Sí, por todo y por nada, creo que estaría bien que quedara de verdad con ella y le dijera que me he dado cuenta, especialmente en este año que empieza a agonizar, que no es que me pasen cosas especialmente delirantes, no es que mi persona sea una fuerza electromagnética capaz de atraer átomos de anormalidad y esperpento a mi vida, no es que las anécdotas que colecciono al cabo de la semana sean un privilegio de mi ser; simplemente pienso que estoy más receptivas a ellas. No voy a empezar con el típico discurso sobre la alineación de la sociedad contemporánea, demasiado pendiente de sí misma y de sus ombligos, que no es capaz de mirar siquiera a su alrededor y que permanece inconsciente ante las maravillas del ambiente. Sólo me gustaría que lo supiera porque una vez me lo reprochó: que si mi vida es rara, si mis historias son alucinantes, si todo parece sacado de una película no es del todo por mi culpa, sino en gran parte de todos, de ella, de él, de los que me rodeáis.
No lo busco, lo juro. Nunca he buscado nada de todo lo que tengo, simplemente he dejado que apareciera. Este año ha sido tremendo en este sentido. Ella lo sabe, y yo también. Ha habido turbulencias, diversión, muchas risas, mucho teléfono, mucho email, alguna lágrima y un final feliz. Lo bueno de esta película nuestra es que no acaba si una de las dos no quiere, y sobre todo, que puede seguir virando todo lo que alguna quiera, con lo que nos queda unos bonitos e inciertos puntos suspensivos.
Sería genial que se diera cuenta de que la vida de alguna manera es un poco así. Un montón de películas, unas detrás de otras, solapándose entre sí, empalmando historias, acumulando géneros, coleccionando secuencias, aprendiendo de las moralejas y sobre todo, disfrutando de la experiencia. Y que la madurez consiste en eso que la turbaba hace más de un año, en dejar de ser espectadora de tu vida para convertirte en directora y protagonista de la misma.
Sí, creo que sería una opción. Y en el fondo me da igual que no nos salgan palabras, no son tan importantes: el cine mudo siempre me hizo gracia. O que nos entre la risa floja y no podamos parar: la risa siempre ayuda a renovar energía. Siempre podemos acabar bailando flamenquito, o escaparnos a Barna, o irnos de marcha juntas, o cualquiera de todas esas cosas delirantes que aún no hemos hecho.
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