busca entre mis delirios

jueves, octubre 22, 2009

multiusos

- Si te fueras a una isla desierta, ¿qué sería, de ser una sola cosa, lo que te llevaras contigo?
- Sin duda, a tí. Porque serías la luz al caer el sol, el abrigo en las noches frías, mi cordura para no perder la cabeza, el sentido del humor para arrancarme sonrisas, mi alimento de cada día, el líquido que calmaría mi sed, la gramola para que no faltara la música, el sexo que me haría sentir más viva cada vez, la conversación permanente para que no me aburriera nunca, el fuego con el que encender la hoguera, el kit de supervivencia para cuando cundiera el pánico, el botiquín para cuando me sintiera mal, el libro de texto para no dejar de aprender, la brújula que me ayudaría a orientarme, el jugo que me emborracharía cuándo más lo necesitara, el bote que me mantendría a flote, mi quitamiedos cuando viniera una tormenta, el cariño en el que recrear mi amor, la droga que me haría olvidarme de todo, la barandilla cuando sintiera un vértigo mortal, la maña con la que conseguir lo que la fuerza no puede, el detalle inesperado con que me sorprenderías cada vez, la almohada en la que dormir mi abrazo cada madrugada, el beso en el que despertarme al amanecer, la compañía que haría que no quisiera ser nunca rescatada, mi estrella polar para saber siempre dónde está el norte, para no perderte nunca...

domingo, octubre 18, 2009

lo que vivo con b

Barcelona, beso, besito, besazo, bostezo, bla, bendito, Baudelaire, belleza, bochorno, brecha, bastón, barandilla, blues, bombones, bajoncino, búho (real), barra, breve, braguita, bises, baile (de pasos), billete, banco, bikini, bulevard, barrer, bufido, bien, brillo, barroquismo, bayeta, ¡bravo!, bonobús, boca (de metro), bebé(s), bienintencionada, bocado, beber(te), bajamar, Biarritz, broma, banda, bonita, banquete, borbotón, barbacoa, barniz, balance, bondad, batir (nata), bocadillo, buscar(te), baño (de espuma), Bizkaia, bajo, barco, Brujas, beséis, borrachera, boca, Blas, brocha, bemol, Bilbao, bandida, baba, bacalao, bosquejo, Barbieri, butaca...

Porque para mi, de todas las letras, la B siempre fue la primera.

sábado, octubre 17, 2009

de verdades

Miento cuando digo que ya me voy a la cama, que esta noche me acostaré pronto y que soñaré con los angelitos. En verdad estaré hasta que se canse la luz escuchando música y leyendo sin entender nada de la prensa, y cuando se aburran mis ojos, aparecerás tú, siempre tú, eterna amante de Morfeo. Miento cuando digo que me acabé el plato del almuerzo, que sólo he perdido un par de kilos, cuando en realidad me saco los pantalones sin desabrochar y los espaguettis se morían de risa entre el tenedor enredados. Miento cuando sonrío de lado y respondo breve y fugazmente con un "bien" a la tan típica pregunta de esta última semana. Miento cuando doy la razón a los que dicen que tengo que aprender a estar sola, cuando lo único que quiero es estar contigo. Miento cuando asiento y callo ante los "tienes que pensar en tí", porque si pienso en mí, pienso en tus manos, tu cuerpo, tu voz, tu risa, tu casa, tu amor; todo lo que me completaba y ahora me deja a medias de todo. Miento cuando finjo que no estoy haciendo nada, y sin embargo estoy esforzándome en aprender nuevos idiomas, en crear maneras nuevas de hacerte sonreir, en inventar una tecnología para recuperarte. Miento cuando reconozco mi mejoría, asegurando que voy escalando poco a poco y que cada vez estoy más arriba. En realidad cada día te echo más de menos, no veo el techo desde aqui y sólo me apetece que te tumbes un ratito conmigo en la moqueta, a ver las estrellas desde abajo. Miento cuando me preguntan en qué estoy pensando en mi ausencia silenciosa y digo que en el lío que tengo en el trabajo. En verdad me pillaron pensando en tus besos, en tu abrazo, en las noches a tu lado, en las ganas insatisfechas, en el hambre de tu cariño, en volver, en que vuelvas. Miento cuando justifico mi temblor por el frío que hace en la calle, mientras que la verdad es que todo se tambalea desde el día que te fuiste de mi lado, que tirita mi corazón porque se le ha ido su mitad más vital. No puedo con la conjugación del verbo "superar", el único que no soy capaz de asignar a esta primera persona del singular, y aunque hago entender que estoy en ello, espero que nadie se lo crea nunca.

Pero no miento cuando digo que lo estoy intentando, que no me hundo, que trepo, que avanzo, que quiero avanzar. Sólo que quiero hacerlo hacia tí, esa es la verdad. Esa y que de verdad te quiero de verdad.

jueves, octubre 15, 2009

causa y efecto

Hoy voy a hacer un viaje a un lugar muy lejano de cuyo nombre me acuerdo bien. Me montaré en ese tren para el que tengo billete en clase preferente. Me darán Ratatouille para desayunar y yo sólo podré saborearte. Dormiré sobre mi abrigo, en la ventana apoyada y soñaré con algo bonito, futuro, condicional e ideal. Llegaré a la estación que tan lejos pero tan cerca está y alquilaré un coche con mi tarjeta de débito. Será un C3 azul cielo o no será en absoluto. El buen hombre de la agencia me tratará con casi cariño y me regalará un mapa de carreteras que guardaré como souvenir. Y alquilaré el coche porque sé bien que en aquella ciudad no hay taxis, ni mejor forma de ir a donde quiero volver. Daré vueltas y vueltas para poder entrar en el centro y si hace falta, me meteré por calles peatonales de circulación prohibida a vehículos. Sonará ese disco una y otra vez hasta que me sepa cada melodía, cada letra y cada punteo. Sé que no encontraré la entrada al parking del bulevard porque está escondida para que nadie la halle y se pierda por las calles de la ciudad sólo para disfrutarla mientras agoniza y pierde la paciencia al volante. Ni un sólo sitio libre. Esta también es prohibida. Escucharé el mismo idioma que aquí, a pesar de lo contrario que se supondría. Reservaré mesa en ese restaurante que ya me conoce y sé que si le guiño un ojo a mi camarero amigo, me guardará esa precisa mesa desde la que se ve el mar con toda su claridad. ¿Vino blanco o vino tinto?. Vino blanco, que con los chipirones en su tinta, entra mejor. Eso sí, pediré que no suene Bebe de fondo. Pasearé en busca de otro Blas que reemplace al perdido en un disgusto. Y cruzaré la plaza de Gentelua, que se llama así porque siempre hay mucha gente, aunque aseguro desde ya en una apuesta conmigo misma, que no encontraré wifi pública en ella. Igual me atropella un perro que vaya a toda leche. Porque en esa ciudad la gente corre muchísimo. Tendré que tener cuidado con el carril bici, porque atraviesa toda la ciudad sin piedad. Me quedaré a dormir en la habitación de un hostal decorada por Gaugin, aunque nunca fue mi posimpresionista favorito, pero el rojo le sienta tan bien... Caminaré por los bordes que moja el mar de esta ciudad tantos kilómetros como sean precisos y me despeinaré los rizos al son de las olas y el viento confabulados. Volveré a ponerme en pie en ese poyete, sólo para confirmar que he perdido el miedo a las alturas para siempre. Me quedaré en reserva y tendré que aparcar, porque no encontraré gasolinera en todos los alrededores. Pronto me daré cuenta de que he perdido el cable del cargador de la cámara de fotos, y no me quedará más remedio que ingeniar alguna solución, pues me niego a no disparar más, que quiero guardármelo todo como si fuera lo último que me quede. Bajaré a la arena de la playa con los zapatos puestos y me sentiré un poco niña por una vez. Luego cenaré con vino semiespumoso de la tierra, que parece sidra pero no lo es, y me sentará gracioso, haciéndome reir sin parar y disfrutando a la mañana siguiente de unas alegres agujetas en la mandíbula. Te compraré una camiseta y la dependienta habrá aprendido algo nuevo al explicarle yo que el dibujo de la misma es un clavijero. Desayunaré colacao templado y un croissant recién hecho por mucho que tenga que madrugar para ello. Caerá un chorizo frito a la hora del aperitivo sólo para saciar un antojo. Me sentaré ante el tiovivo para verlo girar una y otra vez, con los pocos niños dentro. Y quizá entre en la iglesia del Barroquismo, porque alguien me tiene que explicar qué hace una imagen de la ascensión en la portada. Echaré monedas a quien toque por la calle algo bonito que me acaricie el alma y me sentaré un rato de noche a ver el faro girar frente al mar. Y en cada etapa de 12 segundos de oscuridad cerraré los ojos para verte, ahí, conmigo, sonriéndome. Y quizá cojas mi mano y me acaricies con tus pestañas y me roces con tu voz en un susurro que nadie más que yo oiga y te acerques despacito en un abrazo que se nos va de las manos. Y yo rezaré para que esos 12 segundos duren para siempre...



Jorge Drexler · Causa y efecto

intentando promesas

Que ya, que tengo que estar bien. Me fuerzo cada día para esbozar una sonrisa, por tragar un poco de lo que se enfría en el plato y por tratar de echarte de menos un poco menos de lo habitual.
Voy bien, progreso, lo prometo. No voy a hundirme porque quiero que siga mi mano aquí arriba dispuesta por si en algún momento pierdes el equilibrio y quieres volver a agarrarte a ella. Voy a limpiar todos los restos del huracán para que sientas que podrías estar cómoda aquí conmigo. No voy a remover más nada, aunque te pediré perdón en bajito cada día al amanecer por cada error tontamente cometido. No seré insistente, aunque esta lucha no la abandonaré. Sin empalagar te contaré todo lo que te quiero y meteré con precaución los quesos en la nevera, que no quiero que se echen a perder. Compraré una botella de Protos para invitarte a cenar dentro de un tiempo. Cuidaré de mi gente, que me arropa porque me quiere. Intentaré cada tarde el Fa al menos 20 veces. No dejaré de escuchar aquellas canciones de viaje. Meteré en un marco la foto tuya que tanto me gusta. Volveré a fumar en cachimba, que aún me queda tabaco de cereza. Estaré por y para tí, en la sombra de esta esquina, cada día y cada noche de cada mes futuro. Cuidaré la flor que me hiciste con el papel de la cajetilla de tabaco. Te ayudaré en todo (y un poquito más) de lo que necesites. Dejaré que me abrace mi madre, aunque sea inevitable el derrumbe. No borraré la firma con tiza en mi pizarra que me recuerda que estás aquí y que jamás te irás. No me plancharé más el pelo, porque me encanta que me lo revuelvas. "My girl" será, desde ayer, una de mis canciones favoritas. Y miraré cada día en el espejo ese lunar por el que estamos unidas.



Fito· Por la boca vive el pez

martes, octubre 13, 2009

transgrediendo la cuarta pared

Aquí metida, forzada a salir por horas, arrastrando mis pasos involuntarios, queriendo quedarme toda una vida encerrada si no es a tu lado donde tengo que ir. Aquí, entre las cuatro paredes de este cuarto que ahora es mucho más pequeño. Sí, las casas sienten. Y no, no quiero ventanas en mi habitación. Mirando sin mirar nada. Elucubrando diferentes maneras de pedir perdón. Inventando idiomas en los que contarte lo mucho que te quiero. ¿Cómo se dice "única" en esperanto? Dándole barniz a los sueños que lijamos y preparamos juntas. Las horas transcurren lentas, y desde el viernes parece que han pasado ya dos meses. Estiro la mano algo más de veinte veces al día por si alguna pudiera rozarte, pero no lo consigo. Juraria que mi gata acaba de maullar tu nombre. Rodeada de imágenes en las que me sonries que me niego a despegar de la pared. Escuchando una y otra vez esas mismas y eternas canciones que no puedo escuchar sin sentir nada. Tragándome los reflujos de mis propios errores. Reafirmándome en mi verdad de que jamás quise a nadie como a tí. El pelo se me cae formando madejas en el desagüe de la ducha. Leo a ratitos un libro de radiología médica. Tengo una bolsa de lunares con un poco de arena de playa dentro con la que me mojo los dedos. Contemplando los recuerdos, a modo de video homenaje que yo misma he editado para mi agonía. Condenándome por no encontrar remedio ni cura. Sabiéndote, sintiéndote así como estás, y yo, impotente y desarmada, sin poder hacer nada. Perdida por perderte. Vacía y vaciada. Deshojada, como la margarita que me dijo sí. Me alimento sin hambre ni comida. Me trago la sal de mis lágrimas, y ellas me hidratan para seguir respirando. Te pienso sin remedio. La guitarra ya no suena por mucho que apriete. Pierdo kilos y cada vez me pesa más tirar de mí. Gasto klinex por cajas. No sé dormir, he olvidado cómo hacerlo, sin tí a mí abrazada. La almohada está dura. Todo me resulta incómodo. Ni el paracetamol alivia este perenne dolor de cabeza. Me consumo con cada cigarro que se amontona en la mesa. Caen por cajetillas y tu mechero se queja por lo quemado que lo tengo. Me persigue tu olor allá a donde voy, desde la ducha con tu gel hasta mi ropa con tu esencia. Y he descubierto que el dolor es el olor con una 'd' delante. Todo tiene sentido. Me bebo yo sola la última botella de Coto que quedaba de la cesta de navidad. Aún no he limpiado las manchas de aguaplast de mi bolso. Todavía no he abierto la mochila. Y no me atrevo a escribir nada aquí, porque sigue sin haber mejor lugar que las nubes de tu pelo.



Deneuve · Playa Romano