busca entre mis delirios

martes, enero 30, 2007

Sorpréndeme

... Con un comentario audaz. Con tres palabras bien dispuestas. Con una foto cuidadosamente elegida. Con una recomendación literaria. Con una invitación al cine. Con una sonrisa espontánea. Con una gominola de premio. Con una mirada encontrada. Con una canción. Con una confesión inconfesablemente confesable. Con una paseo ligero por aquí o por allá, a cualquier hora y con cualquier motivo. Con una visita imprevista. Con un abrazo deseado y no pedido. Con un gesto_un movimiento_un roce_una caricia. Con una notita metida en mi bolso. Con un sobre durmiendo en mi buzón. Con una tableta de chocolate de regalo. Con un email esperando en mi bandeja. Con un barquito de papel recién hecho dispuesto para mi travesía. Con una propuesta atrevida_divertida_loca_excéntrica_delirante. Con una reflexión profunda a flor de piel. Con un chiste. Con un acercamiento entre coincidencias tuyas_mías. Con un cd llenito de todo eso a lo que suenas tú. Con una dosis de cosquillas extremas. Con una foto de lo que ves cuando sales de casa cada mañana. Con un dibujo que me diga cómo ves el mundo. Una caricatura que me estalle por dentro. Con una invitación espontánea a café y dos horas de conversación mientras se enfría...

Sorpréndeme con cualquier cosa que no espere, que no vea venir, que me alegre el día.
Tú sorpréndeme, que yo me dejo.

exclamación abierta

jueves, enero 25, 2007

Háblame

Háblame de cómo se ve este fondo azul desde allí. De lo que te transmite. Mar.cielo.aire.melancolía.tristeza.paz.silencio.pureza.frío. De si sus puntitos son allí también azules-verdes-rojos. Dime si te llega el olor del incieso que se quema mientras te escribo esto. Si tienen acaso mis delirios materia olorosa. Háblame de tí, que me has visto amanecer, trasnochar, irme, volver. Dime si te fijaste en mis ojos llorosos de aquel día. O si viste la sonrisa en mi boca al leerte. Cuéntame qué hacías aquel martes despierta a las dos de la mañana. O ahora. Háblame de los momentos que compartimos sin que muchas veces me diera cuenta. Háblame de tus últimos 868 días, los míos ya te los sabes. Háblame de tus manos_las que manejan las letras que me escribes_las que me dejan mensajitos tatuados en prosa por todo mi cuerpo_las que se arrastran sobre mí, suben, bajan, se deslizan, se escurren; me recorren entera. Cuéntame de esos deditos tuyos que se meten donde les apetece, que cotillean entre mis entresijos, que me descubren secretos, me desnudan intimidades, me avergüenzan con lunares del pasado que hasta yo había olvidado que tenía. Cuéntame de esos dedos curiosos, inquietos, que buscan sin esperar encontrar entre mis zonas públicas. Que se pasean entre las curvas de mis letras, recorriéndolas en diagonal, tocando los puntos clave. Háblame de si tú también sientes la agonía de las cosquillas. Háblame de esos ojos vivos tuyos que saben leer entre las líneas de mi camiseta, que descubren bajo ellas mi ropa interior. Dime si captaste lo que no dije pero quise decir. Los silencios a dos voces. Háblame de tí. Yo soy lo que lees: un poquito más y un poquito menos. Sólo eso. Pero y tú... interrogante abierto.

Photobucket - Video and Image Hosting

Lesbians Lovin' Loudly

Esto es lo que pasa si cabreas mucho a una mujer. ¿Qué diría Simone de Beauvoir, la misma de afirmó que el problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres?


Ya ha empezado la cuarta temporada de The L Word. Y van por el tercer episodio. Para quien le interese y no lo sepa.

miércoles, enero 24, 2007

Je l'aime

Anna Karina y Eddie Constantine en Alphaville, un film de Jean-Luc Godard, 1965


"El amor es el espacio y el tiempo medido por el corazón", Marcel Proust

lunes, enero 22, 2007

Annie Hall somos un poco todas

¿Os acordáis de las palabras con que abre la película homónima de Woody Allen? Ese momento que pasaría más tarde a la historia anecdótica del cine, donde el propio director, convertido a sí mismo en protagonista desde el primer plano, sale delante de la pantalla con un fondo naranja de fondo y contando uno de sus chistes sin gracia implícita nos explica lo que piensa de la vida; que es una consecución de soledades, de miserias, sufrimiento e infelicidad... ¡y que encima se acaba demasiado pronto!

¿Os acordáis por casualidad ahora de las últimas frases? Ese final apoteósico con Alvy despidiendo a Annie en un paso de peatones, observando impasible como se aleja de él, y comprendiendo que lo hace también de sus sentimientos. Que la pierde. O que la ha perdido hace mucho tiempo. Y en off escuchamos: "Después de aquello, se hizo bastante tarde, y ambos nos teníamos que marchar, pero fue genial ver a Annie de nuevo. Me di cuenta de la maravillosa persona que era y... y de cuanta diversión me había aportado conocerla. Y entonces pensé en aquel viejo chiste, ¿sabes? Este tipo que va al psiquiatra y le dice “doctor, mi hermano está loco; ¡cree que es una gallina!” Y el doctor le dice “¿y por qué no le interna?” y el tipo le dice “Lo haría, ¡pero necesito los huevos!”. Bueno, creo que eso expresa justo como me siento con respecto a las relaciones: ¿sabes? son totalmente irracionales, excéntricas y absurdas y… pero bueno, supongo que seguimos en ellas porque la mayoría de nosotros necesitamos los huevos."

Pues yo creo que Woody tenía mucha razón. Creo que su razonamiento se adapta perfectamente a esas personas que sufren por las relaciones pero que siguen cayendo una vez tras otra, alternando heridas con besos, compaginando alegrías con disgustos sencillamente porque necesitan sentirse queridos. O no estar solos. O tener un punto de apoyo. O un apego al que agarrarse si el barco se hunde. O un poco de todo junto.
Las relaciones es lo que tienen: la complejidad adherida a su solapa. El misterio de dos seres humanos que se juntan por primera vez, que comienzan a hablar, que de ahí pasan a conocerse, que de las primeras conversaciones les nace la empatía, que tras un tiempo de maduración e incubación podrá convertirse en cualquiera de los modelos que adopta las relaciones y que tras este momento, el enigma eclipsa las previsiones.
Y da igual lo que nos aconsejen desde fuera, o lo que nos digamos a nosotros mismos en forma de promesas futuras, muy seguras ellas de su propida fortaleza... en el fondo acabaremos cayendo otra vez. Porque... ¿qué haríamos sin huevos?

miércoles, enero 17, 2007

Cronotopos

Había una vez esta tarde, en el ascenso de las escaleras lentas pero mecánicas que ascienden de los infiernos de la línea 10 de metro hacia la luz exterior de la calle Fuencarral, un pensamiento flotando en mi mente. Nadie, ni yo, sabe qué corría en esos instantes por el flujo nervioso de mis neuronas. Cosas de chicas, seguro.
De pronto, y cuando el primer rayo de luz de tarde nublada entró en lo más profundo de las córneas de mis ojos, mi boca lanzó un silencioso aullido de sorpresa. Un ah! perfectamente intercambiable por todas las vocales existentes ahogado en el impacto de una imagen externa. Un camello en Tribunal. Y no uno de los de finde, no el Chavi ni el Puma. Un camello con joroba. Un ungulado. Y no uno, sino dos, haciéndose compañía culo con boca. En procesión. De desfile. Y yo preguntándome concretamente si el tren que había tomado me había llevado a una época pasada. O a una peli de Kusturika. O (por-dios-espero-que-no) de vuelta a Babel. O a una escena típica desarrollada en algún país árabe. O a Indiana Jones. Y entonces me acordé de lo mal que lo pasa la pobre chica por culpa de la lengua curiosa y entrometida de uno de esos animales. Y me entró el miedo, así que empecé a andar. Y vi a un tucán. Y entonces mis esquemas mentales volvieron a descolocarse. ¿Entonces ahora había abandonado Oriente Próximo para irme a Sudamérica? ¿Qué coño pasa con el Metro últimamente?
Asi que de pavor e incertidumbre, aceleré el paso, bajando fuencarral lo más rápido que pude, adelantando así a los jorobados que querían ganarme la carrera, y pasándolos finalmente de lado. Y entonces me vi en la puerta del Mercado, lejos ya de los animales que habían tomado una perpendicular, con todas esas crituras humanas encantadoras, sus chapas, sus Vans, el Starbucks, el Lateral, los pelos cortos, las faldas de colorines, las miradas inquietas, las sonrisas curiosas... y respiré (de alivio).

domingo, enero 14, 2007

Y aún no han empezado

A ver si terminan ya los exámenes y puedo invitar por fin a mi Moleskine a un té calentito y ponerle al día de mis idas y venidas, o llevarme a Nosoträsh de paseos circulares por las placitas de Madrid, o perderme con Tom Waits por los Austrias, o volver a delirar con mi pilot negro de tinta gel y dejarle que me cuente lo primero que se le pase por la bola, que dibuje lo primero que le pase por delante, o descubrir con Beauvoir nuevos cafés y lounges, tirarme entre sus cojines y defender con pasión el existencialismo, o pasarme por la filmoteca para ver cualquier película, o dejarme encontrar por la calle con caras conocidas de siempre o de ayer, o verlo todo desde la mirilla rectangular del visor de mi reflex, o dejarme invitar cuando caiga la noche a una rica margarita en el Manuela, y deshojarla para descubrir si mequiereonomequiere, o madrugar a la mañana siguiente para perderme por el Reina Sofía, y divertirme contemplando su fauna y flora itinerante, o quedar en serio con algún hada para tomar café, o volver a Barcelona y asfixiarme/os en abrazos...

miércoles, enero 10, 2007

Suppose I never...

¿No es maravilloso verse embrujado por algo que no habías probado nunca antes, que no sabes muy bien cómo, ni cuándo, ni por qué llegó a tí, que no conoces sus efectos, que no sabes de sus contraindicaciones e interaciones, que te lleva alto y te asusta un poco al principio para luego dejarte volando durante un buen rato, alas al viento, ascendiendo en posición horizontal hacia nadie sabe donde, por encima de las nubes y por debajo del universo, riendo, feliz, alegre y tranquila, saludando a la paz interior que desprendes tú desde dentro, saboreando la risa y relamiendo los suspiros, e ir bajando poco a poco, cuando va decayendo su fuerza, cesando sus efectos, caducando su encanto, acabando su poder, apagándose por momentos, y ver que llega el fin, que ya no hay más, que casi sin quererlo te está dejando caer delicadamente al suelo de nuevo, y tú que no quieres llegar a tocarlo hasta dentro de un buen rato, notas que te has enganchado completamente a ella, que quieres más, otra pequeña pildorita, sólo una más, prometido, sólo un ratito, de verdad, que si nadie lo para, vas a necesitar una desintoxicación pronta?


"Fidelity" · Regina Spektor (Begin to hope, 2006)

martes, enero 09, 2007

Puntos suspensivos


"La mitad de nuestras vidas" · La buena vida (Vidania, 2006)



Hay una cosa bellísima de las noches de insomnio: no preocuparse por no lograr dormir.
Los estados de vigilia son necesarios también. El sueño está sobrevalorado. Pero estar despierta significa permanecer alerta, pendiente, meditante, pensante, racional, viva. Todo lo contrario a cuando duermes, que sólo vive una pequeña y diminuta parte de tí; lo demás muere entre las sábanas, el edredón y la almohada.
Las noches de insomnio son un regalo de tu propia naturaleza para que te lo dediques a tí misma, para que aproveches sus horas, para que divagues en la soledad de una noche silenciosa, para que te sientas la única en muchos pisos arriba y abajo, derecha e izquierda que mantiene a esas horas los ojos abiertos, para que avances páginas en ese libro que alguien te regaló y que te ha cautivado por completo, para que pienses en la situación de los satélites de tu planeta, o de la luna, que si miras por la ventana, brilla fulgurante e inmensa, en estado menguante, pero siempre más grande y potente de lo que la recordabas de la última vez que la miraste, o para que pienses en las grandezas de las insgnificancias, esas que se disfrutan tanto, los minidetalles que te hacen sonreir desde lo más profundo, para que te cuestiones las preguntas absurdas de la vida (¿a dónde irá un tequiero que el ruido de una sala de cine no ha dejado ser escuchado?), para que te inventes respuestas (no rebota, se cuela por los orificios de la nariz, baja por la laringe, la traquea, los bronquios y de los pulmones y a través de la sangre, acaba dentro del corazoncito del no-oyente, que en ese mismo instante se estremece sin saber, te mira y te sonríe como si supiera que de algún modo es culpa tuya)...

Y mil cosas más.
Lo peor que puedes hacer una noche de insomnio es contar ovejas que no existen.
O salir del micromundo de tu cuarto e ir a la cocina para matarlo con una valeriana.

jueves, enero 04, 2007

y además es imposible


"I don't wanna grow up" · Tom Waits (Bone Machine, 1992)



La niña que juega a crearse un reino entre las paredes de su cuarto. Que mira por la ventana y ve un mundo allá fuera. Que no le afecta la lluvia, el frío, la nieve, las gripes. Que sueña con el príncipe del piso de enfrente, que un día bajará, cruzará la calle, llamará al timbre, entrará en su cuarto, se enamorará de ella y de la alianza, ampliará su reino. La reina que hace callar a sus muñecas cuando se ponen impertinentes. Que no tiene reparos en decirles las cosas a sus sucias caras de plástico. Que no sabe de frustraciones. Que oye a sus padres en el reino vecino discutir y chillar, y sube tranquila el volúmen de su tocadiscos. Esa niña que ve las noticias en la tele y no es capaz de comprender nada. Que aún no entiende de iras, miedos, fraudes, guerras, injusticias. Todo el poder está en su mano... y no sirve para nada más allá de ellas.