busca entre mis delirios

martes, octubre 11, 2005

Sweet Sixteen

Cada vez estoy más de acuerdo con aquellos que se empeñan en asegurar que la mayoría de edad no se alcanza con los 18 años sino con los 16. Los dieciséis… que tiempos aquellos. ¿Cuánto hace de entonces? ¿Cinco, seis años? Qué edad más crupcial y definitiva en la vida de cualquier adolescente convirtiéndose en persona. No hay duda ninguna de que, de lo que uno es hoy en día, gran proporción viene de lo que fue en aquella edad. Yo, en concreto, cometí entonces las mayores locuras (de las que por supuesto jamás me arrepentiré, pues no fueron inconscientes ni forzadas por nada ni nadie), conocí a gente que han sido, cada una, decisivas en mi formación como persona, tomé decisiones que hoy me definen, aprendí a conocerme a mí misma y de los golpes y hostias recibidas, endurecí esta coraza que hoy ya me protege de las caídas. Se puede decir que logré superar la barrera entre la imbecilidad anodina e infantil de la madurez progresiva y responsable. Y sin emabrgo, después de toda la gente que conocí por aquel entonces –y que perdí por el camino-, todos y todas con quien compartí mi vida a niveles diferentes y dispares, todos los que me enseñaron su particular lección de la vida y todas aquellas caras conocidas que me persigue aún hoy por mis pesadillas, mis sueños, mis añoranzas (las menos) y mi móvil (desgraciadamente), aparte de todos ellos y ellas, no me queda nada de cómo fui yo por entonces. Apenas fotos, ni testimonios directos que me cuenten como meros protagonistas qué era de aquella niña-que-quiere-crecer-deprisa que fui, ni siquiera mi diario, del que cuesta demasiado distinguir lo real y lo ficticio debido al intrusismo de mi madre, empeñada en conocerme y averiguar el por qué de tantos y tan rápidos cambios. Qué raro no recordar cómo eras, ni qué impresión causaste, ni siquiera qué pensabas de ti misma. ¿Qué fue de mis delirios hace seis años? En el fondo me consuela saber que, aunque no haya nadie que me cuente su versión de las historias vividas (algunas por imposibilidad total y certera y otras porque más vale que no vuelvan a aparecer en mi vida), en el fondo de todo, en esencia, sigo siendo la misma que entonces aunque, como bien dice María en La Flaqueza del bolchevique, “ahora me queda mejor el bañador”.

5 comentarios:

PennyLane dijo...

es normal ir cambiando y cada vez va a más.. ya verás cuando llegues a mi edad ;)
aunque como bien dices, en esencia simpre somos las mismas... dijo un viejo amigo del instituto no hace mucho(aquel q me rondaba a mis 16) al que volvía a ver después de 5 años me dijo: "sigues tal y como te recordaba" y concluyó "no cambies nunca".
la verdad es q consuela saber q siendo tan diferentes la adolescente de la post adolescente sigamos siendo igual de buenas.

BEXETS!!

delirante dijo...

jajajaja, tiaaaaaaa!!! no lo digas así, que no nos llevamos ná de edad!!! xDDDD

tienes mucha razón en lo de que seguimos siendo igual de buenas! es más, hay que ver lo que embellece la edad!!!

saludos noctámbulos

Griada dijo...

Mmmm... 16... de qué me sonará ese número? No sé... no sé...
Cada edad tiene su importancia... porque es un ladrillo en la gran casa que somos cada una. Aunque... a veces parece que ponemos varios ladrillos en un solo año.

Anónimo dijo...

16... qué bien suena. Eramos unas lolitas. Creo que es la edad más bonita, la más dulce pero para mí fue muy atormentada. De los 16 a los 17 maduré mucho, pero creo que los procesos de maduración se van acortando. Hay una edad,la nuestra, en la que vives tan intensamente que acabas madurando semanalmente. Eso me alegra.

delirante dijo...

Es que es eso, que conociendo gente te das cuenta de que hay algo común en esos 16 años, ese momento de tu vida en que parece que todo se acelera, que se vive a 5x y que uno se hace mayor mucho más pronto... es bonito visto desde la lejanía, xDDDD