Esto no tiene nada que ver con la dependencia. Sabéis que soy contraria a la tendencia y desgaste de ese término, de su uso, de su aplicación en las vidas y las relaciones y sobre todo, a que duela que exista. Echar de menos, es otra cosa, es algo natural. Antes lo tuviste, ahora ya no, y te apetece que vuelva. Sano, lógico y humano. Se echan de menos paisajes, vistas. Aquella panorámica subiendo de Cudillero. La luz que entraba por la mañana por la ventana del bungalow. El olor del anochecer. Pero también a las personas que se han ido un momento. Ganas concentradas, densidad de emociones, tensiones que crecen, besos acumulados, abrazos por regalar, necesidad de oir reir, hablar o respirar a alguien que ahora está lejos. Y sí, estamos de acuerdo todos en que el libre flujo y circulación de las personas en esta nuestra vida es inevitable. Las personitas vienen, algunas te tocan, te revuelven un rato, y se van. Otras se quedan. Pero nada es permanente; siempre acaba llegando el momento en que se alejan todas, tú misma también, para volver de nuevo. Es el sino de los viajes. Unos se van de vacaciones, otros vuelven a su hogar. Y tú, aunque te sigues moviendo, te quedas, deseando que llegue el momento del reencuentro. Irse lejos para volver cerca. Echar de menos para sentir de más. Un beso de despedida para que el de bienvenida haga estallar el aire. Una última mirada que preceda a la que esté por venir. Tirar de la cuerda para acercar distancias. ¡Que llegue ya el momento! Semillas que a los tres meses ya son un tallo. Un recuerdo mejorado. La barba que volvió a crecer. Ella cada vez más guapa. Mi compi de trabajo, de nuevo a mi lado en taquilla, quizá de nuevo con el pelo largo.
Después del paréntesis estival, ya toca, ¿no?
3 comentarios:
pues sí, pues sí, ya toca!!!!
Exacto, las relaciones, las personas... a veces se alejan mucho... pero cuando menos te lo esperes estarán de nuevo a tu lado.
todo vuelve, todo... y a veces hasta mejorado
miles de besos, chicas!
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