Carta a Leda Atómica

Querida Leda, pequeña adivinanza a mis sentidos.
Cómo levitas, querida. Cómo me maravilla la ligereza de tu cuerpo y tu mente. Ya no sólo por los obvios tres centímetros que te separan del suelo a tu paso, sino por la sensación de ingravidez, de flotación. Cómo me alucina verte actuar frente a semejante acto sobrenatural de esa manera tan natural y simple, como si no fueras especial, como si no fuera para tanto. Cómo me asombra que hayas podido calmar al cisne, callarlo y frenarlo con respecto a sus propósitos maquiavélicos. Seguro que lo hiciste cantándole, dicen que la música amansa a las fieras, y hasta el mismo Zeus caería en el eterno sueño engañado por una canción escogida y meditadamente preparada. Pero mientras sigo boquiabierta ante tu pasmada calma y control, tu seguridad en ti misma, tu bella madurez, tus aires de frescura y espontaneidad y tu arte innato guardado muy dentro –pero enseñado por fuera-, te escucho decir en bajito pequeñas locuras que me llevan al mar, cruzando Castilla, atravesando Andalucía y sobrevolando el estrecho. Dalí lo dejó todo ahí grabado, aunque, sabio como pocos, decidió que para poder captarlo habría de ser necesario acercarse mucho. No basta con pasar de refilón y echar un vistazo. La oreja pegada al lienzo, la mano tocando la piel y los ojos clavados en la mirada. Y entonces lo comprendo todo. “Pura metafísica eres”, recuerdo haberte dicho en voz bajita aún sabiendo que no podías escucharme.Y aunque haya quien no comprenda ni ésto, ni cómo eres, qué simbolizas, qué sentido tienes en este gran museo de arte contemporáneo, sabes (y sé que disfrutas con ello) que tienes en mí la más fiel e incondicional de tus fans. Me has visto en el último mes cada día varias horas observándote desde diferentes rincones de la sala; tumbada en el suelo, sobre la butaca, desde la derecha, la izquierda. Me acerqué, me alejé, tomé perspectiva y usé la abstracción. Y cada día me iba del museo con un nuevo detalle genial. Pero aún no he acabado. Me he enterado hace poco que eso no termina nunca; no tiene fin. Me pasaré a verte, a descubrir nuevos detalles, a observarte más de cerca y encontrar nuevas incógnitas que el Genio dejó ahí para la gente que como yo decidieran atender a lo más bello -aunque recóndito-. Sólo a los afortunados seres pacientes, a los amantes del detalle, a los enamorados de lo bonito y surrealista. A los interesados por las cosas especiales que te da la vida. Pero sólo a los que saben que el arte no está en quien lo capta, sino en quien lo derrocha.