busca entre mis delirios

viernes, julio 15, 2005

Verán na Galiza

Esta es la historia de dos hastiados madrileños que, agobiados por el calor, la angustia académica del goteo de notas finales y diversas cuestiones parentocausales, deciden emprender un viaje a lo más lejos que llegaba el avión dentro de la Penísula -y con él su escasísimo presupuesto-.
Galicia, tierra de meigas, gaiteiros y pulpiño. Y en concreto, Santiago de Compostela, ciudad del peregrino donde la lluvia calma los males de aquel que recorre kilómetros hasta alcanzar Obradoiro. O Pontevedra, la ciudad más mística y encantadora de las Rías Baixas.
Lo que una servidora no se podía esperar de ninguna manera son los termómetros de allá dónde fuéramos marcando cifras muy superiores a los 30º. Hasta el momento no había experimentado cómo era eso de estar en Galicia y no ver caer de arriba una sola gota de agua, salvo las desprendidas por tu frente aquejante de agua fresca. Impresionante pero cierto.
Pasando por alto el inquietante suceso ocurrido a nuestra llegada de los atentados en Londres y la consiguiente consternación a la que casi, casi, nos estamos acostumbrando, el viaje fue una maravilla. Litros de agua -mineral- recorrieron mi esófago a todas las variadas horas del día y la noche. Y el aire acondicionado de la habitación de los hoteles, nuestro refugio hasta pasadas las 7 de la tarde.


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Santiago de Compostela
Ciudad preciosa donde las halla. Imponente y poderosa, se erige sobre sí misma en muy pocos kilómetros cuadrados. Su casco antiguo, que en apenas una hora te lo recorres con facilidad sin dejarte rincón por ver, constituye un decente y comedido nido para turistas en el que todo está muy calculado para no sobrepasar los límites y caer en la indecencia. Muchos restaurantes en los que se come y se cena de maravilla -y en alguno en concreto, el servicio hostelero estaba para servirse en plato y con cuchara-, y muchos hostalitos y pensiones encantadoras. Y luego está la gente, riquiña a más no poder. No es cuestión de estereotipos sino de muy buena suerte; la gente en Galicia es encantadora. Se preocupan de que todo vaya bien, de que quedes satisfecho y de sobrepasar sus funciones como profesionales si te pueden echar una mano. Muy gratos días en Santiago... además, fue en el único sitio desde hace ya varios meses en que la primera noche tuve que taparme con la colcha :


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Vigo
Una mierda de ciudad con una mierda de playa (que, no os engañen en la oficina de turismo, no está "a unos minutos en bus", no, está lejos de cojones), sus mierdas de calles en pendiente casi vertical en el que las sombras desaparecen como en Neverland. Una mierda de experiencia que prefiero borrar de mi mente pues aún no me he logrado deshacer de todas las gotas de sudor de aquella señora gorda y empadada de ella misma que restregó sus nalgas y su espalda por las de una servidora en el dichoso C3. Y todavía me dura el dolor de cabeza y el mareo por la puta insolación que pillamos esperando UNA HORA a pleno sol al susodicho autobus que llevaba de vuelta a Vigo.
Y lo peor de todo, elegimos el mejor día para visitar la playita: Festival del Ejército del Aire de la Patria Española con sus acrobacias, avioncitos, loopings y banderitas por doquier.


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Pontevedra
¿Por qué ir a Pontevedra? Allá cada cual que se responda a la pregunta según su criterio. El mío, que ha ido cambiado durante todo el viaje, queda de la siguiente manera: porque es una ciudad diferente. Pontevedra; la ciudad que acabó con Fraga xD
Universal, porque no parece que esté en Galicia, y particular, porque tiene ese no sé qué que la hace especial. Callejuelas pintorescas, plazas encantadoras -y mucho más de noche-, intrigantes símbolos en paredes y puertas, iglesias escondidas, un barrio judío precioso, gatiños que aparecen y desaparecen... La pena fue que pillamos un fin de semana muy apagadito, supongo fruto del tremendo y agotador calor que hacía en la ciudad y también de la festividad del lunes. Era dificil encontrar a gente por la calle y mucho menos, un lugar abierto y dispuesto a darte de comer y beber. Y eso precisamente la hizo aún más encantadora. Si ya era mágica e intrigante por la serie de sucesos concretados anteriormente, el aire fantasmagórico adquirido con la ausencia de vida aparente, elevaba el vello.
Yo lo siento por mi penitente compañero de viaje que, muy pacientemente -todo hay que decirlo- se portó como un hombre en su estoica lucha contra el calor. ¡¡El verano no podrá con nosotros!!, grítabamos desde la terraza de la habitación. Pero ni con esas bajaban las temperaturas. Sí se hizo duro, sobre todo para él, que su termómetro corporal no tolera las altas temperaturas, pero desde luego el cambio a nuestra vuelta a los madriles ha sido más que asquerosa.

Ahora quiero volver, y quiero volver pronto. Quiero volver cuando no sea fiesta ni fin de semana, cuando no haya festivales de música celta rondando el calendario, cuando el hombre del tiempo predigue nubarrones y chubascos moderados y sobre todo, cuando a mi chico se le pase el trauma de aquellas tardes tirados sobre la cama viendo OT o A Tu lado, porque no había ganas de hacer nada más. Y me da que eso va a tardar un poquiño...

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9 comentarios:

Señor Toldo dijo...

Yo también me lo pasé genial en Santiago!!
La verdad es que pasear por el casco antiguo de Santiago es toda una experiencia, sobre todo cuando empiezan a apagarse las luces y el cielo va pasando de azul oscuro a morado y negro.
Y qué buenos los pimientos de Santiago!
Deseando volver a Santiago.

delirante dijo...

nótese los restos sutiles pero perceptibles y notables del trauma al que me refería...
a ver cómo le digo yo que volvemos a pontevedra... :S
ya me puedo buscar otra compañía, jurjurjur

Anónimo dijo...

¿Qué cómo le dices lo de volver a Pontevedra? Ummm... dile que le ha tocado una beca para un curso de verano sobre tortura y terrorismo. Seguro que cuela. Uy! Lo de Vigo, si lo le mi madre te escribe un comentario diciendote que tienes que recapacitar. :-)
Por cierto, inmejorables esas fotos en plan sex symbol de los dos. Aunque hubiese pagado por ver vuestras caras viendo "A TU LADO".

PennyLane dijo...

jo q envidia!! y yo currando y sudando la gota gorda :(
no he estado en galicia, pero me encantaría. asignaturas q tengo pendiente, galicia, toledo y euskadi.

pd: spero q lo de OT no se repita ;O

BEXETS!!

delirante dijo...

ejem ¬¬ penny... la pendiente de euskadi la puedes aprobar en septiembre... justo hace un año en tus palabras: "el año q viene me apunto fijo, esta tarde mismo se lo digo a mi baby boy, seguro q está encantado."
Festival de cine de Donosti.
¿Qué mejor excusa?
;)

delirante dijo...

por cierto, sunes, deseando estoy de que tu madre me intente convencer de volver a vigo... la manía que le cogí en poco menos de 5 horas ha sido tremenda.
Y me alegro que te hayan gustado las fotos, las he puesto así de pequeñitas para que no se noten mucho las ojeras y las caras de abatimiento veraniego que llevábamos con nosotros. Y la cara de lo de A Tu lado te garantizo que no tenía nada que ver que la que se nos quedó con la del nuevo programa de Anabel Alonso... el de encontrar pareja, buffff, bestiaaaaaaaaal!!!!

besos!!!!!

Anónimo dijo...

Solo conozco Vigo... y, chica, coincido TOTALMENTE contigo. Vaya porqueria de ciudad!!

Prometo visitar el resto de Galicia para poder comparar...y la verdad es que tengo unas ganas locas!!

Anónimo dijo...

Pontevedra, sin lugar a dudas, es especial y su casco antiguo rescata cierto grado de ensoñación.
Con respecto a Vigo, terminé con agujetas después de andar sus calles una mañana, por la tarde recorrí el casco antiguo y noté una degradación tanto urbanística como social (todavía hay "casas" para "encontrarse" con mujeres al viejo estilo de los puertos del siglo XIX). Pero es rescatable el verde de parques y algunas viviendas unifamiliares con jardín, piedra y verdín que me recordaron a la ciudad en la que nací. Enhorabuena por el blog!!!!!!

delirante dijo...

hola anónim@!!
yo también traigo recuerdos un tanto dolorosos de mi paso por Vigo... aquellas calles empinadas y las cuestas que no terminan, acaban con la paciencia y las fuerzas del viajero errante. Reconozco, porque he de ser justa, que mi mala impresión de la ciudad se debió muy en gran parte a la experiencia de ir a Samil. El autobus con más de cincuenta personas dentro, las insolaciones pilladas en la playa, el calor y la deshidratación, el agobio y la multitud de gentes apeleotonadas en muy poco espacio, pusieron el ingrediente fundamental para que le cogiera esa 'manía'. No obstante, porque soy así, desearía volver (a ser posible cuando llueva, cuando el cielo esté grisáceo y todo me recuerde más que estoy en Galicia).
Un saludo!!!