busca entre mis delirios

domingo, septiembre 05, 2004

Lost Highway (1997)



Creo que ya sabemos cómo se las gasta David Lynch.
Sus creaciones, salvo contadas excepciones (Una historia verdadera, El hombre elefante, y quizá Corazón salvaje), no son especialmente fáciles de comprender, ni siquiera para los que se consideran peritos en la forma de hacer cine de Lynch.
Siempre he pensado que aquí el colega no es más que un tío súper cachondo que disfruta de lo lindo más que haciendo cine, jugando con sus espectadores.
Ha tomado la costumbre de plantear el puzzle de la película robándonos ciertas piezas y descolocándolas arbitrariamente.
Nosotros, incautos e ingenuos espectadores, nos enfrentamos a ella partiendo desde el más vacío y absoluto cero.
Una vez vista, empiezas a pensar, colocas a tu antojo las piezas que se te escondieron y a duras penas vas interceptando conexiones, atando cabos, encadenando eslabones… de tal manera que lo que te queda al final es una interpretación cien por cien subjetiva que poco tendrá que ver con cualquier otra que te cuenten desde fuera.
Las películas de Lynch son para nosotros lo que cada uno quiere ver en ellas.
No es fácil dictaminar qué significado real y neutro tenía la caja azul en Mulholland Drive, ni el dedo en Terciopelo azul, el gigante en Twin Peaks… detalles que disemina Lynch como pepitas sobre una tarta. Para algunos solo sirven para adornar el producto final; para otros, tiene un significado sumamente vital.

Con Carretera perdida, la cosa funciona más o menos igual.
Lynch tiene una idea, seguramente tan simple como para que le cupiera en un corto de 20 minutos.
Pero como él es Lynch, decide apostar alto. Va a hacer un film a partir de esa idea y unos cuantos delirios onanistas.
Descoloca la cronología real del personaje y sus actos, deforma la realidad y recurre a sus muchas constantes ya conocidas; el voyeurismo, el adulterio, los hoteles, la represión e insatisfacción sexual, el desdoblamiento de personalidad, la reificación de la conciencia, la culpa y el remordimiento, y como no podía faltar introduce la recurrente esquizofrenia y sus alucinaciones, de las que no sólo es partícipe el protagonista de la historia, sino que las acabamos sufriendo nosotros mismos.

En cuanto a la dichosa interpretación de la película, como he dicho, es tan múltiple como la cantidad de personas que hayan visto esta película. Cada cual entenderá un detalle de un modo diferente y le otorgará una importancia mayor o menor. Aquí no hay reglas establecidas, ni nada cien por cien veraz.

Para ser totalmente sincera, haré una confesión.
Al acabar los 135 minutos y comenzar a aparecer totalmente inesperada y precipitadamente los créditos finales sobre la pantalla, mi cabeza pedía una explicación.
No había entendido nada. Pero nada, nada, nada.
No me pasó como con películas tipo Memento, o el mismo Mulholland Drive, que a pesar de ser consideradas comúnmente ‘dificiles’, el corazón de la película lo había entendido perfectamente. Otra cosa serían los cabos por amarrar o los detalles particulares.
Con Carretera perdida no ha sido así. Es sin duda la película más esquizofrénica, onírica y desdibujada que he visto en mi vida. Si has tenido un mal día, te duele la cabeza o sencillamente, no tienes los 5 sentidos funcionando a toda máquina, deja la película para otro día.
No, nada tenía sentido para mí.

Ahora, después de haber dejado macerar la película 24 horas, y tras leerme extensos textos con diversas opiniones, algo empieza a cuadrar dentro de mí, aunque, eso sí, hay decenas de cosas que siguen descolgadas…
Esto es, del modo más resumido posible, lo que entiendo yo de Carretera Perdida:


La forma en que está contada la historia responde a un molde circular. Se avanza y retrocede en función de los acontecimientos. Esto queda demostrado en el modo en que comienza y termina la historia, la primera y la última vez que vemos a Fred (Bill Pullman): “Dick Laurent está muerto”.
A partir de ahí habría que discernir qué es lo real y qué pertenece al mundo de la pesadilla, de la mente enferma de Fred.
Para mí, Fred es un pobre hombre, casado infelizmente con su mujer, Renee/Alice (Patricia Arquette), a la que no logra satisfacer sexualmente y cuyo matrimonio augura una gran crisis. Fred descubre el pasado de Renne en el mundo del cine porno y los entresijos que ello conlleva, observando como la libido de su mujer no está al alcance de alguien como él. Llevado por la histeria y movido por sus delirios, decide acabar con la vida de Renne –descuartizada en su propia cama-, Andy y Dick Laurent –el productor de cine porno-. De lo que no se está muy seguro es de si mueren como se nos muestra en la película o si es una simple interpretación de la mente de Fred.
Sea como sea, es de lo poco real de la película. Fred asesina a tres personas.
Y a partir de aquí, todo se puede considerar una ensoñación del personaje.
Hay detalles que lo confirman, como cortinas rojas (exactamente iguales a las de Twin Peaks) que emanan en su casa colgadas de la nada, el barrio en el que Fred imagina que vive, sin ningún vecino alrededor, sin ruidos, ni coches, la cárcel a la que supone que irá a parar, sin más presos que él mismo…
Y en cuanto a los personajes que forman los polígonos, también resultan irreales.
La Renné que se nos muestra como real no es más que una copia de la que aparecería en la cinta de video, o en el sueño que tiene Fred (“se parecía a ti, pero no eras tú”).
Los policías… algunos apuntan a que también son producto de la mente de Fred. Obviamente, al pertenecer a un fragmento de la historia que NO es real, tienen que ser forzosamente inventados.
Pete (Balthazar Getty), el joven mecánico en el que Fred se transforma durante su irreal estancia en la cárcel podría ser el mismo Fred de joven, o simplemente alguien cercano a Fred en la vida real que es introducido en su espejismo. Sea quien sea, se trata del mismo Fred, puesto que todo lo que hace, sufre y padece Pete es movido por la conciencia de Fred. Son la misma persona solo que en un cuerpo diferente.
Otra triquiñuela de Lynch para liar más la pelota.
Y en cuanto al Hombre misterioso… yo pensé, en la secuencia final en la que Fred acaba con la vida de Dick (llamado en su delirio Sr. Eddie), que se trataba de la voz de su conciencia. Le da órdenes al oído, le facilita el arma, le habla desde dentro… Podría tratarse de ese Pepito Grillo tétrico.


Concluyendo, que todo lo que resulta raro, sin sentido, anormal o inverosímil, lo adjunto a la parte soñada de Fred.
Fuera de ella quedarían tan sólo los tres asesinatos, aunque también empañados por el modo en que Fred los guardó en su memoria, seguramente trastocados.

Vamos, que si quieres entender algo, vas a tener que, una de dos, recurrir a textos u opiniones externas, o bien esperar a que la película haya madurado. Es difícil formarte la tuya propia según vas viendo la película lo cual me despierta una duda: ¿es realmente efectiva la película?

4 comentarios:

PennyLane dijo...

tengo q verla, tengo q verla!! en la fnac no está en DVD :'( voy a llorar!!

BEXETS!!

delirante dijo...

Es una pena que no haya una edición decente en España (en el resto de los países no tienen subtítulos...).
Yo la ví en divx en v.o.s.e
Si te hace... ;)

Anónimo dijo...

Es absolutamente deliciosa, como todo lo de Lynch, por supuesto. En mi opinión, solamente puede ser mirada por encima por esa soberbia delicia que es Blue Velvet, y por las evocadoras sensaciones que despierta Twin Peaks. Para que luego digan que no se hace buen cine en la actualidad.
Señor Toldo.

Romeo Juárez Carreón dijo...

Añadiendo que la primera vez que llegan los detectives a casa de Fred y Renee, el interrogatorio sobre su disgusto por las cámaras de video, le lleva a comentarles a los detectives que él tiene una peculiar forma de organizar sus recuerdos, y misteriosamente el acoso que le es perpetrado a su mente se realiza a través de videotapes, y seguimos comentando..., una película con muchos eventos que llevan al desorden de los sentidos, y no precisamente por el uso de un cuarto aislado para practicar con su saxofón.