"Cuando hace frío la mayoría de las cosas van más deprisa, o llegan antes. Me refiero a las casualidades. Me encanta que haga frío."
"Estas noches te espero mirando al sol. ¡Venga, valiente, salta por la ventana!"
busca entre mis delirios
lunes, octubre 30, 2006
viernes, octubre 27, 2006
Metamorfosis
De Kafka. De La Fura dels Baus.
Una y otra, dos maravillas. La primera, joya literaria reconocida mundialmente. La segunda, una obra de teatro apabullantemente sobrecogedora. Únanse a la Metamorfosis... ¿qué sentido tiene resistirse si todos estamos metamorfoseándonos continuamente? Al menos, y por una vez, La Fura nos ofrece la oportunidad de verlo como espectadores. Le quedan tres días en Madrid, aprovechen el fin de semana.
Yo tengo previsto unos días de musiterapia; lo siento, pero es probable que mis palabras en este blog las tape la música en lo que queda de mes de octubre. Estoy dispuesta a sacarle el jugo a Morrisey hasta que se quedé sin voz (incluso si tengo que ser la primera gangster en morir), voy a bailar con los tigres de Marlango, desayunar con Pauline en la playa cada mañana, dejarme timar por Maga, desnudar del todo a Mando Diao y poder ver asi las entrañas de su nuevo disco, recuperar joyas de Bowie, y no parar de dar vueltas en el motor del autobús de Los Planetas, y en general viendo el amor desde el aire de la mano de Deneuve. Puede pasarme de todo...
So if you're lonely / You know I'm here waiting for you / I'm just a crosshair / I'm just a shot away from you / And if you leave here / You leave me broken, shattered, I lie / I'm just a crosshair / I'm just a shot, then we can die / I know I won't be leaving here with you / I say don't you know? / You say you don't know / I say... take me out!
Una y otra, dos maravillas. La primera, joya literaria reconocida mundialmente. La segunda, una obra de teatro apabullantemente sobrecogedora. Únanse a la Metamorfosis... ¿qué sentido tiene resistirse si todos estamos metamorfoseándonos continuamente? Al menos, y por una vez, La Fura nos ofrece la oportunidad de verlo como espectadores. Le quedan tres días en Madrid, aprovechen el fin de semana.
Yo tengo previsto unos días de musiterapia; lo siento, pero es probable que mis palabras en este blog las tape la música en lo que queda de mes de octubre. Estoy dispuesta a sacarle el jugo a Morrisey hasta que se quedé sin voz (incluso si tengo que ser la primera gangster en morir), voy a bailar con los tigres de Marlango, desayunar con Pauline en la playa cada mañana, dejarme timar por Maga, desnudar del todo a Mando Diao y poder ver asi las entrañas de su nuevo disco, recuperar joyas de Bowie, y no parar de dar vueltas en el motor del autobús de Los Planetas, y en general viendo el amor desde el aire de la mano de Deneuve. Puede pasarme de todo...
So if you're lonely / You know I'm here waiting for you / I'm just a crosshair / I'm just a shot away from you / And if you leave here / You leave me broken, shattered, I lie / I'm just a crosshair / I'm just a shot, then we can die / I know I won't be leaving here with you / I say don't you know? / You say you don't know / I say... take me out!
jueves, octubre 26, 2006
Asfixia
- No encuentro nada anormal, su graganta está en perfectas condiciones orgánicas -me informó cuando hubo finalizado las pruebas-. Sin embargo las cuerdas vocales están muy faltas de tono, no hacen bien su trabajo y esa es la causa de la afonía. ¿Tiene problemas emocionales?
¿Tenía problemas emocionales? No, o sí, depende de lo que estuviéramos hablando.
- ¿A qué se refiere? -quise saber a mi vez.
- Se trata de algo funcional, pareciera que ha olvidado cómo se habla correctamente. Sus cuerdas necesitan una rehabilitación foniátrica y le aconsejo que la haga cuanto antes. ¿Usted expresa sus sentimientos con facilidad?
Quedé sorprendida. No esperaba este tipo de disquisiciones holísticas en una ocnsulta de hospital, pero era evidente que no iba desencaminada.
(...) De regreso a casa especulé sobre el diagnóstico. La médica había dado en el clavo y no podía por menos que estar de acuerdo con ella. Le había contado mis dudas y pesares a casi todos mis amigos pero no a la interlocutora más válida. Nunca le había hablado sin tapujos de mi arrebatada angustia por su relación con Carlos, ni de mis celos, ni de la reencarnación de Penélope que me poseaía en sus frecuentes ausencias. No sabía de mi llanto, ni de mi pánico a perderla, como tampoco del rígido autodominio que me había impuesto para no importunarla con preguntas. Desconocía, en síntesis, buena parte de mis sentimientos, y estos, asfixiados, se habían amotinado colpsando mi garganta.
El remedio a tal desaguisado era obvio: tenía que sincerarme con ella y cuanto antes mejor. No podía postergar más mi tiempo de reserva si quería sanar mi afonía y mi relación, y mucho menos permanecer prisionera en la telaraña que muy probablemente había tejido mi propia paranoia.
Cuídense de decirlo todo este invierno. Que te calle una afonía es de lo peor que le puede pasar a una persona que disfruta diciendo. Por cierto, mis cuerdas vocales abandonaron la huelga y por fin se dignaron a hablar. Hoy ya han recuperado el tono casi del todo.
¿Tenía problemas emocionales? No, o sí, depende de lo que estuviéramos hablando.
- ¿A qué se refiere? -quise saber a mi vez.
- Se trata de algo funcional, pareciera que ha olvidado cómo se habla correctamente. Sus cuerdas necesitan una rehabilitación foniátrica y le aconsejo que la haga cuanto antes. ¿Usted expresa sus sentimientos con facilidad?
Quedé sorprendida. No esperaba este tipo de disquisiciones holísticas en una ocnsulta de hospital, pero era evidente que no iba desencaminada.
(...) De regreso a casa especulé sobre el diagnóstico. La médica había dado en el clavo y no podía por menos que estar de acuerdo con ella. Le había contado mis dudas y pesares a casi todos mis amigos pero no a la interlocutora más válida. Nunca le había hablado sin tapujos de mi arrebatada angustia por su relación con Carlos, ni de mis celos, ni de la reencarnación de Penélope que me poseaía en sus frecuentes ausencias. No sabía de mi llanto, ni de mi pánico a perderla, como tampoco del rígido autodominio que me había impuesto para no importunarla con preguntas. Desconocía, en síntesis, buena parte de mis sentimientos, y estos, asfixiados, se habían amotinado colpsando mi garganta.
El remedio a tal desaguisado era obvio: tenía que sincerarme con ella y cuanto antes mejor. No podía postergar más mi tiempo de reserva si quería sanar mi afonía y mi relación, y mucho menos permanecer prisionera en la telaraña que muy probablemente había tejido mi propia paranoia.
"La insensata geometría del amor", Susana Guzner, 2002
Cuídense de decirlo todo este invierno. Que te calle una afonía es de lo peor que le puede pasar a una persona que disfruta diciendo. Por cierto, mis cuerdas vocales abandonaron la huelga y por fin se dignaron a hablar. Hoy ya han recuperado el tono casi del todo.
martes, octubre 24, 2006
De faunos entre dalias...
Hace demasiado tiempo que no escribo sobre cine. ¿Recuerdan aquellos maravillosos tiempos de recomendaciones, críticas y demás parafernalias cinéfilas? Pues, de cierto modo, ¡han vuelto! No puedo prometer nada que tenga que ver con la continuidad y/o calidad de mis comentarios, pero haré lo posible por dejaros aquí mis recientes opiniones e ideas referidas al séptimo arte… y a todo lo demás.
Empecemos con la película que está de moda en estos momentos en la cartelera. “El laberinto del fauno”, último film del mexicano Guillermo del Toro (conocido mundialmente en el universo friki por películas de la talla de Hellboy o El espinazo del diablo), que se atreve con la propuesta de la mezcla entre fantasía y realidad en una historia ambientada en plena postguerra civil. Un niña, un laberinto, un fauno, tres pruebas, un desenlace precipitado. Esa es la parte de fantasía.
Un coronel fascista malísimo, un grupo de maquis escondidos en el bosque, una criada del coronel buenísima (y republicana), mucha sangre y un final alternativo revisionando la realidad. Esa es la parte de realidad.
Ahora mezclamos ambas en una combinación explosiva y en lo que podía haber resultado un maravilloso cóctel energético y fresco, encontramos una especie de cutre batido. Algo falla. El barman. O los ingredientes. O la mezcla. Algo, pero aquello no deja un buen sabor de boca precisamente.
Si se hubiera vuelto a Labyrinth (por ejemplo), para hacer una nueva versión de la historia del laberinto y la niña, si las pruebas que plantea el fauno se hubieran llegado a desarrollar, si la fantasía no hubiera sido tan ligeramente floja, si...
La película es original en su planteamiento, en su idea fundamental, pero falla en lo más importante, su desarrollo. A Guillermo le ha faltado más tiempo para pensarse qué y cómo quería hacer esta película. Algo más de tiempo que dedicar al guionaje y quizá algún que otro consejo certero.
En otro universo totalmente diferente nos encontramos “La Dalia Negra”, última película de mi queridísimo Brian De Palma, uno de los directores norteamericanos más influyentes de las últimas décadas. Hace unos pocos años sembró entre la crítica la controversia con “Femme Fatale”, película que mereció mis más sonoros y sinceros aplausos. En esta ocasión vuelve a las pantallas con la adaptación de la novela homónima de James Ellroy acerca del asesinato de la conocida Dalia Negra. En este caso, como el anterior, algo falla dentro de la película, con la diferencia de que en esta ocasión sabemos qué es. Las tijeras del montaje final, el recorte de las tres horas de rodaje para dejarlas en 120 tristes minutos. Eso puede y de hecho explica perfectamente porqué resulta tan bruscamente precipitado el desenlace de la trama y la conclusión de la cinta. Sean cuales sean las razones de un fallo tan imperdonable en el cine como un mal final, la película se desarrolla en la línea de lo correcto y lo prudente a lo largo de su primera hora y media, con momentos memorables made in De Palma y con aciertos notables que hacen que, a pesar de todo, merezca ser vista. Eso sí, para amantes de Scarlett Johansson, aviso que desilusiona. Ahora, Mia Kirshner está fantástica.
Un caso más sorprendente es el de “Pequeña Miss Sunshine”, película que una servidora pudo disfrutar en la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián, en una sesión de prensa en la que se rió hasta el Cabina. La triunfadora del festival de Cine Independiente de Sundance, se disfruta porque está hecha para eso. Busca la risa y la encuentra. No se necesitan grandes predisposiciones ni un gran sentido del humor. Tampoco recurre al chiste fácil ni a la reiteración de los gags que ya todos nos conocemos. En medio de un planteamiento a la par ridículo y original y bajo las premisas de una road-movie, la familia Hoover emprende un viaje estrambótico, cargado de momentos risibles, algún que otro incidente sorprendente y muchas situaciones delirantes que consiguen despertar la sonrisa, la sonora carcajada o el aplauso terminal en el espectador. En estos momentos en que la cartelera se ve inundada de penas, tragedias, dramones y obras mayores de reflexión histórica, se agradece hasta la exasperación la aparición de comedias ligeras pero inteligentes como ésta. Una oportunidad que no podemos desaprovechar.
Y por último, mención especial para “A Scanner Darkly”, también último trabajo del afamado últimamente en ciertos círculos cinéfilos Richard Linklater. Muy lejos del alma de películas como “Antes del atardecer/amanecer” y bastante más próxima a “Walking Life”, aporta una revisión del cine como arte, de la ciencia ficción como ficción científica, y del mundo de las drogas en una época futura (pero no mucho). Y es mucho más que una preciosidad artística dotada de grandes maestrías gracias a la rotoscopia, es más que un ejercicio de estilo, más que una eyaculación formal, más que un orgasmo sensorial. Detrás de los fotogramas dibujados y coloreados que hacen de “Scanner..” una película diferente, hay una historia muy entretenida, curiosa de ver y de discutir, unos actores cojonudos (valga la ironía y paradoja) y un sentido del humor que sirve para aligerar mucho los 100 minutos de cinta que, dicho sea de paso, pasan volando. No es convencional y por tanto supongo que no es apta para todos los ojos. Pero mola, y he ahí su encanto.
Empecemos con la película que está de moda en estos momentos en la cartelera. “El laberinto del fauno”, último film del mexicano Guillermo del Toro (conocido mundialmente en el universo friki por películas de la talla de Hellboy o El espinazo del diablo), que se atreve con la propuesta de la mezcla entre fantasía y realidad en una historia ambientada en plena postguerra civil. Un niña, un laberinto, un fauno, tres pruebas, un desenlace precipitado. Esa es la parte de fantasía.
Un coronel fascista malísimo, un grupo de maquis escondidos en el bosque, una criada del coronel buenísima (y republicana), mucha sangre y un final alternativo revisionando la realidad. Esa es la parte de realidad.
Ahora mezclamos ambas en una combinación explosiva y en lo que podía haber resultado un maravilloso cóctel energético y fresco, encontramos una especie de cutre batido. Algo falla. El barman. O los ingredientes. O la mezcla. Algo, pero aquello no deja un buen sabor de boca precisamente.
Si se hubiera vuelto a Labyrinth (por ejemplo), para hacer una nueva versión de la historia del laberinto y la niña, si las pruebas que plantea el fauno se hubieran llegado a desarrollar, si la fantasía no hubiera sido tan ligeramente floja, si...
La película es original en su planteamiento, en su idea fundamental, pero falla en lo más importante, su desarrollo. A Guillermo le ha faltado más tiempo para pensarse qué y cómo quería hacer esta película. Algo más de tiempo que dedicar al guionaje y quizá algún que otro consejo certero.
En otro universo totalmente diferente nos encontramos “La Dalia Negra”, última película de mi queridísimo Brian De Palma, uno de los directores norteamericanos más influyentes de las últimas décadas. Hace unos pocos años sembró entre la crítica la controversia con “Femme Fatale”, película que mereció mis más sonoros y sinceros aplausos. En esta ocasión vuelve a las pantallas con la adaptación de la novela homónima de James Ellroy acerca del asesinato de la conocida Dalia Negra. En este caso, como el anterior, algo falla dentro de la película, con la diferencia de que en esta ocasión sabemos qué es. Las tijeras del montaje final, el recorte de las tres horas de rodaje para dejarlas en 120 tristes minutos. Eso puede y de hecho explica perfectamente porqué resulta tan bruscamente precipitado el desenlace de la trama y la conclusión de la cinta. Sean cuales sean las razones de un fallo tan imperdonable en el cine como un mal final, la película se desarrolla en la línea de lo correcto y lo prudente a lo largo de su primera hora y media, con momentos memorables made in De Palma y con aciertos notables que hacen que, a pesar de todo, merezca ser vista. Eso sí, para amantes de Scarlett Johansson, aviso que desilusiona. Ahora, Mia Kirshner está fantástica.
Un caso más sorprendente es el de “Pequeña Miss Sunshine”, película que una servidora pudo disfrutar en la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián, en una sesión de prensa en la que se rió hasta el Cabina. La triunfadora del festival de Cine Independiente de Sundance, se disfruta porque está hecha para eso. Busca la risa y la encuentra. No se necesitan grandes predisposiciones ni un gran sentido del humor. Tampoco recurre al chiste fácil ni a la reiteración de los gags que ya todos nos conocemos. En medio de un planteamiento a la par ridículo y original y bajo las premisas de una road-movie, la familia Hoover emprende un viaje estrambótico, cargado de momentos risibles, algún que otro incidente sorprendente y muchas situaciones delirantes que consiguen despertar la sonrisa, la sonora carcajada o el aplauso terminal en el espectador. En estos momentos en que la cartelera se ve inundada de penas, tragedias, dramones y obras mayores de reflexión histórica, se agradece hasta la exasperación la aparición de comedias ligeras pero inteligentes como ésta. Una oportunidad que no podemos desaprovechar.
Y por último, mención especial para “A Scanner Darkly”, también último trabajo del afamado últimamente en ciertos círculos cinéfilos Richard Linklater. Muy lejos del alma de películas como “Antes del atardecer/amanecer” y bastante más próxima a “Walking Life”, aporta una revisión del cine como arte, de la ciencia ficción como ficción científica, y del mundo de las drogas en una época futura (pero no mucho). Y es mucho más que una preciosidad artística dotada de grandes maestrías gracias a la rotoscopia, es más que un ejercicio de estilo, más que una eyaculación formal, más que un orgasmo sensorial. Detrás de los fotogramas dibujados y coloreados que hacen de “Scanner..” una película diferente, hay una historia muy entretenida, curiosa de ver y de discutir, unos actores cojonudos (valga la ironía y paradoja) y un sentido del humor que sirve para aligerar mucho los 100 minutos de cinta que, dicho sea de paso, pasan volando. No es convencional y por tanto supongo que no es apta para todos los ojos. Pero mola, y he ahí su encanto.
viernes, octubre 20, 2006
'Fes-t'ho amb Iniciativa'
La protección lo primero, que hay que ver como está el patio.
He aquí la campaña (retirada ayer por "machista" y "desafortunada") de las juventudes verdes de Catalunya (Joves d'Esquerra Verda), ICV (Iniciativa per Catalunya Verds) y EUiA (Esquerra Unida i Alternativa) que pretendía 'movilizar a los jóvenes para que el 1-N obstaculicen las propuestas conservadoras de la derecha'.
Lástima que retiraran la campaña y no las propuestas de las que sugerían "protegerse".
lunes, octubre 16, 2006
... so that's fine with me
¿Y qué si me he quedado sin voz? No es tan importante.
¿Y qué si me despierto una mañana y noto que no me salen las palabras por mucho que las empuje? Pues dejo de presionarlas, ya saldrán cuando tengan algo que decir.
¿Y qué si ayer tuve que dejar sola en taquilla a mi compañera al no poder ir a trabajar? Seguro que se apañaría.
¿Y qué si no he ido hoy a clase? Mañana me pasarán los ¿apuntes?
¿Y qué si hay quien me dice que parezco Nawja Nimri? Me lo tomo como un halago
¿Y qué si no voy a poder ir mañana al concierto (esperadísimo) de Juliette and the Licks? Volverán. Espero.
¿Y qué si no puedo coger el teléfono cuando me llaman? Si es importante, ya le llamaré yo cuando recupere el tono. Si no lo es, una lástima.
¿Y qué si la gente se me queda mirando raramente esperando que me comunique con ellos? Pobres, no conocen el maravilloso de la comunicación no verbal.
¿Y qué si no puedo discutir con nadie? Cojo fuerzas para cuando mis cuerdas vocales abandonen la huelga.
¿Y qué si me despierto una mañana y noto que no me salen las palabras por mucho que las empuje? Pues dejo de presionarlas, ya saldrán cuando tengan algo que decir.
¿Y qué si ayer tuve que dejar sola en taquilla a mi compañera al no poder ir a trabajar? Seguro que se apañaría.
¿Y qué si no he ido hoy a clase? Mañana me pasarán los ¿apuntes?
¿Y qué si hay quien me dice que parezco Nawja Nimri? Me lo tomo como un halago
¿Y qué si no voy a poder ir mañana al concierto (esperadísimo) de Juliette and the Licks? Volverán. Espero.
¿Y qué si no puedo coger el teléfono cuando me llaman? Si es importante, ya le llamaré yo cuando recupere el tono. Si no lo es, una lástima.
¿Y qué si la gente se me queda mirando raramente esperando que me comunique con ellos? Pobres, no conocen el maravilloso de la comunicación no verbal.
¿Y qué si no puedo discutir con nadie? Cojo fuerzas para cuando mis cuerdas vocales abandonen la huelga.
lunes, octubre 09, 2006
Revolution from my bed
Es una burda falacia eso de que puedes revolucionar tu mundo desde la cama, con los ojos cerrados y dejándote simplemente soñar. Porque sí, lo cambias, o eso te parece. Logras que desaparezca todo lo que te molesta, estorba, lo que no te gusta, lo que te hace sentir mal. Haces chas! y aparece a tu lado la persona a la que deseas, añades a tu vida aquello que crees que te falta, adornas tu espacio vital con esos complementos maravillosamente prescindibles que tanto tiempo has estado esperando poder comprar. Todo va bien si tú quieres mientras sueñas; trabajo-estudios-pareja-amante/s-familia-amigos-compañeros-sexo-cuentabancaria-salud-tiempolibre... Puede que hasta logres comprarte un piso. O decir a alguien tres cosas bien dichas que has estado callando suficiente tiempo. O dar un abrazo sincero que te aprieta por dentro. Pero tarde o temprano acabas por abrir los ojos, y ves a través de ellos el mismo techo de siempre, y sobre él, como proyectada a modo de film, toda tu vida pasar a doble velocidad ante tí. La de verdad. Y vaya, qué faena, nada ha cambiado, aunque a tí te lo pareciera entonces. La revolución desde la cama sólo te sirvió para darte cuenta de lo que no va bien en tu vida, o de lo que va mejor de lo que te fuerzas por creer, para hacer inventario de carencias, para darte ideas de cara a una mejora futura. Sólo para eso. Pues ya es algo, ¿no?. Sonríes y te sientes satisfecha, como si de verdad hubieras cambiado algo en cuatro horas de letargo nocturno. Como si por fin le hubieras encontrado el sentido práctico al sueño. Igual es que estaba equivocada cuando deseaba una revolución. El ser humano lleva anhelando una evolución (sin el prefijo) demasiado tiempo; parece que, para ir ganando tiempo, lo empieza a hacer mientras no tenemos nada que hacer, justo cuando el cuerpo se va a dormir y la mente empieza a vivir de verdad.
Buenas noches a todos y todas.
Buenas noches a todos y todas.
lunes, octubre 02, 2006
Zinemaldia 2006
Cuando empieza un festival, todos tiemblan. Las expectativas son malas consejeras. Hay una sensación latente de angustia y de miedo por si al final resultaran ciertos los pronósticos de aburrimiento generalizado y peñazos concretos dentro de las salas.
Cuando termina un festival, todo agoniza. La gente se agolpa en las colas para llenar las salas. Los bares de la parte vieja se abarrotan desde las 7 de la tarde hasta las 2 de la madrugada para acabar con las reservas de pintxos y txacolis. Los periodistas se irritan solos. Las salas de prensa echan humo. Todos sabemos que eso se acaba, y aunque cueste reconocerlo, da pena.
Éste año ha sido un claro ejemplo de lo anteriormente escrito. La previsión metereológica apuntaba a películas malas con intervalos de pesadez y tostón. La realidad enseñó un festival medio, ni bueno ni malo, pero con alguna que otra película rescatable para la cartelera de este año y del próximo.
Por lo que a Donosti respecta, la ciudad sigue siendo ese paraiso ideal para el errante perdido por la vida. Un punto de descanso y repostaje perfecto y medido. Tres playas a falta de una. Dos montes coronándolas. Un casco viejo de envida y gozo. Una parte nueva y aristocrática perfecta para un paseo tranquilo.
Así que sí, se puede decir que me lo he pasado de puta madre. Curó mi constipado, metió caña a mi ritmo de vida, me hizo sentir genial en cada momento del día, logró que durmiera de un tirón todos y cada uno de los días, difuminó mi cansancio, me alimentó como ya me venía haciendo falta, me renamoró, me hizo llorar de risa con alguna película que otra...
Y todavía hoy, si cierro fuerte los ojos y dejo la mente en blanco aparece de fondo el horizonte cantábrico, poco a poco, las olas del mar chocando contra la arenilla fina e inmaculada de la playa de Zurriola, y al fondo, veo el Kursaal, que brilla, se impone ante la ciudad y la Naturaleza. Huele como todos estos días. Es casi como estar ahí.
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