busca entre mis delirios
miércoles, abril 16, 2008
con permiso
Me vais a ayudar y ni siquiera os vais a dar cuenta. Veréis, llevo exactamente 45 minutos dando vueltas en la cama, sola, a oscuras, relativamente cansada y con el firme y fracasado propósito de quedarme dormida lo antes posible. Y no puedo porque sobre mi cabeza pesan quilos de asuntos que han sobrevolado mi día de hoy de alguna manera y si acaso también de los últimos tres o cuatro. Ahí tendida se te viene todo encima y ni siquiera te pide permiso. Pensaba en lo maravillosa que había sido mi tarde de hoy, cómo una película cualquiera en su compañía se hace una de las mejores que he visto últimamente. Cómo es capaz de hacerme reir tanto y tan fácilmente, haciéndome cuestionar si no tendrá en su posesión unos polvos de esos mágicos que estoy segura que no existen. Que reifica el amor en cada momento, y que aún no le he pillado el prestigio. Divagaba sobre una decisión importante, un cambio de trabajo y de rutina y por tanto así también de vida. Un paso hacia una dirección que aún no sé bien si avanza, o retrocede, o simplemente se cambia de posición. Y sobre otra decisión bien diferente que tomé hace poco y que espero que sea la correcta, de modo que no nos hagamos más daño y que, con suerte y cruzo los dedos, sólo haya sonrisas para el resto de nuestros días. Y también sobre un mensaje y una llamada que ha recibido mi móvil esta noche. Uno de esos instantes en que tardas en reaccionar porque la sorpresa lo está celebrando por dentro. Que me ha leído el sentimiento, pues era justo eso lo que venía necesitando: esa voz, justo la suya, y esas palabras. Que no recibió mi mensaje del todo pero sólo necesita saber que la quiero muchísimo, seguramente más de lo que ella se piensa, y que sigo aquí para todo, como siempre. Y por pensar, pensaba en planes de verano, en viajes, en festivales de música, en que tengo ganas de ver a mi vasquita y descubrir si va todo bien, y que espero que me de tiempo a terminar los cuatro trabajos antes de finales de semana, y que me apetece un montón compartir una cerveza con mi zevillano favorito de visita en mi ciudaz, y que me hace falta un café alargado una tarde de estas, y que quiero dejar de tomarme el asqueroso jarabe y la maldita pastilla, y que Leconte me ha puesto tonta esta noche con la película más apropiada para el momento. Que me gusta escribir para nadie sabiendo que alguien me lee, que no sé cómo pedir perdón por posts como este y cómo agradecéroslo después de todo. Que me encanta teneros, a cada uno de vosotros, aunque a muchos no os conozca, aunque a otros no os vea a menudo. Que la noche me vuelve melancólica y sin quererlo se me escapan dos lágrimas pixeladas entre los lunares. Que es momento de de dormir, o eso deberíais estar haciendo todos a estas horas...
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5 comentarios:
¿Cómo decirte que es genial conocer a una persona tan singular como tú?
Creo que lo único que puedo decirte, es que no soy capaz de decir nada. Que me encantas, Laurita, que me encantas.
ayyy el insomnio...la verdad es que hay veces que no se puede evitar...en mi vida es bastante constante...
Si al final has celebrado esa llamada y su significado, el insomnio no ha sido demasiado cruel,eh?
y no pidas perdon ni agradezcas nada...gracias a ti.
un beso
Me parece a mi que tuviste un dulce insomnio...
Kmuaaack!
Tu sevillano tuvo que tapar la boca de la copa con la palma de la mano para que no se le llenara de gotas de lluvia.
Creeme, los que me conocen podrán confirmártelo, soy experto en ahogarme en vasos de agua. Doctor honoris causa en esos menesteres y desde mi cátedra te digo: todo pasa amiga, todo pasa.
Vaya, a mí, Barcelona no me da más que disgustos, haha.
Siempre es renovador leerte, un grato sentimiento al ver que sigues escribiendo un mundo que es algo mío, también, al menos parte.
Un beso.
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