busca entre mis delirios
viernes, julio 29, 2005
Sexo en la ciudad
El título va por la famosa serie de televisión aunque bien podría poner título a mis sueños nocturnos. Acabo de terminar de ver la primera temporada, con sus altibajos, sus puntos flojos y sus momentos hilarantes, y al acabar me ha venido el impulso de escribir un pequeño comentario acerca de cómo hemos evolucionado sexualmente hablando. Además, esta es la serie por y para mujeres que más éxito ha tenido en la televisión y puesto que este blog lo frecuentan en su inmensa mayoría féminas, va por vosotras! Y de paso me desfogo un poco, que ando como Papa Oso, en época de cuasi tantra xDD
Esta primera temporada corresponde al año 1998, cuando yo apenas había cumplido los catorce y las mujeres se morían por encontrar un hombre con que casarse, comprarse la casa más grande y tener la mejor de las familias. En menor o mayor medida, todas deseaban el compromiso como la base de toda su existencia. Ahora ya no sólo intentas huir de la unión legal o religiosa, sino que encontramos nuestra libertad en la ligereza del concepto de compromiso.
Es cierto que Sex and the city no deja de ser esa serie tan nutrida de tópicos y estereotipos que casi nunca llegan a cumplirse en la vida real, pero al fin y al cabo, todos nos los creemos como cotidianos. Nada de raro hay en sus cuatro personajes femeninos. Nada extravagante en las relaciones que mantienen. Pero aún con todo noto un trecho muy amplio entre ellas y yo.
¿Un pene pequeño es un gran problema? No puedo responder a esta pregunta por falta de experiencia propia :P pero estoy segura de que hoy en día es mucho menor problema en una relación de lo que lo era entonces para Samantha. Por suerte hay muchas mujeres que no necesitan una enorme polla en un hombre para sentirse satisfecha con él en la cama.
¿Los tríos son la nueva religión? Lo dudo. Seguimos siendo demasiado egoístas en aquello de compartir lo que es nuestro y por ende nos pertenece. Y por otro lado, no deja de resultar para muchas mujeres un forma eufemistica de cometer una infidelidad. Viéndolo de un modo positivo (¡¡que estamos hablando de sexo!!) se trata de un simple juego que no debiera trascender a la relación.
¿Las mujeres fijamos nuestra meta en el matrimonio y el hijo? Respondo por mí. No. Al matrimonio no le dejo ver ese trasfondo de fiesta, la celebración junto a tus seres queridos de que tienes pareja y que ésta pretende ser estable. Puede ser divertido, pero de momento no le pongo prioridad ninguna en mi lista. Instinto maternal me sobra pero no creo que llegue a parir mi propio hijo nunca. Sí, lo sé, siempre me quedará arrejuntarme con otra mujer y dejar que ella tenga el crío. De todos modos que conste que me desdiré de todo esto en cuanto dentro de 15 años alguien a quien quiera con locura me pida un hijo :D
¿Cuántas veces al mes –o al año- se puede considerar normal? Pues depende, que diría aquel… ciñiéndonos a la juventud, que digamos es lo que más conozco de cerca, parece un poco imposible pensar en la orgía diaria. No tenemos casa propia pero sí unos padres muy hogareños, y hermanas empalagosas… Tampoco tenemos grandes camas, ni bañeras cómodas, sillones de dos plazas, y algunas vivimos en un primero y el trayecto en ascensor es demasiado corto. La espectacularidad del sexo ha alcanzado límites morbosos. La cuantía del mismo sólo logra frustar a quien piensa que lo realiza demasiado poco, lo cual por cierto suele ser muy común.
¿Las mujeres sólo nos fijamos en los tipos guapos? Lo dudo. Pienso más bien que es una excusa a la que se aferran los chicos para justificar que no tengan pareja. No desmentiré que las mujeres somos raras y tampoco que en el fondo tengamos la última palabra, pero no creo que un tío que no sea el más guapo de todos vaya a quedarse compuesto y sin novia de por vida. En mi caso diré, y los que conocen de cerca la gente con que he salido podrán confirmarlo, que no me gustan l@s 'guap@s objetivos’. Prefiero mil veces a la gente guapa subjetiva. La que me gusta a mí y que seguramente a la mayoría de la gente le parece normal, del montón. Ese es mi target, la gente especial, por un motivo u otro, pero sin saber por qué, huyo a todo gas de las personas estupendasdelamuerte que tan creído normalmente se lo tienen.
¿Amiguísimas hasta la muerte? Voy a lanzar un balón fuera, pues esto no tiene mucho que ver con el sexo. ¿O si? Ahora me pongo a pensar y veo a todas las chicas que conozco rodeadas de tíos. En mi círculo parece haberse extinguido aquella idea de las amigas para siempre. Hace mucho tiempo que perdí lo más parecido que he tenido a lo de las chicas de Sex and the city… ¿qué pasó? ¿Las mujeres hemos encontrado mejores aliados en los hombres, o es sólo cosa de Darwin y la supervivencia de la especie? Contrariada me hallo.
En resumen y así en general, ¿estamos satisfechas las mujeres con el sexo que tenemos? Espero que en la segunda y siguientes temporadas me saquen de dudas. Yo por mi parte diré que siempre he disfrutado cuando he dejado de tener miedo. En realidad es el pánico a descubrir cosas nuevas, a salirnos de patrones establecidos, a los embarazos, la tensión por conseguir que nuestra pareja logre disfrutar, también un poco de miedo al qué dirán y al qué es lo que quiero, lo que hace que nos vayamos a años luzo del gozo sexual pleno. El sexo y el compromiso creo que van distanciando sus caminos y posiblemente llegue el día en que Sex And The City sea casi una mojigatería. Hasta entonces disfrutad todo lo que podáis y tantas veces os sean posibles. De aquí a unos años os contrataré como mis divas de la nueva serie de televisión.
martes, julio 26, 2005
Agosto
Hace bastante que viré el rumbo de este vuestro blog hacia extraños egocentrismos acerca viajes, pensamientos y precariedades varias. Ya va siendo hora que retornemos al que fue el punto de partida. ¿El cine, quizá?
Entramos en agosto y por experiencia y porque hace falta fijarse poco para darse cuenta, no nos encontramos en la mejor época de esplendorosidad cinematográfica. Llegó el calor, los aires acondicionados, el amodorre hasta las nueve de la noche, y con todo ello, el ‘cine de sala’. Si a alguno se le ocurre pasar esas horas muertas que a todos nos sobran en el cine, más vale que tenga en cuenta ciertas precauciones con miras a evitar males mayores.
The Island, de Michael Bay (estreno 5 de agosto).
Buena elección, me temo, para aquellos que busquen poco más allá de la estimulación hormonal. Scarlett Johannson, maquillada y retocada, aderezada con grandes dosis de fuego, explosiones y efectos especiales como solamente Michael Bay sabe usar, y acompañada de un Ewan McGregor, que aunque a gusto de una servidora no sea el tipo ideal, con sus músculos en exceso trabajados y cuidadosamente tersos, nos van a alegrar las dos horas que dura la película. Ahora eso sí, no conviene hacerse muchas ilusiones y esperar algo más allá del efectismo barato pero bien llevado. Hace tiempo que dejé de buscar la historia y el trasfondo en las películas de Bay, y qué queréis que os diga, funciona.
Sin City, de Robert Rodriguez (estreno 12 de agosto)
En este caso, os podéis dejar llevar por la voz de la experiencia de esta servidora que os escribe, pues, no pudiendo resistirme a la tentación de verla previo a su estreno en España, mis impresiones sobre ella son más que sobresalientes. La película, basada en una serie de historias gráficas de Frank Millar y nutrida de un expléndido reparto (quizá el mejor que se ha visto en cines en mucho tiempo) y por supuesto, de unos malabarismos visuales que van a acercar al orgasmo a muchos cinéfilos de pro, se ha convertido de largo en LA película de este verano. Film que, por lo menos, entretiene y que en mi más modesta opinión no desmerece en nada a los comics en que están basados. Adaptación más que perfecta en que muchos han apuntado sus cañones denotando la falta de orginalidad. Para mi gusto se trata de la puesta en movimiento de una serie de viñetas que cautivaron ya en solitario los gozos del lector. Sin duda, una apuesta casi segura de la que espero que no os arrepintáis.
Charlie and the chocolate factory, de Tim Burton (estreno 12 de agosto)
Parece tentador un retorno a las andadas pasadas, cuando Burton hacía buenas películas, le sobraban ideas perfectas y mantenía a sus espaldas el amor incondicional de sus espectadores anhelantes por una próxima película. Burton y Depp juntos de nuevo en una película de estas características puede llegar a convertirse en mito… de no ser porque la historia está basada en un relato de Dahl. Prejuzgo una película pastelosa y seguramente algo empalagosa, aunque no me resistiré ni un momento en ser la primera en verla. Burton, gran director de fantasía. Depp, mi actor favorito, el tío más buenorro y más raro que nos ha dado Hollywood. Y chocolate en cantidades industriales. Quien pueda oponerse a la tentación que tire la primera piedra.
Mr. And Mrs. Smith, de Doug Liman (estreno 19 de agosto)
Hacedme caso; por más que vuestro instinto imagine que la película va a ser mala, la realidad os demostrará que en verdad es peor. Puedo decir orgullosa que no me gastaré ni un euro por ver a Angelina Jolie en plan Lara Croft (pero más sexy y más morbosa) con una ametralladora en cada mano enfrentándose involuntariamente a su maridísimo Brad Pitt (sí, él tan guapo y tan… él como siempre). Y tampoco merecerán esos seis euros de la entrada comprobar por tus propios ojos con esos aires de morbo que insufla el verano, la química que dicen que existe entre estos dos actores. Nada. Ni química, ni sexo explícito, ni entretenimiento ni hostias. Una peli mala, pero mala ‘de verano’.
Palindromes, de Todd Solondz (estreno 19 de agosto)
Esta semana más vale que nos decantemos por este esperadísimo estreno. La última película de Solondz, un gran contador de historias que ya tuvo oportunidad de conquistarnos con Storytelling, Happiness o Bienvenidos a la casa de las muñecas. En la misma línea, y siguiendo su tradicción narrativa y los escenarios en que se siente cómodo, apuesta por el retrato de la vida en familia y en vecindad, la convivencia como punto medio y todo lo que alrededor de ella gira como satélites principales que conducen al viaje de una joven de trece años que decide tener un hijo.
Dejamos para el mes de septiembre y los venideros esperadas noticias de manos de Coixet, Von Trier, Allen, Jarmusch (no sé si aguantaré hasta noviembre), Aranda y también, por qué no, de Garci, que nos trae a la gran pantalla una apuesta curiosa, que sorprende viniendo de un director como él, pero que alegra las esperanzas y alimenta expectativas.
Entramos en agosto y por experiencia y porque hace falta fijarse poco para darse cuenta, no nos encontramos en la mejor época de esplendorosidad cinematográfica. Llegó el calor, los aires acondicionados, el amodorre hasta las nueve de la noche, y con todo ello, el ‘cine de sala’. Si a alguno se le ocurre pasar esas horas muertas que a todos nos sobran en el cine, más vale que tenga en cuenta ciertas precauciones con miras a evitar males mayores.
The Island, de Michael Bay (estreno 5 de agosto).
Buena elección, me temo, para aquellos que busquen poco más allá de la estimulación hormonal. Scarlett Johannson, maquillada y retocada, aderezada con grandes dosis de fuego, explosiones y efectos especiales como solamente Michael Bay sabe usar, y acompañada de un Ewan McGregor, que aunque a gusto de una servidora no sea el tipo ideal, con sus músculos en exceso trabajados y cuidadosamente tersos, nos van a alegrar las dos horas que dura la película. Ahora eso sí, no conviene hacerse muchas ilusiones y esperar algo más allá del efectismo barato pero bien llevado. Hace tiempo que dejé de buscar la historia y el trasfondo en las películas de Bay, y qué queréis que os diga, funciona.
Sin City, de Robert Rodriguez (estreno 12 de agosto)
En este caso, os podéis dejar llevar por la voz de la experiencia de esta servidora que os escribe, pues, no pudiendo resistirme a la tentación de verla previo a su estreno en España, mis impresiones sobre ella son más que sobresalientes. La película, basada en una serie de historias gráficas de Frank Millar y nutrida de un expléndido reparto (quizá el mejor que se ha visto en cines en mucho tiempo) y por supuesto, de unos malabarismos visuales que van a acercar al orgasmo a muchos cinéfilos de pro, se ha convertido de largo en LA película de este verano. Film que, por lo menos, entretiene y que en mi más modesta opinión no desmerece en nada a los comics en que están basados. Adaptación más que perfecta en que muchos han apuntado sus cañones denotando la falta de orginalidad. Para mi gusto se trata de la puesta en movimiento de una serie de viñetas que cautivaron ya en solitario los gozos del lector. Sin duda, una apuesta casi segura de la que espero que no os arrepintáis.
Charlie and the chocolate factory, de Tim Burton (estreno 12 de agosto)
Parece tentador un retorno a las andadas pasadas, cuando Burton hacía buenas películas, le sobraban ideas perfectas y mantenía a sus espaldas el amor incondicional de sus espectadores anhelantes por una próxima película. Burton y Depp juntos de nuevo en una película de estas características puede llegar a convertirse en mito… de no ser porque la historia está basada en un relato de Dahl. Prejuzgo una película pastelosa y seguramente algo empalagosa, aunque no me resistiré ni un momento en ser la primera en verla. Burton, gran director de fantasía. Depp, mi actor favorito, el tío más buenorro y más raro que nos ha dado Hollywood. Y chocolate en cantidades industriales. Quien pueda oponerse a la tentación que tire la primera piedra.
Mr. And Mrs. Smith, de Doug Liman (estreno 19 de agosto)
Hacedme caso; por más que vuestro instinto imagine que la película va a ser mala, la realidad os demostrará que en verdad es peor. Puedo decir orgullosa que no me gastaré ni un euro por ver a Angelina Jolie en plan Lara Croft (pero más sexy y más morbosa) con una ametralladora en cada mano enfrentándose involuntariamente a su maridísimo Brad Pitt (sí, él tan guapo y tan… él como siempre). Y tampoco merecerán esos seis euros de la entrada comprobar por tus propios ojos con esos aires de morbo que insufla el verano, la química que dicen que existe entre estos dos actores. Nada. Ni química, ni sexo explícito, ni entretenimiento ni hostias. Una peli mala, pero mala ‘de verano’.
Palindromes, de Todd Solondz (estreno 19 de agosto)
Esta semana más vale que nos decantemos por este esperadísimo estreno. La última película de Solondz, un gran contador de historias que ya tuvo oportunidad de conquistarnos con Storytelling, Happiness o Bienvenidos a la casa de las muñecas. En la misma línea, y siguiendo su tradicción narrativa y los escenarios en que se siente cómodo, apuesta por el retrato de la vida en familia y en vecindad, la convivencia como punto medio y todo lo que alrededor de ella gira como satélites principales que conducen al viaje de una joven de trece años que decide tener un hijo.
Dejamos para el mes de septiembre y los venideros esperadas noticias de manos de Coixet, Von Trier, Allen, Jarmusch (no sé si aguantaré hasta noviembre), Aranda y también, por qué no, de Garci, que nos trae a la gran pantalla una apuesta curiosa, que sorprende viniendo de un director como él, pero que alegra las esperanzas y alimenta expectativas.
Se trata de Ninette –estreno que permanece en el aire, sin que nadie sepa muy bien cuando se materializará por fin-, una comedia basada en la refundación de dos obras de Mihura; "Ninette y un señor de Murcia" y "Ninette, modas de París". A la espera de que alguien me explique cómo ha llegado a convertirse su protagonista, Elsa Pataki, en el icono sexual español por antonomasia, seguiré intentado encontrar por mi misma el final de la incógnita
jueves, julio 21, 2005
"Una vida, vívela bien"
Ya lo sabéis; este verano está pudiendo conmigo. Los calores veraniegos, las subidas de feromonas y el ansia de conseguir dinero me llevan de camino a la prostitución.
Hasta que caiga en sus redes trato -aunque rara vez lo consiga- de calmar mis impulsos através de la fuerza física. El deporte, ese mi mundo desconocido durante todo el resto del año al que empiezo a hacer caso cuando llegan momentos de emergencia total tales como estos.
Empecé allá por junio con el fitness y los típicos ejercicios que había abandonado años atrás con las pesas y las mancuernas. Pero aquello no desgastaba lo suficiente si no que, todo lo contrario, creaba unas agujetas encadenadas que me dejaban destrozada por dos o tres días, tiempo suficiente para que, lo poco que había conseguido con la sesión se desinflara por momentos...
Luego pasé a algo más refrescante, porque el tiempo es lo que pide. Natación, pero en piscina climatizada. La razón es clara, sencilla y coherente: porque para eso estamos pagando el dichoso gimnasio durante todo el año. En algún momento habrá que sacarle partido.
Asi que sí, todas las mañanas, cuando menos gente hay ocupando las cinco calles de la piscina, esto es, a las 10 (lo sé, lo sé, ¡hay que tener valor!), siento por fin el fresquito en mi cuerpo. Pero hay una pega, y es que a menos de dos metros de la piscina está el jacuzzi burbujeante(en esos momentos solitario y libre de los dichosos gordos y viejos que se meten con intenciones seguramente no muy honradas) . Y no lo puedo evitar. No he logrado pasar de los 45 minutos nadando sin sentirme ligeramente atraída por sus vapores. Al final el remedio es peor que la enfermedad pues acabo adormilecida, con el cuero flotando por los chorros del jacuzzi y ligeramente acalorada.
Y ahora estoy de camino a la solución ideal: el body combat o boxeo puro y duro. La mejor forma de liberar estrés, enriquecer y tonificar los músculos y eliminar todas las toxinas que corren por las venas. Me voy calzando mis guantes de entrenamiento y empiezo a pensar qué haré cuando ya no pueda pagar la cuota del gimnasio y quién será el afortunado o afortunada que haga de saco particular. Se me ocurren varios nombres, todos ellos muy relacionados con la fauna depredadora que convive con nosotros... pero eso se lo dejo a sunes que seguro que tiene mucho que decir al respecto. No será por ganas de desfogarse con violencia, eso sí, fingida, que para real ya estamos bastante bien nutriditos en la vida real.
Hasta que caiga en sus redes trato -aunque rara vez lo consiga- de calmar mis impulsos através de la fuerza física. El deporte, ese mi mundo desconocido durante todo el resto del año al que empiezo a hacer caso cuando llegan momentos de emergencia total tales como estos.
Empecé allá por junio con el fitness y los típicos ejercicios que había abandonado años atrás con las pesas y las mancuernas. Pero aquello no desgastaba lo suficiente si no que, todo lo contrario, creaba unas agujetas encadenadas que me dejaban destrozada por dos o tres días, tiempo suficiente para que, lo poco que había conseguido con la sesión se desinflara por momentos...
Luego pasé a algo más refrescante, porque el tiempo es lo que pide. Natación, pero en piscina climatizada. La razón es clara, sencilla y coherente: porque para eso estamos pagando el dichoso gimnasio durante todo el año. En algún momento habrá que sacarle partido.
Asi que sí, todas las mañanas, cuando menos gente hay ocupando las cinco calles de la piscina, esto es, a las 10 (lo sé, lo sé, ¡hay que tener valor!), siento por fin el fresquito en mi cuerpo. Pero hay una pega, y es que a menos de dos metros de la piscina está el jacuzzi burbujeante(en esos momentos solitario y libre de los dichosos gordos y viejos que se meten con intenciones seguramente no muy honradas) . Y no lo puedo evitar. No he logrado pasar de los 45 minutos nadando sin sentirme ligeramente atraída por sus vapores. Al final el remedio es peor que la enfermedad pues acabo adormilecida, con el cuero flotando por los chorros del jacuzzi y ligeramente acalorada.
Y ahora estoy de camino a la solución ideal: el body combat o boxeo puro y duro. La mejor forma de liberar estrés, enriquecer y tonificar los músculos y eliminar todas las toxinas que corren por las venas. Me voy calzando mis guantes de entrenamiento y empiezo a pensar qué haré cuando ya no pueda pagar la cuota del gimnasio y quién será el afortunado o afortunada que haga de saco particular. Se me ocurren varios nombres, todos ellos muy relacionados con la fauna depredadora que convive con nosotros... pero eso se lo dejo a sunes que seguro que tiene mucho que decir al respecto. No será por ganas de desfogarse con violencia, eso sí, fingida, que para real ya estamos bastante bien nutriditos en la vida real.
viernes, julio 15, 2005
Verán na Galiza
Esta es la historia de dos hastiados madrileños que, agobiados por el calor, la angustia académica del goteo de notas finales y diversas cuestiones parentocausales, deciden emprender un viaje a lo más lejos que llegaba el avión dentro de la Penísula -y con él su escasísimo presupuesto-.
Galicia, tierra de meigas, gaiteiros y pulpiño. Y en concreto, Santiago de Compostela, ciudad del peregrino donde la lluvia calma los males de aquel que recorre kilómetros hasta alcanzar Obradoiro. O Pontevedra, la ciudad más mística y encantadora de las Rías Baixas.
Lo que una servidora no se podía esperar de ninguna manera son los termómetros de allá dónde fuéramos marcando cifras muy superiores a los 30º. Hasta el momento no había experimentado cómo era eso de estar en Galicia y no ver caer de arriba una sola gota de agua, salvo las desprendidas por tu frente aquejante de agua fresca. Impresionante pero cierto.
Pasando por alto el inquietante suceso ocurrido a nuestra llegada de los atentados en Londres y la consiguiente consternación a la que casi, casi, nos estamos acostumbrando, el viaje fue una maravilla. Litros de agua -mineral- recorrieron mi esófago a todas las variadas horas del día y la noche. Y el aire acondicionado de la habitación de los hoteles, nuestro refugio hasta pasadas las 7 de la tarde.
Santiago de Compostela
Ciudad preciosa donde las halla. Imponente y poderosa, se erige sobre sí misma en muy pocos kilómetros cuadrados. Su casco antiguo, que en apenas una hora te lo recorres con facilidad sin dejarte rincón por ver, constituye un decente y comedido nido para turistas en el que todo está muy calculado para no sobrepasar los límites y caer en la indecencia. Muchos restaurantes en los que se come y se cena de maravilla -y en alguno en concreto, el servicio hostelero estaba para servirse en plato y con cuchara-, y muchos hostalitos y pensiones encantadoras. Y luego está la gente, riquiña a más no poder. No es cuestión de estereotipos sino de muy buena suerte; la gente en Galicia es encantadora. Se preocupan de que todo vaya bien, de que quedes satisfecho y de sobrepasar sus funciones como profesionales si te pueden echar una mano. Muy gratos días en Santiago... además, fue en el único sitio desde hace ya varios meses en que la primera noche tuve que taparme con la colcha :
Vigo
Una mierda de ciudad con una mierda de playa (que, no os engañen en la oficina de turismo, no está "a unos minutos en bus", no, está lejos de cojones), sus mierdas de calles en pendiente casi vertical en el que las sombras desaparecen como en Neverland. Una mierda de experiencia que prefiero borrar de mi mente pues aún no me he logrado deshacer de todas las gotas de sudor de aquella señora gorda y empadada de ella misma que restregó sus nalgas y su espalda por las de una servidora en el dichoso C3. Y todavía me dura el dolor de cabeza y el mareo por la puta insolación que pillamos esperando UNA HORA a pleno sol al susodicho autobus que llevaba de vuelta a Vigo.
Y lo peor de todo, elegimos el mejor día para visitar la playita: Festival del Ejército del Aire de la Patria Española con sus acrobacias, avioncitos, loopings y banderitas por doquier.
Pontevedra
¿Por qué ir a Pontevedra? Allá cada cual que se responda a la pregunta según su criterio. El mío, que ha ido cambiado durante todo el viaje, queda de la siguiente manera: porque es una ciudad diferente. Pontevedra; la ciudad que acabó con Fraga xD
Universal, porque no parece que esté en Galicia, y particular, porque tiene ese no sé qué que la hace especial. Callejuelas pintorescas, plazas encantadoras -y mucho más de noche-, intrigantes símbolos en paredes y puertas, iglesias escondidas, un barrio judío precioso, gatiños que aparecen y desaparecen... La pena fue que pillamos un fin de semana muy apagadito, supongo fruto del tremendo y agotador calor que hacía en la ciudad y también de la festividad del lunes. Era dificil encontrar a gente por la calle y mucho menos, un lugar abierto y dispuesto a darte de comer y beber. Y eso precisamente la hizo aún más encantadora. Si ya era mágica e intrigante por la serie de sucesos concretados anteriormente, el aire fantasmagórico adquirido con la ausencia de vida aparente, elevaba el vello.
Yo lo siento por mi penitente compañero de viaje que, muy pacientemente -todo hay que decirlo- se portó como un hombre en su estoica lucha contra el calor. ¡¡El verano no podrá con nosotros!!, grítabamos desde la terraza de la habitación. Pero ni con esas bajaban las temperaturas. Sí se hizo duro, sobre todo para él, que su termómetro corporal no tolera las altas temperaturas, pero desde luego el cambio a nuestra vuelta a los madriles ha sido más que asquerosa.
Ahora quiero volver, y quiero volver pronto. Quiero volver cuando no sea fiesta ni fin de semana, cuando no haya festivales de música celta rondando el calendario, cuando el hombre del tiempo predigue nubarrones y chubascos moderados y sobre todo, cuando a mi chico se le pase el trauma de aquellas tardes tirados sobre la cama viendo OT o A Tu lado, porque no había ganas de hacer nada más. Y me da que eso va a tardar un poquiño...
Galicia, tierra de meigas, gaiteiros y pulpiño. Y en concreto, Santiago de Compostela, ciudad del peregrino donde la lluvia calma los males de aquel que recorre kilómetros hasta alcanzar Obradoiro. O Pontevedra, la ciudad más mística y encantadora de las Rías Baixas.
Lo que una servidora no se podía esperar de ninguna manera son los termómetros de allá dónde fuéramos marcando cifras muy superiores a los 30º. Hasta el momento no había experimentado cómo era eso de estar en Galicia y no ver caer de arriba una sola gota de agua, salvo las desprendidas por tu frente aquejante de agua fresca. Impresionante pero cierto.
Pasando por alto el inquietante suceso ocurrido a nuestra llegada de los atentados en Londres y la consiguiente consternación a la que casi, casi, nos estamos acostumbrando, el viaje fue una maravilla. Litros de agua -mineral- recorrieron mi esófago a todas las variadas horas del día y la noche. Y el aire acondicionado de la habitación de los hoteles, nuestro refugio hasta pasadas las 7 de la tarde.
Santiago de Compostela
Ciudad preciosa donde las halla. Imponente y poderosa, se erige sobre sí misma en muy pocos kilómetros cuadrados. Su casco antiguo, que en apenas una hora te lo recorres con facilidad sin dejarte rincón por ver, constituye un decente y comedido nido para turistas en el que todo está muy calculado para no sobrepasar los límites y caer en la indecencia. Muchos restaurantes en los que se come y se cena de maravilla -y en alguno en concreto, el servicio hostelero estaba para servirse en plato y con cuchara-, y muchos hostalitos y pensiones encantadoras. Y luego está la gente, riquiña a más no poder. No es cuestión de estereotipos sino de muy buena suerte; la gente en Galicia es encantadora. Se preocupan de que todo vaya bien, de que quedes satisfecho y de sobrepasar sus funciones como profesionales si te pueden echar una mano. Muy gratos días en Santiago... además, fue en el único sitio desde hace ya varios meses en que la primera noche tuve que taparme con la colcha :
Vigo
Una mierda de ciudad con una mierda de playa (que, no os engañen en la oficina de turismo, no está "a unos minutos en bus", no, está lejos de cojones), sus mierdas de calles en pendiente casi vertical en el que las sombras desaparecen como en Neverland. Una mierda de experiencia que prefiero borrar de mi mente pues aún no me he logrado deshacer de todas las gotas de sudor de aquella señora gorda y empadada de ella misma que restregó sus nalgas y su espalda por las de una servidora en el dichoso C3. Y todavía me dura el dolor de cabeza y el mareo por la puta insolación que pillamos esperando UNA HORA a pleno sol al susodicho autobus que llevaba de vuelta a Vigo.
Y lo peor de todo, elegimos el mejor día para visitar la playita: Festival del Ejército del Aire de la Patria Española con sus acrobacias, avioncitos, loopings y banderitas por doquier.
Pontevedra
¿Por qué ir a Pontevedra? Allá cada cual que se responda a la pregunta según su criterio. El mío, que ha ido cambiado durante todo el viaje, queda de la siguiente manera: porque es una ciudad diferente. Pontevedra; la ciudad que acabó con Fraga xD
Universal, porque no parece que esté en Galicia, y particular, porque tiene ese no sé qué que la hace especial. Callejuelas pintorescas, plazas encantadoras -y mucho más de noche-, intrigantes símbolos en paredes y puertas, iglesias escondidas, un barrio judío precioso, gatiños que aparecen y desaparecen... La pena fue que pillamos un fin de semana muy apagadito, supongo fruto del tremendo y agotador calor que hacía en la ciudad y también de la festividad del lunes. Era dificil encontrar a gente por la calle y mucho menos, un lugar abierto y dispuesto a darte de comer y beber. Y eso precisamente la hizo aún más encantadora. Si ya era mágica e intrigante por la serie de sucesos concretados anteriormente, el aire fantasmagórico adquirido con la ausencia de vida aparente, elevaba el vello.
Yo lo siento por mi penitente compañero de viaje que, muy pacientemente -todo hay que decirlo- se portó como un hombre en su estoica lucha contra el calor. ¡¡El verano no podrá con nosotros!!, grítabamos desde la terraza de la habitación. Pero ni con esas bajaban las temperaturas. Sí se hizo duro, sobre todo para él, que su termómetro corporal no tolera las altas temperaturas, pero desde luego el cambio a nuestra vuelta a los madriles ha sido más que asquerosa.
Ahora quiero volver, y quiero volver pronto. Quiero volver cuando no sea fiesta ni fin de semana, cuando no haya festivales de música celta rondando el calendario, cuando el hombre del tiempo predigue nubarrones y chubascos moderados y sobre todo, cuando a mi chico se le pase el trauma de aquellas tardes tirados sobre la cama viendo OT o A Tu lado, porque no había ganas de hacer nada más. Y me da que eso va a tardar un poquiño...
miércoles, julio 13, 2005
Chaos
Impresionante.
Hace ya casi cinco años, una mañana de septiembre como otra cualquiera, me encontraba perdida por las laberínticas calles de Toledo ejerciendo de guía para una amiga italiana. De pronto, de entre el calor y el silencio de sus casas, un murmuro radiofónico cada vez a más volúmen. Un avión de pasajeros se había estrellado en una de las torres de Nueva York. Era el 11-S y yo casi sin enterarme.
Unos meses después, un viaje a Estados Unidos había sido anulado por el peligro de una inminente declaración de guerra por parte de ese país. Cambiamos el rumbo hacia mi querida Italia en el que hasta la fecha ha sido mi último viaje al maravilloso país. Una mañana, bajamos a desayunar al hotel de Florencia en que estábamos alojados y estupefactos vemos a todos los empleados, camareros, hospedados y demás curiosos, pegados a una televisión. Era el principio de la guerra de Bush.
Y hace menos de una semana, inicio por fin mis merecidas vacaciones. Monto en un avión a las 10 de la mañana y al llegar a mi ciudad de destino, Santiago de Compostela, unas confusas informaciones en galego nos perturban. Londres, bombas, muertos, metro. La historia se repite. En el 11-M quiso la suerte que NO viajara para enterarme de él. Ahora el ciclo continúa. Un nuevo atentado en la capital inglesa. De momento 52 muertos confirmados. Y los londinenses, de nuevo, dando ejemplo al mundo de cómo actuar ante una catástrofe de ese calibre.
Ahora espero con ganas el día que me vaya de viaje y en mi ausencia se arregle este mundo de desquicie y delirio, ¡carallo!
Hace ya casi cinco años, una mañana de septiembre como otra cualquiera, me encontraba perdida por las laberínticas calles de Toledo ejerciendo de guía para una amiga italiana. De pronto, de entre el calor y el silencio de sus casas, un murmuro radiofónico cada vez a más volúmen. Un avión de pasajeros se había estrellado en una de las torres de Nueva York. Era el 11-S y yo casi sin enterarme.
Unos meses después, un viaje a Estados Unidos había sido anulado por el peligro de una inminente declaración de guerra por parte de ese país. Cambiamos el rumbo hacia mi querida Italia en el que hasta la fecha ha sido mi último viaje al maravilloso país. Una mañana, bajamos a desayunar al hotel de Florencia en que estábamos alojados y estupefactos vemos a todos los empleados, camareros, hospedados y demás curiosos, pegados a una televisión. Era el principio de la guerra de Bush.
Y hace menos de una semana, inicio por fin mis merecidas vacaciones. Monto en un avión a las 10 de la mañana y al llegar a mi ciudad de destino, Santiago de Compostela, unas confusas informaciones en galego nos perturban. Londres, bombas, muertos, metro. La historia se repite. En el 11-M quiso la suerte que NO viajara para enterarme de él. Ahora el ciclo continúa. Un nuevo atentado en la capital inglesa. De momento 52 muertos confirmados. Y los londinenses, de nuevo, dando ejemplo al mundo de cómo actuar ante una catástrofe de ese calibre.
Ahora espero con ganas el día que me vaya de viaje y en mi ausencia se arregle este mundo de desquicie y delirio, ¡carallo!
lunes, julio 04, 2005
For your information
AVISO / Esto puede herir la sensibilidad de los lectores
El 2,5% de los gays murieron violentamente. Eran 87 veces más propensos a ser asesinados, 25 veces más propensos a suicidarse, y tenían una proporción de muerte por causa de accidentes de tráfico 18 veces mayor que la de hombres blancos normales de la misma edad. Los ataques al corazón, el cáncer y los fallos hepáticos eran excepcionalmente comunes entre ellos. El 21% de las lesbianas murieron por asesinatos, suicidios o accidentes, una proporción 532 veces más alta que la de mujeres blancas normales entre los 25 y los 44 años de edad (...)
Los homosexuales practican el sexo oral en la mayoría de sus contactos sexuales. El semen que tragan en muchas ocasiones contiene muchos de los gérmenes que circulan en la sangre. Por esto, los gays que llevan a cabo el sexo oral, en cierto sentido, se puede decir que consumen ’sangre humana’, con todos los riesgos médicos que esto implica (...)
Las consecuencias de intercambiar saliva, heces, semen y/o sangre con docenas de diferentes hombres cada año son devastadoras. Con frecuencia, estos encuentros tienen lugar cuando los participantes están bebidos, drogados y/o durante una orgía. Además, muchos de éstos ocurren en sitios extremadamente antihigiénicos como baños o espectáculos pornográficos; o, debido a que los homosexuales viajan con tanta frecuencia, en otras partes del mundo (...)
Cada año, una cuarta parte de los homosexuales visita otro país. Gérmenes americanos frescos son llevados a Europa, África y Asia. Homosexuales extranjeros visitan regularmente los EEUU y participan en este intercambio biológico. Los viajeros son portadores de tantas enfermedades tropicales que, por ejemplo, en Nueva York tuvo que instituirse un centro de enfermedades tropicales, y los gays llevaron el VIH desde Nueva York al resto del mundo (...)
La promiscuidad es uno de los factores que provocan este aumento de enfermedades de transmisión sexual, la principal de las cuales es el sida (...)
El doctor Pablo Barreiro, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Carlos III de Madrid, recuerda las recomendaciones fundamentales para evitar la difusión de enfermedades de transmisión sexual, por orden de eficacia:
El doctor Pablo Barreiro, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Carlos III de Madrid, recuerda las recomendaciones fundamentales para evitar la difusión de enfermedades de transmisión sexual, por orden de eficacia:
- Retrasar el inicio de las relaciones sexuales.
- Fidelidad en las relaciones sexuales.
- Evitar la promiscuidad sexual y las relaciones sexuales de riesgo.
- Utilizar métodos profilácticos.
No seré yo quien desacredite a un médico. No seré yo quien manipule los resultados de un estudio. Me voy a limitar a dar mi modesta opinión acerca de las valoraciones que se han hecho en este interesante artículo publicado en Alba.
Lo primero que me gustaría dejar claro es que los homosexuales (masculinos) no son lo únicos en llevar a cabo penetraciones anales. Cada vez más, entre parejas heterosexuales se realiza esta práctica sin que haya ninguna conexión con la identidad homosexual. Por tanto no es exclusivo de los gays esos desgarres en el colon o la transmisión del virus. Es más, los gays, puesto que en general están más y mejor informados, toman mayores y efectivas precauciones. Se conocen de primera mano, y acceden a ellos con mayor facilidad, los condones especiales para la penetración anal, cosa que muy raramente se le ocurriría a un hetero comprar (a saber con qué ojos le mirarían...)
Más, el semen que se tragan los gays es igual que el que las chicas ingieren de los hombres. Una felación la recibe siempre un hombre pero no es realizada necesariamente por una persona de su mismo sexo. La transmisión de bacterias y del VIH depende enteramente de la persona que, con perdón, se lleva la polla a la boca. Higiene y protección, cien por cien necesarios. Que también existen desde hace ya varios años unos condones baratitos de sabores que los venden hasta en el Champion.
Me ha encantado también el factor 'extranjero' -¡cuidado que vienen!-. No hace falta ni ser gay, ni siquiera practicar el sexo, para ser contagiado con una de esas 'enfermedades tropicales'.
Y lo de siempre, la promiscuidad de los gays... si es que son todos iguales, se dan por culo una vez (en un baño de un bar, a oscuras, borrachos, drogados, sucios y probablemente travestidos) y si te he visto, no me acuerdo. Amor gay = rollo de una noche. Amor hetero = felicidad para siempre.
Por eso debe ser que las lesbianas se suicidan en un porcentaje mayor... hay que estar trastornada mentalmente para no querer que una polla las penetre. Algo mal debía ir en sus cabezas para ser como son, tan antinatura y tan... raras. Ah!, por cierto, que las lesbianas también tienen sus condones especiales para los cunnilingus y, normalmente, suelen limpiar sus juguetitos (jerga de los homosexuales para referirse a los objetos que pueden insertarse en el recto o la vagina) después de usarlos.
La verdad es que llega a cansar leer según qué cosas [repito, no voy a quitar la razón a estudios que afirman que la transmisión del sida es mayor en gays que en heterosexuales] pero con lo que no puedo es con esta retahíla de juicios acerca del supuesto comportamiento del gay medio. No es, desde luego, una buena forma de contribuir a la progresiva eliminación de clichés que rodea el mundo homosexual pero, lo que es peor, llegan a lo más peligroso, el alarmismo. Ya no sólo está mal visto tener un hijo gay, querer casarte y formar una familia con una pareja del mismo sexo o darte un beso con el/ella en plena calle sino que, ohhhh, ¡ser gay mata!
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