Dicen que cuando disfrutas, pasa el tiempo muy deprisa.
Dicen que cuando lo pasas mal, parece que no avanza en absoluto.
Pero ¿qué significa cuando miras sólo un poco para atrás y ves tanto y tanto que rellena sin miedo mañanas, tardes, noches, semanas hasta que logra convencerte de que el tiempo es un engaño y no es posible que aquello fuera hace sólo una página de calendario?
Hay una incomprensión generalizada para aquellos que están más allá de la primera persona. Mis padres, los dueños de la tercera del plural, murmuran quejidos sobre la incontinencia de mis pasos. Se alegran de mi sonrisa bronceada y de mis aires de libertad. Se burlan, sólo un poco, de los paseos a los que he sometido a mi maleta. Y se frustran, pero también mínimamente, si salgo de mi cuarto con lágrimas en los ojos.
"¡Que son dulces!", les digo.
"Entonces, ¡empáchate sin miedo!"
Ellos al menos fingen que lo entienden. Pero hay que lidiar con la incomprensión. La de aquellos que creen que un día dura 24 horas. Y que una semana son 7 días. Y que en un mes caben sólo 31 días. O la de quienes no entienden lo que abarca un abrazo. La de quienes piensan que el verano acaba en agosto. La de quienes no entienden la vida que puede adjuntar un mensaje al móvil. O la de quienes creen que la distancia es cosa de una sola persona. La de quienes no saben traducir convenientemente un "te echo de menos". La de quien piensa que una canción es sólo música y letra.
Yo hago superlativos de toda tú. Te quedaste con "lo más" hace tiempo sólo para tí, y ya sólo lo puedes superar tú misma. Y lo haces, sin dificultad, ante la mirada sorprendida de estos ojos que no dan abasto contigo. A cada paso, cada gesto, cada guiño, cada gracia, cada risa, cada mirada, cada nuevo descubrimiento, cada sorpresa, cada plan, cada foto, cada texto, cada despedida, cada hola, cada encuentro, cada desencuentro, cada secreto, cada revelación, cada palabra que callas, cada pensamiento que escucho, cada puerta que no quiero cerrar, cada persiana que tengo que bajar, cada sartén que friego, cada película que no vemos, cada abrazo que se cuela más dentro, cada pez fuera del agua, cada cigarro que se consume en el cenicero...
Hacer cosquillas al límite de la perfección no es algo común, ni siquiera usual. Un día de estos te explicaré todo. Pero sólo a tí, que sé que me entiendes. Si eres capaz de leer en la peca de mi ojo, ella te dirá, desde su transparente sinceridad, todo lo que aún no eres capaz de creer de mi boca. Y pondré las palabras en mayúsculas. Y subrayaré y marcaré en negrita lo más fundamental, sólo para arrancarte de cuajo y de raíz todos los miedos. Que no hay lobo feroz, ni bruja disfrazada en este cuento. Lo que hay, es lo que ves... y un poco más. No sufrirás por la noche en una pesadilla que te ataque por la espalda. Ni tendrás que volver a hacerte dueña del paquete de klinex. Ni regresarán las inseguridades. Ni te sentirás sola más de media hora seguida.
Un día de estos, sonreirás fuerte, tus ojos gritarán por dentro y tu cara mostrará un pensamiento nuevo, renovado, feliz. Ese día habrás entendido todo. Y yo habré sido capaz de explicarme. Ese día sentirás por tí misma lo que es ser ELLA para mí. Recordarás, sin haberla vivido, la noche en que salvaste mi vida y viviremos, desde entonces, cada luna de papel que se pegue en el cielo. Pero sonriendo. Que sólo así se ilumina la eternidad.
2 comentarios:
Casi tan bonito como tú...
'Al final de todas las religiones y filosofías, en medio de tantos dioses, héroes y sueños, resulta que la vida no es sino un conjunto de chismes y un nudo de aromas, una pequeña costumbre cuyos pilares tan sólidos son de humo y salen de ciertas tazas frente a las cuales uno ha sido feliz' M. Vicent
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