Qué de palabras contruídas con fonemas que no se oyen. Qué de sintagmas que se erigen en horizontal, como estirados sobre los blancos de una pantalla de pc o los azules de una de móvil. Qué de formas arquitetónicas de frases planas e ideas en cuatro dimensiones.
Derroche de letras en procesión, que desfilan por si solas de las manos de quien las piensa para decirlas y que sean leidas.
Y qué pasa con esas palabras que no se leen, porque no están, porque no se escriben, porque no se quieren decir, que han sido descubiertas un poco sin querer detrás de otras.
Cuántas cosas que no se dicen se escuchan al otro lado claro y alto, por la empatía, por la conexión, porque se hizo el milagro de la comunicación.
Cuántos "estoy aquí", "para lo que sea", "llámame", "a cualquier hora", "no lo dudes", "no molestas", "háblame_cuéntame", "no te lo guardes", "tonta" quedaron en la sombra del resto de letras porque es de allí de donde vinieron. Y no se dicen, pero se sienten, se saben, sin dudas.
Y cuántos abrazos se compusieron solo de letras; de esa a, esa be, con la erre detrás y todo lo que sigue.
Todo es mucho y poco al mismo tiempo. Pero es lo que hay, al menos con los kilómetros separando abecedarios...
2 comentarios:
¡qué importante es también decir sin hablar!que siga asi...
Que la conexión siga obrando el molagro ;-)...nosotros nos ocuparemos del resto...
besos por cada una de esas letritas.
mua
y cuantas miradas que dicen tanto! A veces son perfectos esos silencios que cuentan con mil palabras!
Publicar un comentario