“He decidido dejar de follar. No voy a relacionarme sexualmente con otras personas nunca más; no me compensa. No quiero hijos. Tengo buenos amigos que me dan afecto, tengo los orgasmos que quiero con la masturbación, tengo juguetes y disfruto más recibiendo un masaje (de un profesional), bailando, viendo películas, comprando vestidos o comiendo pasteles que teniendo relaciones con alguien que me dará más problemas que placer. ¿Qué te parece?”
Tranquilos, que delirante no ha perdido el rumbo (aún más).
Esta es la carta de una mujer de Segovia que se publicó el viernes pasado en la sección de consultas a Vampirella del suplemento de El País (antes llamado Tentaciones y ahora EP3).
Dejando de lado que la chica puede que no estuviera pasando por un gran momento sentimental, que es muy probable que haya sufrido hace muy poco algún tipo de desengaño y/o ruptura, hay un transfondo interesante en que el rascar en busca de un comentario ácido para el blog.
Creémos polémica.
¿Qué os parece la postura y decisión de esta chica? ¿Seríais capaces de hacer algo similar?
Me voy a mojar. Parecerme, me parece bien; partiendo de que cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que le dé la real gana, entiendo que alguien quieda dejar de compartir unos órganos genitales con la sociedad. Ella y sólo ella decide sobre su vagina y el resto de puntos eróticos conocidos y por conocer. Y también me parece viable. Soy de la opinión de que sin el placer no podríamos vivir, pero este es recibido por el cuerpo en múltiples facciones y modelos. En el caso del sexo, la masturbación, cuando un@ se conoce bien y sabe cómo hacerse disfrutar, viene a satisfacer al 100% las necesidades que cualquier ser humano requiera. Y si no, que le digan a los chicos de casi treinta años que aún no han follado con nadie. O aquellas que, atendiendo a la norma católica, se mantienen vírgenes hasta el matrimonio.
El sexo como ritual entre dos –o más- personas no deja de ser una función social más. Y es más, opino que cuando te dispones a compartir tu cuerpo con el de otra persona, estás más pendiente de lo que sienta el otro que lo que te excite o no a ti. Tu meta es, ante todo, que la persona con quien te estás acostando quede satisfecha. Y como fracases, ningún orgasmo que pueda sacudirte va a alegrarte el día. Pero que la considere una función social no la desprestigia en absoluto, es más, no concibo una relación afectiva-sensual-amorosa en la que no haya sexo de por medio. El placer que se obtiene follando con tu pareja, con la persona que te gusta o con el tío que acabas de conocer, es muy diferente en todos los sentidos al que experimentas con tus juguetitos. No es comparable el gustito que te da zamparte media tableta de chocolate (;)) con el que sientes con una sesión de sexo oral (p.e).
Y lo que es peor aún, la decisión de esta chica –y dudo mucho de la firmeza y consecución de la misma- conlleva un gran riesgo: el de perder afecto y a personas que igual sí que merecen la pena (aunque no te den tanto placer como el que te proporcionas a ti misma, nadie es perfecto). No todos somos capaces de atenernos a radicalismos tan importantes y totalitarios. A esta chica se le olvida que, por suerte o por desgracia, follar es cosa de dos y dos son los que deciden. Como en la violencia, dos no se pelean si uno no quiere, pero sí es posible que una negativa tan extrema acarree sacrificios de los que, ahora igual no, pero más tarde acabarás sintiendo… y ¿sabes que pasará entonces? Redimirás, sin duda.