busca entre mis delirios

jueves, febrero 24, 2005

Confidencias muy íntimas, 2004



Confidencias muy íntimas está lejos de la maravilla que supuso para mi el descubrimiento de La chica del puente -película por cierto con la que empecé hace ya varios años a interesarse por el cine de autor francés- donde una impresionante con toda las letras Vanesa Paradis interpreta junto con Daniel Auteuil, una de las escenas eróticas más bien llevadas de la historia del cine. Está lejos también de Rue des plaisirs, película que, para los que no están muy acostumbrados a ver cine francés, es la idónea, pues recuerda mucho a los aspectos visuales del más comercial de Jeunet, por ejemplo. Por cierto, es la primera película que veo de Laetitia Casta y no sé cómo había dejado pasar tanto tiempo. No es que sea gran actriz entre las grandes, pero irradia un algo que impresiona el fotograma. Un bonito cuento de hadas madrinas, princesas y príncipes azules… todo muy actual y bañado de la amargura sutil de las mejores naranjas.

Confidencias muy íntimas, en cambio, está muy al nivel de El hombre del tren por ejemplo, que, sin ser una maravilla en todos los sentidos, es una muy buena muestra de por dónde van los tiros del nuevo cine francés.
El argumento, que poco importa la verdad, está perfectamente tratado.
Una mujer, que acude a la ayuda de un psicólogo, se equivoca de puerta al entrar a su consulta y acaba contándole sus problemas a un asesor financiero, que, incapaz de pararla, le ofrece su consuelo, consejo y ayuda. Una impresionante relación de complicidad nacerá entre ellos a partir de los primeros minutos de cinta.
No hay grandes intrigas, ni apenas misterio, pero durante todo el metraje se respira ese clima de inestabilidad emocional que hace temblar incluso a la cámara.
Rodada en la mayor parte de las secuencias cámara al hombro ayuda mucho a crear esa atmósfera de inquietud; se hace a sí misma casi un drama psicológico.

Las actuaciones son de diez por la parte de los dos actores principales. Sandrine Bonnaire, con la que ya había contado Leconte para Monsieur Hire (y coprotagonista junto a la Hupert en La Ceremonia de Chabrol) tiene lo que debería tener una persona que, como ella, siente miedos y temores, anhela y desea escapar y encontrar en su fuga una vida mejor.
Y por otro lado, el protagonista masculino, Fabrice Luchini nos recuerda a Rohmer, en sus Noches de luna llena, y papelitos en La rodilla de Clara y La mujer del aviador, por ejemplo. No es él lo mejor de la película, pero está bastante correcto.

Por cierto, hay críticos que la han comparado con Sideways, la última de Alexander Payne, y aunque no la he visto, no veo muy correcta una comparación entre estas dos películas porque, por lo que ´se de esta última, no se parece mucho a la de Leconte. No obstante en las críticas que he leído sale ganando, sorprendentemente, Confidencias.
Ya me contaréis vosotr@s si las veis.

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