Soy dual, solo un poco. Algunos dicen que tiene que ver con mi signo del zodiaco. Otros simplemente achacan mi forma de ser al delirio que la invade desde hace ya unos años.
Mi cuarto también es dual.
Son dos hemiferios separados por una línea imaginaria que no se ve, no se toca, no se siente, ni se distingue. Sólo yo sabría señalarla. Dos habitaciones en una sola: dos submundos en un mismo continente.
Mi cuarto, mi refugio, mi nido, mi ecosistema, mi estudio, mi habitación es un poco azul. También un poco roja. Suave contraste. Diferencia cromática.
En el hemisferio derecho, AZUL. Allá donde descansa durante el día mi cama, abrigada ella para que no se desvele bajo ningún concepto con un edredón nórdico azul_mar, manchado con alguna flor salvaje blanca que hacen las veces de nenúfares, sostenida la cama por dos paredes que se esquinan a su lado, tambien azules, azul pastel, azul_suave_dulce_tranquilo. Flota el gotelé de las paredes de mi mitad derecha de habitación entre los celestes de un color que parece que se coló sin permiso por la ventana de un día muy despejado. Coronan la estantería que hace de mesilla unas cajoneras también azules, llenas de papeles que olvidé hace tiempo allí y que empiezan a ser documentos históricos. Sobre el lecho durmiente, otra estantería, azulosa, cerca del techo -también celeste, cómo no-, larga y estrecha, sujetándome los libros que leí hace años. Y a medio camino recorrido sobre mi cama hacia la puerta un poster de una película pegado a la pared, Land of plenty, en el que abunda, por casualidad, un color que ya he dicho...
En el hemisferio izquierdo, ROJO. Allá donde una delira_lee_escribe_estudia_trabaja_se comunica... donde el ordenador me da los buenos días cada mañana de una forma diferente, donde hago mi vida realmente, donde reposo mis ojos durante horas y horas... allá donde me miran de frente dos posters. Uno de Vértigo, para recordarme lo que se siente al estar en lo alto de mi vida. Otro de Amélie, para que no se me olvide nunca el simbolismo aplicable. Dos miradas, una hacia dentro, otra desde fuera. Dos rectángulos altos e inmensos en picado cenital, impregnados de rojos potentes_pasionales_intensos_vivos. Rojos que hacen juego con el marco de fotos que hay abajo. Con mi pelo. Con el jersey con que ya tengo manía de trabajar en casa. Con la velita de arándanos que no se gasta nunca. Con el fondo de la pared de ese hemisferio, que en vez de azul, es de color pino_roble_abedul... una gama de ocres lo empañan todo.
La cara y la cruz.
Lo frío y lo cálido.
Azul y rojo.
Todo incosnciente. Nada premeditado. Los colores y los objetos se fueron colocando allí por azar.
Hoy me he levantado rebelde. He recibido una postal. Azul. Con un cielo y un río muy azul. Mucho. Sin pensarlo la he colocado en el marco del poster de Vertigo. Ahora descansa a la altura de mi mirada, invadiendo el rojo del hemisferio izquierdo, conquistándolo un poquito. Es la nota discordante. Lo único azul en la zona.
Lo mejor es que cuanto más lo miro, más cómoda parece sentirse, y más agusto me hace sentir a mí.
Sonrisa.