sin palabras

quiero escribir esta noche un post sin palabras. un texto que prescinda de las letras para llegar sólo dónde él quiera llegar, sólo allá a donde yo le lleve. me trago lo que no digo para decirlo todo de una vez y en un acto de gula suprema, devoro sin masticar aquellas aserciones que me repiten ahora y constantemente.
enjuago los platos de una semana perfecta, redonda como ellos mismos, inmensos como su contenido. he disfrutado desayunos al solecito embriagador de una primavera sobrecogedora, he almorzado entre palillos japoneses que pellizcaban con delicadeza mis entrañas ventriculares, he merendado en una mesa de cuatro con cafés mal preparados y muffins soñados, he cenado sin cenar, alimentándome tan sólo de lo que tenía al lado. me levantaba de la mesa cada jornada después de aquellos enormes festines con la seguridad y la tranquilidad de saber que el menú era diario, y que me estaba permitido repetir.
froto con suavidad, entre espuma de detergente y agua calentita, siete días inolvidables, mil regalos que guardo para mí, otros tantos que muestro con orgullo a los demás, cuatro miradas entre cientos, cien sonrisas entre el resto, un gesto, el tacto, un olor particular, el sonido de una voz que es hoy mi banda sonora, una mirada a través del objetivo de una cámara que no es la mía y un sabor que me indunda entera.
doblo el mantel dejando dentro las letras no escritas, las que están por llegar, las postales improvisadas, las páginas de un libro secreto, lás sábanas de un día cualquiera, los klinex manchados con mi pintalabios, los tiques que aún conservo, las fotos digitales y todos y cada uno de los diminutos detalles de un pasado inmediato.
guardo los cubiertos con cuidado en su cajón, atendiendo con esmero a que no se rocen inconvenientemente, y haciendo recuento, descubro que me he quedado con algo de más. pero eso no se dice, y no lo digo. los dos por uno son un inocente acto de mi lado Robin Hood, que no entiende qué es robar y qué es guardar para tí.