anoche me dormí mientras me contaban un cuento en el que yo era una ingénua niña dibujada a grafito que vivía en un mundo creado de golosinas. los edificios eran de ladrillo visto, rojo y cubierto de pica-pica, los semáforos, piruletas de tres colores, los pasos de cebra, chicles trident alineados, los pajaritos eran juanolas voladoras que descansaban a sus polluelos en sus cajitas rojas, la calzada estaba asfaltada de regaliz negro y los árboles eran de palulú, tenía un huerto repleto de melones, fresas, moras (rojas y negras), rajas de sandía, manzanas y muchas cerezas (que para algo son mi fruta favorita). comía pizzas (que para mi gusto estaban un poco revenidas y blandas) y huevos fritos deliciosos. para beber, coca-colas, claro. en el parque había un lago con un montón de delfines y en los bares, en vez de éxtasis, pasaban peta-zetas. el dentista, que era el malo más malo de todos, porque llevaba el antifaz al revés, tapándole la boca en lugar de los ojos como a todos los superhéroes, trabajaba colocando dentaduras masticables y mi mejor amigo era un osito gummie, que paseaba conmigo de la mano por toda la ciudad. la frontera, entre ese mundo imaginario y la cruda realidad la marcaba un regaliz rojo, largo, enorme, interminable.
yo estaba dibujada a lápiz, pero no tenía que preocuparme por borrarme, porque incluso cuando hacía mal tiempo, las nubes (que eran de azúcar, por supuesto) sólo lloraban azúcar glass.
no sé bien por qué, pero esta mañana me he despertado con un granito de azúcar en los labios...
2 comentarios:
Te estás volviendo una mariquilla, ¿eh?
Es curioso, hace un par de días estuve escribiendo sobre Hansel y Gretel.
El mundo está lleno de dulces.
http://www.youtube.com/watch?v=xTYM6YC4tbY
Joder, no he podido evitarlo xD
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