busca entre mis delirios

martes, enero 11, 2005

FRANÇOIS TRUFFAUT


6 febrero 1932 (Paris, Francia) – 21 octubre 1984 (Francia)


Una vida corta, tan sólo 52 años, y una retahíla de nada menos que 26 obras cinematográficas a sus espaldas y más de una treintena escritas.
Tras una infancia hostil (perfectamente reflejada por su ópera prima “Los cuatrocientos golpes”) comenzó a interesarse por el séptimo arte a la pronta edad de 7 años.
Si bien es cierto que no dio a luz su primer corto hasta que cumplió los 23 años, se inició, abrigado por el apoyo de André Bazin, en el medio a través de la crítica en prestigiosas publicaciones especializadas como Cahiers du Cinéma y Arts.
Abandonó entonces la escuela en la que no se puede decir que fuera brillante a la edad de 14 años y comenzó a leer y a ilustrarse en el mundo del cinematógrafo, fundando y dando nombre junto a otros compañeros (entre ellos, destacando, Eric Rohmer y Jean-Luc Godard) la llamada nouvelle vague.
En el número 31 (enero de 1954) de "Cahiers du cinema", Truffaut publicó un artículo donde relataba los fundamentos de la nueva ola. En dicho escrito, el crítico y cineasta arremetía contra el academicismo burgués, defendía la necesidad de rodar en escenarios exteriores, así como la espontaneidad en las actuaciones y, sobre todo, la implicación del director en todos los márgenes de la autoría del filme. Daba por decirlo de algun modo, especial importancia al rol de ‘autor’.

Su filmografía puede ser dividida en varias intangibles etapas en las que muchos podrían discrepar por su subjetividad implícita, si bien es cierto que algunas forman grupos claramente indivisibles. Hablamos en este caso del ciclo de Antoine Doinel (Los cuatrocientos golpes, El amor a los veinte años, Besos robados, Domicilio Conyugal y El amor en fuga).
No se puede decir que Truffaut haya llevado en sus películas una trayectoria lineal en cuanto a la calidad de cada una de ellas, pero aunque no todas pudieran tener los más elevados calificativos, cada cual tiene ese pequeño rasgo que la hace necesaria.

A finales de octubre de 1984 nos abandonaría sin piedad dejando irremediablemente coja la triada de los protagonistas de los principios de la nueva ola.
No obstante, lograría aquello que todo director de cine desea, que no sean olvidadas sus películas. Creo un mito, hizo unas pocas obras maestras absolutas del cine, y creo escuela, sobre todo eso, se hizo a sí mismo un maestro al que el tiempo lo pondrá en su sitio y tras su merecida maduración, todos desearán admirarle como se merece.


Siempre he preferido el reflejo de la vida a la vida misma. Si he elegido los libros y el cine desde la edad de once o doce años, está claro que es porque prefiero ver la vida a través de los libros y del cine.

No hay comentarios: