busca entre mis delirios

martes, abril 15, 2008

expresiones

Me gusta decir que te echo de menos, que te extraño, o que empiezo a necesitar volver a saber de tí. Hay en esa fórmula lingüística un encanto ponderado que une a dos personas por un instante que hasta entonces habían estado separadas. En ese momento de comunión entre el "te echo de menos" y la recepción de la expresión, se reconcilian dos voces, la que lo siente y lo dice y la que escucha, callada. No tienen por qué ser simultáneas; la eterna carta manuscrita llevará al menos dos o tres días ser recibida, el email quizá unas cuantas horas, un mensaje en el móvil, nunca se sabe. Y es curioso, normalmente se expulsa esa frase ante un mutismo que escuece, o duele, o pica, o molesta, a veces acordado, otras fortuíto, y en casos extremos, obligado. Incluso cuando se escoge como momento idóneo una llamada telefónica, hay un silencio al otro lado. Aún así casi siempre sucede en un momento de ausencia, de distancia, tal vez. Dos personas que están lejos, que no mantienen contacto, que no se hablan, ni se leen. Es una expresión perfecta, de las más bonitas que existen en nuestro lenguaje. El alma sale por nuestra boca hablando por sí sola de lo que siente porque no tiene, de lo que quiere porque te quiere. Y si acaso hubiera una razón por encima del resto por la que me gusta tanto esta expresión, sería seguro la sonrisa involuntaria con la que con suerte quien calla, recibe, lee o escucha, asiente como respuesta.

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