son doce uvas... así tiene que ser, no? pues este año yo, en una pulsión de creatividad y pesudotranscendentalismo voy a introducir un pequeño ritual de acompañante de esa fruta tan insulsamente insípida por sí sola. voy a traeros conmigo, y sin pedir permiso ninguno, durante ese segundo y algo más que dura el recorrido del fruto desde el bol de mi mano izquierda hasta mis internas profundidades. durante los cuartos, me regocijaré con mis dos lobos esteparios, mi querido sevillano al que no olvido en esta travesía y mi amada catalana, que tanto me da en la distancia. me iré con ellos al teatro mágico, a emborracharnos y a fumarnos la vida, porque posiblemente no encontremos mejor lugar que ese en que celebrar la nochevieja. en la primera uva pensaré en él, que tanta vida me ha cambiado y tanta otra me ha regalado en su paso por estos siete años y pico. en la segunda, pensaré en A. porque se fue hace mucho y cada vez la quiero más y más. porque me dio la llave de mi vida y nunca tuve la oportunidad de agradecérselo en persona, aunque lo hago cada día un poquito al acostarme. en la tercera pensaré en la última (y tercera) hada que he conocido en este cuarto de siglo. quizá una de las personas que más brillo irradia con la que he tenido la suerte de compartir un plato de sushi. porque en la otra vida no ha sido una persona, sino tres, porque es tan grande que cabe en ella demasiada vida para una sóla. porque es un encanto, porque conocerla ha sido un placer (más!). y porque me ha cautivado para siempre. en la cuarta traeré a mi Lu misteriosa y a sus puzzles indefinidos cuyas piezas me desgrana y dona con sumo atractivo. en la quinta pensaré en mi madre, porque sin ningún género de dudas y lamentablemente, este año es suyo. en la sexta uva me quedaré con B3, mi otra hadita secreta, sin que ella misma lo sepa. porque es más de lo que jamás intuí que fuera a ser. porque me da más de lo que ella misma cree y porque yo tomo una pizca más de lo que ella deje que sobre. y porque no sería yo ahora mismo sin que ella hubiera aparecido en mi vida. en la séptima pensaré en B4. es una persona importante en mi vida, de las de verdad, y este año ha tenido papel protagonista. le debo todo, lo bueno y también parte de lo malo. pero la quiero tanto. en la octava pensaré en mi hadita gris, la primera de todas las hadas, la más mágica, la que me tocó con su varita sin apenas rozarme y me revolucionó entera. que la quiero tanto que no imagino una vida sin ella. que no me hace falta verla para sentirla aquí y ahora conmigo. en la novena traeré a madrid a mis dos ángeles de la guardia, porque les debo los mayores brotes de alegría y felicidad, porque verlos es todo un regalo, porque me salto las distancias con un saltito coqueto sin miedo ninguno con tal de robarles uno de esos abrazos que tanta vida me recuperan. que son mi segunda familia y todo a la vez. en la décima me acordaré de mi evita, la única persona que conozco que casi muere por mandarme una de esas postales que tantas sonrisas me provocan. porque se ha colado dentro de mi buzón para quedarse eternamente. en la undécima sentiré cerquita a mi sevileña favorita. que sin ella si que no serían lo mismo mis tardes de miércoles. que los viajes en el asiento de copiloto, las canciones de la cadena y todos los estupendos paisajes por los que hemos pasado, valen más que lo que los cinco sentidos puedan recoger. y en la duodécima, sin remedio alguno, me quedaré con mi tío. porque lo extraño a morir. porque le lloro a hurtadillas un poco los días impares sin que él me vea. porque espero que esté bien allá donde descanse.
por eso este 2009 va por vosotros.
tenemos una cita en cada uva. que no falte nadie.
busca entre mis delirios
miércoles, diciembre 31, 2008
miércoles, diciembre 24, 2008
magia
sucede una cosa extraordinaria con los regalos. algo único, valioso, siempre mucho más que ellos en sí mismos. una ocasión ejemplar, un acto genuíno, irrepetible e inolvidable. es la cosificación de una empatía que te has ganado a pulso sin que apenas te hayas dado cuenta (ni la otra persona tampoco). una comunión de simbiosis conseguida. un minipunto para ti. una hermanación de mentes que hablan entre sí ajenas a nuestras palabras. es ir un paso más allá, cometer un atrevimiento con decisión, correr con los riesgos sin miedo, atreverse intrépidamente, querer, conseguir. es ser tú en el más profundo de los sentidos sin pensar en nadie más que en el/la afortunado/a. el más absoluto gesto de altruismo. la batalla jamás ganada de igual manera al cobarde egoísmo. es llegar a saber lo que otra persona desea, por cómo es y cómo ha sido configurada, lo que tan feliz le puede hacer y reproducir, por un instante tan solo, su cara al desenvolver el pequeño artículo, figurarse el pequeño temblor de sus manos ante lo desconcido, imaginar las opciones posibles que le aparecen por su mente descartando las que "no, no pueden ser" para luego llegar al momento del final descubrimiento, la ilusión concluida en una sonrisa -en el mejor de los casos- seguida de alguna sincera exclamación y ese gesto final que vale por todos los demás del mundo. sentirte especial por un segundo por haber sido capaz de lograr todo eso con un objeto tangible en lo que se tarda en rasgar un papel mal pegado. es coger la varita para hacer con ella lo que más quieres en el mundo, que es llevar la felicidad allí donde más te importa que reine. y no sólo conseguir sentirte realizada por ello, sino, un paso más allá, alimentar la tuya propia sobrepasando el autoabastecimiento. es incuantificable, inconmensurble, indescriptible e incontable, pero es, gracias a tí y gracias a esa varita que tan bien hizo su trabajo. gracias tambien a esas conversaciones que pusieron la semilla. gracias al momento que realizó lo suyo. gracias al papel de colorines que sirvió de coartada. gracias a la amistad que hizo de cómplice astuta.
y es así, como en un paralelismo contorsionista, nos damos cuenta de que, en el fondo, toda relación sigue el mismo proceso que el acto del regalo. ¡la vida misma! pensar en el otro por encima de tí, saber lo que quiere, lo que necesita, lo que le puede hacer feliz o lo que le puede arrancar una asequible sonrisa. buscarlo, como si te fuera la vida en ello. y regalarlo, sin pensar un instante en la recompensa, sino siempre en, y sin perder de vista, el resultado. que cuando haces feliz a otro no queda más en que pensar. que más allá de los conflictos autoimpuestos en nuestras alocadas y caóticas vidas, lo que en el fondo importa es que al final del día nos vayamos a la cama con una sonrisa merecidamente compartida; la tuya y la mía.
y es así, como en un paralelismo contorsionista, nos damos cuenta de que, en el fondo, toda relación sigue el mismo proceso que el acto del regalo. ¡la vida misma! pensar en el otro por encima de tí, saber lo que quiere, lo que necesita, lo que le puede hacer feliz o lo que le puede arrancar una asequible sonrisa. buscarlo, como si te fuera la vida en ello. y regalarlo, sin pensar un instante en la recompensa, sino siempre en, y sin perder de vista, el resultado. que cuando haces feliz a otro no queda más en que pensar. que más allá de los conflictos autoimpuestos en nuestras alocadas y caóticas vidas, lo que en el fondo importa es que al final del día nos vayamos a la cama con una sonrisa merecidamente compartida; la tuya y la mía.
viernes, diciembre 19, 2008
lo más
siempre hay alternativas. por eso es imposible aburrirse con esto. siempre hay caminos diversos por los que comenzar una travesía. y hoy mi trayecto es este, no pretendo ir más lejos de adonde yo quiera que las palabras me lleven. admito compañías, puedes tomar mi mano y dejar que te lleve... tengo el mejor sentido de la orientación, pero quizá, sólo quizá, no quiera traerte de vuelta.
este es mi espacio. aquí y ahora, mi momento del día. puedo optar por sorprenderme a mí misma y comenzar a escribir en abstracto y no figurativo, conseguir con ello que nadie me entienda y así, tampoco lo haga yo y quizá, en tamaño brote de inconcruencia, todo parezca más simple de lo que en realidad es. puedo, también, citar a otros que dijeron antes y mejor lo que cualquiera de mis palabras combinadas del mejor modo posible, acertarían a apuntar por si solas. puedo seguir, por no traicionar la tradición, manchando las ideas y los sentimientos en ellas contenidos de censura previa, de esa que no engaña pero oculta, de la que no miente si no es transformando sutil y elegantemente la verdad. puedo balancearme entre las ramas de este bonsai que me eleva del suelo y mirar las estrellas desde ellas y contaros cómo se ve el mundo desde la divagación y daros envidia incuantificable por mi incomparable vista a esta hora de la noche abierta. puedo ir directa al grano, sacarme de dentro hasta la última de mis entrañas, exponerla en este peculiar escaparte y hacerla atravesar por el más potente foco halógeno. y gritar a esta pantalla silenciosa mis más afables verdades. pretender que nadie me ve desde el otro lado y ser libre una vez. puedo hacer lo que me plazca, derecho (auto)otorgado por el texto en honor a mi posición de enunciadora. puedo poseerte, amarte, cantarte, no dejar de mirarte por si se te ocurre escapar, cenarte, bailar arropaditas, serte yo en primicia. puedo reir, sin llorar, por fin. puedo, y eso es lo importante. puedo seguir siendo yo, delirante e hipocondriaca, que escribe para hablarte, que te habla para contarte, que te cuenta para llegarte y que te llega para que te quedes con ella. puedo pasar toda la noche contigo, toda entera, hasta que agunte el cuerpo. puedo decir esto sin pensar en nadie y en cambio pensar en todos a la vez. o en ti, solamente. puedo, puedes; podemos.
hace varios minutos que me tomé la pastilla de las buenas noches. quedan segundos para que mis palabras se derramen sin cuidado entre tus labios y mi almohada. para que se agote la noche y empiece lo más divertido. para que se difuminen los últimos acordes. para que parezca que ya no hay nada después. qué engaño...
es cuestión de dosis ínfimas de tiempo, prácticamente incontable. si la página tarda de más en cargarse, será demasiado tarde. déjame sólo que te diga, ya para terminar, que esta noche ha sido...
este es mi espacio. aquí y ahora, mi momento del día. puedo optar por sorprenderme a mí misma y comenzar a escribir en abstracto y no figurativo, conseguir con ello que nadie me entienda y así, tampoco lo haga yo y quizá, en tamaño brote de inconcruencia, todo parezca más simple de lo que en realidad es. puedo, también, citar a otros que dijeron antes y mejor lo que cualquiera de mis palabras combinadas del mejor modo posible, acertarían a apuntar por si solas. puedo seguir, por no traicionar la tradición, manchando las ideas y los sentimientos en ellas contenidos de censura previa, de esa que no engaña pero oculta, de la que no miente si no es transformando sutil y elegantemente la verdad. puedo balancearme entre las ramas de este bonsai que me eleva del suelo y mirar las estrellas desde ellas y contaros cómo se ve el mundo desde la divagación y daros envidia incuantificable por mi incomparable vista a esta hora de la noche abierta. puedo ir directa al grano, sacarme de dentro hasta la última de mis entrañas, exponerla en este peculiar escaparte y hacerla atravesar por el más potente foco halógeno. y gritar a esta pantalla silenciosa mis más afables verdades. pretender que nadie me ve desde el otro lado y ser libre una vez. puedo hacer lo que me plazca, derecho (auto)otorgado por el texto en honor a mi posición de enunciadora. puedo poseerte, amarte, cantarte, no dejar de mirarte por si se te ocurre escapar, cenarte, bailar arropaditas, serte yo en primicia. puedo reir, sin llorar, por fin. puedo, y eso es lo importante. puedo seguir siendo yo, delirante e hipocondriaca, que escribe para hablarte, que te habla para contarte, que te cuenta para llegarte y que te llega para que te quedes con ella. puedo pasar toda la noche contigo, toda entera, hasta que agunte el cuerpo. puedo decir esto sin pensar en nadie y en cambio pensar en todos a la vez. o en ti, solamente. puedo, puedes; podemos.
hace varios minutos que me tomé la pastilla de las buenas noches. quedan segundos para que mis palabras se derramen sin cuidado entre tus labios y mi almohada. para que se agote la noche y empiece lo más divertido. para que se difuminen los últimos acordes. para que parezca que ya no hay nada después. qué engaño...
es cuestión de dosis ínfimas de tiempo, prácticamente incontable. si la página tarda de más en cargarse, será demasiado tarde. déjame sólo que te diga, ya para terminar, que esta noche ha sido...
lunes, diciembre 08, 2008
viajes interiores
Tiza · Herida
un puñado de días diseminados sin orden concreto; de trenes que vuelan caro; de poliglosia derramada por las esquinas; de abrazos necesitados, regalados, compartidos, conseguidos al fin; de volver a veros necesitando más y más; de cantar bajito sin que nadie me oiga; de abusar de todo lo que me hace feliz; de tenerte cerquita; de concierto, música, pulsiones que se oyen fuera y se sienten por dentro; de sentirme pseudo-groupie bienintencionada por unos instantes irrepetibles en mi vida; de cafés improvisados; de ecuaciones imprevisibles; de besos que tardaban en llegar; de sandwiches de nocilla y fuet; de verte tantas veces y en tantos lugares y no hablarte en ninguno de ellos; de recordarte, sentirte, añorarte; de conspiranoia única; de no parar de contarnos cuentos; de heridas que se curan solas; de entenderlo todo; de sentirme en calma, finalmente; de empezar, ahora que termina el año, con mi mejor pie.
martes, diciembre 02, 2008
navidades
Me he observado y he descubierto un gran hallazgo: escribo, cuando lo hago, siempre para gente que no está. Sea cuál sea el grado y tipo de distancia que los separa de mí (o a mí de ellos), siempre dirijo estas letras y este blog en su conjunto hacia el vacío sideral del espacio-tiempo que nos une.
Hoy hace una semana, en unos minutos se cumplirán con exactitud y concrección los siete días desde que se fuera para siempre. Si bien nunca he llevado bien las despedidas, aquella fue especialmente traumática. Te vi decir adiós durante mucho más de lo que hubiera deseado. Prolongaste la marcha creyendo que con ello quizá garantizaras el quedarte. Y aunque ya estaba preparada para dejarte marchar, no pude evitar que un gran trozo de mi alma se fuera con aquel último suspiro tuyo. Te he dicho desde entonces muchas cosas. Algunas, entre lágrimas atragantadas y un sollozo de fondo inevitable, cuando aún estabas (en cuerpo yaciente) con nosotros. Y sin embargo, a pesar de todo eso ya dicho, tú y yo sabemos que no lo agoté todo. Me queda mucho por decir, mucho por que oigas, mucho por que sepas. Si pudiera te escribiría cada día, para que te dieras cuenta de que a pesar de todo, sigues conmigo. No ha habido en mi vida nadie como tú. Fuiste el más grande, el mejor, mi favorito desde siempre y para siempre, y esa sensación de favoritismo que tú y yo compartimos, que tantos celos generaba entre primas y cercanos, ahora se torna agria y punzante, dolorosa y venenosa. Sufro, no más que nadie, pero sí más que lo que he sufrido nunca. No por haberte visto degenerar y destruirte a cada instante que pasaba, sino por lo que me pesó y me pesa la ausencia, la marcha; el adios. Sé que sabes el gran vacío que has dejado a tu paso. Sé que sientes que estemos pasando por ésto nosotros, pero sé también que sabes, que por mucho que nos esforcemos, no podremos, cuando haya pasado el tiempo del duelo, evitar recordarte como más te gustaba: riendo, cantando, bailando, disfrutando de la vida, que era tu afición predilecta, y viviendo fogosamente, tu más traicionera arma de doble filo. Y estas Navidades van por tí. Como en los viejos tiempos, cuando tú eras jóven y yo una niña inocente que amaba esta festividad, voy a disfrutar de estas fechas a tu salud. Y tú lo verás desde arriba.
Hoy hace una semana, en unos minutos se cumplirán con exactitud y concrección los siete días desde que se fuera para siempre. Si bien nunca he llevado bien las despedidas, aquella fue especialmente traumática. Te vi decir adiós durante mucho más de lo que hubiera deseado. Prolongaste la marcha creyendo que con ello quizá garantizaras el quedarte. Y aunque ya estaba preparada para dejarte marchar, no pude evitar que un gran trozo de mi alma se fuera con aquel último suspiro tuyo. Te he dicho desde entonces muchas cosas. Algunas, entre lágrimas atragantadas y un sollozo de fondo inevitable, cuando aún estabas (en cuerpo yaciente) con nosotros. Y sin embargo, a pesar de todo eso ya dicho, tú y yo sabemos que no lo agoté todo. Me queda mucho por decir, mucho por que oigas, mucho por que sepas. Si pudiera te escribiría cada día, para que te dieras cuenta de que a pesar de todo, sigues conmigo. No ha habido en mi vida nadie como tú. Fuiste el más grande, el mejor, mi favorito desde siempre y para siempre, y esa sensación de favoritismo que tú y yo compartimos, que tantos celos generaba entre primas y cercanos, ahora se torna agria y punzante, dolorosa y venenosa. Sufro, no más que nadie, pero sí más que lo que he sufrido nunca. No por haberte visto degenerar y destruirte a cada instante que pasaba, sino por lo que me pesó y me pesa la ausencia, la marcha; el adios. Sé que sabes el gran vacío que has dejado a tu paso. Sé que sientes que estemos pasando por ésto nosotros, pero sé también que sabes, que por mucho que nos esforcemos, no podremos, cuando haya pasado el tiempo del duelo, evitar recordarte como más te gustaba: riendo, cantando, bailando, disfrutando de la vida, que era tu afición predilecta, y viviendo fogosamente, tu más traicionera arma de doble filo. Y estas Navidades van por tí. Como en los viejos tiempos, cuando tú eras jóven y yo una niña inocente que amaba esta festividad, voy a disfrutar de estas fechas a tu salud. Y tú lo verás desde arriba.
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