busca entre mis delirios
miércoles, marzo 02, 2005
Sideways, 2004
Alexander Payne, con tan sólo 44 años y muy pocas películas a sus espaldas, ha sido capaz este año de sorprender a muchos con su nuevo y según la opinión de la inmensa mayoría, mejor trabajo.
De nuevo se recurre a la opción de la difusión de las fronteras entre lo cómico y lo dramático sobre lo que ironizaría con gran acierto el gran Woody Allen en Melinda y Melinda.
Qué hay de cómico en un desastre y qué de dramático en un chiste. Todo gira sobre lo mismo, y con Sideways cuesta decidir cuando has de reirte y cuando la pena que te dan los protagonistas te da ganas de parar y echarte a llorar.
Son dos personajes patéticos, uno más que otro; un nerd a la nueva usanza y un espabilado que emprenden un viaje a modo de despedida de soltero de este último. No necesitas saber mucho más.
Lejos de ser una maravilla del cine, es una notable forma de salir medianamente satisfecha de una sala de cine. Desde luego yo no seré de las que entronen la película como película clave del pasado año 2004, ni muchísimo menos, pero sí en cambio la recomendaré a todos aquellos que quieran comprobar con sus propios ojos cómo se hace en USA una buena película con sentimientos como guión y alejándose de este modo de los efectos especiales y de los colorantes y conservantes para la masa comercial y palomitera.
Por último apuntar un pequeño detalle: lo había leído y sin embargo no llegaba a comprender la relación que algunos señalaban entre Sideways y Confidencias muy íntimas, que comenté hace muy poco en este blog. Efectivamente hay cierta semejanza, pero consideraría el parecido sólo y exclusivamente en el desenlace de la cinta, justo en sus últimos minutos. Ambas películas terminan de un modo muy semejante, con ciertos elementos –de los que me abstendré comentar, obviamente- pero aún con eso, pienso que el recurso a la sensiblería y el buen hacer del cine tiene mejores resultados en la película francesa de Leconte que en la que comentamos hoy.
Quien haya podido ver las dos, espero comprenda estas últimas palabras mías.
Por cierto, si sois amantes del buen vino y de todo su ritual, os afianzaréis en vuestra postura, pero si no lo sois, seguro que os pica la curiosidad.
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