busca entre mis delirios

lunes, abril 28, 2014

entre las sábanas / entre las piernas

me gusta mayo. me gusta su tiempo dual, mutable y contradictorio, como su astrología. sus días de lluvia y tormenta con camiseta de tirantes y zapatillas de tela. su casi equidistancia entre el principio y el final del ciclo anual, que parezca que aún es pronto para algunas cosas y quizá un poco tarde para el resto. me gusta pensar en todo lo que queda por hacer, en las oportunidades que quizá brinden los días, que aún es posible que sople las velas con alguna alegría de más que celebrar, que grandes cosas han pasado en la historia en un mes como éste. me gusta creerme el dicho aquel de que lo bueno se hace esperar, que aunque se cumpla un año ya de aquel mayo pasado, definitivamente habrá algo mucho mejor para mí ahí fuera aguardando el momento adecuado.
que nunca es tarde si la dicha es buena, que a quien madruga dios le ayuda, que más vale maña que fuerza y al saber lo llaman suerte, que el que algo quiere, algo le cuesta, alguien vendrá que bueno te hará, mira adelante y no caerás atrás y hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo, que a mal tiempo buena cara, que cuando una puerta se cierra, cientos se abren, el que busca encuentra y el que espera, desespera, el que no corre, vuela y el que la sigue, la consigue, que la esperanza es lo último que se pierde, mal de muchos, consuelo de tontos, que la paciencia es la madre de la ciencia, que no hay mal que cien años dure, que querer es poder y vísteme despacio que tengo prisa, siempre hay un roto para un descosido, que quien hace lo que puede, hace lo que debe, que cada palo que aguante su vela y cada loco con su tema.

lunes, abril 21, 2014

me alquilo para soñar

escriben las buenas plumas que Gabo ha emprendido finalmente su deseado éxodo al que será su lugar de retiro y descanso, por fin, después de casi cien años. nadie quiere que esto parezca la crónica de una muerte anunciada, ni el relato de un náufrago, ni la más grande de sus obras periodísticas. es sólo la increíble y triste historia de un viaje sin retorno en el que no hay mala hora para llegar. ha decidido hacer esperar a los ángeles y el réquiem de los funerales suena tan lejano que ya casi le parece una cumbia. ha vivido para contarlo y ha fundado entre las páginas blancas encuadernadas un país al alcance de los niños. ese país tiene como capital una ciudad que algunos dicen inventada, pero eso es sólo porque, como en todo buen laberinto, no supieron encontrarla.
ve llover en Macondo donde despunta un verano feliz. allí le esperan Juan, Julito, Pablo y aunque reniegue, también estará Jorge Luis, cebando el mate. mientras beben, ríen y fuman, se explicarán unos a otros cómo se cuenta un cuento y juntos, escribirán del amor y otros demonios.
puede que ahora dedique su eternidad a la bendita manía de contar, al periodismo militante, aquel que, cuando era feliz e indocumentado, afirmaba que era el mejor oficio del mundo o quizá se decida a continuar las memorias de sus putas tristes.
sólo espero que él sí que tenga quien le escriba...

martes, abril 15, 2014

your four words (X)

cómo si dar vida a las palabras fuera baladí...

como aquel día, nadie recuerda si era por la mañana o ya demasiado tarde, pero aquel crucial instante se volvió crítico para la caótica historia que ellas mismas escribían, corregían y volvían a escribir. fue el penúltimo punto de inflexión en toda ficción que anticipa un devenir algunas veces imprevisible. en el asiento de atrás de aquel coche prestado, cada una posaba la vista en su ventanilla, en silencio, sin poder, sin saber qué decir. ella miraba aquel paisaje, salvaje y agreste, en el que brotaban sin orden alguno pequeñas familias de amapolas (a ella le gustaba llamarlas ababoles) que teñían de rojo los bordes de la carretera. entonces recordó aquel año que vivió en Bolivia en el que descubrió una planta hermana del ababol que proporcionaba unos alcaloides de la familia del opio, lo que le evocó aquel imbebible alcohol que destilaban con alambique y serpentín que tan poco se parecía al moscatel que, de vuelta a Zaragoza, a ella tanto le gustaba.

aquel año en America del Sur fue quizá el primer punto de inflexión en esa historia que por entonces empezaban a escribir y de la que aquel día, en el asiento de atrás del coche prestado, con las ventanillas bajadas, las palabras en estado comatoso y un calor insoportable, estaban componiendo su punto y final. su compañera de viaje, de aventura, de vida y de asiento, la que a metro y medio a su derecha miraba también pasar su historia, como si mágicamente pudiera escuchar sus pensamientos y sus calladas y tácitas palabras, se aventuró a salvar el incómodo silencio, aniquilándole con osada y oportuna decisión:

- ¿tú sabes por qué se encienden las luciérnagas?

ababol · luciérnaga · alambique · caótica