Creo en los duendes. Una vez, paseando por la Garrotxa, él me lo advirtió. Si osaba a hacer ruido, los duendes se cabrearían y me la harían pagar. ¿Quién te crees que eres para molestar la paz de un duende? Yo no le creí. Estaba en la típica etapa ingenua de cuando aún no has madurado lo suficiente. Pasamos todos por ella. Y él tenía razón. Los tuve un año en mi casa. Tardé en darme cuenta porque los bichos no salían más que por las noches. Primero fue mi bolígrafo favorito perdido. Luego mi cajón de la ropa interior revuelto. Calcetines que desaparecían. Todo cambiado de sitio. Ahora me veo obligada a llevar un calcetín de cada color. Al menos tuvieron la amabilidad de no hacerle nada a mis peluches.
Y también creo en las hadas. Pero en las que ni ellas mismas saben que lo son. No en las blancas, ni en las negras, ni en las grises. Las de verdad no tienen colores, ni presumen de serlo. Yo creo en esas hadas que caminan por la calle, que pasan por tu lado, y que te miran, pero no como cualquier otra persona que lo hace sin verte, sino en aquellas que se meten, te tocan y se van en lo que dura un parpadeo. En las pequeñas personitas que te arrancan una sonrisa, o que te sacan de tu universo, que te meten en pensamientos, te inspiran ideas, te revelan la mejor decisión que puedes tomar en ese momento de tu vida, y sin quererlo, te solucionan problemas, dudas y conflictos. Y encima te hacen fuerte, porque crees y piensas que lo solucionaste tú sola. Hadas mágicas, de las de verdad. No sé si es cierto que tienen cicatrices en la cara, o que rondan la veintena. No sé si las hadas que nos cuenta Cuerda en su última película son las mismas que ves pero no llegas a conocer nunca en tu vida. Pero sé que existen, porque si dejo de creer en ello, pierdo el vértice de mis agradecimientos. Sé que alguna me miró bien estas navidades. O incluso antes, quien sabe. Lo sé, porque de no haber magia, no se podría explicar por qué me ha salido todo tan bien, por qué soy (tan) feliz, por qué lo son quienes me rodean, por qué estoy tan contenta y jodidamente satisfecha con mi vida, con lo que he hecho de ella, con las decisiones y las no-decisiones tomadas, por qué no me arrepiento de nada, por qué sé justo lo que quiero, por qué no he suspendido ESA asignatura?!
Así que sí. Creo en las hadas, y en los duendes. Cada uno cumple su función. Los duendes educan. Las hadas ayudan a ser feliz. Los duendes te enseñan lecciones de la vida cotidia. Las hadas te permiten huir de los agobios y las pajas mentales. Los duendes están para que cargues contra ellos la culpa de tus despistes. Las hadas son aquellas personas a las que puedes agradecer todo lo bueno. Y aunque nunca puedas verla, aunque no vayas a tener delante nunca a un hada para darle las gracias que se merece, lo mejor de todo es que vives dándolas a cualquiera que se parezca por fuera. Desde hace unos meses, cualquiera que se lleva una sonrisa mía por la calle, o siento que se mete más profundamente que los demás, se lleva un gracias, por si acaso. En silencio, y por dentro, que ellas saben escuchar hasta lo que no se dice.
busca entre mis delirios
jueves, junio 29, 2006
lunes, junio 26, 2006
Extractos de un fin de semana
Hay muchas maneras de celebrar la libertad condicional de un curso no lo suficientemente agotador. Siempre se encuentran modos de dar la bienvenida al verano. Hay distintos modos de vencer al calor. Métodos antiaburriemiento. ¡Y culturales! Estos son sólo unos cuantos. Hay más... pero no os impacientéis que queda verano para rato. Enhorabuena a los afortunados que ya preparan la maleta, suerte a los que siguen soñando frente a las pantallas de plasma que nos persiguen por Madrid con el Mundial a cuestas, y muchos, muchísimos ánimos a los que están casi a punto de acabar. Y un abrazo de oso a todos.
Please allow me to introduce myself
I'm a man of wealth and taste
I've been around for a long, long year
Stole many a man's soul and faith
Pleased to meet you
Hope you guessed my name, oh yeah
But what's confusing you
Is just the nature of my game
SYMPATHY FOR THE DEVIL (The Rolling Stones)· Jean-Luc Godard, 1967
Al irme cogí una foto suya. No sé si volveré a verle, pero sé que si quiero alguna vez, sabré donde encontrarle.
HAPPY TOGETHER · Wong Kar Wai, 1997
Hey!
been trying to meet you
mmm...
hey!
must be a devil between us
or whores in my head
whores at the door
whore in my bed
but, hey!
where..
have you...
been?
if you go i will surely die
we're chained
we're ch-ained
we're chained
HEY · The Pixies
De las primeras decepciones de su sensualidad nació para ella la primera sed de confidencias, tan naturalmente como suele nacer de las primeras satisfacciones del amor. El amor no lo conocía aún. Al poco tiempo lo padeció, que es la única manera como se aprende a conocerlo.
LOS PLACERES Y LOS DÍAS · Marcel Proust
Please allow me to introduce myself
I'm a man of wealth and taste
I've been around for a long, long year
Stole many a man's soul and faith
Pleased to meet you
Hope you guessed my name, oh yeah
But what's confusing you
Is just the nature of my game
SYMPATHY FOR THE DEVIL (The Rolling Stones)· Jean-Luc Godard, 1967
Al irme cogí una foto suya. No sé si volveré a verle, pero sé que si quiero alguna vez, sabré donde encontrarle.
HAPPY TOGETHER · Wong Kar Wai, 1997
Hey!
been trying to meet you
mmm...
hey!
must be a devil between us
or whores in my head
whores at the door
whore in my bed
but, hey!
where..
have you...
been?
if you go i will surely die
we're chained
we're ch-ained
we're chained
HEY · The Pixies
De las primeras decepciones de su sensualidad nació para ella la primera sed de confidencias, tan naturalmente como suele nacer de las primeras satisfacciones del amor. El amor no lo conocía aún. Al poco tiempo lo padeció, que es la única manera como se aprende a conocerlo.
LOS PLACERES Y LOS DÍAS · Marcel Proust
miércoles, junio 21, 2006
Internet llega a todas partes, ¿no?
Hoy tendrías 27 años. De no ser…
Hoy seguramente ya no tendríamos lo que tuvimos hace cinco. Quizá ni mantendríamos el contacto. Pero podríamos. De no ser…
Hoy tus ojos brillarían profundamente, más verdes que entonces y tu sonrisa lo diría todo. Ya habrías terminado la carrera. Quizá tendrías tu consulta propia. Y a Acuarela chuperreteando los dedos de tus pies mientras verías alguna peli desde el sillón. Y el piso ya terminado de pagar. De no ser…
Hoy son cinco años más, o cinco años menos.
¿Sabes qué es de mi vida? Estoy segura de que sí. Tenías el don de saber de mí por lejos que estuvieras. Pero guau, ya te gustaría ver en qué me he convertido. Apuesto a que estarías orgullosa, pues te hice caso en todas y cada una de las cosas. Aunque sigo siendo cobarde. Me falta valentía, como me faltó hace cinco años. Y me siguen costando las despedidas una barbaridad. Creo que jamás me acostumbraré a ellas, y eso sí que es culpa tuya.
Y si hoy me ves derramar alguna lágrima, que sepas que es porque recuerdo lo felices que fuimos. Hace cinco años.
No creas que estoy triste. Soy feliz, me hacen feliz. Unos más, otros menos, todos consiguen hacer de mi lo que ves ahora. Cinco años después.
Y que sepas que mantengo la última secuencia como la polaroid más brillante de mi album; jueves 21 de junio, 7 de la tarde, el clio rojo, los pantalones cortos, mi camiseta de dormir en tu bolsa azul, la bolsa al hombro, el abrazo, el beso interminable, el adios. Y el fundido a blanco. Aunque quemé todo lo demás, aunque me deshice de los souvenirs de nuestra historia, me quedó la memoria y ella sigue conmigo, portándose genial y no dejando que te recuerde a menudo. Sólo hoy. Dame este día.
No voy a pensar en lo que se perdió por el camino, en las cosas que quedaron por hacer, en los proyectos fracasados, los planes destruidos, las ilusiones rotas y las sonrisas diluídas. Te prometo que voy a pensar sólo en lo bueno. En cómo he cambiado desde entonces. Por y gracias a tí. En la fuerza que me diste. En el coraje que gracias a tí saqué. En la independencia que gané por tí. En las ganas de vivir la vida al segundo, pero a mi ritmo, sin prisas, disfrutándola. En la seguridad en mí misma. En todo aquello que no tenía y que me regalaste sin darte cuenta. Déjame pensar en ti. Cinco años después.
Madrid se viste diferente hoy, y también desde hace cinco años. Lo bueno es que, como dijo Lucía, puedo recuperarte si respiro con fuerza. Hasta en el último momento te cuidaste de quedar bien con el detalle más bonito de tu vida.
A ti, cenizas, te dedico esta tarde. Por quererme, por hacerme sentir viva, por darme fuerzas desde lo más alto de la Gran Vía, por demostrarme que hice bien quedándome, porque te quiero.
Hoy seguramente ya no tendríamos lo que tuvimos hace cinco. Quizá ni mantendríamos el contacto. Pero podríamos. De no ser…
Hoy tus ojos brillarían profundamente, más verdes que entonces y tu sonrisa lo diría todo. Ya habrías terminado la carrera. Quizá tendrías tu consulta propia. Y a Acuarela chuperreteando los dedos de tus pies mientras verías alguna peli desde el sillón. Y el piso ya terminado de pagar. De no ser…
Hoy son cinco años más, o cinco años menos.
¿Sabes qué es de mi vida? Estoy segura de que sí. Tenías el don de saber de mí por lejos que estuvieras. Pero guau, ya te gustaría ver en qué me he convertido. Apuesto a que estarías orgullosa, pues te hice caso en todas y cada una de las cosas. Aunque sigo siendo cobarde. Me falta valentía, como me faltó hace cinco años. Y me siguen costando las despedidas una barbaridad. Creo que jamás me acostumbraré a ellas, y eso sí que es culpa tuya.
Y si hoy me ves derramar alguna lágrima, que sepas que es porque recuerdo lo felices que fuimos. Hace cinco años.
No creas que estoy triste. Soy feliz, me hacen feliz. Unos más, otros menos, todos consiguen hacer de mi lo que ves ahora. Cinco años después.
Y que sepas que mantengo la última secuencia como la polaroid más brillante de mi album; jueves 21 de junio, 7 de la tarde, el clio rojo, los pantalones cortos, mi camiseta de dormir en tu bolsa azul, la bolsa al hombro, el abrazo, el beso interminable, el adios. Y el fundido a blanco. Aunque quemé todo lo demás, aunque me deshice de los souvenirs de nuestra historia, me quedó la memoria y ella sigue conmigo, portándose genial y no dejando que te recuerde a menudo. Sólo hoy. Dame este día.
No voy a pensar en lo que se perdió por el camino, en las cosas que quedaron por hacer, en los proyectos fracasados, los planes destruidos, las ilusiones rotas y las sonrisas diluídas. Te prometo que voy a pensar sólo en lo bueno. En cómo he cambiado desde entonces. Por y gracias a tí. En la fuerza que me diste. En el coraje que gracias a tí saqué. En la independencia que gané por tí. En las ganas de vivir la vida al segundo, pero a mi ritmo, sin prisas, disfrutándola. En la seguridad en mí misma. En todo aquello que no tenía y que me regalaste sin darte cuenta. Déjame pensar en ti. Cinco años después.
Madrid se viste diferente hoy, y también desde hace cinco años. Lo bueno es que, como dijo Lucía, puedo recuperarte si respiro con fuerza. Hasta en el último momento te cuidaste de quedar bien con el detalle más bonito de tu vida.
A ti, cenizas, te dedico esta tarde. Por quererme, por hacerme sentir viva, por darme fuerzas desde lo más alto de la Gran Vía, por demostrarme que hice bien quedándome, porque te quiero.
martes, junio 20, 2006
Elle, la fille
"Debo parecer tonto. Nos aferramos a nimiedades; un mechero, un billete roto y su primera mirada en el puente, una noche en que yo también intentaba tirarme.
No se deprima, amigo, sólo tiene que encontrar una noche en un puente a una chica con ojos grandes y tristes. Lo dejaré encendido [el mechero]. Nunca se sabe. Por si pasa por aquí."
La fille sur le pont / La chica del puente · Patrice Leconte, 1999
domingo, junio 18, 2006
Beatles & Murakami
I once had a girl
Or should I say she once had me
She showed me her room
Isn't it good Norwegian wood?
She asked me to stay
And she told me to sit anywhere
So I looked around
And I noticed there wasn't a chair
I sat on a rug biding my time
drinking her wine
We talked until two and then she said
it's time for bed
She told me she worked
in the morning and started to laugh
I told her I didn't
and crawled off to sleep in the bath
And when I awoke I was alone
This bird had flown
So I lit a fire
Isn't it good Norwegian wood?
Norwegian Wood · The Beatles
Una canción de domingos al sol.
Es la que dio título (en la version original y anglófila) al libro que aquí queda como "Tokio Blues".
Naoko lloraba en el libro cuando Reiko se la tocaba a la guitarra. A mi en cambio me recuerda a Midori, a esa noche con Watanabe.
La canción, el libro, los personajes, las estrofas, los ritmos, cada página resultan tremendamente cercanos, familiares, como si de alguna manera formaran parte de ti.
The Beatles y Haruki Murakami congenian bien.
martes, junio 13, 2006
Recuerdos
Están ahí, y no nos damos cuenta. Forman parte ya de nuestra memoria, de parte de nuestro pasado, de risas o llantos que vivimos tiempo atrás. Quedan atados a personas, lugares, situaciones lejanas que a veces creemos olvidadas. Pero hay ocasiones en que si miras con atención puedes encontrar el rastro que te lleve a ellos. Los recuerdos están aquí y ahora, en el más inmediato presente, y aparecen de vez en cuando para recordarnos lo que fuimos y lo que hicimos hace tiempo. En nuestro bolso, en la cartera, en un cajón cualquiera, en el fondo de una caja, en el bolsillo del abrigo que ya no te pones. Están en todas partes. En mi habitación se amontonan, casi todos pertenecen a un mismo dueño, por el tiempo, porque hacen mella los años, y tantos dan para mucho.
Pero encima de mi cama tengo una estantería, en ella hay un barquito de papel fruto de una papiroflexia sencilla. El papel es la ficha técnica de una película ("Lutero"). Ese barco fue producto de una tarde divertida y simpática que recuerdo con especial cariño; tarde de confesiones, de apertura de confianzas, de afianzamiento de amistades, de definir relaciones. Me lo regaló D., y aún está ahí, porque me hizo prometer que no lo tiraría, que sería responsable de que su barco no fuera a la deriva. No se me ocurriría faltar a esa promesa.
Un poco más arriba hay una caja roja, con un lazo a su alrededor. Está vacía, pero en su momento hubo algo dentro en forma de regalo. Un regalo adelantado de cumpleaños o siempre a tiempo para cualquier otra razón. Regalos bonitos e inesperados que siempre hacen sonreir. Incluso ahora, cuando abro la caja y la veo vacía. No está ahí. Pero sigue.
Y delante de mi escritorio tengo una caja donde guardo céntimos. Es mi forma peculiar de ahorrar [con cantidades más grandes soy incapaz]. Entre ellas hay un tapón de corcho. Peculiar. Es de aquella tarde de "pechada" en el cine, sin poder parar de reir, haciendo el ridículo enfrente de los clientes [gracias al cielo que no estaba aquel día mi jefe], descojonándonos por todo y por nada, sobre todo por nada, M. y yo detrás de taquilla. Dos locas sinsentido y sinverguenzas. Recuerdo lo ligera que acabé aquella tarde, como si en la risa se me hubieran ido kilos de preocupaciones. El tapón era mera excusa para la carcajada. Era lo que nos tirábamos la una a la otra para instarnos a callar. Era lo que al golpearnos en cualquier parte, sólo conseguía activarnos más aún. El tapón voló por los aires ese día. Hoy está aquí. Y cada vez que lo miro, no puedo evitar una sonrisa.
Y tengo el bono de transportes delante. Dentro seguro que hay algo a modo de recuerdo. Una entrada de cine. Varias más bien. Una especial. Está casi borrada. ¿Será por el paso del tiempo? Vorvik. Cine Doré. Sala 1. 17:30. 22-11-05. NO NUMERADA. No pone más. Y ni falta que hace. Recuerdo ese día como si fuera antes de ayer. Si me esfuerzo puedo hasta recordar qué ropa llevaba puesta. Recuerdo qué hicimos después. Recuerdo la compañía. Recuerdo muy bien la compañía, porque fue una ocasión especial. Para mí y para nosotras. Es un recuerdo curioso, porque aunque la película resultara soporífera, no podía parar de mirar la pantalla; la tentación que se me había sentado a mi derecha era demasiado poderosa. Y estábamos en las primeras filas.
Tengo por aquí también una entrada de cine vacía, sin imprimir. Es un recuerdo de verano. Huele a él. Al verano pasado. Es azul, cuadrada, pequeña. Y pone a mano "Al paraíso". Era mi entrada al paraíso. Me la regaló aquel chico misterioso que compartió agosto conmigo en el cine. Yo aún no la he gastado, porque no tiene fecha, ni hora de sesión. Pero a veces me pregunto si él llegó a tiempo al pase. A veces, muy de vez en cuando, me acuerdo de él. ¿Alcanzaría el paraíso? Porque esa entrada no era para mí.
Y tengo tantas cosas, que si empiezo no paro. Podría hacer varias entregas. La rosa roja, ya seca, que me regaló por Sant Jordi. El peluche al que, por más que lo intento, no puedo imaginármelo sin la voz de él por encima. El resguardo de la facturación del último viaje a Barna. El billete de vuelta del autobus Logroño-Madrid. El tapón de una botella de vino. Apuntes que no fueron tomados por mi. Una carta por responder desde hace meses encima de la mesa. Un billete de diez viajes de autobus a Madrid que usó una visita especial; se agotó hace un mes, justo hoy, treinta días. Y un despertador, naranja, sin pilas, pequeño, que marca las 3 y 4 minutos desde hace, calculo, seis meses al menos. Le quité las pilas en un atque de miedo compulsivo.
Demasiados. Todos bonitos. Los malos los tiro, los quemo o los escondo. Me gusta volver al pasado si es para sonreir. Me gustan los recuerdos. Me gustan que formen una pequeña parte de mi. O mejor aún, que yo los haya creado a ellos a medias con alguien. Me encanta.
Pero encima de mi cama tengo una estantería, en ella hay un barquito de papel fruto de una papiroflexia sencilla. El papel es la ficha técnica de una película ("Lutero"). Ese barco fue producto de una tarde divertida y simpática que recuerdo con especial cariño; tarde de confesiones, de apertura de confianzas, de afianzamiento de amistades, de definir relaciones. Me lo regaló D., y aún está ahí, porque me hizo prometer que no lo tiraría, que sería responsable de que su barco no fuera a la deriva. No se me ocurriría faltar a esa promesa.
Un poco más arriba hay una caja roja, con un lazo a su alrededor. Está vacía, pero en su momento hubo algo dentro en forma de regalo. Un regalo adelantado de cumpleaños o siempre a tiempo para cualquier otra razón. Regalos bonitos e inesperados que siempre hacen sonreir. Incluso ahora, cuando abro la caja y la veo vacía. No está ahí. Pero sigue.
Y delante de mi escritorio tengo una caja donde guardo céntimos. Es mi forma peculiar de ahorrar [con cantidades más grandes soy incapaz]. Entre ellas hay un tapón de corcho. Peculiar. Es de aquella tarde de "pechada" en el cine, sin poder parar de reir, haciendo el ridículo enfrente de los clientes [gracias al cielo que no estaba aquel día mi jefe], descojonándonos por todo y por nada, sobre todo por nada, M. y yo detrás de taquilla. Dos locas sinsentido y sinverguenzas. Recuerdo lo ligera que acabé aquella tarde, como si en la risa se me hubieran ido kilos de preocupaciones. El tapón era mera excusa para la carcajada. Era lo que nos tirábamos la una a la otra para instarnos a callar. Era lo que al golpearnos en cualquier parte, sólo conseguía activarnos más aún. El tapón voló por los aires ese día. Hoy está aquí. Y cada vez que lo miro, no puedo evitar una sonrisa.
Y tengo el bono de transportes delante. Dentro seguro que hay algo a modo de recuerdo. Una entrada de cine. Varias más bien. Una especial. Está casi borrada. ¿Será por el paso del tiempo? Vorvik. Cine Doré. Sala 1. 17:30. 22-11-05. NO NUMERADA. No pone más. Y ni falta que hace. Recuerdo ese día como si fuera antes de ayer. Si me esfuerzo puedo hasta recordar qué ropa llevaba puesta. Recuerdo qué hicimos después. Recuerdo la compañía. Recuerdo muy bien la compañía, porque fue una ocasión especial. Para mí y para nosotras. Es un recuerdo curioso, porque aunque la película resultara soporífera, no podía parar de mirar la pantalla; la tentación que se me había sentado a mi derecha era demasiado poderosa. Y estábamos en las primeras filas.
Tengo por aquí también una entrada de cine vacía, sin imprimir. Es un recuerdo de verano. Huele a él. Al verano pasado. Es azul, cuadrada, pequeña. Y pone a mano "Al paraíso". Era mi entrada al paraíso. Me la regaló aquel chico misterioso que compartió agosto conmigo en el cine. Yo aún no la he gastado, porque no tiene fecha, ni hora de sesión. Pero a veces me pregunto si él llegó a tiempo al pase. A veces, muy de vez en cuando, me acuerdo de él. ¿Alcanzaría el paraíso? Porque esa entrada no era para mí.
Y tengo tantas cosas, que si empiezo no paro. Podría hacer varias entregas. La rosa roja, ya seca, que me regaló por Sant Jordi. El peluche al que, por más que lo intento, no puedo imaginármelo sin la voz de él por encima. El resguardo de la facturación del último viaje a Barna. El billete de vuelta del autobus Logroño-Madrid. El tapón de una botella de vino. Apuntes que no fueron tomados por mi. Una carta por responder desde hace meses encima de la mesa. Un billete de diez viajes de autobus a Madrid que usó una visita especial; se agotó hace un mes, justo hoy, treinta días. Y un despertador, naranja, sin pilas, pequeño, que marca las 3 y 4 minutos desde hace, calculo, seis meses al menos. Le quité las pilas en un atque de miedo compulsivo.
Demasiados. Todos bonitos. Los malos los tiro, los quemo o los escondo. Me gusta volver al pasado si es para sonreir. Me gustan los recuerdos. Me gustan que formen una pequeña parte de mi. O mejor aún, que yo los haya creado a ellos a medias con alguien. Me encanta.
lunes, junio 12, 2006
Y-y-you know what I mean, right?
Hay tardes en que sólo puedes hacer una cosa. Sólo una. Hay tardes que se llaman "Woody Allen". Una barrita de incienso quemándose sobre la mesa. En culotte y tirantes porque hace un calor insoportable. Un té fresquito en tu vaso favorito. Unos filipinos por si entra hambre. Te recuestas en el silloncito de tu cuarto, con los pies en alto, disfrutando del momento porque es TU momento. Y entonces empiezas a recuperar escenas de películas míticas.
Misterioso asesinato en Manhattan... ¿será realmente tu película favorita? O mejor aún, ¿cómo piensas averiguarlo? No puedes parar de reir y la gente en tu casa empieza a verlo excesivamente extraño.
Annie Hall... ¿es que acaso no es maravillosa de principio a fin? Los diálogos, las excentricidades, su filosofía, el humor, ellos. Y sí, es que hay algunos que seguimos necesitando los huevos...
Hollywood ending... vale, no es la mejor. Algunos la apuntan en lo alto de la decadencia, pero a mi me sigue pareciendo asombrosa. Guarda su espíritu y aún se le ve en la mirada la luz del artista. Y consigue la risa, que es lo que yo venía buscando.
Hay tardes que están hechas para tí, pero por otra persona. Hoy le tocó a Woody ser mi cocinero de buen humor particular. El incieso hace rato que acabó, las tres películas también. Y a los filipinos les falta poco. Suena jazz desde lo más pronfundo del cd. "Woody Allen's movie music". Los dos volúmenes. Queda humor para rato.
Misterioso asesinato en Manhattan... ¿será realmente tu película favorita? O mejor aún, ¿cómo piensas averiguarlo? No puedes parar de reir y la gente en tu casa empieza a verlo excesivamente extraño.
Annie Hall... ¿es que acaso no es maravillosa de principio a fin? Los diálogos, las excentricidades, su filosofía, el humor, ellos. Y sí, es que hay algunos que seguimos necesitando los huevos...
Hollywood ending... vale, no es la mejor. Algunos la apuntan en lo alto de la decadencia, pero a mi me sigue pareciendo asombrosa. Guarda su espíritu y aún se le ve en la mirada la luz del artista. Y consigue la risa, que es lo que yo venía buscando.
Hay tardes que están hechas para tí, pero por otra persona. Hoy le tocó a Woody ser mi cocinero de buen humor particular. El incieso hace rato que acabó, las tres películas también. Y a los filipinos les falta poco. Suena jazz desde lo más pronfundo del cd. "Woody Allen's movie music". Los dos volúmenes. Queda humor para rato.
viernes, junio 09, 2006
LHC · El arte del escaqueo
Estos tunantes cada vez se superan más.
O si no atentos a este nuevo sketch de Retropecter (v. tb. La hora Chanante), "El arte del escaqueo", o cómo dejar que las cosas las hagan los demás, o cómo demostrar al mundo que pasas de todo.
Así es como hay que escaquearse.
¿Veis, veis como pasan de todo? Eso son unos buenos escaqueos. Ellos no se cantean.
Yo no puedo parar de reir. Es una lección de vida. Y además, delirante.
Carpe Diem, amigos!
jueves, junio 08, 2006
Mundial06
Y aún no ha empezado.
Si ya se ponen así de eufóricos sin haber metido un solo gol y con sólo hacer el anuncio, yo no me quiero imaginar los aspavientos de tantas manos convencidas con el balón ya en el campo de juego.
Y aún así, me quedo con Argentina; me parecen gente más sanica y cuerda. A pesar de lo de los hotdogs.
lunes, junio 05, 2006
El segundo... y el último
No hay uno sin dos. Y si hay sólo uno, suele ser un rollo. Dos mejor que uno, que así se hacen compañía el uno al otro y se complementan.
Hoy hablamos de discos, de música… del primero que abre camino y determina en cierta medida el futuro del cantante o del grupo y se enmarca en su estilo, y del segungo, el que puede ser el paso en falso o el salto hacia la confirmación de un éxito. Desmintamos aquello de que segundas partes nunca fueron buenas. Rompamos prejuicios. El segundo disco es siempre importante. Es esperado. Es discutido. Es temido. Y cuando, como en los casos que siguen, es el último además de segundo, es novedad, y por tanto, más fácil de escuchar y más accesible.
¡Atención coolhunters!
LONELY JOE
The dark ghost of shame, 2004
Songs from the low side, 2005
Ya os hablé de este gran personaje. Un Leonard Cohen reinventado con su esencia propia y su carácter original. Una concepción distinta de la música que se hace sobre la marcha y que suena diferente cada vez. Apareció en las estanterías de música alternativa de las tiendas de música hace un par de años y pocos llegaron a conocerlo entonces. Y eso que el disco (más en forma de EP que de otra cosa) no llegaba a los diez euros. Se lanzó al vacío con este segundo, que aunque tampoco se puede decir que haya sonado mucho más, se ha ganado el reconocimiento de unos cuantos. Merece la pena. Me quedo con el primero, no obstante, un disco algo más intimista y profundo. No apto para los que quieren huir de melancolías, avisados quedáis.
FRANZ FERDINAND
Franz Ferdinand, 2004
You could have it so much better, 2005
Los de Glasgow llegaron el año pasado pegando fuerte. Su segundo, y último disco hasta el día de hoy se ha convertido en un eco que se oye allá donde digas en voz alta el nombre del grupo. Ya se ha hecho con canciones míticas que les definen, y que por lo pegadizas que son, resulta inevitable no dejarse bailar por ellas. No hay mucho que decir. Aunque acaecido del mal de las “letras simples” en que algunos grupos tienden a caer, este segundo disco viene con más fuerza y más energia. Franz va por el buen camino.
ANTONY AND THE JOHNSONS
Antony and the johnsons, 2000
I am a bird now, 2005
Androginia. Extrañeza. Música rara, hipnótica, elegante y agridulce. Algunos de los calificativos para Antony, un outsider más de los noventa. Este cantante, siguiendo a cierta distancia los pasos de grande como Jeff Buckley o el genial Rufus Wainwright, sorprendió el año pasado con un disco que se hizo famoso sólo por su segundo tema (Hope there’s someone). El primero de sus LP permanece en el olvido por lo difícil que es llegar a él, demostrando que este es uno de esos casos en que la excepción confirma la regla. Con Antony, más valió el segundo.
OK GO
OK go, 2002
Oh no, 2005
De Chicago, con el pop en la guantera, el rock en el limpiaparabrisas y lo indie en el espejo retrovisor, este grupo que suena y resuena y sigue sonándonos a algo, estrenaron disco el año pasado. Oh no, fuerte y radical, más cañero, más pegadizo y más mejor, se nos mete hasta el tímpano y suena amable, como si ya lo conociéramos. Y eso es bueno. Sensación de familiaridad con un grupo del que pocos habrán oído hablar. Aunque su primer paso (Ok go) no desmerece en absoluto, éste su segundo y último, es más de lo que nadie esperará escuchar. Merece la pena.
MARLANGO
Marlango, 2004
Automatic Imperfection, 2005
Tremendo dilema. Con Marlango me resulta especialmente difícil elegir entre primero y segundo, y aún así, y sin que nadie me lo haya pedido, lo hago. Me quedo con el primer, por su It’s all right, por el Maybe, por el Madness y el Green on blue. Porque le estoy tremendamente agradecida. Por lo que me descubrió casi sin querer. El segundo sólo vino a confirmar que Marlango crece bien. Que está en plena adolescencia y que se le ve que disfruta alegre de su juventud. Pero su nacimiento fue digno de enmarcar. Todo un acontecimiento. Este mes reeditan el segundo con nuevas versiones, con meros accesorios que lo embellecen, aunque por dentro lleve la misma esencia. El año que viene, tercero. Se prevee precioso. Ya hay nueva canción. Walkin’ on the SOHO. Y suena que te cagas…
MANDO DIAO
Bring’em in, 2003
Hurricane Bar, 2005
Garage rock + punk + pop sueco + aggresive teens = Mando Diao
Hace tres años de aquel primer disco que es rescatado hoy como si fuera una joya de los ochenta. No es para menos. El Bring’em in conserva dentro canciones de esas que te llevarías a una isla desierta (Sheepdog, Paralyzed, Motown blood). Es uno de esos grupos nuevos de rock que nacen para deshidratar. Para que bailes y te vuelvas loca. Para que grites. Para desahogar y para soltar adrenalina en cantidades industriales. Puede que no lo sepáis, pero hay disco nuevo y renovado, aunque suena como si fuera una segunda parte más. Hurricane Bar es genial como el primero, aunque precisamente por eso, porque no se nota mucha evolución, queda en preliminar. Bring’em in seguirá siendo el orgasmo de Mando.
TEDDY THOMPSON
Teddy Thompson, 2000
Separate ways, 2006
De Londres y con la etiqueta del Folk-rockeado, nos trae una música diferente a la que se oye por todas partes. Más madura, menos juguetona. Como el niño que se ha hecho adulto y que tiene la cabeza más sentada sobre los hombros. Letras que desafían e imponen porque se nota que se está seguro de lo que dicen. Teddy lo tiene todo muy claro. El Separate Ways es la estrella que brilla por luz propia. Tracy Chapman haría duetos con Teddy Thompson. Con eso lo digo todo.
LA SONRISA DE JULIA
Caminos diferentes, 2004
Volver a empezar, 2006
Hace poco, muy poco, os contaba mi estupefacción ante este nuevo descubriemiento. La sonrisa de Julia, grupo norteño, masculino y muy empático, apareció tímidamente hace un par de años. Este mes de mayo suena con fuerza en cines, en tiendas, en cafeterías cool y en los ipod de gente con buen gusto. Volver a empezar es paso adelante con el que los atrevidos y los desinhibidos se sentirán identificados. Volver a empezar es lo que todos deberíamos hacer de vez en cuando. La sonrisa lo hace mejor que nunca. Los caminos siguen ahí pero lo más bonito de la vida es caminar sobre tus pasos y volverlos a recorrer pasado un tiempo. Dos años están bien. Les han sentado de maravilla.
KEANE
Hopes and fears, 2004
Under the iron sea, 2006
Hopes and fears sonó. Sobresonó. Demasiado. Casi rozando la saturación. ¿Quién no se sabe algunos de los ritmillos que llenaban aquel disco? ¿Quién no, incluso, los estribillos o las letras al completo?
Ahora vuelve con este nuevo album, que yo no he escuchado. Me invade la intriga. ¿Será bueno, será mejor o será peor? ¿Qué será?
Hoy hablamos de discos, de música… del primero que abre camino y determina en cierta medida el futuro del cantante o del grupo y se enmarca en su estilo, y del segungo, el que puede ser el paso en falso o el salto hacia la confirmación de un éxito. Desmintamos aquello de que segundas partes nunca fueron buenas. Rompamos prejuicios. El segundo disco es siempre importante. Es esperado. Es discutido. Es temido. Y cuando, como en los casos que siguen, es el último además de segundo, es novedad, y por tanto, más fácil de escuchar y más accesible.
¡Atención coolhunters!
LONELY JOE
The dark ghost of shame, 2004
Songs from the low side, 2005
Ya os hablé de este gran personaje. Un Leonard Cohen reinventado con su esencia propia y su carácter original. Una concepción distinta de la música que se hace sobre la marcha y que suena diferente cada vez. Apareció en las estanterías de música alternativa de las tiendas de música hace un par de años y pocos llegaron a conocerlo entonces. Y eso que el disco (más en forma de EP que de otra cosa) no llegaba a los diez euros. Se lanzó al vacío con este segundo, que aunque tampoco se puede decir que haya sonado mucho más, se ha ganado el reconocimiento de unos cuantos. Merece la pena. Me quedo con el primero, no obstante, un disco algo más intimista y profundo. No apto para los que quieren huir de melancolías, avisados quedáis.
FRANZ FERDINAND
Franz Ferdinand, 2004
You could have it so much better, 2005
Los de Glasgow llegaron el año pasado pegando fuerte. Su segundo, y último disco hasta el día de hoy se ha convertido en un eco que se oye allá donde digas en voz alta el nombre del grupo. Ya se ha hecho con canciones míticas que les definen, y que por lo pegadizas que son, resulta inevitable no dejarse bailar por ellas. No hay mucho que decir. Aunque acaecido del mal de las “letras simples” en que algunos grupos tienden a caer, este segundo disco viene con más fuerza y más energia. Franz va por el buen camino.
ANTONY AND THE JOHNSONS
Antony and the johnsons, 2000
I am a bird now, 2005
Androginia. Extrañeza. Música rara, hipnótica, elegante y agridulce. Algunos de los calificativos para Antony, un outsider más de los noventa. Este cantante, siguiendo a cierta distancia los pasos de grande como Jeff Buckley o el genial Rufus Wainwright, sorprendió el año pasado con un disco que se hizo famoso sólo por su segundo tema (Hope there’s someone). El primero de sus LP permanece en el olvido por lo difícil que es llegar a él, demostrando que este es uno de esos casos en que la excepción confirma la regla. Con Antony, más valió el segundo.
OK GO
OK go, 2002
Oh no, 2005
De Chicago, con el pop en la guantera, el rock en el limpiaparabrisas y lo indie en el espejo retrovisor, este grupo que suena y resuena y sigue sonándonos a algo, estrenaron disco el año pasado. Oh no, fuerte y radical, más cañero, más pegadizo y más mejor, se nos mete hasta el tímpano y suena amable, como si ya lo conociéramos. Y eso es bueno. Sensación de familiaridad con un grupo del que pocos habrán oído hablar. Aunque su primer paso (Ok go) no desmerece en absoluto, éste su segundo y último, es más de lo que nadie esperará escuchar. Merece la pena.
MARLANGO
Marlango, 2004
Automatic Imperfection, 2005
Tremendo dilema. Con Marlango me resulta especialmente difícil elegir entre primero y segundo, y aún así, y sin que nadie me lo haya pedido, lo hago. Me quedo con el primer, por su It’s all right, por el Maybe, por el Madness y el Green on blue. Porque le estoy tremendamente agradecida. Por lo que me descubrió casi sin querer. El segundo sólo vino a confirmar que Marlango crece bien. Que está en plena adolescencia y que se le ve que disfruta alegre de su juventud. Pero su nacimiento fue digno de enmarcar. Todo un acontecimiento. Este mes reeditan el segundo con nuevas versiones, con meros accesorios que lo embellecen, aunque por dentro lleve la misma esencia. El año que viene, tercero. Se prevee precioso. Ya hay nueva canción. Walkin’ on the SOHO. Y suena que te cagas…
MANDO DIAO
Bring’em in, 2003
Hurricane Bar, 2005
Garage rock + punk + pop sueco + aggresive teens = Mando Diao
Hace tres años de aquel primer disco que es rescatado hoy como si fuera una joya de los ochenta. No es para menos. El Bring’em in conserva dentro canciones de esas que te llevarías a una isla desierta (Sheepdog, Paralyzed, Motown blood). Es uno de esos grupos nuevos de rock que nacen para deshidratar. Para que bailes y te vuelvas loca. Para que grites. Para desahogar y para soltar adrenalina en cantidades industriales. Puede que no lo sepáis, pero hay disco nuevo y renovado, aunque suena como si fuera una segunda parte más. Hurricane Bar es genial como el primero, aunque precisamente por eso, porque no se nota mucha evolución, queda en preliminar. Bring’em in seguirá siendo el orgasmo de Mando.
TEDDY THOMPSON
Teddy Thompson, 2000
Separate ways, 2006
De Londres y con la etiqueta del Folk-rockeado, nos trae una música diferente a la que se oye por todas partes. Más madura, menos juguetona. Como el niño que se ha hecho adulto y que tiene la cabeza más sentada sobre los hombros. Letras que desafían e imponen porque se nota que se está seguro de lo que dicen. Teddy lo tiene todo muy claro. El Separate Ways es la estrella que brilla por luz propia. Tracy Chapman haría duetos con Teddy Thompson. Con eso lo digo todo.
LA SONRISA DE JULIA
Caminos diferentes, 2004
Volver a empezar, 2006
Hace poco, muy poco, os contaba mi estupefacción ante este nuevo descubriemiento. La sonrisa de Julia, grupo norteño, masculino y muy empático, apareció tímidamente hace un par de años. Este mes de mayo suena con fuerza en cines, en tiendas, en cafeterías cool y en los ipod de gente con buen gusto. Volver a empezar es paso adelante con el que los atrevidos y los desinhibidos se sentirán identificados. Volver a empezar es lo que todos deberíamos hacer de vez en cuando. La sonrisa lo hace mejor que nunca. Los caminos siguen ahí pero lo más bonito de la vida es caminar sobre tus pasos y volverlos a recorrer pasado un tiempo. Dos años están bien. Les han sentado de maravilla.
KEANE
Hopes and fears, 2004
Under the iron sea, 2006
Hopes and fears sonó. Sobresonó. Demasiado. Casi rozando la saturación. ¿Quién no se sabe algunos de los ritmillos que llenaban aquel disco? ¿Quién no, incluso, los estribillos o las letras al completo?
Ahora vuelve con este nuevo album, que yo no he escuchado. Me invade la intriga. ¿Será bueno, será mejor o será peor? ¿Qué será?
jueves, junio 01, 2006
Muros
Estamos rodeados. Si miras, los verás, por todas partes. Desde Tijuana, a Oriente Medio. Cayó Berlín y se olló un estruendo en Europa, en Occidente, entre las mentes y las almas de los revolucionarios del siglo pasado. Algunos guardan fotos, el recuerdo de lo que significó echarlo abajo. Ya forma parte de la historia. Entra en temarios. Pero aún siguen en pie otros "muros de la vergüenza", que más que eso dan pena, o miedo, o intranquilidad. Cisjordania. El Sahara Occidental. Ceuta y Melilla. Quebec. ¿Cuántos más?
Todo lleno. Cientos de metros, toneladas de hormigón armado, de rejilla electrificada, punzante y dañante. Todos protegen. O defienden. U ofenden.
Nosotros mismos tambien lo hacemos con nuestras propias vidas: muros de aire que creemos invencibles, que nos garantizan invulnerabilidad de por vida mientras siga en pie y nos aseguran que nadie entrará en nuestro espacio vital a dañarnos, a volver a abrir aquella(s) herida(s) que tanto dolió(eron). Y nos lo creemos del todo, porque para eso pusimos nosotros la primera piedra. Somos fundadores de nuestra propia muralla. Lo fuerte es cuando una se gira y se da cuenta de que ha llegado un punto en que no sabe si está dentro o fuera.
El interior y el exterior no existen en una valla longitudinal. Ni vertical. Puede extenderse millas y kilómetros más allá, romper Asia en dos, o llegar a la estratosfera. Da igual, no dejará de ser una línea gruesa en un mapa áereo.
¿Quién está dentro? ¿El Polisario o Marruecos? ¿Israel o Palestina? ¿Yo o el peligro? ¿He logrado aislar al ataque externo encerrándolo? ¿O me he encerrado a mí misma?
Barreras y muros. Vallas y burbujas personales. Todo acaba igual. O derribado o abierto. Nadie aguanta la incertidumbre y la desorientación de no saber en qué punto se enuentra.
Paradójico, hace unos días hablaba en este mismo blog de caminos, de adonde te llevan, de cómo y con quienes son capaces de sorprender, de la experiencia de andarlos y desandarlos, de vivir caminando. Pues bien, el muro mata al camino. El muro es el veneno de las ilusiones. El talibán de la esperanza. La antítesis de eso tan bonito que es caminar por la vida. Y total, ¿para qué? Un muro es un trozo de piedra, pero grande. Te hace dar un rodeo enorme, perder mucho tiempo de un modo innecesario, pero al final, si quieres, acabas llegando a tu meta. Pero te puedes perder. Puedes olvidar a donde ibas. Puedes no llegar a tiempo. Pueden pasar tantas cosas...
Deja que caiga solo. No por la fuerza, por sí mismo, pedacito a pedacito. Toma aliento y confía. Siempre hay una pequeña grieta por donde pasa el aire, por donde brilla la luz, por donde meter el dedito y abrirla hasta que se haga grande y se empiece a desquebrajar. La quarentena es una broma, una trampa de 'los otros', los que se creen más listos que tú, para hacerte creer que fuera hay mucho peligro, pero en el fondo no es para tanto. Sólo hace falta ser fuerte en una misma, no crear artificios externos ni corazas, que eso es de la edad media. Yo, si quieres, te espero fuera, (o dentro) para darte la bienvenida. Y si no convence, piensa que siempre habrá alguien que, por mucha muralla, sabrá ver lo que hay detrás (o delante) de ella.
Todo lleno. Cientos de metros, toneladas de hormigón armado, de rejilla electrificada, punzante y dañante. Todos protegen. O defienden. U ofenden.
Nosotros mismos tambien lo hacemos con nuestras propias vidas: muros de aire que creemos invencibles, que nos garantizan invulnerabilidad de por vida mientras siga en pie y nos aseguran que nadie entrará en nuestro espacio vital a dañarnos, a volver a abrir aquella(s) herida(s) que tanto dolió(eron). Y nos lo creemos del todo, porque para eso pusimos nosotros la primera piedra. Somos fundadores de nuestra propia muralla. Lo fuerte es cuando una se gira y se da cuenta de que ha llegado un punto en que no sabe si está dentro o fuera.
El interior y el exterior no existen en una valla longitudinal. Ni vertical. Puede extenderse millas y kilómetros más allá, romper Asia en dos, o llegar a la estratosfera. Da igual, no dejará de ser una línea gruesa en un mapa áereo.
¿Quién está dentro? ¿El Polisario o Marruecos? ¿Israel o Palestina? ¿Yo o el peligro? ¿He logrado aislar al ataque externo encerrándolo? ¿O me he encerrado a mí misma?
Barreras y muros. Vallas y burbujas personales. Todo acaba igual. O derribado o abierto. Nadie aguanta la incertidumbre y la desorientación de no saber en qué punto se enuentra.
Paradójico, hace unos días hablaba en este mismo blog de caminos, de adonde te llevan, de cómo y con quienes son capaces de sorprender, de la experiencia de andarlos y desandarlos, de vivir caminando. Pues bien, el muro mata al camino. El muro es el veneno de las ilusiones. El talibán de la esperanza. La antítesis de eso tan bonito que es caminar por la vida. Y total, ¿para qué? Un muro es un trozo de piedra, pero grande. Te hace dar un rodeo enorme, perder mucho tiempo de un modo innecesario, pero al final, si quieres, acabas llegando a tu meta. Pero te puedes perder. Puedes olvidar a donde ibas. Puedes no llegar a tiempo. Pueden pasar tantas cosas...
Deja que caiga solo. No por la fuerza, por sí mismo, pedacito a pedacito. Toma aliento y confía. Siempre hay una pequeña grieta por donde pasa el aire, por donde brilla la luz, por donde meter el dedito y abrirla hasta que se haga grande y se empiece a desquebrajar. La quarentena es una broma, una trampa de 'los otros', los que se creen más listos que tú, para hacerte creer que fuera hay mucho peligro, pero en el fondo no es para tanto. Sólo hace falta ser fuerte en una misma, no crear artificios externos ni corazas, que eso es de la edad media. Yo, si quieres, te espero fuera, (o dentro) para darte la bienvenida. Y si no convence, piensa que siempre habrá alguien que, por mucha muralla, sabrá ver lo que hay detrás (o delante) de ella.
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