busca entre mis delirios

jueves, agosto 23, 2012

la luna en una taza de café

lo bueno que tienen las niñas de las escuelas es que aprenden rápido la lección. que la arena quema cuando se pisa sobre ceniza, que en todas las playas siempre hay algún pez cabreado que decide morderte el dedo gordo del pie, que siempre tienes que llevar a mano una caja de tiritas por si surge algún imprevisto, que en los aeropuertos se llora por mucho que aguantes, que nunca tienes que dejar tu móvil encima de una mesa llena de vasos y copas, que lo que diferencia unos pechos de otros lo define la talla de la copa del sujetador, que el camino más enrevesado es siempre el más bonito, que los gritos en una habitación a oscuras siempre suenan más fuertes, que si llevas las ventanillas del coche bajadas se gasta más gasolina, que hay que proyectar sin parar, que siempre hay alguien que decide que el mejor sitio para desahogar un apretón fecal es el agua de la playa.
alejándose lo encuentras todo. las agujetas por las risas sin fin, el color tatuado en tu piel que perdiste hace dos años, los abrazos que se habían perdido en el tiempo, las ganas y las energías que parecían haberse agotado.
me traigo de una isla una piedrecita de playa con forma de corazón, la motivación necesaria para seguir adelante, infinitos besos con sabor a sal, una Frida desmejorada colgada en mi cuarto, dos nuevas personas importantes instaladas en mi vida y dos más que han hecho reforma en mi corazón ampliando su territorio ocupado, la luna en una taza de café y tantas ganas de volver...

miércoles, agosto 08, 2012

empezar otra vez

a veces me dan ganas de tirarlo todo esto abajo y empezar desde cero. otras, de directamente no volver a empezar. esa sensación tan placentera de destruir, dinamitar, demoler, derribar, destrozar que no es más que mera ilusión para la psique, que en el fondo sabe perfectamente que hay ciertas cosas que no se pueden eliminar. y es que es una soberana mentira aquello de que las palabras se las lleva el viento; míralas, aquí tan tranquilas, a la derecha del ratón, dormidas, taciturnas y tantas veces olvidadas, pero almacenadas en cajoncitos etiquetados y documentados para que nada se pierda y todo permanezca.
lo malo de este despropósito de intenciones es que con la edad, una se vuelve nostálgica en cierto modo. debe ser el motivo de esta traición a mis empeños que hace ahora justo ocho años que este cuadernito virtual estrenó sus primeras letras. otro agosto aburrido, caluroso y presumiblemente asfixiante aquel en que, mientras todos los demás prodigiosos mortales disfrutaban de playa, sol, carretera y manta, yo pasaba el verano detrás de unas cajas de un megacentro de deportes. hoy, ocho años después y con todas las palabras vertidas mediante, cuento días hacia atrás para que los deditos de mis pies rocen el agua salada. 
y la verdad es que tengo la sensación de que no tengo nada que contar. pero eso también es mentira. aunque sea para mí misma -en homenaje a las pretensiones con las que este blog nació-, puedo decir que me enamoré hace un mes de una chica que bebía vinho verde helado en la ribeira de Oporto. que, a parte de eso, o no tanto, la ciudad me conquistó. a pesar de no haber visto a ningún conductor de tranvía con un cogote atractivo, Oporto también es una ciudad rara. me hace ir despacito, más tranquila, con dos dedos, torpe, pero acertando las letras que quiero dar.
ai... qué bien... qué bien Oporto...