busca entre mis delirios

viernes, abril 09, 2010

captatio benevolentiae

una vez leí en un libro de esos en los que no acabas de estar segura del todo de los límites de la realidad y la ficción, que los seres humanos tenemos la enorme ventaja de hacer uso de nuestra capacidad de pegar portazos. y aunque lo intenté, nunca se me dio bien.
por eso estoy tan contenta en esta casa de esquinas superlativas y abierta por cada rincón. sin puertas, con ventanas de esas que no se pueden abrir, ni cerrar. sin habitaciones, sin delimitaciones, fronteras ni barreras de contención.
porque fuera hay un mundo de cerrojos, puertas blindadas o con sensores de movimiento, cierres metálicos que te indican donde puedes entrar y donde no.
y cajones. también hay cajones fuera. y dentro de ellos puedes encontrarte cualquier cosa. hasta fantasmas. sobre todo fantasmas. y es que debe ser la consecuencia lógica e inmediata cuando metes a alguien en un cajón. que en un momento determinado alguien puede abrirlo y liberarlo de pronto, sin pedirte permiso ni avisarte de la hecatombre...
por eso estoy tan feliz en esta casa de armarios que se esconden tras cortinas, de librerias abiertas y sin cajones en los que guardar nada.
transparente. toda yo. y lo ligera que se siente una tal cual...

2 comentarios:

Argax dijo...

Aun así sal, que los fantasmas no son para tanto...

chironex dijo...

ni si quiera tenia bolsillos en el pantalón, ni la chaqueta negra con botones rojos que solo se ponia cuando refrescaba en primavera. Hasta eso le molestaba,algo tan simple como los bolsillos.Es lo que tiene la transparencia, que incluso el juego de puños cerrados para adivinar qué mano esconde el premio, resulta incómodo.Nunca le gustaron los rincones mal iluminados, ni los cerrojos, ni las cajas de pandora con exterior prometedor e interior precintado.
Nunca pudo resirar bien en terreno acotado, por eso siempre supe que teminaria viviendo en una casa sin puertas.