Irene lo sabe ahora, porque lo acaba de vivir: Eso. Eso es lo que se siente.
Y un montón de tiempo es mucho tiempo. En diez días harán dos años. Nunca se le dieron bien las fechas, pero los comienzos de cosas bonitas los graba a fuego en su memoria. La acusan a menudo de tener mala memoria, pero es que nadie la entiende: olvida lo malo, lo regular, para dejar espacio suficiente a lo bueno, lo mejor.
Lleva todos esos días en dos años, que no quiere ni calcular para no asustarse, escribiendo y leyendo. Leyendo y escribiendo. Cada vez más palabras. Cada vez más personales. Cada vez más frecuentes. Cada vez más dentro. Han pasado noches tristes, noches de agobios, noches de crisis existencial, rupturas, reconciliaciones, enfermedades, traspiés, risas... ¡Hasta les dio por montar un puzzle!
No fue por aburrimiento, de eso está segura. Quizá al principio sí, pero ahora, después de todos estos meses y todas estas circunstancias, está más que claro que lo que les une es bonito porque sí.
No hay nombre, porque no hace falta. A veces no es necesario nombrar las cosas. Basta un "eso" o un "así" para condensar todo lo que significan.
Irene vuelve a casa esta noche contenta, más de lo normal, muy contenta. A lo largo del día de hoy le han dicho que tiene una sonrisa preciosa -esa de la que tanto reniega constantemente-, que hace muy bien su trabajo -por muy sencillo que parezca, se ve que es posible hacerlo mal-, que tiene nariz de ser buena gente y nada egoísta -el mejor piropo de entre todos los demás-, que es guapa de dentro a fuera -aunque lo duda, lo duda mucho-, y que su voz pone nerviosa. Y no hablamos de autoestima, porque Irene renunció a ella hace tiempo. No está bien contar con ella porque cuando falta se nos viene todo abajo. Es mejor dejar que nos haga visitas esporádicas, y mientras tanto, sonreir y creérselo un poquito, sólo un poquito, sin que apenas se note.
Así que hoy, después de casi dos años, ha escuchado su voz, y por fin, la ha hecho real. Porque Irene es así, necesita una palabra, una voz y una mirada para hacer realidad a una persona. Y podría decir alguien que aún le falta la mirada en la ecuación, pero eso a Irene no le importa, porque ya la ha visto, en el mundo bonito de los sueños.
Por cierto, hoy ha aprendido que hay que tener cuidado con lo que se hace en sueños, sobre todo en los que no son tuyos, sino ajenos. Que puedes cagarla de sobremanera sin darte ni cuenta, y no, Irene no quiere cagarla con ella. Que empezó todo muy bien, sigue todo muy bien, y ha de continuar mejor.
Podría decir muchas cosas más, pero no lo hace. Quizá sólo podría añadir una canción. Quizá, incluso, y ahora por primera vez, debería cambiarla por otra. Quizá sea verdad que basta así, que no hace falta nada más, pero no lo puede evitar, porque hay veces que no se quiere ni se puede evitar. Así que añade la canción, aunque esta noche suene diferente. Pues eso...
Zahara · Cartas entrelazadas
2 comentarios:
nunca el tiempo esperado merecio tanto la pena,
nunca una voz le parecio tan sensual,
nunca doce minutos la pusieron tan nerviosa,
nunca se habia atrevido a asegurar un futuro,
hasta ahora...
me encanto la entrada :) gracias
ois ois ois...
¿mmmmm? Qué grandes secretos guardas siempre, qué placer escuchar a Zahara, tan genial como siempre!!!
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