Otra buena muestra de que Godard tuvo un arranque magistraln (discutible será su posterior decaimiento hasta el límite de rebozarse en lo más pedante que puede sacar de sí mismo).
No llega a la maestría y la cuasi perfección de Al final de la escapada o Vivir su vida, pero recuerda los inicios del autor como tal y los detalles que le hicieron característicos.
La verdad es que reconforta ver películas de tanto agrado visual y temático, que te cautivan y que a pesar de las largas secuencias en las que nada importante se puede sacar en claro, no logran despertar tu aburrimiento.
Jamás se me habría ocurrido parar a la mitad ninguna de sus primeras películas; no puedo decir lo mismo sin embargo de aquella llamada Nueva Ola.
De nuevo, vuelven a coincidir Godard y la deslumbrante Anna Karina con la que de nuevo, vuelve a llenar largos planos de puro laissez faire y voyeurismo fotográfico.
Por cierto, genial monólogo cerca del final, precipitado a más no poder.
Es extraño, hoy todo el mundo detesta a los Franceses.
Yo me siento muy orgulloso de ser francés.
Pero también estoy en contra del nacionalismo;
uno defiende ideas, no territorios.
Amo Francia porque amo las películas de Bellay...y de Luis Aragón.
Amo Alemania porque amo Beethoven.
No amo Barcelona a causa de España...
pero amo España porque una ciudad como Barcelona existe.
1 comentario:
sólo se detesta a los franceses en España, y es que la envidia es muy mala..... y en españa, la gente está llena de envidia y de maldad.
BEXETS!!
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