busca entre mis delirios

martes, octubre 02, 2012

de mitos

si hace dos años ya decía que la Amistad está sobrevalorada, hoy, más cargada de experiencias y más viva, me reafirmo y añado que además de eso, se encuentra en exceso mitificada. los románticos de la tradición modernista que inundan nuestras calles y entorpecen nuestro devenir diario, se empeñan en llamar Amistad a una gran cantidad de relaciones que no lo son en absoluto. la palabra Amistad es una de esas (no pocas) que gracias a la sociedad se ha convertido en mito -en sentido barthesiano-. ha sido cargado y recargado una y otra vez de un sentido simbólico que no le pertenece, que no contiene y que de largo, le queda grande. así nacen entonces las frustraciones cuando uno se da cuenta que la Amistad no es capaz de satisfacer nuestras expectativas y necesidades, cuando nos desampara, nos traiciona, nos abandona o nos ningunea.
hay quien atribuye estas brechas a las nuevas tecnologías, que según ellos, han manipulado perversamente el modo en que nos relacionamos, restándole calidad y pureza a lo que resulta de la interacción.
otros dicen que son imperfecciones propias de la Amistad con las que hay que aprender a vivir (y lidiar), que la hacen más auténtica y real.
pero nada de todo eso es cierto, porque el error fundamental de estas dos hipótesis es que ambas vuelcan la culpa en algo ajeno... cuando en realidad es sólo nuestra. somos nosotros, los seres humanos los que día a día y con nuestras acciones y discursos, desvirtuamos el término, aplicándolo sin pudor a quien no le pertenece. somos nosotros quienes creamos inconsciente e injustamente una mala fama al término. somos nosotros quienes defraudamos, quienes nos encaprichamos para luego cansarnos, quienes damos de lado, quienes hacemos daño, quienes traicionamos y quienes olvidamos, no la amistad. la amistad, en minúsculas, ha permanecido durante toda la historia inmutable en su esencia. el truco está, por tanto, en no empeñarnos en hallarla donde no se encuentra.
es muy posible que sólo la encuentres una vez en la vida, pero cuando lo hagas, sabrás que no podrás dejarla escapar.

lunes, octubre 01, 2012

your four words (IX)

es una ciudad en blanco y negro, nublada por una bruma empapada de la humedad ambiental que ha dejado la lluvia ligera que atestiguan los charcos y embalses en la calzada, y ahogada en los humos que despiden los tubos de escape de los coches, las chimeneas de los tejados y el cigarro casi consumido de ese hombre que pasea en su desarraigo sin rumbo concreto. refugiado bajo su sombrero negro, roído y triste que, ligeramente ladeado, no permite a los escasos viandantes que pasan por su lado, ser atravesados por su mirada profunda y potente. un clarinete suena en bucle desde una de las ventanas de aquel edificio viejo y sombrío que, a pesar de estar bien dentro del otoño más invernal, sigue empeñado en mantener sus ventanas abiertas. una gata callejera y desahuciada maúlla su celo sordo, no consumado ni satisfecho, pero nadie la escucha. a nuestro hombre, la edad le pesa a cada paso, como si no fuera capaz de dejar atrás todo lo vivido hasta entonces, como si el pasado quisiera atraparlo con más prisa que el futuro por venir. aletargado y oscuro da una patada a una fruta presumiblemente podrida que descansaba tranquila en la acera, del mismo modo que lo hubiera hecho ese pequeño niño travieso que dentro de él habita dormido. acaba su cigarro, que ya le quema en los dedos y lanza sin impulso la colilla al suelo, consiguiendo, con ese pequeño gesto, que una chispa de luz brote en el adoquín.


tejados · bucle · callejera · fruta

jueves, agosto 23, 2012

la luna en una taza de café

lo bueno que tienen las niñas de las escuelas es que aprenden rápido la lección. que la arena quema cuando se pisa sobre ceniza, que en todas las playas siempre hay algún pez cabreado que decide morderte el dedo gordo del pie, que siempre tienes que llevar a mano una caja de tiritas por si surge algún imprevisto, que en los aeropuertos se llora por mucho que aguantes, que nunca tienes que dejar tu móvil encima de una mesa llena de vasos y copas, que lo que diferencia unos pechos de otros lo define la talla de la copa del sujetador, que el camino más enrevesado es siempre el más bonito, que los gritos en una habitación a oscuras siempre suenan más fuertes, que si llevas las ventanillas del coche bajadas se gasta más gasolina, que hay que proyectar sin parar, que siempre hay alguien que decide que el mejor sitio para desahogar un apretón fecal es el agua de la playa.
alejándose lo encuentras todo. las agujetas por las risas sin fin, el color tatuado en tu piel que perdiste hace dos años, los abrazos que se habían perdido en el tiempo, las ganas y las energías que parecían haberse agotado.
me traigo de una isla una piedrecita de playa con forma de corazón, la motivación necesaria para seguir adelante, infinitos besos con sabor a sal, una Frida desmejorada colgada en mi cuarto, dos nuevas personas importantes instaladas en mi vida y dos más que han hecho reforma en mi corazón ampliando su territorio ocupado, la luna en una taza de café y tantas ganas de volver...

miércoles, agosto 08, 2012

empezar otra vez

a veces me dan ganas de tirarlo todo esto abajo y empezar desde cero. otras, de directamente no volver a empezar. esa sensación tan placentera de destruir, dinamitar, demoler, derribar, destrozar que no es más que mera ilusión para la psique, que en el fondo sabe perfectamente que hay ciertas cosas que no se pueden eliminar. y es que es una soberana mentira aquello de que las palabras se las lleva el viento; míralas, aquí tan tranquilas, a la derecha del ratón, dormidas, taciturnas y tantas veces olvidadas, pero almacenadas en cajoncitos etiquetados y documentados para que nada se pierda y todo permanezca.
lo malo de este despropósito de intenciones es que con la edad, una se vuelve nostálgica en cierto modo. debe ser el motivo de esta traición a mis empeños que hace ahora justo ocho años que este cuadernito virtual estrenó sus primeras letras. otro agosto aburrido, caluroso y presumiblemente asfixiante aquel en que, mientras todos los demás prodigiosos mortales disfrutaban de playa, sol, carretera y manta, yo pasaba el verano detrás de unas cajas de un megacentro de deportes. hoy, ocho años después y con todas las palabras vertidas mediante, cuento días hacia atrás para que los deditos de mis pies rocen el agua salada. 
y la verdad es que tengo la sensación de que no tengo nada que contar. pero eso también es mentira. aunque sea para mí misma -en homenaje a las pretensiones con las que este blog nació-, puedo decir que me enamoré hace un mes de una chica que bebía vinho verde helado en la ribeira de Oporto. que, a parte de eso, o no tanto, la ciudad me conquistó. a pesar de no haber visto a ningún conductor de tranvía con un cogote atractivo, Oporto también es una ciudad rara. me hace ir despacito, más tranquila, con dos dedos, torpe, pero acertando las letras que quiero dar.
ai... qué bien... qué bien Oporto...