Miles. Millones. Demasiadas. Todas mucho mejores que este blog. Y más a estas horas.
Pero hoy toca una en concreto, y encima es un blog, así que sólo os hará falta intención y un click.
Una compañera de facultad, de carrera, de vocación está intentando contagiar epidémicamente a este mundo para que todos nos volvamos humanos de pronto y por fin. Es una causa lo suficientemente prometedora como para no hacer un poco de publicidad.
Y más ahora que he descubierto, que además de Marlango y el edificio grisoscuro de la Ciudad Universitaria, me unen a ella las inquietudes por la distancia (y las personas que ésta con la ayuda del océano se lleva lejos), el amor por los espaguetis, las paredes de gotelé de nuestras habitaciones y esos 35 días que a mí también me quedan por delante.
Os gustará. Y si no, al menos esta vez, no es culpa mía.
2 comentarios:
Ains... esa es la señorita Bea... si es que es un tia magnífica, jajajaj. No sabía que os conocíais.
Bea es mi superyo, jajaja.
Gracias por aportar tu tos contagiosa de humanidad en la cara de los que por aqui planten sus ojos :)
*Cof cof*
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