busca entre mis delirios

viernes, septiembre 09, 2011

indulto

Sólo unos días después llegaría el indulto. Aquel gesto cargado de vida le resultaba sólo un poco más irónico de lo que había sido toda su existencia. Aún podía recordar las miradas recriminatorias de los periodistas, el gesto torcido y cobarde de aquel jurado que decidiría irresponsablemente su devenir, las palabras vacías del fiscal y las conclusiones extraviadas del juez. Todo se agolpaba en su cabeza de manera disonante y ciertamente molesta, como la incómoda escucha de una canción mal entonada. Por encima de la nariz, miraba al informe del indulto que sostenía sin ilusión. Quizá todo podía ser un poco más absurdo. Quizá habría alguna lógica tras todo aquel sinsentido. Seguía sin sentirse aliviado, como no había llegado a sentirse abrumado. No sabía lo que era la libertad, como tampoco entendió la pena. Siempre dijo que no sabía lo que era el pecado porque sólo le habían comunicado que era culpable. Culpable de un crímen absurdo, culpable de delitos imprecisos, de maldades inexistentes. Pero culpable. Y obligado a pagar por ello. Perdido, exhausto, incapaz de hacerse entender, sin ánimo de excusarse, desganado en la lucha y desinteresado por el mañana. Todavía hay quien se pregunta si los hombres son buenos por naturaleza y a él se le resbalaba poco a poco el informe de entre los dedos. Salía el sol por aquel techo de cristal, al otro lado de las rejas oxidadas, y por primera vez en mucho tiempo, un rayo valiente estiró la comisura de su labio superior, cincelando una sonrisa. Quizá la única salida ahora, era reirse del absurdo. Del árabe, del juez, del fiscal. Reirse de la vida.

2 comentarios:

delirante dijo...

¿qué me pasa? ¿qué son esas mayúsculas diseminadas por el texto? ¿¿¿???

Beatrize Poulain dijo...

déjalas, esas sí que han salido porque les ha dao la gana, tó libres. esas sí que se pueden usar para la expresión. las que salen porque da la gana. Sin formalismos. Brotantes.