busca entre mis delirios

viernes, julio 18, 2008

atípica

Termina aquí mi última frase para empezar ahora la siguiente. Mi segundo punto y seguido en estas vacaciones cortas por fuera e inmensas por dentro. Llegué para irme. Ahora vuelvo para volverme a ir. Primero Amsterdam, después Sevilla, mañana Nantes. Madrid ha dejado de existir para mi más que como punto de partida. Mi mochila se encuentra cansada, un poco mareada y, aún sin mucho sentido, sufriendo los achaques de un jetlag infundado. He visitado médicos, he pasado por la sala de urgencias de un hospital. Me he llevado un pinchazo [doloroso] en el culo como castigo por gilipollas. He salido en al menos una decena de fotos de turistas franceses, alemanes y suecos; apareceré en los albúnes de recuerdos de gente con la que no compartí más que una mirada furtiva e inintencionada. He mandado postales por doquier y aún así, todavía me sobran sellos. He hecho de enfermera, de ama de casa, de guía y de amante amada. He cruzado puentes en tantas direcciones como encontré. He reído, llorado, gritado y callado muchas veces todas a un tiempo. He ido tres veces a una misma estación, pero sólo una de ellas como viajera. He vivido en una casa que no es la mía, pero que en cambio me acoje con tanto calor que engaña a mis raíces. He pasado mañanas enteras pegada a Hesse, sin ser capaz de desprenderme de él y me he sometido irremediablemente a la onda electromagnética del facebook. He escrito, delirado, debatido, peleado. He ido y venido, sin ninguna dirección establecida. He paseado, consciente de por donde iba y he acabado encantadamente perdida. He bebido, comido, cenado y desayunado como una reina y en cambio, no me traigo un kilo de más. He conseguido un estupendo bronceado de turista -hombros quemados, brazos negros y piernas como la leche-. Las sandalias me destrozaron los pies y la tripa aún me duele de tanto reir. He vivido, soñado y realizado todo lo que quería para este verano [y un poquito más]. Me he vuelto a enamorar varias veces y he sentido las cosquillitas en el estómago en el anden de una estación, en el salón de una casa y en la butaca de un bar. He aprendido, después de todo, a sacarle provecho a la rutina del no hacer nada, he conseguido llenar de sentido a las horas vacías y he disfrutado, como hacía tiempo, de todo lo que me ha rodeado, sin dejar de agradecer, porque todo esto no es más que gracia de quienes lo propiciaron. Pongo el punto y seguido, y sigo, sin pararme más que a sorber un poco de agua que sacie esta sed que me ruge por dentro. Y sigo, sin pararme.

miércoles, julio 09, 2008

boring

Se me aburren las palabras. Las horas pasan tan lentas en verano que una ya no sabe qué hacer con ellas. El termómetro del puente me canta cada día los mismos números y el camión del butano y su percusión improvisada me despierta cada mañana a la misma hora. El capullo que lleva la música a volúmen insoportable aparca su coche enfrente de mi ventana justo en el momento en que la serie con que entretengo mis mañanas se pone más interesante. La pila de platos acumulados desde la cena descansan roñosos hasta el mediodía. La nevera clama por suministro. La ropa se reseca retorciendose entre las cuerdas y sus pinzas. El facebook me cuenta poco. Los blogs, menos todavía. Ni siquiera en la red hay algo interesante. El mundo anda taciturno y mis vacaciones se agotan a altas velocidades. Parece como si se estuviera riendo de mí. "Ja, tanto tiempo esperándome y ahora mírate...". No hay nada más aburrido que parar de golpe para no hacer absolutamente nada cuando te has tirado todo el año sobrecargada de actividad. Me hastían tanto las mañanas que a veces pienso que quizá debería estar trabajándolas. Pero no. Me vuelvo a la cama a retorcerme en ellas un par de horas hasta que llegue el mediodía. Me pondré a soñar con ese estudio abuhardillado en Cadaqués o aquella cabaña de madera en Cudillero. Y dejaré que el valium siga haciendo su efecto...