The show must… start!

Y creíamos que tendríamos que esperar al sábado para ver algo grande.
Como viene siendo normal en esta nueva era de la información, la televisión se adelanta a los acontecimientos y es capaz de ofrecerte en bandeja y de un modo gratuíto y facil de consumir enormes dosis de patetismo prefabricado.

Operación Triunfo y sus actos:

- La ilusión: hay que ver qué es lo que de verdad moviliza a esta generación tan vital y tan importante que es la de nuestros jóvenes. Los chavales que nos gobernarán, los que curarán nuestras enfermedades y decidirán nuestro futuro haciendo larguísimas colas sólo para que un jurado de dudosa fiabilidad les diga si son o no aptos para pasar la siguiente etapa.
Es ese el sueño de su vida, la motivación por la que durante largos años (algunos hasta tres) les han llevado a pasar por el mismo ridiculo. La ilusión, su deseo.
Bueno, todos tenemos deseos ocultos, todos tenemos ilusiones inconfesables que seguirán con nosotros para siempre. Algunos, los elegidos, tienen la suerte de poder llevarlas a cabo. Pocos dedican su vida a lograrlo, porque… una vez cumplido, deja de ser ilusión, pierde su significado y también su aura. En el fondo, todos queremos de alguna manera tener algo en la reserva para seguir deseando.
Ellos no. Ellos desean y se movilizan. Emplean a fondo todos sus instrumentos, sus herramientas, estratagemas, su inteligencia para lograr llegar a la ciudad donde se realice el show y ponerse a prueba, tentar al destino.
Y digo yo… ¿acaso esos chicos -algunos entrados en la veintena- no pueden movilizarse de igual maneta ante otros ideales? ¿Dónde quedan las ilusiones colectivas? Todo reducido a la superación del individuo como UNO SOLO. Realmente triste.

- La prueba: Muy divertida. Aquí la competencia se afila las garras y se dispone a poner todos los esfuerzos habidos y por haber para conseguir arrancar posiciones.
Los nervios afloran, las lágrimas caen… En el juicio de una persona reside la felicidad de otra. Los hay que dicen llevar toda la vida esperando aquello… ¿para luego qué? Luego lo mismo de siempre.
OT, una mierda de programa que, quizá con un giro importante y con un cambio de mentalidad radical podría tener algo de utilidad y es, simple y llanamente, dar a la industria de la música en España algo nuevo, algo fresco. Hablábamos de esto en el tema del cine, es lo que le hace falta a España; caras y estilos nuevos.
OT en cambio se limita a vestir bajo el mismo patrón a nuevos personajes que ya moldearán en la academia. Eligen a la que más se parece a Chenoa, a la que canta como Shakira, al que gesticula como Bustamante y al que pone los gallitos como Bisbal. La selección no sorprende pero sí aburre. Sólo de pensar lo que vamos a tener que sufrir cuando andemos por la calle y nos metan forzadamente su música…
Por otro lado, ¿qué sentido tiene que televisen todo esto? No sé vosotros, pero yo no he puesto ese canal. Ni siquiera he enchufado la televisión, pero a pesar de todo, a pesar de que me importe una mierda a quien elijan y a quien no, me he visto obligada a dirigir la mirada hacia ellos. Una mirada compasiva, porque no puedo sentir más que lástima. Tanto por los que han sido deshechados como por los elegidos por el jurado.
Por los primeros, porque se ríen de ellos descaradamente; cuando aparece el tío feillo con gafas y aires de alelao, la tía del jurado se echa a reir. El tío capta el mensaje “No soy el perfil que buscaís, ¿verdad?” ¿Qué les queda a esos chicos? Un trauma de por vida. Acaban de pasar por el que será sin duda el mayor de los rídiculos que han sufrido en los años que llevan viviendo, un hecho que, por ser televisado, será guardado y almacenado, visionado y revisionado, objeto de burlas familiares y amistosas… ¿Para qué Telecinco emite eso? ¿Es necesario para OT conocer lo que no ha gustado al Jurado? ¿O es que vivimos en un país tan cruel en el que vende realmente el sufrimiento ajeno, en el que da morbo ver a un pobre chaval, seguramente menor de edad, pasando la mayor vergüenza de sus vidas?

- Veredicto: Pero sí, tambien siento lástima por los que han pasado. Gente que, inevitablemente, se sienten superiores al resto… y quizá lo sean musicalmente hablando, pero en este país, en esta sociedad, la gente no hace diferencias. O se es superior en todo, o no se es en nada. Son personas que han pervertido el término ‘importancia’. Para ellos es eso lo más trascendental y primordial de sus vidas. Lo decía antes; su meta a conseguir, el camino que tomar… Y da lastima, porque son pobre gente que al final, dentro de unos años, se darán cuenta de la pura realidad. No son nadie. La prensa les habrá machacado sus vidas, les habrán roto el corazón, hará dos años que no ven a sus padres, y sus amigos de toda la vida apenas se acuerdan de él. Y entonces pensarán… ¿es que acaso es esto lo que yo deseaba?
Lo más triste de todo… que la respuesta será sí.