busca entre mis delirios

martes, enero 11, 2005

FRANÇOIS TRUFFAUT (II)


UN GRAN COMIENZO: Les Quatre cents coups (1959)


Les Quatre cents coups / Los cuatrocientos golpes, 1959

Primer largometraje, aunque en sus inicios la idea fuera hacer un corto llamado “La huída de Antoine” y primera intrusión ‘en serio’ en el mundo del cine.
Financiado con un puñado de francos donados por su suegro, se sirve de su propia infancia para establecer las bases argumentales de su primer trabajo.
Antoine Doinel (Jean Pierre Leaud), un chico de apenas 14 años deambula libremente por las calles de Paris acumulando insignificantes delitos que acaban con la paciencia de sus padres y profesores. No está interesado en los estudios, en casa no le prestan nada de atención, y gasta sus pagas mensuales en escaqueos con sus colegas de clase a las salas de cine. Tras descubrir que su madre tiene un amante y comprobar que entre ella y su padre queda poco del amor que los unió y le concibió, su actitud se radicaliza, metiéndose cada vez en líos mayores.
Sus andanzas, de algún modo inocentes, acaban con su detención por parte de la policía y su posterior ingreso en un centro de menores. Su huída, el salto al vacío del joven, marcaría fuerte en la historia del cine.
Todos podemos recordar a ese retrato magistral en forma de eterno plano secuencia, la huída de un chico incomprendido que apela a la libertad como su último recurso.
Una carrera en la que el espectador sigue sus zancadas al ritmo del travelling y las preciosas notas de la melodía que se hizo mítica. Una secuencia de nada menos que 4 minutos en los que vemos sufrir al embrión de adulto que hay en ese cuerpo de niño cuando sus zapatos chocan con el mar.
Ya no hay nada más allá de la arena de aquella playa. Ahora lo que le depare la vida lo tendrá que vivir por si mismo eso sí, sin el amor y el cariño de los que todos nos merecemos, nuestros padres, la familia.
La impotencia del espectador (y también, por supuesto, del protagonista) ante tan enigmático final nos sobrecoge hasta lo superlativo.
¿Qué hay tras esa mirada cargada de sensaciones y preguntas bajo el rótulo de Fin?
Para despejar la duda habría que preguntar a François o en su defecto, al alter ego que lo protagonizó, Jean-Pierre.
No es difícil ver a Antoine Doinel poniendo voz a las palabras que en su día escribió el mismísimo François Truffaut mientras estaba recluido en un centro de menores:

"...mi vida hasta la fecha ha sido banal, nací el 6 de febrero de 1932, hoy es 6 de marzo de 1949, tengo diecisiete años un mes y seis días, he comido casi todos los días y he podido dormir casi todas las noches, he trabajado ya demasiado. No he tenido satisfacciones ni alegrías. Amo el arte y particularmente el cine, considero al trabajo como una mera necesidad y a aquellos que no aman su trabajo como quienes no saben vivir, detesto las aventuras y trato de evitarlas. Tres películas por día, tres libros por semana y la música de los grandes me bastarán hasta el día de mi muerte a la que temo. Mis padres lo son por azar y los considero como a extraños. No creo en la amistad ni en la paz. Si miro por demasiado tiempo al cielo, la tierra me parece un lugar horrible"

Cinematográficamente, vemos en ella una ruptura tajante con el cine clásico, rompiendo en ese final aterrador, con una de las más firmes reglas del cine clásico: el no mirar nunca directamente a la cámara.

No hay comentarios: