busca entre mis delirios

domingo, abril 12, 2009

bricolaje

Irene había vuelto a fumar. Lo dejaba cada vez que empezaba una nueva relación en esa autopromesa de que todo iría a mejor, y con cada ruptura, volvía irremediablemente a sus Lucky. Qué pretendía con eso, nadie lo sabe. Quizá sólo se escondía tras cada calada la agradable sensación de estar quemando todo lo malo que el cigarrillo, y la historia que acababa de dar por finalizada, contenían para ella. Se fumaba los males, queda bonito decirlo así.
Ese día, recuperó su mechero con ganas. Hacía frío, demasiado frío, aunque la temporada del año no acompañaba para nada a las bajas temperaturas. Debía rondar la primavera cerca y los termómetros tiritaban con sólo una cifra. Habían bajado de pronto casi quince grados desde el café del desayuno hasta el de la merienda. Todo era raro. Demasiado raro. Como aquella escena que le montaron en el patio del colegio cuando no había cumplido ni 15 años, ese momento bochornoso que ahora no quiere recordar. El chico aquel que la miraba intensamente desde la cancha de fútbol desde que comenzó el curso, se había decido a desvelar su amor por ella a uno de sus amigos. Tremendo error, pensó, mejor no haberlo compartido. A veces los amores más bonitos son los que no se llegan a declarar, y por tanto, los que se viven en secreto. Gracias a la insensatez de la sinceridad de aquel imberbe tío alto tenía alrededor un espectáculo de masas. Todos sus compañeros se agolpaban en dos círculos concéntricos, uno en torno a él, otro en torno a ella, y ambos buscaban lo mismo; querían un beso. Suyo y de él, con vítores por banda sonora. Qué cosas. Sería su primero. Al menos el primer beso de verdad. A esas edades nos esforzamos en calificar de verdaderos o falsos los besos. Les damos demasiada importancia. Ahí empezamos a cometer el mayor de los errores. Pero aquel sería el verdadero, porque lo de ese lujurioso campamento de hacía un par de veranos por suerte quedó olvidado. Pero no hubo beso. Afortunadamente el chico resultó ser tímido. En cambio salió caballeroso, pues la acompañó a casa a la salida de clase, bajo ese paraguas grande que seguramente le había regalado su padre. Aquel día hacía frío, como ese día en que Irene volvió a fumar. Y también entonces, todo fue súper raro.
Lo peor de todo no es haber vuelto a fumar. Que nadie se engañe. Lo peor de todo es volver a romper. No es autodestrucción, de eso está segura. Quizá sea autoprotección. Puede. No es seguro. Posiblemente sea el curso natural del acontecer. A veces, no todo es perfecto. Quizá se trate de una grieta más sobre la que aplicar un pegote de yeso, para luego lijar y aplicar pintura de modo que nadie note la pequeña imperfección. Puede. Nunca se le dio bien el bricolaje, aunque se tragara decenas de programas por la tele cuando era pequeña. Es posible que sea eso. Pero de frente a su pared, a Irene se le antoja bonita esta pequeña fisura. De hecho, si se contorsiona un poco le parece verla a Ella reflejada en aquella hendidura. Como una marca de lo que hubo y aún exuda. Su rastro por su vida. El poso del amor, que aún rezuma porque aún vive. Una cicatriz de guerra más, sonríe. Un rasguño por ser descuidada en su batalla. La herida que la hace más fuerte. No entiende de arquitectura, pero parece que la pared aguantará. Los materiales son potentes y esto que ha construido es robusto y firme. Así que deja la paleta en el suelo y esconde el tapagrietas en un lado. No muy lejos, nunca se sabe si se hará más grande con el tiempo. Es lo malo de las fisuras, que hay que vigilarlas de cerca. Mete la mano en su bolsillo y saca otro cigarro. Así mejor. A fumarse los huecos.

5 comentarios:

Argax dijo...

Como tu bien dices lo importante no es que haya empezado a fumar de nuevo, es que haya dejado ahí las grietas para que le hablen de sus errores, para que pueda estar orgullosa de ellos. Un beso.

Carmen dijo...

Autoprotección.

O coraza selectiva.

Volver a fumar es la historia de siempre, pero al menos, nos conocemos cada día mejor.

Un beso

claradriel dijo...

Pues yo dejo de fumar... para siempre, espero.

Aguantará la pared, sino, siempre habrá una mano amiga que apuntale las puertas del alma, para que nada malo se pueda volver a colar...


Besos delirantes y a borbotones... como una presa que no aguanto la riada.

delirante dijo...

Argax... mi pequeño gran, sí, a veces las heridas conviene dejarlas al aire, para que cicatricen solas y mientras tanto, nos recuerden los fallos que nos las produjeron. el invento de las tiritas (y del tapagrietas) es uno de los peores y más inhumanos inventos del hombre...

Carmen... je. coraza selectiva. me quedo con esto. creo que me viene al pelo. es lo bueno de la vida, que puede doler a veces, otras en cambio te mata a sonrisas, y mientras tanto, entre unas y otras, nos conocemos a pasitos...

Clara... me alegro de tu determinación. dudo de los "para siempres" por defecto de experiencia, pero me alegra la determinación. aguantará, sí, por el bien de Irene, y las manos amigas, por suerte, estarán cerca de ella... :)

besitos a los tres... con alevosía

Griada dijo...

Las pequeñas grietas, todos los detalles y matices que te diferencian, hacen de ti una persona increíblemente completa y asombrosamente interesante (añádele a esto cara de enamorada, jajaja).

Pero fumar es feo. Te lo digo yo.

Si fueramos francesas tendríamos un pase, pero no es el caso...