Con churretones de chocolate de los restos de Ben&Jerry's en los dedos, acordes finales de un Yann Tiersen peculiar sonando en mis auriculares, y una especie de recogimiento calmado y sonriente en lo profundo de mi ser, acaba esta noche, que no deja de ser una más. El reloj no para de avanzar detrás de mí y cada vez que me giro y lo miro de reojo me dice que es más tarde que la última vez. Pero Tiersen sigue sonando como si el tiempo no fuera consigo. Terminan las últimas palabras de una voz en off que me (re)contó la fabulosa historia de Amélie Poulain; ahora que aún guardo el poso que me dejó anoche la historia de Stephan y Stephanie en esa especie de receta peculiar y delirante de cómo se fabrican los sueños; y justo ahora que me dura y me sonríe el optimismo que desprendían de la pantalla a mi sillón ayer tarde Jesse y Celine en su encuentro fortuito en un tren cualquiera y su paseo nocturno provocado por una Viena antes del amanecer.
Tres historias, seis personas, tres lugares, mil motivos para sonreir, millones para creer, infinitos para seguir. Curioso el cine que se encarga de contarte historias personificadas como si no las conocieras, como si no te las hubieran contado nunca antes o como si no te las fueran a contar nunca más después, como si fuera realmente la primera vez que oirás de ellas, como si nunca las hubieras vivido siquiera de refilón, como si no las fueras a adivinar, como si no te hubiera tocado ser Amélie nunca, como si no lo fueras a ratos durante toda tu vida, como si Stephan fuera sólo Gael disfrazado de un ego Stephanizado, como si Celine se tratara de un icono visual vestido con diálogos guionizados, como si las historias que te guiñan desde dentro y sin que se note por fuera resultaran sólo una impresión de tu subconsciente, como si realmente las frases no hablaran sin decir, como si los créditos no continuaran en el interior de tu mente la historia que aparentemente acaba con ellos, como si Tiersen no te tocara con alevosía e intenciones premeditadas, como si el hecho de que esas películas se proyectaran frente a tí justo ahora, justo hoy, justo... fuera una simple coincidencia aleatoria. Como si fuera cosa del destino...
busca entre mis delirios
jueves, marzo 29, 2007
sábado, marzo 24, 2007
Tributo
Este es un video que me suena a Barcelona. A un comienzo de noche rodando en un coche pequeño pero acogedor, dando vueltas por la circunvalación de la ciudad, pasándonos nuestra salida, tronando Alaska, los Pegamoides, Dinarama y Fangoria. Es un recuerdo que me viene y me sonríe ahora. Que pega perfectamente para éste o cualquier otro fin de semana. Hoy me apetece bailar el "Ni tú ni nadie" o salir a la calle y gritar hasta que me detengan el "A quién le importa". Sonando una de Olvido desde mi cuarto al de todos vosotr@s... Hoy tengo un sábado de estos.
¡Feliz fin de semana a todos!
jueves, marzo 22, 2007
Lost and found
No me digáis que no os pasa. ¿No captáis la fuerza, la química, la atracción, la conexión de estas dos personas, tan lejanas en apariencia, que se unen en una sola mientras mueren los microsegundos que dura ese instante en que sus pupilas se enlazan en un intento de dar muerte a lo plural? ¿No sentis dentro de vosotros, en un lugar indeterminado entre la boca del estómago y la puntita de las cuerdas vocales, ese algo más que se intuye de la mirada, esa especie de aroma que se parece a amor, que casi se convierte en tangible, que llena el espacio que les une? ¿No se os acelera un poco el pulso y la presión sanguínea cuando llega este punto en la película en que el final se adivina, los silencios agonizan y retumban entre las cuatro paredes de un ascensor, y se teme la consabida e invitable -pero no por ello, menos angustiosa- despedida?
Cuando los escasos cinco últimos minutos pesan más que los noventa anteriores. Los besos que se aproximan y se despiden por primera vez, la llamada con el contestador, la chaqueta robada, la segunda despedida, el ascensor que se cierra y la deja dentro, el taxi que le lleva al aeropuerto, el encuentro entre la muchedumbre, el "hey, you", el abrazo entre miradas mojadas, las palabritas minúsculas al oído, los tres "bye"s, la tercera despedida, las sonrisas alejándose, fin.
Ya son decenas las veces que me he expuesto a ella y aún asi sigo sintiendo eso, y algo más. Cada vez que Lost in translation se cruza en mi vida, me acabo enamorando. Y yo me dejo, a veces porque me hace gracia, otras porque me trae recuerdos simpáticos y siempre porque comprendo que viene bien dejarse.
Esta tarde hacía frío en Madrid. La gente allá fuera anda como loca, la tele.radio.prensa se esfuerza con tesón en cabrearlas, la sociedad está alborotada por el ruido mediático, el temporal lo asola todo y a mi me apetecía enamorarme... de la vida, de los cruces, los encuentros, las coincidencias, las diferencias, las edades. Del tiempo y los lugares, de los espacios entre un tú y un yo, de la soledad de una habitación de hotel, de las risas, de las anécdotas en hospitales extranjeros, de las confusiones por los códigos no compartidos, del humor que suele acompañar al romance, de la comunicación, de las canciones que sin quererlo acaban hablando por tí, de las miradas_sonrisas que te delatan. De Bob y Charlotte, de su historia, que por peculiar y a la par cotidiana, es de las más bonitas que una pantalla ha dejado ver. Del amor que se respira porque se siente desde dentro, bien porque lo viviste alguna vez, bien porque lo vives ahora, o bien porque ya forma parte de tí para siempre.
martes, marzo 20, 2007
Flotando
Como el capitán de un barco a la deriva en un mar de oleaje intenso, que mantiene firme y seguro su rumbo, como enajenado por un viento salino y nocturno, sin dejarse robar la sonrisa, sin apartarse un momento del timón, sin desprenderse de la calma interna. Que ni siquiera se ha dado cuenta de que su radar desfalleció en medio de la tormenta. Que ni siquiera los planos que ya no tiene porque salieron volando por cubierta le pueden ayudar a saber dónde está. Que apaga con disimulo la radio que le chilla impertinencias que no quiere escuchar, advertencias que le dan lo mismo, consejos que prefiere ignorar. Que la hoja de ruta es ahora salvamanteles en la mesita de noche. Que no le importa ni le interesa de dónde viene, a dónde va, cómo llegó allí, cuándo empezó y cuánto durará su viaje o hasta donde le llevará su travesía. Mira esta mañana caer el sol de poniente entre las rendijas cristalinas de su escotilla y siente la tormenta ajena, lejana, atrás, pasada.continua. E intenta con tesón verse reflejado en los intensos azules que lo impregnan todo de proa a popa. Busca matices, encontrándolos, para elaborar su propia paleta de tonalidades. Se sonríe diciéndose en conversación interna lo mucho que le gusta navegar. Y no ve en el cielo más que el astro supremo brillar anunciando la mediatarde. Y las nubes son para él simples montones de polvo que alguien se olvidó de limpiar. Y las iras de la climatología que anuncian, simples rumores, chismes infundados. Y los grises que vienen por detrás pisando a los azules.celestes, manchurrones de un pintor descuidado...
viernes, marzo 16, 2007
The electrical morning
¿Sabéis de ese latigazo eléctrico que da comienzo al nuevo día? Ese es el momento eléctrico de la mañana.
El pequeño impulso de potencia que levanta a la mañana, enciende sus luces, pone sus calles, ordena los adoquines de las aceras y despierta al primero de sus seres.
La mañana eléctrica que abre puertas a todas las nuevas posibilidades del resto de horas que pone el día por delante hasta la llegada del nuevo brote eléctrico siguiente.
El alba que sigue a la noche que sin haber cerrado los ojos, arrastrando horas y transpasando barreras, sirve de desayuno insomne.
Ese chorro de energías que te dispara los párpados en segundos del sueño profundo a la vigilia, de la almohada al despertador, del despertador al suelo, del suelo al baño, del baño a la ducha, de la ducha a la cocina, de la cocina al ordenador. Primer pie en el suelo. Primer estirón. Primer bostezo. Primer café_té_zumo. Primer email. Primera sonrisa... de muchas otras.
El primer rayo de luz que se desprende de los azules tímidos de una noche que se despide.
Primer instante en que empieza el día, y con él acaba uno ya pretérito, y con él todo lo malo_regular_mejorable.
Esa es la mañana eléctrica.
El nombre, también, del próximo disco de Marlango.
¡Buen fin de semana a todos, y buena mañana de viernes!
El pequeño impulso de potencia que levanta a la mañana, enciende sus luces, pone sus calles, ordena los adoquines de las aceras y despierta al primero de sus seres.
La mañana eléctrica que abre puertas a todas las nuevas posibilidades del resto de horas que pone el día por delante hasta la llegada del nuevo brote eléctrico siguiente.
El alba que sigue a la noche que sin haber cerrado los ojos, arrastrando horas y transpasando barreras, sirve de desayuno insomne.
Ese chorro de energías que te dispara los párpados en segundos del sueño profundo a la vigilia, de la almohada al despertador, del despertador al suelo, del suelo al baño, del baño a la ducha, de la ducha a la cocina, de la cocina al ordenador. Primer pie en el suelo. Primer estirón. Primer bostezo. Primer café_té_zumo. Primer email. Primera sonrisa... de muchas otras.
El primer rayo de luz que se desprende de los azules tímidos de una noche que se despide.
Primer instante en que empieza el día, y con él acaba uno ya pretérito, y con él todo lo malo_regular_mejorable.
Esa es la mañana eléctrica.
El nombre, también, del próximo disco de Marlango.
¡Buen fin de semana a todos, y buena mañana de viernes!
miércoles, marzo 14, 2007
Pum.PUM
Siento, más que nunca ahora, a mi corazón latir. Le oigo bombear la sangre desde fuera. El pum.pum constante de un latido interno. Le observo aspirar e impulsar la sangre que me recorre por dentro, que me alimenta y me da vida. Le escucho hacerlo en el silecio de una noche tranquila, en posición horizontal y bajo el edredón de mi cama. También de entre los murmullos de una clase aburrida a primera hora de la mañana. O en el estado de gravitación de una intensa sesión de meditación. En las pausas entre canciones de mi mp3. En las esperas al autobus que siempre llega tarde. Sístoles y diástole son mi banda sonora de los últimos días. 70 veces por minuto. 420 por hora. 10.080 por día. Mi canción no pedida y a la par inevitable. Mi sonido ambiente. Rápido, lento, agitado, tranquilo, excitado, adormilado... refleja sin confusión el estado en que mi mente se encuentra. No se equivoca nunca. Me dice cosas en voz alta, se hace escuchar, pide y reclama atención y se siente protagonista de mi vida como en mucho tiempo no lo era. Sabe perfectamente que me abandono a él, que tiene la voz cantante y que está en su turno de intervención, que dejo que guíe mis instintos, que motive mis sentimientos, que adorne mis sensaciones y tutorice mis actos. Dejo que construya conmigo la canción su_mi vida. Que no pare. Que siga así.
sábado, marzo 10, 2007
Regalarte un trocito
Cómo me gustaría regalarte un trozo de azul...
Hacerme con un pedazo de cielo.
Colar de él las nubes que lo empañen.
Limpiarle de insectos, aves y palomas.
Filtrar las lluvias que lo amenacen.
Envolverlo en papel celofán, ponerle un lazo rojo, enviarlo por correos o entregártelo en persona.
Que llegue pronto o tarde para tu cumpleaños.
Que despierte una sonrisa en tí.
Que disipe los miedos, las dudas, las inseguridades y los temores.
Que te demostrase que pienso que va todo bien, que estamos genial.
Que borre los celos, las preocupaciones, las paranoias y lo incógnito de las preguntas nonatas.
Que sonrías de nuevo y por segunda vez al darte cuenta de lo que me ha debido de costar conseguírtelo. Que para que lo tengas en ese momento entre tus manos, primero hube de querer regalártelo... y que después de eso, las dificultades para hacerme con ello son lo de menos. Y que, aunque el cielo es de todos, y el azul es universal, ese trozo en concreto es tuyo porque yo te lo he dado y ese tono es particuar porque nace de tú+yo.
jueves, marzo 08, 2007
Medio arco
Medio arco cojo.
Medio arco roto.
Medio arco ausente.
Medio arco robusto.
Medio arco huérfeano.
Medio arco incompleto.
Medio arco que teme perder su clave.
Medio arco que carga sobre sus riñones todo el peso que dejan caer sus hombros.
Medio arco que expande su luz hasta el infinito, no siendo capaz de cerrarla ni definirla nunca más.
Medio arco que deja de ser arco para ser sólo medio.
Como el eco de unos puntos suspensivos que ya no suenan a nada... sólo a silencio indefinido.
Como la rabia de ver_sentir_saber sufrir a alguien y bloquarte en el intento de ayudar... que demuestra impotencia y no capacidad.
Como el adentrarse en el edredón a medianoche sin sentir el calor desprendido... sino tan sólo el propio frío del ambiente.
Como la tostada del desayuno que a pesar de llevar los mismos ingredientes... ya no es la misma, no sabe igual.
Como el peluche azulado de tu cuarto que hace tiempo que no te habla... que sólo calla y te observa, te escucha y espera.
Como el lado derecho de una cama de 90 que ya no respira y que ahora es, sin más, la extensión natural del izquierdo... pero lejano, ausente y vacío.
Como el abrazo que sientes, que quieres dar y que se te escapa... pero no llega y se queda contigo.
Como las películas y los capítulos de las series que se acumulan en tu disco duro... que no son recuerdos, sino asuntos pendientes.
Como una imagen fotográfica, una secuencia en movimiento, una serie de 20 fotogramas por segundo... que se quedan cortos, que ambicionan más, que prefieren lo auténtico, que se tachan de e-reales.
A ratos a medias, otros completo.
Un arco insertado en una callejuela cualquiera del barrio gótico de Barcelona.
Una sonrisa en quien lo fotografía.
Un misterio para quien lo piensa.
Al fin y al cabo, medio arco. Tan simple y complejo como eso.
miércoles, marzo 07, 2007
Postal para euRia (II)
Léase al dorso:
"¿Sabes? No es broma lo de que Sevilla tiene un coló especial. Fíjate bien. Mira como disimulan los colores de las luces que impregnan la fachada de este edificio, que se cuelan tímidas pero decididas entre los claroscuros de una pintura blanca_naranja_ocre, y que lo tiñen todo de matices de un mismo círculo cromático. Un abanico de cromas, un puzzle de tonos, un cielo que desprende armonías lumínicas y un mar de sensaciones que sienten entrar por los ojos. Es el atardecer en Sevilla. El día que demuestra su madurez, que predice su temprana muerte y que promete más para dentro de unas horas. Los rayos del sol son ágiles por estas tierras; son capaces de correr tras tus pasos, buscar tu sombra, encontrarte tras una esquina, iluminar tu mirada, abrillantar una sonrisa y resplandecerte desde dentro. Se cuela por callejuelas intrincadas y cerradas donde pensabas que no habría nadie. Se mete entre las rendijas de una persiana cuidadosamente bajada. Alumbra el alba. Anuncia los despertares. El sol da la vida, y en Sevilla parece que más que en ningún otro sitio.
Mi cámara te pide disculpas: dice que no pudo captarlo mejor. Confía en que, a pesar de ello, seas capaz de entendernos.
Besitos brillantes"
martes, marzo 06, 2007
Lo que me dejo
Se escriben estas letritas desde el asiento del ala de un avión que contempla anochecer Sevilla a través de la diminuta ventanilla de cristal. Se suavizan las palabras con la mezcla de timidez por ser leídas y melancolía por ser recordadas. Se me acaba el viaje cuando el avión comienza a rodar por pista. Y como suele suceder en estas ocasiones, comienzo ahora a hacer recuento de lo que me he dejado atrás. Como por ejemplo todas esas fotografías que no saqué, bien porque no se hicieron, bien porque mi cámara no supo captar: la luz de ese otro lado del río, los brillos de luz mojándose en su agua, el resplandor de una mirada cristalina, un paisaje nocturno que al flash se le hace grande. O los azules de un cielo diferente al de Madriz. O las lágrimas de risa producida por la guasa de unos amigos inigualables. O la sensación de extraño relax ante la compañía de tantos extraños. O el olor a café recién hecho volando desde la cocina hasta la orillita de mi_tu cama. O los malabares ingeniosos y acertados con ingredientes al azar en pos de improvisar comidas. O las cervecitas de al mediodía alargadas hasta media tarde. O el placer de darse cuenta de que nos ha abandonado el tiempo. O la sensación de cuando una distancia se acorta apoyadas en un coche, para saludar al roce y éste finalmente hacer encontrar dos miradas sonrientes. O el olor de un pelo recién lavado. O el abrazo de la toalla aún mojada. O lo genial de hacer reales las vistas de lo que antes eran simples postales encontradas en mi buzón. O el insertarme con gozo en una rutina que no es la mía. O pasear perdiéndome por esa ciudad que para mí nunca podría dejar de ser especial. O el hecho de que a partir de ahora lo sea por otros motivos. O el suspiro de alivio que exhalo al darme cuenta de que, ahora sí, lo he superado. O el arte de Merce cada vez que abría la boca. O el guiño cómplice de la luna el sábado por la noche desde la azotea, anticipándose y sabedora de lo que iba a sucedernos. O la alegría que inyecta una carcajada detrás de otra. O lo oportunas que pueden llegar a ser las canciones que espontáneamente se escapan del radiocasette del baño. O de la tele. O el juego de las casualidades, que no dejará de sorprenderme, de preguntarme por dentro dónde está el truco. O el bienestar de una charla oportuna, sincera, directa y honesta. O el olor a domingo que se colaba por la ventana de la cocina y que hacía tanto que no podía disfrutar. O lo bien que sienta el olvidarse un poco de una rutina que a veces aplasta. O que nos adivináramos los pensamientos, descubriéramos inseguridades, nos entendiéramos los sentimientos y oyéramos nuestros silencios. O lo bien que se explican las canciones ahora que a las palabras les cuesta hacerse entender. O lo fácil que fue que todo fuera tan fácil. O lo mucho que tengo que agradacer y la poca originalidad de la última hora para hacerlo.
Me lo he dejado en Sevilla_tu casa_tu cuarto_tu sábanas_tu sillón_el ascensor_el coche de Tomás_la terracita del Café de la Prensa. Guárdamelo, que querré recuperarlo. Pero te reconozco que me llevo otro poco. De eso y de otras muchas cosas. De mi moranquita sexy, de los dos perros que se dicen cosas en otros lenguajes, de las clases de inglés de mi profe prefe, de los bajos del Guadalquivir, de lo cabroncito y maravilloso que es tu burrito...
Tomo tierra. Llego a Madriz antes de que termine de recordar. Decidido y comprobado: las distancias son una ficción. Vuelvo pensando en volver. Próximas paradas... indefinidas. Fluyen ideas: ¿Bilbao? ¿Sí? Conduzco yo.
viernes, marzo 02, 2007
tele_post
Escribo desde lejos. O desde cerca, todo depende de desde donde se mire.
Sevilla me acoje con calor, con un sol brillante que hace de las suyas sobre cada centímetro cuadrado de mi piel visible. Los andamios, las grúas, los martillos eléctricos, los puentes semilevantados, las baldosas malamente colocadas y el polvillo que levantan los obreros al mezclar el cemento no logra quitarle a Sevilla ese color especial que todos sabemos que tiene. Camino al azar y sin rumbo, dejando que el buen gusto por las calles curiosas me guíe, andando por pasiones y sin mirar al mapa. Me dejo perder, para luego encontrarme. Ando en círculos caóticos, en espirales, nada de caminos rectilíneos ni formas regulares. Me enfrento a solas con fantasmas del pasado que son cada vez más pretéritos, pero asustan cada vez menos. Y en compañía se me olvida todo. Descubro una Sevilla diferente que me va gustando más y más. Se predicen ganas de volver pronto. Estoy contenta y relajada. Las ya merecidas vacaciones me sientan de maravilla y toda yo lo nota. Y para los que asaltan mi móvil con dudas, sepan que me están tratando de maravilla. La hospitalidad me desborda. La comodidad de este hogar me impresiona. El buen trato y el cariño me llevan a la gloria. Y el sabor sevillano me endulza las mañanas con desayunos ligeros, la sobremesa con postres dulces y las noches con cenas improvisadas.
Habrá fotos, también la postal debida. Quizá algún souvenir. Seguro que pocas ganas de volver a mi rutina académicolaboral. Aún me queda un rato aquí. Sigo disfrutando...
Besos sevillanos_encantados_soleados_entretenidos_delirantes a todos!
Sevilla me acoje con calor, con un sol brillante que hace de las suyas sobre cada centímetro cuadrado de mi piel visible. Los andamios, las grúas, los martillos eléctricos, los puentes semilevantados, las baldosas malamente colocadas y el polvillo que levantan los obreros al mezclar el cemento no logra quitarle a Sevilla ese color especial que todos sabemos que tiene. Camino al azar y sin rumbo, dejando que el buen gusto por las calles curiosas me guíe, andando por pasiones y sin mirar al mapa. Me dejo perder, para luego encontrarme. Ando en círculos caóticos, en espirales, nada de caminos rectilíneos ni formas regulares. Me enfrento a solas con fantasmas del pasado que son cada vez más pretéritos, pero asustan cada vez menos. Y en compañía se me olvida todo. Descubro una Sevilla diferente que me va gustando más y más. Se predicen ganas de volver pronto. Estoy contenta y relajada. Las ya merecidas vacaciones me sientan de maravilla y toda yo lo nota. Y para los que asaltan mi móvil con dudas, sepan que me están tratando de maravilla. La hospitalidad me desborda. La comodidad de este hogar me impresiona. El buen trato y el cariño me llevan a la gloria. Y el sabor sevillano me endulza las mañanas con desayunos ligeros, la sobremesa con postres dulces y las noches con cenas improvisadas.
Habrá fotos, también la postal debida. Quizá algún souvenir. Seguro que pocas ganas de volver a mi rutina académicolaboral. Aún me queda un rato aquí. Sigo disfrutando...
Besos sevillanos_encantados_soleados_entretenidos_delirantes a todos!
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