busca entre mis delirios

lunes, mayo 16, 2011

your four words (VIII)

es lo malo de la Feria, que se ha convertido en un espectáculo. si aún no te has aburrido de ver a los típicos famosos pasados de graduación haciendo de las suyas en alguna caseta o no es suficiente con tratar de evitar los riachuelos de rebujito regurgitado a lo largo de la explanada, siempre te quedará la enorme satisfacción de la temprana resaca de las 12 del mediodía de aquellos que ya han tenido día de feria suficiente y suplican por un espidifen.
pero más allá del show pseudo-bochornoso que queda en la imagen de esta fiesta, hay quien la disfruta con cierta dignidad. no es el caso del típico gachón que se cuela en un grupo de chicas, cerveza en mano, apostándose a sí mismo, a cuál de todas ellas se va a llevar a una esquina, sin darse cuenta en absoluto de que todas ellas son lesbianas y que las sonrisas que le dedican no son más que burlas despiadas al pobre varón confundido. tampoco es atribuíble al sentido estético de una moda no comprendida. a aquellas que se empeñan en enfundarse a toda costa los trajes de gitana de cuando estaban canijas, y aunque ahora no puedan ni respirar y pareciese que si beben un poco más de tinto, acabará explotando aquello por algún lado, se ven magníficas.
pero como digo, hay quien se divierte de verdad y hace de la feria una fiesta auténtica. pero eso sólo pasa caseta para dentro. los de fuera sólo vemos lo denigrante y sólo podemos esperar al cruzar el arco, que el búcaro contenga cualquier cosa menos alcohol.



'Gachón' · canija · resaca · búcaro

jueves, mayo 05, 2011

your four words (VII)

aquel año que viví en Paris fui, como Hemingway, muy pobre y muy feliz. es lo habitual cuando una se establece para vivir una ilusión. la mía era ingenua y ambiciosa casi por partes iguales; abandoné Madrid parar aprender a ser como Proust. creía que sólo ahí, en esa ciudad que tanto ha leído, podría llegar a ser esa alguien que quería ser de mí. recorría la ciudad rastreando las palabras que el gran autor pudiera haber dejado en su camino, bien dispuestas para aquel pie pertinente y afortunado que tuviera el acierto de tropezarse con ellas. con un poco de imaginación, tracé en el mapa mental de la ciudad un triángulo que unía los campos elíseos con trocadero y el parque de monceau. esa sería el área a peinar, el lugar de las múltiples residencias de Marcel, la habitación en la que pasaría su última noche, los cafés en los que escribiría sus siete tomos, las huellas de sus paseos en busca de su tiempo perdido, su primer ataque de asma, el lugar donde conocería a Gilberta, el primer amor de su vida... y no os voy a desilusionar, todo estaba ahí. el pasado no se mueve, queda perenne y eterno en el mismo sitio donde se vivió.
como tantas otras cosas que nadie entiende, disfruté de Père-Lachaise cada tarde que el tiempo acompañaba en París y me regalaba algún nublado no hostil, o quizá, con más benevolencia, un rayo de sol que atravesara con cariño las ramas de los árboles. los cementerios en París son casi más abyectos que en cualquier otro sitio; convertidos en atracción turística, pierden la magia de tantas vidas como hay allí enterradas. sentada yo de cuclillas al borde de aquella lápida negra y bajita, intentaba escuchar el silencio de una muerte dulce, deseada y soñada para él, así como sus últimos pensamientos, o cualquier impulso energético que me inspirara a parecerme a él.

y fue entonces cuando comprendí que me había equivocado queriendo aprender a ser como Proust. que llegué queriendo ser la que yo quería ser y que a esas alturas, París ya me había transformado lo suficiente como parar comprender, como lo hizo Vila-Matas antes que yo, que ya no sería extranjero allí.
Que París no se acaba nunca y que jamás dejó de ser una fiesta.


[palabras · muerte dulce · extranjero · imaginación]

martes, mayo 03, 2011

your four words (VI)

hay una serie de instantes en la vida de una misma que jamás podrás olvidar. los recuerdos se archivan de manera inespecífica en compartimentos aislados de la memoria y cuando menos lo esperas, los olvidas sin intención o los recuerdas con precisión. la documentación y la archivística de los estractos de la vida de una persona es una de las pocas áreas sin gobernar, pedazos de existencia sin ley ni órden, carentes de reglas y absolutamente libres. y eso es, queridos amigos, lo más bello y más precioso de nuestra intensa y fugaz vida.
ejemplos aleatorios como otros cualesquiera; acompañando una mañana, bajo un calor matador, a una futura profesora en camino a una entrevista que le supondría el que, aún a día de hoy, sigue siendo su trabajo discontinuo y su fuente de ingresos intermitente. O aquel viaje a Cádiz en el que, incomprensiblemente, se quedó atascado el disco de John Mayer en aquel Ford Fiesta amarillo y deseaste al menos sesenta veces que el ventilador dejara de funcionar, se recalentara el motor, alguna chispa benevolente se prendiera y muriérais todas allí dentro. O el sueño aquel en que de pronto eras Rachel (de Friends) y devorabas junto a Chandler una deliciosa tarta de queso (cheesecake, para ellos) robada de la vecina de abajo y espachurrada en el suelo del descansillo más famoso de la historia de la televisión. O aquel momento lost in translation en el que una italiana afincada en tu casa por un mero y fatal error de cálculo, devoraba sin vergüenza y con mucho descaro la comida familiar y, confundiendo términos que ella jamás entendería, demandaba un chonchón de queso, creyendo que con eso se refería a aquel lácteo cortado en lonchas en un plato alejado de su sitio.

estractos, en definitiva que lleva una consigo y que pocos seres ajenos a esta vida jamás podrán apreciar. sólo aquellos que los compartieron en su momento entenderán su valía o compartirán la sonrisa al recordarlos.




[John Mayer · profesora en camino · cheesecake · chonchón de queso]

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