busca entre mis delirios

sábado, abril 23, 2005

Mis últimas lecturas (2ª parte)

Image hosted by Photobucket.com · La Caída (Albert Camus, 1956).
Justo un año antes de que le concedieran el Premio Nobel de Literatura y con dos obras tan importantes como “El Extranjero” y “La Peste” a sus espaldas, Albert Camus en esta su última novela narra en un tono filosófico y de gran calado reflexivo la desesperación del hombre contemporáneo que se ve condenado a codearse con lo absurdo y lo hostil en su día a día. Lo peculiar, y quizá la clave que hace que resulte tan claramente maravilloso, reside en la narración en primera persona, a modo de monólogo en el que los personajes secundarios no existen para el lector pero que sin embargo, en algún lugar entre las líneas y nuestros ojos existen en realidad. Un diálogo consigo mismo en el que desbarra acerca de lo que nos inquieta a todos hoy por hoy, y aunque nos separen de Camus casi media década, observamos sorprendidos lo poco que han cambiado las inquietudes y preocupaciones del hombre moderno que quiere, pero no logra, integrarse en la sociedad. Es una lectura más allá de lo que cuenta y vive el personaje; el lector se ve obligado a parar al terminar un párrafo y reflexionar acerca de lo que ha leído. Es casi imposible realizar una lectura pasiva y mecánica de “La Caída”. Te implica directamente, te hace participar en sus ideas y casi busca en ti la respuesta a sus cuestiones. Es lo más cercano que nunca he estado ni estaré de tener una charla en torno a una buena taza de café con el genialísimo Camus.

Image hosted by Photobucket.com · El eterno marido (Fiodor M. Dostoyevski, 1870).
Después de la lectura de "Noches Blancas" (1848), me sentía preparada para pasar a palabras mayores con Fiodor. Efectivamente, con respecto a esta última, "El Eterno marido" constituye una novela mucho más lograda que lo que resultaba el conciso cuento y relato corto sentimental de "Noches Blancas". Desarrollado en torno al triángulo marido-esposa-amante, nos traslada a través de un lenguaje soberbio y eficaz unos momentos en la vida de Velchaninov; un perfecto Don Juan -que para sí quisiera Zorrilla- que vive en sus pieles una tragicomedia tornada por momentos más y más inverosímil y sorprendente con la visita de su antiguo amigo y compañero Pavel Pavlovich. Una relación de a dos que acaba desembocando en las más histéricas conversaciones y los sucesos más extraordinarios. Ya de por sí, el libro hace sonreír en según qué pasajes concretos, pero al mismo tiempo que te sorprendes desternillándote de algo bastante patético y triste, la mueca de tu cara transciende hacia aquello tan importante y grave que excede de los límites de la experiencia. Kant hubiera disfrutado de lo lindo con este librito en sus manos.
Lo que no me gusta en absoluto es su resolución final. Ya sabéis que no es propio de mí ir estropeando películas o lecturas con alguna importuna revelación, así que, intentando omitir datos que puedan fastidiaros esta posible futura y recomendadísima lectura, os diré que, no sé si debido a exigencias de editores o por presiones de la censura, existe una especie de doble final a modo de epílogo en el que todo el espíritu de la obra se va al garete. Es una forma no muy fiel de terminar lo que empezó que parece no estar escrita por la misma persona que las 170 páginas anteriores. No llega a estropear el conjunto pero sí que evita que cierres con tremenda y pasional satisfacción la contraportada.

Image hosted by Photobucket.com · La Biblia de Neón (John Kennedy Toole, 1989)
Un día cualquiera del mes de marzo de 1969, el joven John Kennedy Toole de tan sólo 31 años, viajó impenitentemente en su coche hasta el Golfo de México, estacionó en un lugar apartado cercano a Missisipi y conectando con una manga el tubo de escape con el interior del vehículo, acabó con su insustancial y sinsentido vida. Tan sólo 7 años después, su madre, la persona que más le había querido nunca y sin duda, la que más enfado acumuló al enterarse de la muerte de su “tesoro”, logró que un editor publicara un libro inédito hasta el momento que encontró entre los objetos personales de John. En 1981, “La conjura de los necios” obtenía el Premio Pulitzer. Muerto había conseguido lo que tanto perseguía estando vivo; algo substancial que le diera color y aroma a la vida que, para él, carecía de incentivos. Ya famoso y reputado, en 1989 salió a la luz un relato bastante más corto que fue concebido cuando Toole tenía tan sólo 15 años. Se trata pues de “La Biblia de neón”, la primera novela que se ha encontrado hasta la fecha de un pequeño genio que, de haber vivido el éxito cosechado, seguro hubiera acabado pervirtiéndonos el gusto.
“La Biblia de Neón” es un relato menor, nada comparable con “La conjura”, pues en este último se mastica la madurez y el ingenio desbordante de un Toole joven pero sobradamente preparado. En esta su primera novela se narra la vida de un niño provinciano que vive en una población extremadamente miserable en los Estados del Sur. Su día a día transcurre entre el colegio y su casa, donde una madre echada a perder y su tía Mae que roza ya los 70, hacen de David un niño obligado a crecer rápidamente y a aprender de la malevolencia y fanatismo de la Iglesia de su condado. Según avanzamos en páginas, David va creciendo y madurando, y a través de un sentido del humor un tanto oscuro y mordaz, el lector se da cuenta de qué diferente fue la generación de los 50’ con respecto a la nuestra. Media década nos separan y hasta qué punto nos han hecho cambiar.

jueves, abril 21, 2005

Mis últimas lecturas (1ª parte)

En los últimos meses, quizá porque el buen clima acompaña, quizá porque parece que el tiempo libre ha comenzado a acudir a mí de una vez por todas o simplemente porque ya era hora, estoy leyendo bastante. Es cierto que no leo lo que debería, pues de las casi veinte lecturas que mandaron en la facultad para la asignatura de Movimientos Literarios, no me he leído ni una sola. Miento, “El café”, de Larra, y aunque no es lo mejor que he leído, sí que da motivos suficientes para interesarte ligeramente por la literatura de la época. La razón por la que he decidido pasar de la literatura española del siglo XIX es que mi voz cultural interna me pide otras cosas… tiene las preferencias muy claras y no seré yo quien me oponga a ellas.
He aquí unos escasos y pueriles comentarios de mis últimas lecturas:

Image hosted by Photobucket.com · Paris era una fiesta (Ernest Hemingway, 1964).
Ernest Hemingway se instaló en Paris en 1921 y empezó a ejercer allí de corresponsal de prensa. Periodista y artista, dos en uno, vivieron en la Ciudad de la Luz junto a los 35.000 norteamericanos que inmigraron en la década a la capital francesa atraídos por la leyenda bohemia y los aires de libertad. Durante su estancia escribe diversos relatos cortos, con un impecable estilo periodístico, una frescura y un sentido del humor ideal, que aunque de un modo bastante desordenado y confuso se publicaron cuarenta años más tarde, ya muerto el escritor. La descripción de los personajes con los que se codea Ernest en su vida diaria, el modo de pintar paisajes y describir situaciones, la magistral caricatura de frivolidades y absurdos y el reflejo casi real y palpable de rincones, cafés y librerías, hacen de cada fugaz crónica una página más en un estupendo y completo diario de viajes. Suenan nombres como Gertrude Stein, Scott Fitzgerald o Ford Madox Ford que junto al propio Hemingway forman irremediablemente la fauna de esa ‘generación perdida’.
“Nunca escribas sobre un lugar hasta que estés lejos de él porque ese alejamiento te da una mayor perspectiva. Después de ver algo puedes trazar una descripción perfecta pero nunca seráuna escritura creativa”.
El periodista que había en él ganaba al novelista.

Image hosted by Photobucket.com · Cuentos Imprescindibles (Antón Chejov, edición de Richard Ford).
Cayó en mis manos, casi por casualidad y sin apenas conocer nada del autor de tan extraño nombre, esta recopilación de los mejores cuentos y relatos cortos del autor ruso. Cosas de las lagunas de mi ignorancia, no he podido acabarle del todo. Aunque a través de un lenguaje sobrio y muy llano, casi posible de leer cuando estás aún aprendiendo, y sin ningún tipo de artificio estético, Chejov se adentra en un mundo complejo y trabado del que, una vez dentro, es difícil salir. Realmente es un escritor para adultos, que diría el erudito. No es sencillo de leer si lo que buscas es complicidad. A través de una lectura vegetativa y altiva, quizá puedas tragarte desde sus microrrelatos hasta las novelas de más larga extensión. Pero siento reconocer que no he sido capaz. Quizá me pilló en una mala época, o simplemente la cuestión está en que no es el libro susceptible de ser leído en el bus. A pesar de todo “El pabellón número 6”, “Vecinos” y “El beso” me resultaron escritos de una indudable calidad artística que merecerían ser leídos y discutidos.

Image hosted by Photobucket.com · Muerte en Venecia (Thomas Mann, 1912).
Famoso por su título y conocido mundialmente casi más por la película que en 1971 realizó Luchino Visconti (Morte a Venezia), resulta una amena forma de introducirse en el mundo solitario y errático de un viajante que acude a Venecia en un viaje de descanso y se enfrenta al más agobiante de los infiernos de la cólera, así como a la confrontación interna y moral de lo que supone para él según qué personas. Un viaje hacia el inconsciente de un ser humano, aprendiendo de la psicología de un individuo, todo ello narrado de un modo bastante correcto, pero sin ninguna grandilocuencia. Un relato bastante corto y con no mucho que contar que dio a luz una película que, aunque resulta casi perfectamente adaptada al lenguaje cinematográfico, resulta algo pesada por sus desmesuradas dos horas de metraje.

miércoles, abril 20, 2005

The Edukators, 2004

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Anunciada como la última película del actor principal de Good Bye Lenin (Daniel Brühl) – película que, por cierto, recomiendo aunque con no mucho entusiasmo- , dirigida por un director de treinta y muy pocos años nacido en Austria (Hans Weingartner) y que pretende ser ese canto moderno (y de moda) a la antiglobalización, la lucha de clases y la lección moral a los ricos que se aprovechan de los pobres.
Pero no os dejéis engañar, la película no es más que un intento frustrado de parecer ser lo que no se es.
Siguiendo el patrón de Jules y Jim, aquella triada de dos chicos y una chica que revolucionaron la historia del cine y que han proporcionado ideas a tantísimas películas, y cuanto más en la última década, desarrollan una historia que se alarga demasiado en el tiempo y acaba por cansar al espectador. Repito, una burda forma de tomar lo que supuso Jules Y Jim, tan sólo en el planteamiento de la trama y la triangulación de los personajes principales.
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Tres chicos que se llaman a sí mismos ‘los educadores’; persiguen a los ricos, allanan sus casas y una vez dentro, descolocan (¡!) sus muebles, cambian de lugar sus artículos decorativos y como mucho, arrojan el sillón de tres plazas a sus enormes piscinas climatizadas. Ese es su modo, el mejor que han encontrado, de educar a los ricos, de hacerles notar que 1) la riqueza no da la felicidad y 2) que no son lo que poseen, que en realidad lo material no es más que un aspecto ínfimo en sus vidas.
Lo malo de la película, además de su duración, excesiva y pesada, es que rezuma de moralina barata, de parloteo sin fundamento; es la expresión cinematográfica de una rabieta de un niño de 15 años que pelea contra la globalización sin tener muy claro su concepto. Suelta por momentos, y según en qué diálogos un tufillo algo empalagoso que recuerda al de aquellos políticos y diplomáticos que sin decir nada, intentan convencer con bellas palabras.
Por si no fuera poco, una de las bazas en la que podría residir un salvable encanto de la película, se echa a perder por una mala gestión del guión. Los actores y la actriz, forzados a más no poder, no saben interpretar a sus modernos y radikales personajes. No se meten en el papel ni lo viven de lejos. Ella, sobre todo, es la carencia de dotación más asombrosa que he visto en la pantalla en mucho tiempo.
Y por acabar de algún modo esta triste y pesimista crítica, apuntar el agobiante y cansino efecto de la dichosa cámara al hombro… ni nosotros en nuestras prácticas con ENG en la facultad lo hacemos tan mal. Ese movimiento tan forzado, tan brusco, le quita la naturalidad que por definición debería llevar implícita la película. Hasta en eso hay contradicción.

Lo único bueno, pues es dificil no salvar absolutamente nada de una película, por mala que sea, es el montaje en paralelo del final. Si bien es cierto que esta estructurado exactamente igual al de El silencio de los corderos, no rechina como podría haberlo hecho sino que resulta curioso y de alguna manera, siendo benevolentes, consigue mejorar las dos horas anteriores. Quizá en un segundo visionado pudiera mejorar, pero dudo que le de esa oportunidad próximamente.

Me fastidia, porque una película de ficción contra la globalización en nuestros días podría ser una fantástica idea a la que explotar y sacar el máximo partido. Pero la antiglobalización no es esto, no es poner los cuadros al revés, ni meter fotos en las neveras, ni siquiera amontonar sillas a modo de torre de Babel en mitad del salón de alguien ajeno y poderoso mientras no están en casa. Parece que una vez más, tenemos que recurrir a los maravillosos documentales que existen en hemerotecas o en pantalla, siempre más efectivos, más leales y más coherentes. Pero, vaya, no deja de ser una pena.

sábado, abril 16, 2005

Elecciones Vascas


Hoy es un día de calma y tensión en Euskadi. Pero no sólo en esa peculiar comunidad hoy los políticos aguantan el suspiro entre sus esófagos. PP, PSOE, IU y todos los demás movimientos que se reparten el pastel de la política en España desde Madrid seguirán haciendo sus cálculos mentales, sumando escaños por aquí y por allá y preparando ya no sólo la estrategia a seguir según lo que salga mañana de las urnas, sino también, y lo que es casi más importante, cuáles de sus múltiples caras mostrar como reacción a los resultados. No creas, es una postura incómoda para aquellos que saben que van a fracasar en su intento de reprimir ilusiones, deseos y esperanzas. Tendrán que tomar de nuevo la Consti por enema y aceptar que, por encima de cualquier ley está la norma que rige al pueblo, su propia decisión como herramienta de uso democrático y como método de abrir los ojos a los que dicen que quieren lo mejor para el pueblo vasco, pero niegan su palabra, rechazan las negociaciones e inmovilizan sus movimientos.
Sólo espero, ya que no puedo ejercer mi tan deseado voto en estos comicios, que no resulte tan falso como el último episodio en el Parlamento.
No obstante, para los que no somos de Euskadi y por tanto no vivimos allí, es recomendable precaución mañana pues la información va a estar calentita.
Se preveen altos niveles de ruido informativo que pudiera desembocar en una importante intoxicación retórica. A fin de evitar que se pringuen hasta los pelos, recomiendo dos direcciones web súmamente interesantes para la fecha de mañana:

Web de las Elecciones (Resultados On line, fechas clave, encuestas, candidatos, y mucho más.)

Web del Gobierno Vasco

martes, abril 12, 2005

Land of Plenty, 2004

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Estoy tremendamente asombrada. No se oyen siquiera ni los ecos del silencio que ha generado el estreno de esta película. Y sorprende, digo, porque se trata ni más ni menos de la nueva obra (buena o mala, eso se decidirá después de su visionado) del que es uno de los grandes directores en activo en el cine mundial, de origen alemán y que cosechó gran parte de su éxito en la esplendorosa época de los 80’. Wim Wenders, maestro de películas como En el curso del tiempo, El cielo sobre Berlín, El amigo americano, Alicia en las ciudades y Paris Texas. A parte dejó aquella gran obra fallida, lo que pudo ser y no fue, y casi ni llega a intentarlo, El relámpago sobre el agua, o la agonía del gran Nicholas Ray.
Con tal filmografía a sus espaldas, puede pasar a considerarse cual sea la película que estrene, una apuesta segura.

Land of Plenty (Tierra de abundancia) es un viaje en el tiempo. Lana (una magnífica Michelle Williams que baila con ritmo las músicas de Wenders) regresa a Estados Unidos, su tierra natal, desde un lejano y muy diferente Tel Aviv en donde realizó por un largo periodo de tiempo labores de misionera. Pone pie en tierra norteamericana cuando se cumple un año de los atentados del 11S. Es pues, quien nos conduce por un país que ella apenas recuerda, pero que nosotros hemos sentido muy cerca durante algún tiempo atrás. Un mirada con cierto recelo a esa tierra de abundancia y superpoder que se vio vencida por unos terroristas islámicos a los que nadie tenía en consideración hasta entonces. Un país grande y poderoso que vio como las armas que siempre había manejado se volvían en su contra.
Allí, pasa a formar parte de una organización católica que da comida y refugio a los muchísimos indigentes de una de las zonas más pobres de la ciudad. En un retrato paisajístico memorable, Wenders nos muestra dos ciudades muy diferentes, la central cosmopolita y capitalista hasta la última planta de sus rascacielos y la más mundana y pobre, la auténtica y plural, étnica y degradada de los suburbios.
Una vez instalada, decide ir en busca de su tío Paul del que su madre, ya fallecida, le hablaba constantemente. Paul es la otra cara de la moneda. En él se vierten los elementos más puros y pasionales de la América profunda. Patriótico hasta el último glóbulo rojo de su sangre, dedica su vida a la vigilancia de personajes sospechosos, moros, en su mayoría, que pudieran tener conexiones con células terroristas intentando atacar de nuevo a su país. Paranoia y dedicación absoluta le acompañan en su furgoneta fantástica, provista cómo no, de la última tecnología en cámaras de visión nocturna, vigilancia las 24 horas y grabación por voz en audio.
La tecnología y sus avances es un elemento a considerar en esta película pues la misma que asiste a Paul en su rastreo ciudadano, es herramienta de comunicación para Lana, la red que la une con sus amigos, y su vida en Ramallah. Por las noches, terminada su jornada ayudando a subsistir a los mismos que para Paul son sospechosos hasta que se demuestre lo contrario, se conecta a Internet y mantiene conversaciones en las que los dos mundos tan diferentes de Tel Aviv (atacantes) y USA (atacados) se ponen en contacto a un mismo tiempo.
Son indudables las conexiones que pudieran sonsacarse de esta película con la maravillosa (y para mí, carente de comparación con ninguna otra del director) Paris, Texas. Por nombrar algunas de las características que las acercan sigilosamente hablaríamos de ese retrato de los desiertos, tierras de nadie en las que apenas puedes creer que exista vida muy semejantes en el viaje de Travis con su hijo entre Paris (Arizona) y Texas. Un viaje que se antoja similar en el caso de Land of Plenty, cuando juntos, Paul y Lana, se encaminan a Trona movidos por intereses ambos dispares. De nuevo, pinceladas expresionistas de un paisaje curioso y diferente que invita a la reflexión acerca de los motivos que llevan en mente cada uno, cómo y por qué están llegando hasta allí.
Otra semejanza es la existente entre los personajes de Lana y Travis, el protagonista masculino de Paris, Texas, ambos, seres erráticos, ambulantes y nómadas, que en ningún sitio localizan su hogar, pero son capaces de reconocerlos en todos aquellos en los que han estado.
Y por último, el cierre de ambas películas. Si algo tiene de característico, y si por algo se ha recordado a Paris Texas es por su perfecto final. En el caso de Land on Plenty, una simple vista a la Zona Cero, donde no empezó ni acabó nada, pero donde desde luego se rasgó la historia contemporánea. Una mirada (que algunos tachan de innecesaria) a lo que quedó de aquello y su posterior elevación a los cielos, donde descansan aquellos que murieron sin piedad.
Para mí, no deja de ser una feroz y amarga crítica al espíritu de aquellos que enloquecieron y se pertubaron hasta la exageración al ver sufrir en sus carnes lo que ellos habían estado incitando, asistiendo, ayudando, generando y propagando desde hacía décadas. Cómo una sociedad actúa cuando se siente amenazada y sobre todo, cómo de radicales pueden ser los contrastes con una persona que ha estado lejos de Estados Unidos durante los meses posteriores y anteriores al 11S. Un mirada siempre crítica y educadora y no para nada dirigida a enaltecer los orgullos y patriotismos de quien ve en su país el centro del Universo.

lunes, abril 11, 2005

Las cinco del viernes (VIII)

1) ¿En quién piensas cuando escribes un post? ¿hay alguna persona, cosa o situación que te inspire a escribir?

El desahogo en muchos de los casos. Esa sensación reconfortante que se tiene cuando padeces la necesidad ahogante de escribir o contar algo que te oprime de verdad por dentro, y esa satisfacción, ese engrandecimiento del ego al ser leído (que no compartido, en general, me suele dar igual el hecho de que alguien esté o no de acuerdo conmigo, lo importante es que esa opinión mía ha llegado a una persona al menos). Supongo que será algo que viene de formación profesional; los periodistas tenemos esa necesidad de contar cosas, aunque sean meras opiniones, o críticas de películas que gente ha visto o puede ver.

2) ¿De qué tema definitivamente NO hablarías en tu blog?

Ahora mismo no se me ocurre nada. Precisamente tengo un blog para poder hablar de lo que sea. De hecho invito a todos vosotros que me leeis a plantear alguna cuestión sobre la que queréis que hable o que dé mi opinión (está apuntado, SU, lo del remake ;) ). No me corto con nada y ya lo habéis podido observar. No soy una persona de tabúes.
Algo de lo que no hablaría en el blog es de cosas de mi vida que sean lo suficientemente privadas como yo lo considere o que atañen a terceras personas.

3) ¿Qué es lo mejor y qué es lo peor de tener un blog para ti?

Lo peor, sin duda, el tener que actualizarlo cada cierto tiempo por el compromiso por/para/hacia la gente que te lee. Esto a veces complica mucho las cosas y acabas por escribir textos que seguramente carezcan de mucho interés.
Lo mejor es la labor comunicativa que desempeña. La obligación autoimpuesta a escribir algo de un modo más o menos serio, con ciertas normas y reglas, que sirven para crear un hábito. Y sobre todo, el poder conocer a gente a través de él con la que formas una comunidad y compartís opiniones y gustos.

4) Si un día despiertas y descubres que tu blog ha sido borrado de la red ¿cómo reaccionarías?

A día de hoy, seguramente empezaría otro (o no...), ya que tampoco tengo en él algo tan valioso que perder. No dependo del blog, así que su desaparición no me causaría mucho trastorno.

5) ¿Hay personas a las que les ocultes la existencia de tu blog? ¿por qué lo haces?

Supongo que sí, aunque también es cierto que en el momento de la creación de este blog pasé la dirección a un buen montón de gente que hoy no me gustaría que me leyeran pues considero que las cosas privadas y personales que en él pueda contar, no les interesa lo más mínimo, o directamente no quiero que ellos las sepan. De todos modos, la gente que conozco que no tiene conciencia de la existencia de este mi blog es por una sencilla razón; porque no creo que vaya a encontrar interés en él, porque no tenemos gustos comunes.

jueves, abril 07, 2005

11M, un año después

Acabo de finalizar unas jornadas vespertinas en las que he ocupado mi tiempo y poco ocio que me quedaba libre en acudir a unas interesantísimas charlas-seminario acerca del terrorismo islamista y la red terrorista Al Qaeda.
Digo que ha sido sumamente interesante porque, a pesar de que por motivos académicos e inquietudes personales, había leído bastante acerca de este tema durante los últimos meses, me he sorprendido aprendiendo cantidad en un acto organizado por mi facultad, que podía como tal, haber sido un completo desastre.
Para asistir a dichas conferencias, debimos redactar una carta de motivación en la que plasmar cuáles eran nuestras inquietudes, cuál era la razón por la que queríamos acudir a ellas. Las mías estaban claras y hoy, después de haber asimilado toda la información recogida en los últimos días, las ratifico.
Creo con solemnidad que en la ciudadanía está una de las claves más importantes y fundamentales de la lucha contra todo tipo de terrorismo. La gente debería hace ya varios años conocer que existía una red terrorista llamada Al Qaeda que lleva operando más de veinte años. Deberían haber tenido en mente los escritos amenazantes y directos que llevan años escritos por Bin Laden y otros miembros de las células madre de la red en las que apuntaban a Estados Unidos, sus aliados y los ‘cruzados’ como blanco inminente de terrorismo violento. Deberíamos haber sabido que éramos parte de esos ‘cruzados’, que se nos nombraba muy explícitamente en sus amenazas y que tarde o temprano, como territorio vulnerable que somos, acabaría cumpliéndose lo indeseable. A toro pasado, y viendo con perspectiva aquello que tanto nos horrorizó al despertar el 11 de marzo del año pasado, somos capaces de señalar con firmeza y rotundidad los fallos que se cometieron.
Y esos fallos son de dos tipos.
Los de haberlo podido evitar y no haberlo hecho, los procedentes de la descoordinación entre policía, guardia civil, CNI, el amontonamiento y desbarajuste de informaciones, falta de medios, la escasísima cooperación internacional… pero también aquellos errores derivados del ruido informativo a posteriori de los atentados del 11M y la confusión mediática de la campaña electoral y elecciones del 14M. Aunque difiero de algunos de los puntos que señaló el ponente de la conferencia, hay que reconocer que actuamos movidos por ciertos sentimientos que debimos contener en un primer momento. De una forma u otra acabamos demostrando a los terroristas que habían vencido. La motivación principal por la que eligieron el 11M como fecha de los atentados era para alterar la vida política del país y dar un vuelco al gobierno existente. Al Qaeda quería un cambio de presidencia y lo logró. Nosotros les hemos dado la carta blanca en ese sentido. Como dijo el ponente; demostramos que el terrorismo funciona. Parece ser que hay pocos que reconozcan que efectivamente sin un 11M, el PP hubiera ganado de nuevo las elecciones (porque de hecho en Madrid ganó en las generales por provincias) aunque seguramente con menos diferencia. Nosotros, los españolitos, hubiéramos olvidado tantos y tantos asuntos turbios y desagradables, ni rastro habría ya del prestige, ni de la guerra de irak, ni del paro, ni de los asuntos autonómicos… Pero tuvo que venir Abu Hafs Al Masri y toda la tropa para movilizarnos y actuar de una vez por todas.
Lo peor de todo está aún por llegar. Viviremos con cierto recelo los próximos años porque además de seguir siendo ese país totalmente frágil y quebrantable en el que los servicios de inteligencia actúan con lentitud, y en el que atentar contra él es tan fácil como pasearse con una maleta de 50 kilos de goma2 por la plaza de Callao, tendremos esa inconsciencia ciudadana, esas mentes inconscientes de un peligro latente, sociedad desinformada que luego se escandalizó desproporcionadamente ante la confusión inicial de las teorías de la responsabilidad. Por favor, los pasajeros estaban aún agonizando entre los hierros descompuestos de los vagones y el debate se centraba en de quién había sido la culpa. No, la cosa no debió ser así. La culpa de la confusión fue nuestra por pedir al instante, a apenas horas de haber sucedido todo, una responsabilidad al gobierno, que, dicho sea de paso, de poco estaba enterado.
Ahora sí, unos días después y un año de la inmolación de los suicidas en Leganés podemos apuntar sin temor a nuestro enemigo. Crucemos los dedos y mantengámonos alerta, pues la emulación, la fascinación, el atractivo del 11M es muy fácilmente contagiable. No sembréis el terror, pero si vivid informados.