediato de tus ojos, acabas de atravesarme el alma y, partida ésta en cien pedazos, espera impaciente e impotente, abandonada a tí, única redentora, a que seas tú quien la recompongas, para volverla a quebrar tantas veces como tú quieras.

lunes, junio 28, 2010

estereotípica

¿por qué todo el mundo se esfuerza en creerte previsible?
desmontar el mito que conforma tu personalidad puede originar una cierta e incómoda grimilla en el momento de la revelación. esa cara ojiplática y alucisorprendida del interlocutor convierte sin remedio la tuya en algo parecido a lo que suele denominarse, en términos de argot, "cara de circunstancias". ante la imposibilidad de respuesta lógica a tamaña redundancia interrogativa, sólo queda frustrarse una en su propia impotencia de contestación y asentir, leve pero contundentemente, casi como si no fuera contigo, callando en el asertimiento un "ya ves" más que ímplicito en el acto que precede a la cuestión.
véanse algunos ejemplos:

si se supone que no te gustaba el fútbol ¿a qué venía esa euforia cada vez que argentina marcaba un gol?, no tenía ni idea de que sabías cocinar, ¡¿tú, encima de un escenario?!, no me creo que hayas hecho deportes de riesgo, ¿desde cuándo te gustan los perros?, asi que te dan miedo las tormentas... ¡con lo valiente que tú eres!, como siempre estás callada no sabía que pilotabas de tantas cosas, no te pega nada que te guste tanto el sur, ¿sin trabajo con lo que tú eras en la universidad?, será verdad que sabes comprar barato..., ¿en serio que este mueble lo has montado tú...sola?, qué raro verte con vestido, osea que conoces las reglas del tenis..., ¿y tú por qué sabes cosas que no son de letras?, una cinéfila como tú viendo películas como estás..., y encima tienes un blog ñoño!

lo dicho... ya ves...

vaya tela... una no puede salirse ya ni de su propio molde.

domingo, junio 20, 2010

a la novena...

este va a ser el último año que me acuerde de tí. es una decisión unidireccional de esas de las que seguramente me arrepienta pasado un tiempo como suele pasarme, pero sabes que no le pongo pegas a dar mi brazo a torcer y reconocer mi desatino.
de momento, me mantengo. éste será el último. vas a dejar de ser un fantasma para convertirte en tan sólo un gran recuerdo. después de mañana pasarán varios días con sus meses y sus años detrás, en los que no pasaré el duelo de rigor. hace justo un año desde el último -que fue memorable, por cierto, te luciste-, y hacemos nueve con éste, en el que ya no hay noches frías, ni blancas, ni tú mojándolo todo. no quiero volver a llorarte ni a recordar lo pasado y repasado. creo que ya sabes que te llevo dentro y creo que ya aprendí la lección.
ahora te toca a tí. saluda a los que se han ido contigo. si ves a la chica caótica de ojos grandes dile de mi parte que ya le vale y si te encuentras con mi Foreman, dale un abrazo de esos que dejan sin aire. sinceramente, aunque os quiero con todo mi alma, espero no veros en mucho tiempo.
hasta siempre, rubia...

"... ser matado o morir no hace tanto la diferencia y todo el mundo muere, más o menos a la misma edad, con unos cuarenta años de diferencia. No. Nada de todo eso me importa; si las cosas me importaran me sentiría viva, no desearía dejar de ser."
Simone de Beauvoir · Los mandarines, 1954

miércoles, junio 16, 2010

(la voy a liar) parda

un día me voy a disfrazar de oso pardo y os váis a cagar todos de susto.
una tarde de éstas perderé el juicio y montaré en la plaza de santa bárbara un espectáculo magistral de romper instrumentos de juguete al son de cualquier canción ochentera.
y bailaré sin mirar a nadie y se me olvidará este mareo insoportable que no me deja estar.
y voy a estallar, aprovechando que tú estarás lo suficientemente -pero tampoco demasiado- lejos como para no asustarte, todos los globos de la pizzería que hacen las veces de telón de fondo.
y después, tan ancha como me quepa quedarme, me voy a comer medio quilo de cerezas.
y sin que nadie rechiste.
así de claro os lo digo. un día me voy a disfrazar de oso pardo y voy a jugar con el tiempo, para delante, para atrás... y nos voy a dejar más perdidos que unos de una isla que yo me sé.
a ver quién se atreve a pararme...



Take on me · Anni B Sweet

martes, junio 15, 2010

otoverano




llueve en todas direcciones y yo no me explico cómo hago para no mojarme. el otoño se me está haciendo interminable y no me hace ninguna gracia, a pesar de que, tengo que reconocerlo, me encanta mi gabardina roja. pero las cosas como son: que a mi me gusta quemarme con el sol de mayo, que las faldas quedan mucho mejor con las piernas tostaditas y que me encanta darme tres duchas al día y bañarme de desodorante cada mañana.
pero el cielo se empeña en empañar los cristales y en ponerlo todo perdido. hay que tender dentro, la bici duerme conmigo y el patio de mi casa es particular. todas esas cosas...
al menos hoy llego con los zapatos impolutos dejando la lluvia tras de mi, con una gran sonrisa en la cara. que te casas. muy fuerte. y pensar que hace sólo unos años yo era tu copiloto en una autopista llena de curvas. y todo para llegar aquí, tan felices, cada una por nuestra carretera secundaria. qué bien. qué perfecto.

mientras tanto, la gata sigue mirando al cielo. a ver si ella le consigue sonsacar qué narices tiene entre manos para que no podamos disfrutar de una mañana en el parque sin nubes amenazantes.

a ser felices. y yo también, que verte tan bien merece más que de sobra la celebración más pomposa de todas las que puedas imaginar.
qué bien. qué perfecto.

lunes, junio 14, 2010

hasta que se demuestre lo contrario

qué cosas...
la madurez, al final, sirve para mucho más que arrojar moralinas a los que creemos que no la han alcanzado todavía. toda una vida presumiendo de ella, pavoneándonosla frente a los demás para luego tener que agachar la cabeza frente a la evidencia.
a ella le achaco el haberme dado cuenta, ahora, de que no soy tal como pensaba, o tal vez como anunciaba, o quizá como me describía, ni tanto como se me calificaba.
que no es verdad que sea tan fuerte, ni tan valiente como todos creían lo descubrí hace ya más de un año. ahora el tendón me lo tengo bien conocido y trato de salir a la calle siempre con calcetines, por lo que pudiera pasar.
ahora sé, además, que soy una llorona sin remedio, por mucho que dijera que yo soy de esas que no lloran nunca, ni siquiera con las películas ñoñas y mucho menos delante de nadie. mentira cochina. y que no, que no sé encriptar, que a mi eso de escribir en clave no me sale y mucho menos disfrazarme de misterio. que aunque les tengo un respeto sobrecogedor, siempre amaré a las letras como si las hubiera parido yo misma. y sí, que hay cosas que me sobrepasan, que desde luego, no puedo con absolutamente todo, que no estoy segura de haber sido una niña buena y que sí que me gustan, me encantan, me maravillan las sorpresas, después de toda una vida negándome a ellas.

todo lo demás puede mantenerse como presuntamente cierto. al menos de momento...

sábado, junio 12, 2010

de fortuna y otras desdichas

esto va de que a mi las supersticiones me dan un poco de risa.
que al mal tiempo, buena cara... o algo así.
es de lo que me sale escribir un sábado por la tarde cuando está diluviando fuera y empapando todos los posibles planes que quedan ahí fuera. que aquí se está tan bien...

se me derrama un poco de sal cada vez que limpio la encimera de la cocina. me levanto cada día de la cama con un pie distinto, dependiendo de en qué lado haya decidido dormir la gata. dejo siempre el bolso en el suelo y abro el paraguas en el baño para que se seque. me han barrido los pies varias veces. me he despojado del colgante con aquella piedra que auguraba buena suerte y hace casi un año que no he vuelto a usar el péndulo. no suelo mirar a los ojos cuando brindo y hasta ahora no he encontrado un trébol de cuatro hojas.

dios... ¿estaré maldita para siempre? quién lo diría, porque sonrío fuerte. aunque, quizá sea por todas las cacas de perro que he pisado...

en fin, toquemos madera por que esto de las supersticiones sea un cuento chino. o en su defecto, sigamos sonriendo, aunque llueva y haga frío a mediados de junio, que parece que eso trae buena fortuna...
y ahora os vais a reir... pero bailad un poco conmigo...


Conchita · Tocando madera

lunes, mayo 17, 2010

las bicicletas son para el verano




voy a hacer boicot a estas dos estaciones que se nos están quedando en el año.
hace unas cuantas semanas que debía haber empezado la primavera y aún no puedo sacar sin miedo el paraguas del bolso...
no es justo; a estas alturas, otros años, ya estaba morena, o quemada, que viene siendo lo mismo, sólo que en orden alternado. ya me podía calzar sin vergüenza los vestiditos retros, esos que tantas risas arrancaban a los de mi alrededor. sudaba tanto que no podía prescindir de la botella de agua como botiquín de emergencias. y sin duda, ya estaba pensando en los pocos días que quedan para que abran las piscinas públicas.
pero este año no quiere hacer calor. y me da igual. me visto de corto, ajusto el sillín de la bici, y cruzo Madrid imperiosa sobre dos ruedas.
o llega la primavera, o voy yo a por ella.
he dicho.

viernes, mayo 14, 2010

super bona noia


Super bon noi · Els amics de les arts


He probado ya de todo. La capa amarilla, los trajes inmantados, el látigo que puede con todo...
Ahora estoy optando por vestirme de normal, con mi bicleta roja, mi casco de seguridad para vías interurbanas, las bandas reflectantes, el bidón con el agua para casos de deshidratación y las mallas acolchadas en los glutéos para no sufrir ningún tirón.

Ahora me mojo cuando llueve, tomo antibióticos cuando me duele la garganta, los médicos me vuelven loca con sus cables y sus pruebas, me salen moratones de subir el carro de la compra por las escaleras del metro, tengo agujetas 3 días después de pintar una pared, respondo a cadenas de mensajes al correo electrónico, lloro con alguna que otra canción, me trago las películas pastelosas que me pide que le baje mi hermana antes de dárselas y aún no he aprendido a calcular los tiempos para hacer la comida y que no se quede fría para cuando vengas.

Estoy de lo más ñoña. Emocionalmente azucarada. Floja. Cobardica.
Ya no soy una súper heroína, pero para tí siempre seré tu Robin.

martes, mayo 04, 2010

holter




24 horas cableada, monitorizada y empapelada de esparadrapo. Una maquina en la cintura, grabando cada uno de mis latidos y en permanente electrocardiograma.
Mira que te tengo dicho que no puedes ponerme tan cardiaca. Que aquello de que me robaras el corazón, o que yo te lo robara a tí, o sea cuál sea el modus operandi del hurto, nos iba a pasar factura... Que los médicos no son tontos y se dan cuenta cuando un corazón late por dos. Que mi ritmo es de tango, nada de compases ordinarios de 2x4. A ver cómo le explico esto al doctor...
Lo menos que podrías hacer es bailar conmigo la siguiente. Pero ciudado no te enredes con los cables...

viernes, abril 16, 2010

your four words (III)

¿A que no sabías que Cástor es la segunda estrella más brillante de la constelación de Géminis? Yo tampoco, pero no te preocupes, porque ahora ya estás al tanto.

Es curioso, porque yo soy de esas que reconocen creer en todo el asunto de la astrología, pero jamás leerán un horóscopo en las páginas traseras de un periódico. Las predicciones no me gustan nada, pero sí me atrae en cambio la idea de indagar sobre la posibilidad de que las personalidades puedan estar afectadas por el astro sobre el que nacieron. ¿Contradicción? Puede… pero es que soy géminis.
Sí, ese signo dual, de aire, mutable y capaz de reaccionar con rapidez ante los cambios, dúctil, que hace de la comunicación su don y que vive de su curiosidad intelectual. Esa inquietud por conocer, cada vez una cosa nueva y distinta, ampliando su espectro y sin estancarse en nada que no le convenga absolutamente. Pero al mismo tiempo son obstinados los géminis y si algo les apasiona, se dedican totalmente a ello, hasta que se les vaya la última gota de vida.

Sí, puro aire... Puede que de ahí venga mi delirio… Ese con el que os escribo, que pone letra a lo que pienso o a lo que sencillamente quiero decir. No es imaginación, porque muy habitualmente, carezco por completo de ella. Es más bien ensoñamiento, dejarse ir, como cuando la marihuana se instala en tus pulmones. Como cuando mojas la esquinita de un terrón de azucarillo en una taza de café caliente y dejas que se impregne muy lentamente todo él hasta que mute de blanco a marrón y mientras eso sucede, mirándolo de cerca como ensimismada por tremendo cotidiando acontecimiento, tú piensas en lo que vas a escribir, con esas cuatro palabras flotando en tu cabeza y dándose forma unas a otras por sí solas, como si tú no tuvieras nada que decir.

Los géminis. Esos seres tan complicadamente sencillos…


jueves, abril 15, 2010

your four words (II)

Ya ha llegado abril y yo casi ni me he dado cuenta. Suele pasarme con estos meses de transición en los que no estás en una estación ni en la otra. Aún me escurro la lluvia de marzo y no he sacado aún las camisetas de manga corta para mayo.

Vuelo, como antaño, en un ave motorizado que corre deprisa atravesando media península. Mi compañera de travesías duerme a mi lado, con su cabeza apoyada en mi hombro. Y yo, que no puedo contemplar su onirismo, giro la cabeza hacia fuera. Apenas distingo la silueta de los árboles que dan color al otro lado de la ventanilla. Es complicado distinguir formas cuando se va tan deprisa… Hace tanto que no piso Sevilla que me pregunto si seguiré siendo capaz de andar por sus calles como si fuera parte viva de ellas.

Intuyo un sol increíble en la plaza del Salvador. De esos que dan ganas de salir a la calle y no recogerse hasta la tarde. Día de tapitas, de no parar. Hace ya tres años de la primera vez que me pusieron delante un plato de caracoles, que están en su mejor época ahora, por cierto. Mi primera vez. La desvirgación de tan tremenda orgía gastronómica. Aún veo el plato de pequeños moluscos gasterópodos al lado del “cardito” y los palillos. Las cabrillas. El bar del amigo. Casa Diego. Muchas sillas, o sólo dos. Todo dispuesto para disfrutar. Mis reparos se vieron animados por un “toesponerse” que llevaba toda la razón. Si no tienes miedo y te atreves, ganarás un poco de cultura. Porque hay cultura hasta en un plato de caracoles. Sobre todo en esa pequeña perversión para las mentes enfermas como las mías que no dejan de ver algo tremendamente sexual en la introducción y sorbo de algo tan viscoso y sabroso como lo que se esconde tras esa concha.

En fin, sólo espero que me esperen en la estación con un coche con aire acondicionado que me lleve a Triana y me inviten a una cerveza helada y un plato de papas aliñás (a ser posible con huevas o chocos) que me rompa todo este jet lag inducido.



[pueden seguir dejando sus cuatro palabras... que yo os las robo sin pudor y les doy la forma que me de la gana. ea!]

miércoles, abril 14, 2010

your four words (I)

En Australia son ocho horas más. Es decir, deben rondar las cinco de la madrugada. Buena hora para que alguien te invite a un café temprano, si es que compartes su uso horario, claro. Porque aquí son apenas las nueve de la noche y estás pensando en qué inventar para la cena. Todavía. Y esto se lo tienes que explicar de buenas maneras a tu inocente pareja, que aún no muy segura de si fue por negocios o por placer, lleva en Sidney un par de días, mientras tu mantienes caliente tu hogar en Barcelona. ¿Qué pasa? Aquí también tenemos mar...
En fin, te cuenta al otro lado del teléfono, probablemente con residuos de ebriedad y haciendo caso omiso a tus explicaciones sobre la diferencia horaria que aún no ha sido capaz de entender, que hoy se enteró de que el ornitorrinco, un ser local y extraño que convive con los isleños, es uno de los pocos mamíferos venenosos que hay sobre el planeta. Curiosa a la par que totalmente innecesaria información. Quizá si te atrevieras a preguntar lo que de verdad quieres saber, lograrías centrar tu atención en quien te habla y dejar de pensar en el interior de la nevera. Que si comparte habitación con alguien. Si se divierte mucho. Excesivamente. Si ha tenido sexo con algún pivón al estilo de la Kidman. Si piensa en ti a menudo. Si ya te ha comprado algo…
Pero por lo visto sigue hablando de la marcha en el Puerto, de no-sé-qué de los Juegos Olímpicos de no-sé-cuándo, y de algo de 'Perdidos'. Y es entonces cuando le paras de golpe. Así, sin más.
“Cariño, te dejaste el dentífrico aquí. Abierto, por cierto. Y espachurrado”.
“Vaya, lo siento. Ciérralo, mi amor, que se seca. ¿Sabes? Ya te he mandado la primera postal”

cuatro palabras

Dime cuatro palabras.
Sí, tú. Lector, lectora, animal o ser invisible.
Coméntame cuatro palabras.
Y escribo sobre lo que me sugieras.
Que a veces me aburro con las mías propias.
O más bien, deduzco que son ellas las que os aburren a vosotros.
Venga.
Cuatro palabras.

rutina

Son doce pasos hasta la cama, seis hasta el cuarto de baño y uno menos hasta la cocina. Aqui en el epicentro de todo mi universo, a veces me da por contar las distancias, sólo por tratar de redondearlas a la baja. Me encantan las trampas que ofrecen las matemáticas..
Cada día te separan de mi 362 metros, dos veces al día. Y aunque eso son sólo 4 minutos a pie, 8 al día, a mi se me hace el cuarto de hora más largo de la jornada. Y me tengo que acordar de que los impares de la calle de los kinkis siempre huelen a pis. Esta vez no se me olvida: bajar por la derecha, subir por la izquierda. Si invierto el orden me habré jodido, muy seguramente, el miércoles sin remedio. En el Mercadona siempre hay mejor pescado a primera hora y a principios de semana y la lavadora la tengo que poner un día que no haga mucho frío. Y hablando de frío, le debo una visita al señor simpático de la farmacia que mira siempre al cielo y comenta contigo el 'buen día que se ha quedado'. A ver qué opina él de este regreso del otoño inesperado. Me encantan los debates... Tenemos cada día una hora para comer y yo, no sé por qué, me quedo siempre con hambre. Ah! Los cruasanes del día! Una cosa más para la lista de la compra. Se ha vuelto a ir la luz justo cuando estaba saliendo el café y la tostada estaba en su mejor punto. Y claro, he tenido que bajar -en pijama y bostezando- al cuarto de contadores. Y por cierto, a las 10 menos cuarto, la vecina del tercero -creo que es el tercero-, tiene más cara de sueño que yo. Y tú, tú estás preciosa cada vez que me giro en mitad de la noche, y no pudiendo abrir más los ojos, veo a un angel soñando a mi lado con una gata dormida en su costado. Y sí, lo ha vuelto a hacer. La gata ha matado una cucaracha más y ahora duerme triunfante cerca de ella por si se le ocurre moverse. Acabo de descubrir que el papel higiénico huele a algo parecido a flores. Muy aberrante. Y definitivamente el frutero me vendió naranjas de zumo por naranjas de mesa. Acabo de ponerlo todo perdido...

viernes, abril 09, 2010

captatio benevolentiae

una vez leí en un libro de esos en los que no acabas de estar segura del todo de los límites de la realidad y la ficción, que los seres humanos tenemos la enorme ventaja de hacer uso de nuestra capacidad de pegar portazos. y aunque lo intenté, nunca se me dio bien.
por eso estoy tan contenta en esta casa de esquinas superlativas y abierta por cada rincón. sin puertas, con ventanas de esas que no se pueden abrir, ni cerrar. sin habitaciones, sin delimitaciones, fronteras ni barreras de contención.
porque fuera hay un mundo de cerrojos, puertas blindadas o con sensores de movimiento, cierres metálicos que te indican donde puedes entrar y donde no.
y cajones. también hay cajones fuera. y dentro de ellos puedes encontrarte cualquier cosa. hasta fantasmas. sobre todo fantasmas. y es que debe ser la consecuencia lógica e inmediata cuando metes a alguien en un cajón. que en un momento determinado alguien puede abrirlo y liberarlo de pronto, sin pedirte permiso ni avisarte de la hecatombre...
por eso estoy tan feliz en esta casa de armarios que se esconden tras cortinas, de librerias abiertas y sin cajones en los que guardar nada.
transparente. toda yo. y lo ligera que se siente una tal cual...

miércoles, abril 07, 2010

simplificando

voy a dejar el café de por las mañanas.
es malo para mi arritmia y esta tensión descompensada.
lo único que logra reanimarme y despertar este trocito de vida cada día madrugado son esas tres palabras que tú bien me sabes pronunciar.

martes, abril 06, 2010

victoria

me gusta el sabor de la soja en tí.
quizá sea por esa capacidad tuya de hacer de lo más mundano algo extraordinariamente exquisito. de convertir sabores en esencias.
un juego de manos basta para que te hagas con la partida.
tu destreza y una estrategia sin considerar, te hace pasar de novata a experta en un simple pinzamiento de palillos.
te atreves. quieres. y llegas hasta el final.
me ganas, a mi y a todos.
y vuelves a casa, conmigo al lado, con ese estupendo sabor a soja en los labios.

jueves, marzo 25, 2010

así sí

Después de 23 cubiertos, 9 platos, 16 vasos, una cacerola, una sartén, una jarra de agua y una bandeja de horno fregadas, la arena de la gata apestando a restos acumulados encerrada en una bolsa, bocabits aplastados en el suelo barridos con esmero y dos bolsas de basura arrojadas sin piedad en el contenedor de la comunidad, cogió las tijeras y acabó de limpiar lo que era necesario para un nuevo jueves bajo el cielo de Madrid... y todo lo que haya de venir. Mucho mejor.

martes, marzo 16, 2010

laundry time

Como en una película de Isabel Coixet, todo lo bueno se detuvo una tarde en una lavandería. Dos orientales dormitando en horizontal sobre las sillas de plástico al lado de las máquinas a plena revolución, ignorando nuestra presencia. 35 minutos hasta que terminara el primer lavado. Carga completa y tres cuartos de sobrecito de detergente condimentaban el proceso. La secadora nº23 estaba reservada para nosotras. La mirábamos fijamente para que nadie se atreviera a robárnosla, como si nos perteneciera de alguna forma. Encima de nuestras cabezas, una tele con un culebrón al que dábamos la espalda deliberadamente. Toda la mediocridad dando vueltas en los tambores que hacían de percusión a la banda sonora de unas 7 y media cualquiera. Tu boca era el instrumento de viento y sin duda, con tus pestañas, construí la cuerda que nos faltaba para la orquesta.
El olor a limpio al abrir la puerta, la humedad que indica que ya todo está bien chorreando en el cestito calado de color rojo. Y la secadora 23 era finalmente nuestra. Sólo quedaba volcarnos dentro. Y esperar otra media hora más...

martes, marzo 02, 2010

Best before...

Siempre tuve un problema con las fechas de caducidad.
De pequeña mi madre me trajo un día para rematar la cena un yogur de macedonia. Era costumbre habitual pero desde aquella noche los odio profundamente. El yogur tenía un aspecto poco apetecible, olía raro y rehusé a tomarlo en el acto. Mi madre aseguraba que estaba bien, y me instó a que lo comiera. Lo siguiente que recuerdo fue una cagalera de tres días y media semana sin ir al cole. El yogur estaba cortado. Caducado desde hacía diez días. Y nadie se habia percatado.
No entiendo bien por qué todo el mundo anda loco con las fechas de expiración. Todo son plazos, tiempos, finalizaciones, caducidades, finiquitos... Y todo tiene su periodo de vida. Hasta la burocracia. Especialmente la burocracia...
Precisamente de no entender esto viene la razón por la que el guiso que hice la semana pasada hoy va directo con mucho cuidado a la taza del váter. Y las salchichas que abrimos hace más de un mes, tienen una capa esponjosa de color blanco que indica una mala salud del elemento. Y el queso parmesano, por un misterio poco alucinante de la biología, es azul y ya no volverá a cubrir más los espaguettis.
Y sí, dicen que el amor dura tres años. Que la pasión del sexo sólo se mantiene cuando es esporádico y que, en todo caso, caduca a los pocos meses de empezar. Que el enamoramiento es una reacción química que sólo perdura al principio de una relación y que la felicidad se agota progresivamente como si de un grifo con una fuga se tratara.
Pero yo no sé. Yo sigo sintiendo cosquillas en la boca del estómago cada vez que aparece para buscarme a la salida del trabajo, y sigue emocionándome cada palabra bonita que recibo, la arritmia se me acentúa en según qué situaciones, sigo durmiendo sintiendo que si me faltara ese olor y ese calor, seguramente no sabría seguir viviendo, sigo soñando con momentos futuros que fotografiar en compañía, siguen entusiasmándome las pequeñas cosas de cada día, y cada día más, me invade esa irrefrenable pasión que hace inconcebible que esto se pueda difuminar, atenuar, relajar y mucho menos apagar.
Así que paso de plazos. Cada día es mejor. Cada día es más. Y todo esto parece ir en contra de los que se aferran a expiraciones. Eso sí, por seguir convencionalismos, debería hacer caso al sentido común y mirar la fecha de caducidad de los yogures. Por si acaso...

martes, febrero 16, 2010

Siempre irás por delante, abriéndome camino, confortándome si las cosas se ponen feas, asegurando mis pasos con los tuyos. Serás quien me conduzca, cada vez en un vehículo diferente, a los parajes más curiosos y encantadores de nuestro mundo, dejándome que sea, por una vez y para siempre, tu copilota de vida; esa de la que debes fiarte porque casi siempre lleva razón. Serás la atrevida, la valiente, la que puede con todo, la que no conoce de pánico escénico, ni de vértigos a las alturas, la que siempre gana, la que consigue que todo acabe bien. Sin miedos, con coraje, mi heroína.
Yo, tu amiga fiel, tu leal compañera, construiré para nosotras estructuras, cimientos, una arquitectura de vida. Tu brazo izquierdo, la que se lanza a lo peligroso para ponerte a tí a salvo, la que se peleará con quien haga falta por protegerte de los golpes. La que venza los miedos al borde del abismo, saltando si tengo que saltar. La que te acompaña, te sigue, te guía y te ayuda. Sin duda, yo seré siempre tu Robin, y tú nunca dejarás de ser mi Batman.

martes, enero 26, 2010

usa protector solar

de una noche de cuscus indigesto, ocho personas en un sillón para tres, chirigotas, bailarines de lo orgánico, la canción de heidi en japonés, palentinas con mucho arte, frikadas en el youtube, conversaciones para salvar el mundo aderezadas con un poco de hachis, juegos de adolescentes en círculo en mitad del salón y de dormir tres horas en un colchón que se desinflaba por segundos, me quedo con esto para empezar la semana.
recordad, no olvidéis vuestra protección solar.


miércoles, enero 20, 2010

planeta piruleta

anoche me dormí mientras me contaban un cuento en el que yo era una ingénua niña dibujada a grafito que vivía en un mundo creado de golosinas. los edificios eran de ladrillo visto, rojo y cubierto de pica-pica, los semáforos, piruletas de tres colores, los pasos de cebra, chicles trident alineados, los pajaritos eran juanolas voladoras que descansaban a sus polluelos en sus cajitas rojas, la calzada estaba asfaltada de regaliz negro y los árboles eran de palulú, tenía un huerto repleto de melones, fresas, moras (rojas y negras), rajas de sandía, manzanas y muchas cerezas (que para algo son mi fruta favorita). comía pizzas (que para mi gusto estaban un poco revenidas y blandas) y huevos fritos deliciosos. para beber, coca-colas, claro. en el parque había un lago con un montón de delfines y en los bares, en vez de éxtasis, pasaban peta-zetas. el dentista, que era el malo más malo de todos, porque llevaba el antifaz al revés, tapándole la boca en lugar de los ojos como a todos los superhéroes, trabajaba colocando dentaduras masticables y mi mejor amigo era un osito gummie, que paseaba conmigo de la mano por toda la ciudad. la frontera, entre ese mundo imaginario y la cruda realidad la marcaba un regaliz rojo, largo, enorme, interminable.
yo estaba dibujada a lápiz, pero no tenía que preocuparme por borrarme, porque incluso cuando hacía mal tiempo, las nubes (que eran de azúcar, por supuesto) sólo lloraban azúcar glass.

no sé bien por qué, pero esta mañana me he despertado con un granito de azúcar en los labios...

martes, enero 12, 2010

felices grados bajo cero

me han regalado en estos días un abrigo con capucha y unas botas con la suela llena de incontables bolitas. y han sido, ambos, y sin duda alguna, los mejores regalos de estas navidades.
he cambiado el paraguas por la agradable sensación de caminar libre por la calle con el cuerpo a la merced de las precipiatciones de la naturaleza, y gracias a ello he descubierto cuánto de muchísimo me gusta mojarme con la lluvia. no molestas a nadie con las varillas, ni tienes que montar numeritos contorsionistas cuando al viento le da por darle la vuelta a todo; simplemente caminas, allá dónde te de la gana ir, sin miedo, sin reparos, mientras ves escurriéndose las gotas una a una o en chorro por encima de tus cejas, echando a perder por completo la sombra de ojos.
y ha sido gracias a mis botas por las que me he librado de una re-caída (je) en mi débil hernia discal, que con aquellos casi 10 centímetros de nieve del domingo pasado, temblaba acojonada sólo de pensar lo que sería de ella esa noche. pero no hubo resbalones, sino una perfecta adherencia, envidia de los demás viandantes.
eso sí, cuando cruzo la puerta de casa lo pongo todo perdido. se forman charcos allá donde planto los pies y el abrigo, desde el gancho que lo sostiene, deja caer gotitas graciosas que la pequeña gata se encarga de beber, a ella que, pobre, por ser demasiado pequeña, aún no le permiten disfrutar de este hóstil invierno.