busca entre mis delirios
jueves, agosto 31, 2006
Different class · Pulp
Éste, como otros, es de esa clase de discos que te entran solos, cuando menos te lo esperas y sin que estés preparada para él. Da igual cuánto te lo hayan recomendado antes, lo mucho que insistieron para que lo escucharas. Different Class te va conquistando poco a poco. Es como un enamoramiento ralentizado. Primero te engancha una canción, la tarareras hasta que te la sabes, hasta que se convierte en una de tus favoritas. Para algunos el flechazo fue con "Disco 2000", para otros con "Mis-Shapes". Para mi, sin duda, sin poder olvidarlo jamás, fue con "Common People". Cupido me atravesó con ella y confieso reenamorarme cada vez que la escucho. Luego te sorprendes descubriendo que a ese mismo disco pertenecen otras canciones que ya tarareabas tiempo atrás, sonidos recordados, ritmos recurrentes, letras aprendidas. Una renconciliación con lo conocido. Y en un anhelo por lanzarte a conocerlo a fondo, te ves entusiasmada por cada descubrimiento nuevo. Todo suena genial. Cada canción es una gozada. Se te pegan, las cantas, las bailas. Y sin quererlo es ya parte de tí. Te persigue, o eso crees. Suena en tu despertador, en la radio de un coche, en tu mp3, en el de tu compañero de trabajo. O todo te recuerda a él o el estado de enajenación mental ya te ha vencido. Te has enamorado de Different Class.
viernes, agosto 25, 2006
Y.. ¿qué más?
Hay una ciudad que me cambia la visión de la vida. Es mi secreto mejor guardado. Tiene la capacidad de llegarme a lugares que el ser humano cree que no existen. Barcelona ha sido punto de inflexión en mi vida en muchas ocasiones. La de esta semana, como todas, será irrepetible, inolvidable e impresionante. Lo mejor es que en esta ocasión no ha sido la ciudad en sí la que cambió mi mood diario, fueron ellos. Dicen que no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes. La revisión de ese dicho popular con este viaje es más interesante aún: yo me he dado cuenta de lo que tengo cuando les tuve que decir adiós.
Se me vienen a la mente momentos cesped, el Common People sonando con potencia en el coche mientras ródabamos por la Sagrada Familia, las mil y una conversaciones, los "delunoaldiez", las fotos, los rincones de barna que pocos conocen, risas que aún resuenan dentro, el maravilloso momento meditación en su casa, el japo y la primeriza, la pobreta María, un plan para 2012, los abrazos que renuevan y te evolucionan, las sonrisas que me moría por ver... Ser feliz y reir desde el estómago, sentirse agusto como en mucho tiempo, desear volver, encontrarse a sí misma, mirar a los ojos y ver muchas cosas, esperar repetirlo pronto, muy pronto.
Y... ¿qué más? Que Barna sin ellos no hubiera sido igual. Que lo negro si no ves la luz, no se ve tan negro. Que me habéis hecho aprender un montón. Que vuelvo renovada y con ganas de todo. Que nos debemos esa juerga. Que os quiero.
Se me vienen a la mente momentos cesped, el Common People sonando con potencia en el coche mientras ródabamos por la Sagrada Familia, las mil y una conversaciones, los "delunoaldiez", las fotos, los rincones de barna que pocos conocen, risas que aún resuenan dentro, el maravilloso momento meditación en su casa, el japo y la primeriza, la pobreta María, un plan para 2012, los abrazos que renuevan y te evolucionan, las sonrisas que me moría por ver... Ser feliz y reir desde el estómago, sentirse agusto como en mucho tiempo, desear volver, encontrarse a sí misma, mirar a los ojos y ver muchas cosas, esperar repetirlo pronto, muy pronto.
Y... ¿qué más? Que Barna sin ellos no hubiera sido igual. Que lo negro si no ves la luz, no se ve tan negro. Que me habéis hecho aprender un montón. Que vuelvo renovada y con ganas de todo. Que nos debemos esa juerga. Que os quiero.
lunes, agosto 14, 2006
Delirios en escala humana
Hay cosas que son, pero no te das cuenta. Puedes tardar una vida en reflexionar sobre ellas... o morirte sin haberlo hecho. Lo bueno es que no está sólo en tus manos; hay mucha gente a tu alrededor que se encargará de abrir la brecha para que indagues. Compañeros de facultad, amigos de toda la vida, gente en la parada del bus, un profesor, alguien en un blog, un periodista, científico o cualquier otro loco profesional, un colega del trabajo.
Todas (o casi todas) las cosas bonitas e importantes para nosotros se hacen con los ojos cerrados, o en su defecto, en la oscuridad. Dormir, soñar, hacer el amor, tener un orgasmo, besar, escuchar música. Se ha dado cuenta -entre otros, supongo- el arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa [un genio, por otra parte]. Aboga, basándose en esa premisa por la eliminación de la luz diáfana en los edificios, la desaparición de enormes ventanales que acaban sustituyendo al muro, y reduciendo la escala del edificio hasta la humana, de modo que el individuo que entra en él se sienta cómodo, como en la placenta, o casi. Lo contrario es centrar únicamente la impresión del hombre en la luz. La luz, en exceso, aniquila como el agua, en exceso, ahoga.
Pues bien, un compañero de trabajo me comentaba que si juntáramos todos los parpadeos del ser humano a lo largo de su vida, resultaría que ha pasado algo así como un tercio de sus días con los ojos cerrados inconscientemente. La penumbra es la iluminación del ser humano. Es la clave para la introspección individual. Es la ayuda para el crecimiento humano vertical. Mirarse a uno mismo, no por no querer mirar a los demás, sino por la necesidad de contar con uno. Porque nos pasamos la vida huyendo de los espejos porque pensamos que siempre es mejor prestar atención a otros... y de pronto viene un parpadeo y te encuentras a solas contigo misma.
De cualquier modo, solo o en compañía, parece cierto que las cosas lindas se hacen con los ojos cerrados. También nacer y morir. Todo empieza y acaba así, en penumbra. Por eso un beso puede ser tan intenso. Por eso es como nacer, morir y volver a nacer. Sólo es cuestión de no tener miedo a que nos deslumbre la oscuridad.
Todas (o casi todas) las cosas bonitas e importantes para nosotros se hacen con los ojos cerrados, o en su defecto, en la oscuridad. Dormir, soñar, hacer el amor, tener un orgasmo, besar, escuchar música. Se ha dado cuenta -entre otros, supongo- el arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa [un genio, por otra parte]. Aboga, basándose en esa premisa por la eliminación de la luz diáfana en los edificios, la desaparición de enormes ventanales que acaban sustituyendo al muro, y reduciendo la escala del edificio hasta la humana, de modo que el individuo que entra en él se sienta cómodo, como en la placenta, o casi. Lo contrario es centrar únicamente la impresión del hombre en la luz. La luz, en exceso, aniquila como el agua, en exceso, ahoga.
Pues bien, un compañero de trabajo me comentaba que si juntáramos todos los parpadeos del ser humano a lo largo de su vida, resultaría que ha pasado algo así como un tercio de sus días con los ojos cerrados inconscientemente. La penumbra es la iluminación del ser humano. Es la clave para la introspección individual. Es la ayuda para el crecimiento humano vertical. Mirarse a uno mismo, no por no querer mirar a los demás, sino por la necesidad de contar con uno. Porque nos pasamos la vida huyendo de los espejos porque pensamos que siempre es mejor prestar atención a otros... y de pronto viene un parpadeo y te encuentras a solas contigo misma.
De cualquier modo, solo o en compañía, parece cierto que las cosas lindas se hacen con los ojos cerrados. También nacer y morir. Todo empieza y acaba así, en penumbra. Por eso un beso puede ser tan intenso. Por eso es como nacer, morir y volver a nacer. Sólo es cuestión de no tener miedo a que nos deslumbre la oscuridad.
jueves, agosto 03, 2006
Voices
Oigo voces que me hablan.
Suenan a katiushas, huelen a cloro, saben a chocolate, a caipis. Se oyen risas. Muchas, cantidad, tremendos herzios de carcajadas desprendidas. Y las oigo a todas horas, desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la madrugada. Por la noche dicen que dicen, pero yo no las presto atención, que nunca se sabe si una está soñándolo.
Me dicen sobre el estado de relaciones; sobre si van bien, muy bien o mejor que nunca antes. Y yo les digo que eso no se pregunta, se siente, se transmite, y en todo caso, se dice.
Me dicen sobre primaveras tardías, precoces, fuera de tiempo y nunca más a tiempo. Flores que brotan ahora, a pesar de la sequía. Qué mala es la sequía.
Me dicen sobre guerras que me gustaría no entender, no comprender razones ni motivos. Guerras que persisten desde hace más de medio siglo, que parecen no terminar. Guerras de las que sé demasiado. De las que me encantaría no tener que saber más.
Me dicen también sobre ganas de ver a personas que viven lejos. Plantean escapadas fugaces a ciudades encantadoras, a gente maravillosa a la que debo abrazos.
Me dicen sobre lo bonito que es ver pasar el tiempo por la gente, cómo éste les cambia, para bien y para mal. Observarlas desde fuera y sentirlo por dentro.
Me dicen sobre obligaciones; sobre el horario del curso que viene que me tendría que empezar a construir, sobre decisiones acerca del trabajo, sobre carreteras secundarias que me apetecería tomar, sobre el festi de Donosti, sobre cómo me las apañaré este año para hacer la crónica.
Me dicen que este verano está transpasando su ecuador... que dentro de menos de lo esperado se acaba. Me dicen sobre balances. Me dicen en positivo.
Suenan a katiushas, huelen a cloro, saben a chocolate, a caipis. Se oyen risas. Muchas, cantidad, tremendos herzios de carcajadas desprendidas. Y las oigo a todas horas, desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la madrugada. Por la noche dicen que dicen, pero yo no las presto atención, que nunca se sabe si una está soñándolo.
Me dicen sobre el estado de relaciones; sobre si van bien, muy bien o mejor que nunca antes. Y yo les digo que eso no se pregunta, se siente, se transmite, y en todo caso, se dice.
Me dicen sobre primaveras tardías, precoces, fuera de tiempo y nunca más a tiempo. Flores que brotan ahora, a pesar de la sequía. Qué mala es la sequía.
Me dicen sobre guerras que me gustaría no entender, no comprender razones ni motivos. Guerras que persisten desde hace más de medio siglo, que parecen no terminar. Guerras de las que sé demasiado. De las que me encantaría no tener que saber más.
Me dicen también sobre ganas de ver a personas que viven lejos. Plantean escapadas fugaces a ciudades encantadoras, a gente maravillosa a la que debo abrazos.
Me dicen sobre lo bonito que es ver pasar el tiempo por la gente, cómo éste les cambia, para bien y para mal. Observarlas desde fuera y sentirlo por dentro.
Me dicen sobre obligaciones; sobre el horario del curso que viene que me tendría que empezar a construir, sobre decisiones acerca del trabajo, sobre carreteras secundarias que me apetecería tomar, sobre el festi de Donosti, sobre cómo me las apañaré este año para hacer la crónica.
Me dicen que este verano está transpasando su ecuador... que dentro de menos de lo esperado se acaba. Me dicen sobre balances. Me dicen en positivo.
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