busca entre mis delirios

jueves, marzo 27, 2008

Andy

No se me ocurre nada mejor en qué invertir este insomnio momentáneo y presumiblemente pasajero. En el suelo descansan impasibles e inertes, rotos y deshechos, los restos sobrantes de una caja de cartón que he roto como hioe una noche de reyes cualquiera hace más de veinte años. Sobre mi cama han alunizado en pocos segundos los principios de una estantería aún por montar. Sobre mis rodillas en este mismo instante, las instrucciones que a modo de comic te explican como conseguirlo. Son graciosos estos del Ikea, como con un texto no verbal, aparentemente universal en la forma y neutro en el idioma, consiguen que me parezca que me están explicando en chino. Le pregunto al destornillador de estrella si él cree que juntos lograremos darle forma. Me responde que qué va a saber él si encima tiene que ir en contra de sus principios y atornillar en lugar de lo contrario. El caso es que sí, ha llegado el momento y siento que es justo éste. Necesito un poco de orden en esta habitación que es mi casa y mi mundo en 6 metros cuadrados. Todo junto y a una vez. He tenido mucho caos, por etapas en sus puntos más álgidos. Primero me sitió Camus, siguió Dostoievsky por todos los frentes, y Nietzsche, a quien dejé que me violara intelectualmente todo lo que quiso, después llegó tímidamente Murakami que fue ganando terreno, y Sartre a chorros empapándolo todo, y Proust, siempre él, inagotable, incansable. Ahora me invaden todos al mismo tiempo. Las estanterías se me agotan, ellos se amontonan sin asiento asignado y el overbooking empieza a hacer sufrir a mis invitados que, sin rechistar y con mucha resignación honorable, se limitan a pastar entre los escasos restos de espacio libre de mi escritorio, mi mesilla de noche y el suelo bajo mi cama. Pero quiero darles un mejor destino lejos del polvo, de las caídas fortuitas, de los suicidios involuntarios, de las manchas de té, de las torceduras de esquinas; me gustaría proporcionarles una comodidad, un confort que les haga sentirse en su casa, orgullosos de la hospitalidad recibida. Y le doy la vuelta una vez más al folleto explicativo. Sigo sin ver claro cuál es la derecha y cuál la izquierda, si lo de arriba está abajo por algo en concreto o yo lo he montado al revés, si se mira la figura de frente o de lateral, desde el punto de vista del puto folleto o desde el mío. He perdido el punto de referencia y el atornillador -sí, le he cambiado el nombre por simpatía- me da la razón. Pasamos del croquis. Vamos a llamar al sentido común, seguro que él averigua donde meter qué y cómo para que Andy sea Andy y no sólo un montón de palos ensamblados. Y sí, mi nueva estantería se llamará Andy, pero eso será ya mañana.

2 comentarios:

claradriel dijo...

Andy es un nombre genial para una estantería.

A veces, las ansias compulsivas de poner orden en nuestro mundo esconden deseos de ordenarnos por dentro. Es un principio. Suerte con el trato a los objetos.

Griada dijo...

Estoy completísimamente de acuerdo con Claradriel. Y, jo, precisamente hoy he estado recogiendo mi cuarto, organizando cajones, colocando libros...

Me gusta Andy como nombre, aunque estoy casi segura de que la has rebautizado y antes se llamaba BILLY o LAXVIK.
Ay... ¿cuándo vendrás a visitarme?