busca entre mis delirios

viernes, diciembre 29, 2006

Paso a paso haciendo kilómetros

"Pasos de ratón" · Pauline en la Playa, 2003



Recuerdo haber oído a lo largo de mi vida que alguien me dijera que soy lo más parecido a una autopista cruzando norteamérica. La ruta 66.
En aquella ocasión me estaban echando en cara la facilidad con que uno pierde el rumbo en mí, toma el desvío equivocado, esquiva una señal algo ambigua y se salta la incorporación que debía haber tomado. Y también recuerdo haber contestado con otra pregunta: que si alguien se pierde en mí, y ve en eso una grave hecatombe, ¿quien le dice que la culpa fue mía y no suya, por no haber prestado más atención a lo que había a ambos lados de la carretera?
De cualquier modo, cada cual me ve como gusta. Yo escucho opiniones y aprendo. Y en este caso, una carretera me sirve al mismo tiempo de reproche y de halago.

¿Quien no disfruta conduciendo rumbo norte, con Cave sonando a volumen suave, las ventanas semi bajadas dejando pasar el aire que refresca y renueva el de dentro, que alborota tu pelo, o el de tu acompañante, que con un guiño implícito posa su mano en tu rodilla y a quien el rayo de sol que se cuela por la luna frontal dibuja un esplendor casi mágico en sus ojos, haciéndolos brillar y alumbrando la calzada, sugiriéndote que pares en la primera area de descanso para mirar el paisaje, estirar la piernas, oir crujir cada hueso entumecido por el viaje, escuchar nada, sentir el silencio que produce el que no haya nadie más en varias millas a la redonda, oler las pequeñas flores que brotan al pie del quitamiedos, coger una margarita blanca, deshojarla para descubrir si te quiere o no te quiere, abrir el maletero y sacar esa botella de vino que guardabas para LA ocasión, tirar el corcho bien lejos y no atender a dónde cayó y brindar por ese momento, volver al coche y darle al play para seguir adelante, descubriendo nuevas curvas cerradas que esconden tras de sí preciosos instantes?

Yo sólo soy una línea llena de buenos sitios donde quedarse (y encima sin tener que pagar peajes)

Feliz viaje a todos.
Conduzcan con precaución.
Abróchense los cinturones y no pierdan de vista los espejos retrovisores.
Cuídense de desorientarse todo lo que les sea posible y guarden a buen recaudo los mapas en la guantera. No les harán falta. La trayectoria será fantástica. El 2007 les va a traer una colección inmejorable de panorámicas. Y para eso muchas risas, buena música, una bolsa ligera. Lo demás es accesorio.
Feliz viaje nuevo.
Les estaré vigilando ;)

Prometido!

martes, diciembre 26, 2006

(Es)tragos

Diría que este año me he hecho inmune ya a las navidades. Ya no me afectan las luces colgando de los árboles, los papa noeles trepando por los balcones, las colas en las tiendas, la gente apelotonada en las calles, las horteradas de villancicos chorreando por los altavoces, el consumismo que guía a la gente hacia sus carteras y monederos instándoles a gastar un poco más, la familia que ha tocado ser la mía, las sonrisas hipócritas y cínicas en quienes sé que no las sienten de verdad, que te pregunten qué tal y no se esperen a oir tu respuesta, los regalos que alguien por obligación te ha comprado y que por supuesto no te gustan, las mesas repletas de comida que por supuesto sobrará, los litros de alcohol de rigor que por supuesto sentarán mal a más de uno, las puñeteras tarjetas navideñas.
Este año no me he empachado, ni me he cabreado, ni he montado nada en la cena de nochebuena, ni siquiera guardo un poco de resaca navideña. Por lo que a mí respecta, y salvo por el frío, me dices que estamos en mayo y me lo creo.
Para los que sí que es diciembre... felices días de fiesta. O lo que quede de ella.

martes, diciembre 19, 2006

Un día tenemos que quedar de verdad

Sí, por todo y por nada, creo que estaría bien que quedara de verdad con ella y le dijera que me he dado cuenta, especialmente en este año que empieza a agonizar, que no es que me pasen cosas especialmente delirantes, no es que mi persona sea una fuerza electromagnética capaz de atraer átomos de anormalidad y esperpento a mi vida, no es que las anécdotas que colecciono al cabo de la semana sean un privilegio de mi ser; simplemente pienso que estoy más receptivas a ellas. No voy a empezar con el típico discurso sobre la alineación de la sociedad contemporánea, demasiado pendiente de sí misma y de sus ombligos, que no es capaz de mirar siquiera a su alrededor y que permanece inconsciente ante las maravillas del ambiente. Sólo me gustaría que lo supiera porque una vez me lo reprochó: que si mi vida es rara, si mis historias son alucinantes, si todo parece sacado de una película no es del todo por mi culpa, sino en gran parte de todos, de ella, de él, de los que me rodeáis.
No lo busco, lo juro. Nunca he buscado nada de todo lo que tengo, simplemente he dejado que apareciera. Este año ha sido tremendo en este sentido. Ella lo sabe, y yo también. Ha habido turbulencias, diversión, muchas risas, mucho teléfono, mucho email, alguna lágrima y un final feliz. Lo bueno de esta película nuestra es que no acaba si una de las dos no quiere, y sobre todo, que puede seguir virando todo lo que alguna quiera, con lo que nos queda unos bonitos e inciertos puntos suspensivos.
Sería genial que se diera cuenta de que la vida de alguna manera es un poco así. Un montón de películas, unas detrás de otras, solapándose entre sí, empalmando historias, acumulando géneros, coleccionando secuencias, aprendiendo de las moralejas y sobre todo, disfrutando de la experiencia. Y que la madurez consiste en eso que la turbaba hace más de un año, en dejar de ser espectadora de tu vida para convertirte en directora y protagonista de la misma.
Sí, creo que sería una opción. Y en el fondo me da igual que no nos salgan palabras, no son tan importantes: el cine mudo siempre me hizo gracia. O que nos entre la risa floja y no podamos parar: la risa siempre ayuda a renovar energía. Siempre podemos acabar bailando flamenquito, o escaparnos a Barna, o irnos de marcha juntas, o cualquiera de todas esas cosas delirantes que aún no hemos hecho.

jueves, diciembre 14, 2006

Una casa como otra cualquiera

Cosas que se pueden hacer en un fin de semana: dormir hasta las dos del mediodía, experimentar con esa receta nueva, pasear sin prisas por la ciudad en que vives, no ir de compras, escuchar tu disco favorito tres veces seguidas sin percatarte de la repetición, ir al cine, hacer el amor, quedar con alguien a quien hace mucho que no ves, hacer una escapada a cualquier sitio, comprarte un puzzle gigante y hacer el intento de empezarlo, terminarte aquel libro, ir a un museo, atiborrarte a chocolate, invitar a alguien especial a tu sillón para ver una peli, encender una barrita de incienso y dejarte llevar por horas, salir de marcha, volver tarde a casa, dormir hasta las dos del mediodía...
Cosas que se pueden hacer ESTE fin de semana [si eres de Madrid]: ir a ver European House.


European House



Tenéis tres días. No más.
Àlex Rigola y el Teatre Lliure traen a Madrid por este fin de semana European House (pròleg d'un hamlet sense paraules), una obra pequeñita pero al mismo tiempo indispensablemente disfrutable, que hará, sin ninguna duda, las delicias de los sentidos del espectador con buen gusto. Argumentalmente, plantea un posible prólogo aleatorio de lo que sería un hamlet (en minúsculas) en la vida moderna, condenado a vivir entre muertos, seres humanos incapaces de comunicarse entre sí y que sufren por dentro las consecuencias de sus propios devenires.
En clave de comedia, manteniendo la tragedia atmosférica de la obra de Shakespeare, European House nos muestra una casa de tres plantas, abierta en canal para nuestro propio gozo y disfrute dentro de la cual los personajes aparecen y desaparecen, suben, bajan, entran salen, rien, lloran, bailan, cantan, sufren. Y nosotros, voyeuristas contemplativos de sus emociones condensadas, acompañamos sus sentimientos y casi sin quererlo, nos convertimos en complíces. Todo un espectáculo visual y sonoro (donde la iluminación es un punto fortísimo) que logra que, a pesar de la cuarta pared que separa al personaje del espectador, a pesar de la lejanía de sus cuerpos, a pesar de nuestra sensación de estar viendo algo que no nos corresponde, sintamos tan cerca sus propios conflictos internos que llegamos hasta identificarnos con ellos.
El subtítulo a la obra no es azaroso: es una obra sin palabras. No muda, ni en silencio. Sin palabras. El mismo director lo advierte antes de comenzar la función: hay que tener paciencia. En la vida real, las cosas más importantes no son las que más lo parecen, si no las que más lo son en realidad.
A veces a las reflexiones más certeras se llega en el silencio. A veces para criticar no son necesarias las palabras.

sábado, diciembre 09, 2006

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Julio Cortázar
Historias de cronopios y de famas, 1962

domingo, diciembre 03, 2006

Orphans: Brawlers, Bawlers & Bastards

Orphans, lo nuevo de Tom Waits

Lo mejor de las Navidades se ha adelantado para mí. Ya he recibido el mejor regalo. Tom Waits ha tenido la delicadeza de acordarse de los que odian profundamente estas fechas para darnos la mejor excusa paa olvidarnos de los villancicos y demás parafernalia diciembrera. Nuevo disco.
Un box de lujo con tres cds, más de cincuenta canciones, treinta de ellas nuevas, muchas rarezas, temas pequeños perdidos, huérfanos, y algún que otro ritmillo conocido. Un premio para el enamorado de Waits.
En el primer disco (Brawlers), Tom viene armando bronca: una selección de temas desde el lado más rockero del californiano. En el segundo (Bawlers), se queda sólo con su voz, su piano, su órgano y su harmónica para decirnos claramente y entre berreos si es necesario, lo que le viene en gana. Y en el tercero (Bastards) simplemente se deja experimentar consigo mismo.
No os voy a destripar el disco, pero si le dedicáis una escucha atenta, vais a descubrir temas compuestos por el propio Tom Waits para películas, poemas recitados de Bukowski, canciones que hablan de la guerra entre palestinos e israelíes e incluso cuentos para niños terroríficos y crueles. Hay de todo.
Al final queda un disco melancólico, desolador, tremendamente atmosférico, perfecto para noches de invierno, solitarias o en compañía, bullicioso, sombrío. Toda una rareza. Un perfecto Tom Waits en estado puro.

"No muerden, sólo necesitan atención", dijo el artista respondiendo a una pregunta acerca del nuevo disco. Y es cierto. Las canciones se presentan solas, y se van si no les prestamos atención. Están ahí, en fila, una detrás de otra, dispuestas a encantarnos, a enamorarnos, o incluso hasta a conmovernos.
Sed buenos con vosotros mismos estas navidades; regalaros Tom Waits. O mejor aún, dejad que otros lo hagan por tí; querréis al afortunado para siempre!