busca entre mis delirios

miércoles, junio 17, 2009

ciao irene...

a irene le han llegado las vacaciones.
no hay adioses y mucho menos, hasta siempres.
no se donde ha ido.
ni cuando volvera.
ni siquiera si va en busca de alguien...

por primera vez en todo este tiempo, abro un parentesis en este espacio azulado.
y lo hago por ella.
espero a que vuelva...

martes, junio 16, 2009

no te dirá


Irene se viste hoy de verano nublado, de día de después de noche tormentosa, de corto enseñándose entera, de blanco silencio, de verde como tu iris, de azul de orgasmo, de rojo granada y de tostado en las piernas. Sale al balcón a gritar como Joplin y trata de fumarse las nubes, por si así se fueran y trajeran de vuelta al Sol, que lo echa de menos, aunque hace menos de una semana que lo vio por última vez. Baja las escaleras bailando al son de un argentino y una granaína, temblando, sí, pero con una sonrisa tan grande en el pecho que teme que el sujetador le reviente un día y que ese día sea hoy. En la calle acelera sus pasos, que nunca se le dio bien ir despacito, aunque está aprendiendo, autodidacta, como siempre, con mucha ilusión. Y es que se maquilló antes de salir con ilusión, y con ganas, y esperanza. Se peinó el flequillo con los mañanas que son casi hoy, con las noches en las que entra el sol por la ventana, con los mediodías que están por llegar. Y lee en el autobús, de viaje a Madrid, las palabras espejo que devuelven todo su significado, en las que se mira y se ve con amplia claridad, aquellas que la rellenan, la remueven y la revolucionan. Y es que le gustan los verbos que empiezan por "re". Bonito acorde por cierto. Son acciones todas ellas que vuelven a hacer lo que les sigue. Vuelven a llenar lo que estaba vacío, vuelven a mover lo que estaba parado y vuelven a accionar la evolución que se quedó atascada. Gran mérito, el del verbo, y el de quien lo produjo.

Y tienes que saber que Irene nunca te dirá una mentira. Ni un falso cumplido. Ni una palabra inerte. Ni un "hasta siempre" en el que no cree. Ni un apelativo ya usado. Ni una frase forzada. Ni una promesa vacía. Ni un "jamás" que no existe. Ni un "me arrepiento".
No te dirá que no la llames. Que no cuentes con ella. Que no puede ayudarte. Que no le merece la pena. Que no tiene fuerza. Que no quiere cualquier cosa contigo. Que no abrazará cada una de tus pesadillas. Que mejor otro día. Que vuelvas mañana. Que no está dispuesta a todo. Que no va a estar a tu lado siempre. Que prefiere a otras para que le canten. Que siente lo que no siente. Que no se derrite con este calor. Que hubo tiempos mejores. Que no irá. Que no te recibirá. Que no te abrazará tan fuerte que se disolverá todo lo que en tu vida no sea extraordinariamente bueno. Que no pasará de tu mano por ese pasillo silenciando las voces de los fantasmas que te acompañan. Que no te quiere. Que no lo hará eternamente. Y que eternamente no es para siempre, y que siempre no es atemporal, que lo condicionan los cuándos, los relojes y los calendarios.
Irene nunca te dirá que no.
Y tienes que saberlo.


Los piratas · El equilibrio es imposible

lunes, junio 15, 2009

jugando a ser humanas

que no está mal a veces mostrar mis debilidades, desnudarme ante un vacío, entretenerte con palabras, soñar a imaginar futuros, pensarte entre deseos, recordarte cuando cae la noche, enredarme en los silencios y añorarte si no te tengo...


Zahara · Con las ganas

lunes, junio 08, 2009

esto no se para

que soy tan fácil que me arreglas el día con una sonrisa
que me ganas con un susurro
que me apagas las palabras con un diminutivo
que me enciendes la noche en una llamada
que descifras las contraseñas con tres palabras aleatorias

que seré chica, buena y una cobarde para muchas cosas
pero tengo fuerza como para matar a un gigante
y garra para ahuyentar a todos los fantasmas
y aguante para caminar todo lo lejos que haga falta
y valentía de sobra para todo el resto...



Facto Delafé · Mar, el poder del Mar

domingo, junio 07, 2009

te quiero aunque desaparezcas

sí...
Irene le ha cogido gusto a esto de encriptar
que parece que cuando no se dice, todo adquiere más interés
y no más misterio, que nunca le quedó bien vestirse de eso...

tiene razón quien le dijo que no hay que ser tan transparente...
si supiera hacerlo, haría caso a los consejos de quien le rodea...
está aprendiendo, es sólo cuestión de tiempo
que se convierta en alguien medianamente normal

pero sabe que ahora habrá quien le implore que
no, eso nunca!!
que ella no nació para ser normal
y que nunca llegará a serlo
por mucho que lo desee los días impares...

las palabras fueron siempre su arma
aunque nunca las usó para atacar a los desfavorecidos
se conviertieron tantas veces en su mejor ayuda humanitaria
que ahora le parece una vulneración de los derechos humanos
renunciar a ellas...

hoy, o ayer, no está segura, alguien importante
alguien con criterio
le dijo que tenía dotes
valía
actitud
y capacidad
para enseñar
y eso le hizo feliz
un mero reconocimiento por lo que ella consideró un trabajo regular
pero a veces eso importa poco si la calificación es de este estilo...
ya ves, pocas cosas hacen falta para satisfacerla

pero es que hay días
en que a Irene le gustaría despegar del suelo
dejar la tierra para unirse con su elemento
y dejarse ir...
allí
a tu ladito
aunque esta vez estés más cerca de donde tantas veces te soñó
y hoy es un día perfecto para volar...

que sí, en eso también tenía razón ella...
que es mala idea hacer inventario algunas veces
pero Irene ha encontrado el truco:
recoger en su recuento
sólo las cosas que le hacen feliz
las que le despiertan una sonrisa
las que le roban un orgasmo
las que le hacen cosquillas en el cardias
las que le hacen olvidarse de todo lo malo que podría añadir a la lista

mira el google hoy
está bonito, así disfrazado de tetris...
da igual todo, hoy sí, tómate esa licencia
sonrie bien fuerte, Irene, que te lo tienes merecido
y sobre todo, tienes razones de sobra para hacerlo

se lo copia
otra vez...
ai...
qué bien...
qué bien Madrid, Irene...

jueves, junio 04, 2009

"siempre"



Que no, que ya no hay quien se lo quite de la cabeza. Que las palabras sirven de tan poco que sólo el hecho de nombrarlas es un acto inútil y kamikace al mismo tiempo. “Siempre”...
“Siempre” a veces es “ahora”. “Ahora” puede ser “sólo hoy”. Y cuando “hoy” fue ayer, el lío se torna en dolor de cabeza.

A Irene se le cierran los ojitos esta noche. Quién pueda que le diga si es de lo poco que ha dormido en las dos últimas noches, o de las lágrimas que al final, cómo no, tuvieron que salir, cúmulo de “todo”, que esta vez, y para ella -que sea un secreto entre nosotros- es mucho, muy intenso y muy diverso.
Pero que nadie se engañe. Que no todo lo que acaba mojando las mejillas es algo triste. Que Irene se termina de secar los restos de la emoción para dejar aparecer la sonrisa que no puede esconder mucho más y que resume, después de todo y mejor que nada, un viaje improvisado.

Granada no es sólo una ciudad más. Para qué engañarse, nunca lo fue… Irremediablemente se fueron edificando nexos de anclaje en algunas de sus esquinas que le vinculaban a diferentes personas. Pero con fortuna, las obras públicas que taladran las calles y abren zanjas sin piedad, han ido echando abajo esas cadenas. Hoy, para Irene, esa ciudad es sólo de Ella. La ha soñado, la ha pensado, la ha recreado, la ha imaginado. Ha pintado situaciones durante dos años, y especialmente frecuentes en los últimos meses, en los que había una sola protagonista a espaldas de variados escenarios. Pero el albaycín siempre fue su predilecto. Quizá por eso eligió dormir a sus faldas, con la Alhambra saludando discreta a través de los amplios ventanales. Hay un misterio por resolver que a Irene le intriga lo justo: ¿por qué será que los viajeros más exquisitos eligen hoteles con vistas a grandes sitios? ¿acaso piensan gastar minutos en el balcón soleado contemplando semejante maravilla en lugar de cerrar las cortinas desde dentro y disfrutar del micromundo que se cuece en el interior?

En fin, que le pesa un poco el alma. Ha descubierto en su rodilla unos interesantes moratones, agujetas en alguna extremidad, un cansancio alocado, y los labios, de nuevo, abrasados.

Irene llevaba en la bolsa de viaje, por excusa, la compañía de un ser pequeño y suave con pretensiones de perpetuidad. Quería que estuviera con Ella para siempre, aunque, como ya he dicho, se dio cuenta pronto de que quizá ese “siempre” no sirva para todos por igual, aunque para ella significarán "nunca más". Y fue esa tortuga la que le condujo hasta aquella ciudad, hacia un encuentro necesario, ahora más que nunca. El tiempo vuela, eso ya lo sabe, pero no se dio cuenta de lo irremediable de su partida hasta que hubo montado de vuelta en el tren cavernícola que olía a cristasol. Y tenía que ser un tren su medio de transporte. Ya que su Transiberiano quedó averiado temporalmente por fallo eléctrico desde la semana pasada, se acabó conformando con el Talgo ralentizado, a pesar de que el camarero del coche bar no le guiñaba el ojo con igual complicidad.

Ha pasado el viaje proyectando en la ventanilla los recuerdos de un día y medio inolvidable. Reflejando en ella el verde cristalino de sus ojos brillantes tras un telón de lágrimas necesarias. Su herida en el brazo izquierdo, aún por sanar. Los ventiladores dando vueltas. Las tapas sin tocar. Sus cuatro pies a sus pasos, peinando senderos. El sonido del estallar de su risa, más que viva, vital. El tacto de su piel en una caricia inadvertida. El baile de acentos cruzando el atlántico. Los susurros de secretos confesados. El calor de un abrazo nocturno para ahuyentar pesadillas. Sus ganas, infrenables, por cambiar su realidad. Las promesas, en el aire, de un futuro mejor en el que habrá de confiar. La seguridad, intentando ser convincente, de que Irene sí, puede hacerlo realidad. Los escudos y corazas que algún día conseguirá derribar. El primer bar cerrado con Ella por compañía. La nueva paleta de colores con los que pintar por encima todos sus fantasmas. El dulce de leche, que confirma lo que ya sabían. Un café, dos, tres, o los que sean necesarios. La lectura, entre líneas, de las heridas bajo sus tatuajes preciosos. Y otras muchas cosas más para las que no existen palabras justas, que se explican sólo en un grito.

Irene no lo sabe, pero yo sí, que la sigo de cerca. Este viaje ha sido, sin duda, una de sus mejores y más brillantes ideas. Que puede que esta noche le pese todo lo que se ha dejado. Que puede que se le queden diminutas sus pretensiones de solidez en sus afirmaciones convencidas. Que quizá se tenga que volver un poco más cínica para dejar de dar crédito a palabras que sólo se demuestran empíricamente. Pero sin duda, el olor de sus manos, el sabor del último abrazo, el sonido de todo lo que ha escuchado, la plenitud de su perfección, donde Ella sólo ve desperfectos, los escalofríos a flor de piel, la chispa, la chispa… quedará para siempre dentro de su músculo bombeador. Y siempre, para Irene, que ha vivido lo que es eso, es mucho. Es eterno. Y sustituye ahora si te atreves esa palabra por cualquier otra. ¿Qué te crees, valiente, que serás capaz de cambiar lo que siente? Como si las palabras gozaran de semejante poder…



Cat Power · Breathless

lunes, junio 01, 2009

de esas

Irene es de muchas formas, de tantas como gente se acerca a ella. Ha ido coleccionando multitud de calificativos a los que responde con una sonrisa al aire. Le gusta darse cuenta de la gente que sabe leerla bien pero le gusta aún más ser consiciente de cuánto más puede sorprender a los que la rodean.
Irene es de esas que siempre huelen bien.
De esas que creen que el Amor será bonito e indoloro, o no será.
De esas que aparecen en la vida de uno para llenarlo todo de felicidad.
De esas que escriben demasiado bien.
De esas que saben jugar al ajedrez.
De esas que no remueven el yogur antes de comérselo.
De esas que prefieren callarse y esperar, antes que decir demasiado y cagarla muy pronto.
De esas que, sin ser conscientes, llevan una estrategia bajo la manga.
De esas que están siempre cuando las llamas.
De esas que sirven para todo.
De esas que saben escuchar.
De esas que pueden con cualquier problema o situación.
De esas que no lloran nunca, pero que cuando lo hacen, no pueden parar en horas.
De esas que siempre lo respetan todo.
De esas que creen más íntimo dormir con alguien, que follar sobre unas sábanas limpias.
De esas que aman bien, muy bien.
De esas que miman con esmero.
De esas que esperan que el semáforo se ponga en verde para emprender la marcha.
De esas que lo dan todo, hasta quedarse sin nada.
De esas guapas que sorprenden por dentro.

A Irene le han llamado todo eso y mucho más. Que si niña buena, que si niña mala, que si linda, que si hermana de la caridad, que si ángel, que si pija madrileña, que si popera, que si molona, que si valiente... Menos mal que es inmune desde pequeña a esto de las etiquetas, porque de lo contrario, viviría ahora en una esquizofrenia peligrosa.

La verdad es que ni ella misma sabe como es. Vive sorprendiéndose, de todo. Sabe que es de esas en la que siempre la primera impresión es errónea. De esas que no aprendieron a decir adios. Ni a localizarse el ombligo. Ni a tergiversar una verdad. Que nunca se conformó con nada. Que es de esas que nunca paran de aprender. De esas que no temen que su transparencia les desnude completamente ante los demás. Que sabe bien lo que quiere, y lo que quiere ahora es a tí. Que también es de esas de paciencia infinita. Que perdió el miedo a los calendarios. Y que nunca fue ni demasiado valiente ni lo suficientemente cobarde como para irse.


El dúo dinámico · Quisiera ser