No sé bien por qué. En un cúmulo de pensamientos amontonados muy de pronto y sin orden racional, he acabado yédome lejos, muy lejos de aquí, un poco más de seis años atrás en mi vida cronológica, a aquel maravilloso y accidentado verano de 2001, juntos sin estarlo, compartiendo por separado, viviendo de refilón y conociéndonos sin darnos cuenta en aquella ciudad que nos vio llegar, renacer y marchar. El primer verano de mi vida.
La avioneta que daba (peligrosos) tumbos entre roma y florencia. El aeropuerto y sus personajes nocturnos. La señora gorda que traficaba con niños. La primera noche en la ciudad del Arte pasada en el parking de aquel apeadero. Tu casa, tu casero, el compañero de piso que se asoma desnudo a la ventana para saludarnos. Tu cama "very broken and dangerous". La casa, mi casa. Mi casera, que se negaba a hablarme en otro idioma que no fuera el suyo. El Istituto. Su gente. Mariajosé. Las mejicanas. Aquel italiano que improvisábamos por momentos y amábamos de seguido mientras tratábamos de aprenderlo. Las mañanas muy madrugadas sola en la piazza della signoria, saludando al del quiosco que me vendía la repubblica al abrir su puestecito. Las tardes en los del Boboli. Los paseos por el Lungarno arriba y abajo, perdiendo el norte y acabando donde empecé. Las (cientos de) fotos. La noche en la ópera viendo Carmen. Los Uffizi una y mil veces hasta caer en la desesperación. Acordarme de Stendhal sin haberle tenido el placer. Nello y el secuestro voluntario. La moto que apareció de la nada y con las luces apagadas. La noche de infarto. La mañana en el hospital. La tarde en la comandanzia del aeropuerto donde me convertí en tu hermana por primera vez. El vuelo de regreso, con la herida supurando, pero grandes sonrisas reflejadas en la ventanilla....
Esa y todas las demás veces que volvimos. Los agridulces del recuerdo traicionan a veces. Muchas veces. Pero quedan las instantáneas frente a santa croce entre los miles de turistas, o la maleta que compramos en el mercadillo cuando empezaba a faltarnos espacio, o los atardeceres de horas muertas en el ponte vecchio viendo pasar la gente sin más, o la accademia, esta vez sí, esta vez desde dentro, o la nunca última visita a los pitti y los uffizi, o los helados de manzana ácida, o esa sensación tan genial de sentirte polizón y saber que haces lo correcto, o el café de 10 euros (unavezenlavida) cara a cara con el palazzo. Que yo me acuerdo. No me olvido. Me viene el folclore de la italia nórdica (escaso y sobrio, pero vivo a pesar de todo), mezclado con el olor a mojado por las mañanas de las calles que llevan al duomo, con tu voz y tu mirada a mi lado, siempre a la derecha, al otro lado del objetivo, o por delante del visor, pero ahi, aqui, conmigo. Desde entonces....
.... y es sólo una pequeña parte.
6 comentarios:
Ya sé por que sabias italiano tu...
La flor de lis es el simbolo del conocimiento, de la iluminacion y de la cercania a la divinidad.
Florencia tiene como escudo una gran flor de lis en rojo (iluminacion y sabiduria), sobre fondo blanco (pureza).
Algo sucede con Florencia... ultimamente me la encuentro hasta en la sopa!!
Te quiero!!
quien no se ha enamorado de (en)Florencia...
Sabes? justo el viernes estaba paseando por Florencia...y tengo que volver a recoger la parte de mi que se ha quedao en la piazza della Signoria
Besazos bambina!
Al final este año no habrá San Sebastián, pero el que viene fijo fijo que voy!
Firenze tiene un algo que no me da Roma.
Hoy me siento Albachiara, qué bonito que alguien dedique (genéricamente me, te) un sei bellissima cuando sei assorta...
mmm...
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