busca entre mis delirios

viernes, noviembre 30, 2007

a medias

que alguien encuentre mi mitad, que ando incompleta por mi viernes.
que ni me sale descojonarme ni arranco a llorar.
ni puedo cabrearme del todo ni fingir que me alegro.
que me quiten la indiferencia y me la cambien por algo de emoción.
y si pueden regalarme un extra de energía para mi segunda despedida a largo plazo del día, mejor.
eternamente agradecida.

viernes, noviembre 23, 2007

viernes

Con la nostalgia adormilada, un par de zapatos viejos que nunca he lavado, el grito del invierno, y yo sin bufanda, con un par de explicaciones en silencio, todo lo que digo y todo lo que callo, el ritmo en acorde sostenido y la letra de lo que soy y lo que no seré, si no es imaginando, con un libro abierto por el final, un bolígrafo que escribe algo que sólo yo entiendo, con un sobre con sello a su cara pegado y miles de letras que vuelan a tu lado, con el paraíso de la ambigüedad que a tantos asusta y un salto al vacío sin paracaidas, con todo lo acumulado, pero sólo lo bueno, nada de amargo, con la sonrisa pintada en los ojos, y la verdad escrita en mis labios, todo el otoño mirando al verano y una sombrilla cubriéndome el charco....

jueves, noviembre 22, 2007

ignorar el souvenir

Todos guardamos recuerdos. Debe ser una afición extendida... No me refiero tanto esos productos intangibles que la memoria almacena en nuestro archivo interno que explican y narran por nosotros las cosas que nos han pasado hace un tiempo relativamente largo. No, hablo de los recuerdos físicos; ese libro, esa flor reseca, esa entrada de cine, ese anillo, aquel regalo o aquella fotografía. Pequeñas absurdeces que por un lado creen (erróneamente) poder reflejar lo que fuimos hace tiempo, y por otro, nos atan con un pasado que ya no existe y que se empeñan incesante (y peligrosamente) de traerlo al presente cuando eso ya no es posible. Esas cosas que, de haber estado vinculadas a historias que nos acabaron haciendo daño, lo reproducen en el momento en que se presentan ante nosotras. A veces pesan, porque nosotras mismas sin darnos cuenta, los cargamos con kilos y kilos de elementos artificiales que no tienen. Y cuanto más pesan, más nos cuesta cargar con ellos y tirar hacia delante. Lo bueno es cuando exahustas de tirar y tirar de ellos, forzándonos a arrancarlos de donde ya han echado raíces, nos damos cuenta de que están muertos. Que esa entrada sólo vivió esos instantes entre la taquilla y el acomodador que la cortó. Y ese peluche sólo respiraba mmientras la historia con quien te lo regaló latía. Y ese barco de papel que alguien te hizo, sólo pudo navegar mientras tenía agua debajo y hoy, en cambio, no es más que un trozo de papel cualquiera doblado a conciencia con forma de barquita. Y esa foto que cuelga de la pared, es más una obra de ficción que una representación de quienes aparecen. Que esa que sale en la foto, sólo se parece a tí; es alguien que fuiste y no lo que eres ahora. Que para eso tienes el espejo, que seguro que no miente tanto.

miércoles, noviembre 21, 2007

existencia de desayuno

Esta mañana el cuco de mi móvil piaba más bajo de lo habitual. Creemos que se ha acatarrado, los fríos le afectan todos los inviernos que se adelantan. El sol, además, se había quedado traspuesto y aún andaba la luna de guardia. Y yo, en la cama y casi sudando, no quería dar por inaugurada la mañana. No todavía. Me dejé puestas anoche las cintas adhesivas en los párpados y ya me sabía el dolor del tirón matutino que siempre se hacía llegar. Eres la esencia de tu propia existencia. El edredón me cubría desde los tobillos a la cabeza y la almohada viscolástica había terminado ya de hacer el molde de mi cara. Levanté la vista, con el tirón debido, y le vi sentado en mi silla de estudio. Cegada por la confusión del despertar pensé que se trataba del Doctor, que regresaba de alguno de sus viajes, y por un momento estuve apunto de lanzar la pregunta: ¿abducción o deducción?. Me di cuenta a tiempo. Has perdido peso, Jean Paul! Te confundí con Holmes...qué andas haciendo tan temprano?. Nada, sólo existo, me respondió. Me percaté de que los camiones con la sal no habían pasado todavía, y a consecuencia de ello, el suelo que me lleva de mi cuarto a la cocina estaba totalmente helado. Y para colmo sólo logré encontrar la cadena de mi pie derecho. Me arrastré como pude con Sartre aún calentándome la espalda, murmurando y provocándome al mismo tiempo. Le había dicho hace tiempo que no tenía sentido aquello. Que sólo se puede discrepar cuando dos personas no estaban de acuerdo, pero él persiste siempre, y repetía con pasión palabras que se le caían por el pasillo. Llegados a la despensa con la angustia de la certidumbre: quizá la cafetera también ha trasnochado. Por suerte Camus se había adelantado a todos los demás, y servía con cuidado el espresso en las tacitas. No le dije nada, pero le quedó el carburante más amargo de lo que mi garganta soporta por las mañanas. Al menos ahora Albert y Jean Paul se entretenían juntos como dos niños en el patio de un colegio dispensándose entre sí sus pestes, naúseas y violencias retóricas. Y Marcel no se inmutaba. El pobre llevaba embobado en su magdalena desde hace varios días. Espera algo, pero nadie sabe muy bien qué. Pero yo sé que no le importa perder el tiempo; sólo me vale que disfruta con ello. Menos mal, me digo para mis adentros, que Nietzsche y Vian se fueron anoche al concierto de Ellington. No me imagino si no la fiesta matutina. Desde el baño y observando un poco atónita lo líquida que salía hoy el agua, Freud despierto por accidente, colgó nervioso sus piernas en el hueco de mi techo y me gritó (claramente enfadado por el jaleo que se desprendía de mi cocina) que todo esto es culpa de mi madre. Si al menos ella estuviera aquí, me digo, cerraría confundida y angustiada por no saber entender nada, las tapas duras de mi imaginación y cada mañana sería tan vulgar como la anterior y todas las demás.

sábado, noviembre 17, 2007

un dia qualsevol



Despierto. Me levanto. Me activo. Voy. Llego. Escribo. Leo. Contesto. No digo. No miento. Vengo. Estás. Te encuentro. Río. Bailo por dentro. Hablo. Escucho. Contesto. Paseo. Paseas, contenta. Disfruto. Miras. Respondo. Te veo. No me ves, pero me encuentras. Me tienes. Te descubres. Me descubro. Regalas. Placeres de papel. Te invito. Ratito líquido. Marcho. Adios. Hasta mañana. Nos vemos. Mañana es hoy, pero será ayer mañana. Te irás. Me quedo. Sonries. Sonrio. Llegas. Escribes. Te leo. Contesto. No dices, diciendo. Eres. Soy, siendo. Apago. Me acuesto. Duermo, sintiendo. No pienso. Te sueño.

martes, noviembre 13, 2007

sólo tú

hay días raros, como hoy, que no son buenos ni malos, que se disfrutan como cualquier otro y que se viven con pasión desenfrenada, días en que la noche cae despacio y sin prisa, apremiando al mínimo las ganas de acostarme y acabar con todo lo que tuve y lo que queda por delante hasta la mañana siguiente, y que mirando absorta por la rendija minúscula entre el alféizar y la persiana, me sorprendo deseando llorar, lágrimas dulces esta vez, de esas que se hipan con risas nerviosas y destellos de luz interiores, no cómo las últimas veces en que me sobrevino la pena, o la inseguridad, o las certezas de un futuro planificado a la fuerza, o la no-confianza por/en/hacia/con otras personas o en otras situaciones, no, lágrimas de alegría, como sólo tú (hasta ahora) has sido capaz de provocar en mí. y entonces lo consigues...

jueves, noviembre 08, 2007

californication

Estamos en medio de la era de las series. El punto exacto en que una se pierde en el océano de emisiones al otro lado del charco, siendo realmente complicado establecer un calendario fiel y efectivo de cuando sale el torrent de ésta, o cuando estarán los subtítulos de aquélla. Es difícil elegir a cuál le das más importancia de entre todas, sobre todo cuando simultánemente estás viendo más de las que pueden contar los dedos de una mano. Pero no es eso lo que me ocupa aquí y ahora. El atolladero de una freak de los seriales puede ser asunto divertido para otro post, pero no para éste. A la espera de la cuarta de Lost, que suenen estos títulos: Weeds, The Office, How I met your mother, Damages, ¿Heroes?, ¿Desperate Housewives?, ¿Tell me you love me?. Son algunas de las que se emiten ahora, quizá las más recomendables (entiendan como duda existencial las acompañadas de signos de interrogación). Pero hay una sobre todas las demás, que destaca, que alucina y que engancha por encima del resto. Una nueva. La del nombre de este post; Cali-fornication [el guión separatorio es mío].


Es de Showtime (y no es un dato trivial). La protagoniza (el grandioso y espectacularmente sexual) David Duchovny. Se desarrolla en Los Ángeles. Y trata (simplificando al máximo) de esa línea fina y bonita que hay entre el sexo y el amor y de cómo algunos la confuden tanto. Como dijo Espoiler "Californication no es una serie de sexo, es de amor". Yo recomiendo que no leáis nada sobre ella, que acudáis a los doce episodios de escasa media hora con la mente tan limpia o llena de prejuicios como podáis. Aseguro disfrute, risas y grandes dosis de satisfacción. Y alguna lágrimita también.

[Penny, pensé en tí la primera, va de camino...]

miércoles, noviembre 07, 2007

(a la) espera (de)

Estoy aquí sentada, en un lugar cualquiera, pero éste en concreto, al lado de la ventana que da a la calle. Un café del centro de Madrid, a cuatro metros del de enfrente y a tres calles del otro que suelo frecuentar. He recibido órdenes de no moverme de aquí. Éste es el sitio para nuestro encuentro. Aguanto mis ganas de ir al lavabo, no sea que en mi ausencia llegue mi cita y se marche de nuevo al no encontrarme. Rechazo del mismo modo las llamadas que incesantemente entran en mi pequeño aparatito celular, pues si se retrasara y quisiera hacérmelo saber o decidiera en útimo momento cambiar nuestro punto de encuentro, me gustaría que hallase libre de interferencias las ondas que nos unen. Pero contradiciendo a Barthes, no siento angustia en mi espera. Espero por esperar, con distensión y naturalidad, mientras observo a los demás coetáneos del café, los que no esperan a nadie pero seguro que, como yo, sí esperan algo. No entrará ningún ser real por esa puerta para mí, pero llegará aquello que no tengo. Y quizá para entonces las cosas cambien, o quizá no, pero lo más seguro es que este blog volverá a latir, a vivir, a crecer. Y yo volveré a escribir con asiduidad. Está al llegar, lo sé....